AL DÍA PORTADA

Dos décadas de dirigencia empresaria entrerriana, contrapoder y el abrazo del oso

Gabriel Bourdin entiende que la crisis del 2001 generó una nueva conciencia en la organización pública del sector privado en la provincia, la irrupción del campo en 2008 le abrió un nuevo paradigma al sentido semiótico de las entidades y asume que la pandemia impuso un cono de sombras del que actualmente le cuesta salir. Los logros recientes y la cercanía con el Gobierno en la mirada del presidente de la Unión Industrial de Entre Ríos. Gustavo Sánchez Romero – Dos Florines ///

El atardecer en el oeste de la ciudad desde el living de su casa dibuja, quizá, la metáfora del momento que vive el empresariado entrerriano, veinte años después de lo que él entiende como el punto de inflexión que despertó la conciencia organizacional de los hombres de negocios que vieron la necesidad de contraponerse a la cultura caudillista de la política entrerriana, casi sin alternancia, y con dos figuras paternales y verticales que impuso una la búsqueda de la inevitable institucionalidad de las democracias modernas. Veinte años después, ese modelo está en crisis.

Como el crepúsculo que se sumerge en las sábanas marrones del río, los colores del día se desdibujan y un inasible anaranjado va dejando paso al gris umbral de la noche. Se advierte una nueva transición en la cultura política de la provincia y, en su vocación sistémica, la voluntad política del sector privado se deja arrastrar mientras se reconfigura. Pero no es un momento fácil, y Gabriel Bourdin lo asume así.

Él mismo debió sobreponerse a un cisma interno de su entidad y hoy goza de un consenso generalizado como dirigente, pero no siempre fue así. Pero mira para adelante con su dilatada intuición autodidacta, la misma que lo llevó –junto a su hermano- a saltar de los sótanos del emprendedorismo a ser uno de los empresarios más encumbrados. Ostenta hoy una empresa que cotiza en el mercado mundial en un valor cercano a las cuatro cifras en moneda dura, poniéndole la palabra millones detrás. Esa intuición lo empujó desde sus inicios a reclamar compensar el retraso de la provincia con creación de empleo privado y mayor inversión desde las empresas. Hoy avanzó varios casilleros, pero la dinámica de los conflictos le exige estar alerta y reactivo.

Bourdin intuye que ese contrapoder que lleva veinte años en la provincia está en crisis y hay que reconfigurar el reticulado de impulsos, iniciativas y estructuras de los empresarios, aun cuando sea imperioso ajustarse a un concepto que tanto les gusta repetir: la articulación con el sector público.

“Si lo pensás en términos de los últimos años, creo que hubo un resurgimiento a partir de la crisis del 2001 de una ciudadanía preocupada por su futuro. El rol del empresario fue importante en ese momento, porque la mayoría de las empresas quedaron quebradas. Muchas tenían deuda en dólares por incorporación de tecnología o maquinaria, con una devaluación que llevó el dólar de uno a cuatro de un plumazo y resultó prácticamente impagable. En todo ese arranque la economía no traccionaba y las empresas trabajaban al 40%, suspendiendo gente. Fue una época muy difícil, casi al punto de que muchos sucumbieron. Hubo entonces diferentes manifestaciones de tipo dirigencial”, describe Gabriel Bourdin en un análisis retrospectivo.

En el atardecer, lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer. En ese exacto punto reside el sorpresivo escenario del futuro.

Avatares.

—¿Considera entonces que la explosión institucional fue una consecuencia de la crisis de 2001?

—Sí, en gran medida sí. Puede estar un poco sesgado porque han sido los últimos 25 años que he sido dirigente. Siempre fue la idea para mí que el ser empresario tiene una dimensión política. No podés estar ajeno a lo que sucede; aunque no todos lo asuman. Hasta para trabajar con el tercer sector, que no alcanzan a vivir ni al día; con un 40 o 50% de pobreza es muy difícil manejar una situación con esta. A partir de ese piso se empezó a construir algo donde el empresario estuvo más activo con la comunidad. De hecho, todos los principios de responsabilidad social fueron parte de una explosión incipiente en su momento y necesaria porque lo pedía la sociedad.

 – ¿Comparte que en los últimos años, pandemia incluida, hubo una retracción de ese impulso?

—Creo que en esta última década hubo un cambio a partir 2009 con la explosión de los dirigentes del campo, donde la ciudadanía también los apoyó mucho, inclusive la incursión en la política fue importante en un sector que no tenía participación. No sé hasta dónde lo capitalizaron las dirigencias gremiales particulares, entendiendo que hay distintos segmentos, entre las cámaras gremiales y donde en las provincias hay instituciones que trabajan más fuerte que otras, como puede ser Consejo Empresario o la Mesa de Enlace, donde se trata de construir consensos que es el camino por recorrer. Esa dimensión política le ha costado mucho al empresariado poder sostenerla.

—¿Está diciendo que la irrupción de una dirigencia fuerte del campo con la 125 desvió el eje del rumbo del sector privado organizado en instituciones?

—Sí. Por lo menos no se había visto al campo organizado de esa manera. Creo que ahí irrumpió. Todos vivimos esa época. Siempre me gusta pensar cuál es el aprendizaje a partir de determinadas crisis y creo que ahí, cuando existe ese salto hacia la política y al interés por el Estado, pensé que iba a ser un movimiento más sostenido en el tiempo y sustentable. No estoy pensando en si el campo fracasó o fue exitoso. Pienso en el hito histórico que ocurrió. Si se capitalizó y de qué manera, lo dejo a los analistas para que lo estudien. En mi paso como presidente del Consejo Empresario tenía la sensación de tener una visión provincial en pos de un crecimiento armónico de servicios, el comercio, el agro, porque son todos empresarios. A diferencia de lo que me toca vivir hoy en la faz industrial, que lo pasé en el Parque Industrial muchos años, creo que lo gremial empresario es parte de tu ser. Es lo que más conocés, porque lo hacés todos los días.

—¿Podría decirse que la crisis de representación y esconde una crisis de compromiso hoy día?

—Creo que hay una responsabilidad del empresario. Me parece que tiene que estar presente en la comunidad y, de hecho, lo está en un montón de actos. Por ejemplo, me parece que cuando tenés una industria manufacturera donde tu poder de transformación pasa por su fuerza laboral y sos de los mayores empleadores, hay un vínculo con la sociedad. Cada problema que pueda suceder en una familia de un trabajador es parte de un problema que, como empresario, te toca de cerca, porque tenés que ayudar a resolverlo. Eso se va transfiriendo al resto de la sociedad, llegando a los barrios, haciendo proyectos educativos, pensando la mano de obra que se necesita también.

Avances.

La presente entrevista sucede un puñado de días después que el gobierno de Gustavo Bordet firmara el decreto por el cual crea el programa de estímulo al empleo nuevo en el sector industrial. Bourdin estuvo en el centro de la escena por este anuncio, por el cual viene peleando hace al menos dos décadas. Asumió en la entidad hace apenas tres meses y logró el compromiso del gobernador de presentarlo en agosto de 2022, y se cumplió. En estos meses se lo vio cercano al Gobierno, pero sabe que son las reglas del juego, y estuvo dispuesto a exponerse, aunque no todos sus colegas lo entendieran. Su aparición como presidente de la UIER parece darle al sector privado un nuevo referente con peso específico propio en el sector, y eso conlleva –aunque no lo acepte- la responsabilidad de recuperar el protagonismo del verdadero contrapoder a la política en Entre Ríos. Hoy la sociedad le pide trabajo al empresario, pero éste no siempre muestra una cara genuina ante la demanda, por los problemas que fuere. ¿Se le aparece en el horizonte un nuevo rol respecto de la institucionalidad que ha perdido el empresariado entrerriano?

“No creo que lo ha perdido el empresariado, sino que hay sectores que por la pandemia han perdido presencialidad, y esto afectó a toda una sociedad. Venimos de una pandemia tremenda. No lo disocio. Lo que sí creo que es un momento de responsabilidad donde peligran muchas cosas, la paz social, por ejemplo, y es importante mantener ese vínculo con la sociedad. Todas estas políticas que uno piensa y lo que se debe promocionar deben elevar el estándar de vida donde ejercés tu profesión como industrial”, prescribe.

—¿Cómo evalúa el papel de algunas instituciones que piensan a la actividad gremial empresaria como un ámbito para el lobby?

—Cada uno se hará cargo de lo que le toca. Creo que hay de todo. Hoy que a mí me toca generar cambios positivos, transformaciones, dentro de lo gremial empresario como el caso de la industria, estoy pensando en la industria. Esos principios que uno pone en juego allí ayudan a que el resto de las instituciones sean proactivas en función de generar proyectos y que tengan un impacto lo más rápido posible en la sociedad. Este proyecto de empleo está atado a distintas promociones para que vengan más industrias y las empresas más chicas puedan crecer. El grande tiene menos beneficios respecto de aquel que más necesita ayuda, sea un crédito o blanquear su personal porque los costos laborales son muy grandes, además de que existe una retracción a tomar empleados por la industria del juicio. Nuestra actividad tiene que estar enfocada a esos problemas que no nos dejan crecer. Entre Ríos tiene un potencial enorme. Para estar como Santa Fe o Córdoba tenés que generar miles de puestos de trabajo privado. De esa manera, el impacto del empleo público baja y empieza a ser atractivo trabajar en el sector privado, porque tiene otros salarios, otra gestión en pos de que la empresa sea rentable para pagar los sueldos y los impuestos. Me parece interesante que cambie la idea de que la salida va por conseguir un puesto determinado, sino por buscar su propio emprendimiento que a veces se aprende en una empresa durante el primer trabajo.

—¿Cómo se generó el acuerdo para avanzar en una nueva ley de promoción industrial?

—Comenzó con la idea consensuada de que tenemos una asimetría con otras provincias. Si ellos lo pueden hacer, ¿por qué no nosotros? Probablemente porque no tengamos las herramientas adecuadas como para hacerlo. Si querés cambiar la ecuación del empleo, tenés que promocionarlo. Pero a su vez, también tenés que venir promocionando la industria y actividades económicas de diferente tipo. Para hacerlo, tenés que tener la gente. Es un círculo virtuoso que se tiene que dar en la economía. Por eso es interesante la herramienta y que vaya acompañada de una promoción industrial que tenga en cuenta el avance de la tecnología. Si querés empresas sustentables, tienen que hacer una inversión en tecnología muy grande. Con un impuesto podés promocionar a aquella empresa que se está endeudando para tratar una tecnología que, en definitiva, la necesita no sólo el producto sino también para ser rentable.

Legislación.

El gobierno provincial asegura que para proyectar la promoción industrial y un programa de empleo se trabajó en el análisis comparado con otras provincias. A Bourdin le consta, según lo expresa ante la consulta periodística. “Me consta y soy parte de ese equipo que colabora de manera permanente. Creo que el Gobierno está convencido del paso que está dando porque se da cuenta que 12 años de una ley de promoción industrial donde sólo se generaron seis promociones, algún problema hubo. Es una herramienta que no funcionó, está comprobado. Lo mejor que puede pasar es que se pueda construir una herramienta sustentable en el tiempo, que sea una buena ley, competitiva en función de las otras provincias que tienen beneficios que Entre Ríos no tiene. En definitiva, creo que es una herramienta importantísima y tendría que dar un giro a la industria. Tampoco es que va a pasar inmediatamente a que se sancione. Seguramente este gobierno de turno va a usufructuar de los beneficios de esta ley.

—¿En qué grado de avance está el proyecto?

—Está realmente muy avanzado. Puedo decir que un poco la pelota está picando en el campo nuestro. Hemos tenido una devolución del borrador, al que lo hemos corregido, hemos agregado cosas, hemos pensado en conjunto y tratado de no dejar ningún sector de la industria fuera. También promocionamos los existentes que van a ser un crecimiento en su planta, sea en tecnología, producción de bienes, cantidad de personal o inversiones. Todos esos puntos están contemplados en la ley. Después faltará la reglamentación que es la letra chica, pero todo eso está. Cuando lo mirás respecto del resto de las provincias que pueden marcar un norte, creo que quedó muy competitiva. Por lo menos, es el deseo de que podamos hacer esas transformaciones.

—¿En el cambio estuvo la necesidad del gobierno de una nueva ley, la aceptación del fracaso o el pedido del sector industrial de que haya ley competitiva?

—Creo que está en la conciencia del Gobierno. Sabe que es una herramienta que no dio sus resultados, que es una ley que no funcionó y no se usó. No atrajo inversiones. Esa es la diferencia que notás con las provincias más industrializadas. Hay una aceptación de que no funcionó. Por eso se está dando ese diálogo con el Gobierno. Desde que asumí pensé con una visión, que la compartimos con la comisión directiva (de la UIER). Ese juego de consensos nosotros lo vivimos dentro de la institución.

 —¿Era necesario mostrarse tan cercano a Bordet durante estas gestiones?

—No lo siento como una imposición o como que haya otras ideas, que las pueda haber y son diversas. Todos tenemos en claro que vamos a cambiar la realidad trabajando en forma conjunta, no en ser crítico, tirar piedras y esconderse. Estamos todo el tiempo con propuestas. Es un equipo súper activo, que lo motiva la transformación de algo, que son agendas que tenemos hace 20 o 30 años en Entre Ríos. No son agendas nuevas. Siempre se discute lo mismo. Pero verdaderamente en esa búsqueda de consensos, el espacio está. El Gobierno no es sólo Bordet. Por supuesto que hay una decisión política de él y que la ejerce, pero su equipo está convencido del camino que está llevando. Siempre manifiesta que ha sido muy prudente con las cuentas públicas, por lo que en otros momentos cuando se ha ido a pedirle diferentes cosas tampoco la Provincia estaba en condiciones de promocionar algo. Por eso tiene valor el ordenamiento de las cuentas públicas. Lo que está bien hay que decirlo.

 —¿Su llegada a la UIER superó las diferencias del pasado y hoy se puede esperar un nuevo grupo de dirigentes, alejados de las antinomias?

—Lo que pienso es en la impronta que cada uno le puede dar. Seguro que esos problemas estuvieron y hubo discusiones porque hay distintas visiones entre quienes ejercen una responsabilidad como esta. Hay un equipo que tiene distintas visiones. Lo importante es consensuarlo para no tener estas discusiones intestinas. De igual manera se ha crecido y hubo una apuesta en jóvenes industriales que hoy son una base importante en la columna vertebral de los miembros de UIER. Esta fuerza nueva es muy importante. No son dos o tres, son grupos de 40. Esos grupos también tienen sus líderes. Es prácticamente un semillero que ha ido germinando y da lugar a que manejen tesorería, hay dos vicepresidentes, representan a Entre Ríos en la UIA. Eso ha ido trascendiendo y hay que seguir apostando. Cuando uno los incorpora al equipo, si bien son una esponja, también tienen su impronta de para dónde hay que ir. Ahora estamos entusiasmados con la conformación de la preconferencia que hará la UIA y Entre Ríos será sede. Un anhelo que tenemos es hacer una gran muestra de la industria entrerriana para ver lo que se produce y mostrar el potencial. Para ese momento habrá otras políticas públicas destinadas al desarrollo del sector privado, como la promoción de la industria, la ley de distritos industriales del que formamos parte del proyecto y pudimos consensuarlo. Creo que hay un paquete de cosas que se han venido dando.

 —¿Siente un mandato o desafío, a partir de tu ingreso en la UIER, de recuperar el impulso del sector privado y la institucionalidad de la provincia? ¿Su figura puede traspasar la sectorialidad?

—Me parece que puede suceder, pero los liderazgos también van vinculados a cada sector. Me considero un hacedor y un dirigente que le gusta construir y buscar consensos, el crecimiento y con una impronta proactiva. Prefiero generar muchas cosas. Tengo una expectativa de transformación de lo que está mal o para dónde ir. Eso lo he aprendido en la dirigencia. Me gusta entusiasmarme con lo que hacemos. Creo que hay un entusiasmo dentro de la UIER por hacer cosas, no solamente con lo estrictamente económico o vinculado al Gobierno. Los buenos ejemplos hay que tomarlo de la dirigencia porque hay dirigencia que tiene su aplomo y mucho tiempo haciéndolo, que te da un mandato. No es que el mundo se hace desde que uno llega. La UIER lleva consigo el esfuerzo de un montón de años.

—Se advierte que hay una línea dirigencial a la que le pasó su tiempo y hay una renovación que pide espacios. ¿Es tiempo de recambios?

—Creo que se van vislumbrando esos cambios. Es muy necesaria la participación y la responsabilidad de los empresarios. Si uno puede aportar a un ejemplo que se pueda seguir, seremos parte de eso.