ENFOQUE

La crisis del mercado laboral y sus agudas imágenes en la pandemia

Por Graciela Mingo – Lic. en Ciencias Política – Mag. En Metodología de la Investigación.  

 

En todo este tiempo estuve participando de encuentros con relación al impacto en el  empleo y las nuevas formas del trabajo tienen a partir de lo acontecido en este escenario no  previsto de la pandemia dada por el Covid 19.  Este escenario deja al desnudo la crisis sanitaria y económica agudizada aún más en la coyuntura de anormalidad en que nos sumergió a toda la humanidad al hecho estar sometida al aislamiento o  confinamiento.

Con el transcurrir de los días y meses, esta pandemia elevó a la superficie, en lo que va del año 2020, lo que hemos venido palpando hace tiempo sobre las desigualdades y los desequilibrios que se ven por la devastación a la naturaleza ante la voraz apetencia de los seres humanos, inherente a las reglas indiscriminadas del capitalismo salvaje y mercantilista que profundiza la sobreexplotación con primacía en los recursos naturales y destruye ecosistemas enteros junto a  los comportamientos sociales cuya satisfacción ha sido el consumo desmedido.

Este escenario dado por el aislamiento, confinamiento o disciplinamiento social, según como se decidió en cada país, demarca el miedo al contagio, parámetros de desolación para muchos producidas por la perdidas físicas de seres queridos, a lo que se suma que las economías se cierran o se paralizan; y esto agrega las pérdidas de infinidad de puestos de trabajo, la reducción de horas de trabajo, la baja de salarios, un aumento muy marcado  del desempleo y la extensión de los valores de la pobreza.

Brechas.

Creer que la crisis llego con la pandemia, sería depositar en este fenómeno del Covi-19 todo el peso, cuando ya la Cepal venía sosteniendo que crisis se da ”…en un momento en que la confianza en la globalización y el multilateralismo como herramientas para el desarrollo acumulabamás de un decenio de deterioro”, y en ese marco los países de América Latina  nos son la excepción a esta economía recesiva que se sentía hace unos cuantos años.  En cifras relativas se puede decir que en  el período 2011-2019, la tasa media de crecimiento mundial fue del 2,8%, cifra significativamente inferior al 3,4% del período 1997-2006.

Una economía recesiva enseguida se entrelaza con el escenario del mercado laboral, fundamentalmente en los países del continente al visibilizar aún más las heterogeneidades  a que está expuesta de la población económicamente activa (PEA), no solo por la imposibilidad de encontrar trabajo, sino en las escasas condiciones de trabajo cuando se consiguen alguno.

Se pronuncian las brechas de las desigualdad y vulnerabilidad en dicha población que crece pero la capacidad de absorción se retarda y con pocas posibilidades de lograr un empleo formal. La flexibilidad laboral, por el tipo de contratación, arrasa las posibilidades de dar respuesta a aquella población sobre todo joven que quisiera incorporarse al mercado de trabajo de manera más estable y los trabajos formales se suplantan por el cuentapropismo .

Algunos  nuevos “empleos”.

Por ello, el  paisaje social de la pandemia agudiza, el desempleo y los trabajos que asoman son precarios, con nuevas modalidades de informalidad como son los jóvenes que se  incorporan a trabajar en  los delivery  o aquellos que transportan encomiendas comprada a través del e-commerce, dado por el uso posibilitador de Internet y las nuevas tecnologías.

Dichos trabajos se ofrecen con el plus que los/las  jóvenes tengan sus medios de movilidad (motos, bicicletas, etc.) o tener un vehículo para llevar paquetes o encomiendas. Su suma a este injusto escenario las largas horas de trabajo que pueden ser 12, 14  o 16 horas, lo cual aumentan los accidentes viales en la vía pública, convirtiéndolo  en situaciones de extrema explotación.

Es así como han reverdecido las precarias condiciones laborales en el grupos de los/las jóvenes que sólo pueden vivir el día a día y  subsistiral tener trabajos precarios, condicionantes en sus posibilidades y sin marcos regulatorios que lo contengan. El ala  científico-sanitario explica que el virus muta, según los infectologos, y lo mismo sucede con el  capitalismo, que lo hace reconfigurando la potencia productiva del trabajo a través de nuevas estructuras cambiantes  para mantener sus intereses. Esto afecta entre otros aspectos  el mercado de trabajo que se flexibiliza mucho más, segmentando a la PEA  y las condiciones laborales.

Informalidad y precariedad laboral.

La informalidad, que es una manifestación del malestar del mercado de trabajo, se ha potenciado en la pandemia, más aun cuando se vincula a la precariedad laboral.  Encontrar este vínculo directo de los términos cuando están juntos, las alarmas son aún más pronunciadas. Pues en general la norma en  la informalidad  es no tener  seguro, ni cobertura social y lleva a la baja de los salarios  y la precariedad laboral se refiere a las condiciones laborales en que desempeña labores el/la  trabajador/ra que son alarmantes y efímeras, aunque muy condicionadas con el seguimiento del tiempo a través de las Apps.

Desde el campo teórico ,Neffa al referirse a dicho vínculo de ambos términos explicita  no sólo esto se da “ […] desde el ángulo de la inestabilidad e inseguridad económica y social, sino también en función del tipo de proceso de trabajo que ejecuta el trabajador, de la retribución material y simbólica que recibe, del reconocimiento social obtenido a cambio de sus esfuerzos y de las relaciones sociales que se establecen en la empresa u organización. Cuestiones que quedan muy a flor de piel en  esta crisis sanitaria y económica por la cuales atravesamos.

Hay una segmentación en la PEA dado por tipos de trabajos, franjas horarias de trabajo, modalidad de contratación, temporalidad de los contratos de trabajo, bajos salarios, la calidad de los trabajos, la desigualdad  por el lugar que tienen las mujeres y  los inmigrantes  por mencionar algunas dimensiones, pone en situación aún más vulnerables a dichos grupos sociales .

Esto mismo ya había sido alertado por la OIT cuando describe las formas contractuales del Siglo XXI , comparando  que el mercado de trabajo por años bregó por lo puestos de trabajo estables, de tipo convencional (un solo empleador, contrato indefinido a tiempo completo y protección social y jurídica), pero en este nuevo escenario la realidad laboral ha mutado hacia contratos temporales, de tiempo parcial, conformando un cordón de trabajadores precarios, o como muchos de ellos dicen “soy trabajador/a eventual”, “Soy trabajador transitorio”. Dándole un tinte de naturalidad a estas formas inciertas de trabajo y mostrando la pobreza del mercado de trabajo.

Otra cuestión en que muchas empresas  paralizan sus producciones y otras fundamentalmente las Pymes  cierran sus puertas,  por ende la pérdida de ingresos laborales se traduce  en un menor consumo de bienes y servicios, y puede llevar a muchos trabajadores a situaciones de pobreza al perder sus puestos de trabajos. 

El sentido no es aventurar pronósticos, pero los matices oscuros muestran que se agudiza el desempleo, aumentan los índices de pobreza y aquellos gobiernos que han salido con políticas públicas como es el caso de nuestro país, a través del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y la Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP), que han frenado en parte el descontento de muchos, junto a otras series de medidas que están permitiendo subsistir en mejores condiciones que en otros países. Esto no escatima imaginar que la reactivación económica será rápida, sino que reconstruir el tejido laboral, y económico llevará mucho tiempo.

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