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El mercado inmobiliario rural en Entre Ríos

Los negocios inmobiliarios rurales han sido, por años, un rubro reservado para pocos, ya que quien se ocupa de su intermediación debe ser un «baquiano» en esos menesteres, sabiendo de suelos y pasturas, de potencialidad de la tierra y aptitud productiva y una fluida empatía con productores y técnicos. Carlos Marcelo Pintos

Dialogamos con el corredor público inmobiliario Julio Molina, especialista en campos, a la sazón actual presidente del Colegio de Corredores Inmobiliarios de Entre Ríos, quien nos brindó un panorama sobre el mercado de compra-venta y arrendamiento de campos en la provincia de Entre Ríos.

Consultado sobre cómo se presenta el mercado inmobiliario rural en la provincia, Molina nos informó : ”El mercado de compra-venta de campos hace un par de años que viene resentido, debido al contexto económico que nos toca vivir; contexto económico que se ve afectado por la magra rentabilidad que está dando al productor el fruto de su trabajo. Coexistiendo dos dólares: el que recibe por su producción -muy bajo- y el que necesita para comprar insumos, mantener su parque de maquinarias y demás -muy alto-, y esta asimetría ha ido depreciando el valor de los campos o desalentando la ampliación de la frontera productiva.

“En cuanto a los arrendamientos -se explayó- mantienen una tendencia alcista, en especial por la suba de los precios internacionales de algunos granos, particularmente la soja, y se están logrando buenos acuerdos entre los dueños de campo y los arrendatarios, que sí o sí están compelidos a producir, porque disponen de un parque de maquinarias y el acceso a insumos de modo que no bajan los brazos ante la coyuntura”.
“Respecto de los campos ganaderos, se sabe que pendular: cuando la agricultura no da rentabilidad, los campos se vuelcan a la ganadería, y como se está exportando bastante, la demanda de ganado es creciente y esperamos que esto no retroceda, porque también Entre Ríos ha sido un muy buen proveedor de reses de buena calidad cárnica”.


Las políticas intervencionistas del Estado, amagando aumentar retenciones o poner cupos a las exportaciones de algunos granos ¿han afectado las expectativas del productor respecto de futuras campañas?

“Bueno, cuando vos tenés un «socio» que te lleva una gran parte de tu esfuerzo -con retenciones, impuestos y aranceles-, el productor siente que está muy condicionado; porque ese socio sólo lo es en las ganancias, no en las pérdidas. Cuando te va bien te exige su parte [del león] y cuando te va mal, ya es un problema tuyo; se lava las manos.

“Considero que el Estado debería «aflojar un poco la cincha» y dejar producir al hombre de campo sin tanta presión tributaria; en definitiva nuestro país depende fundamentalmente del campo -y esto va a ser por muchos años más- y necesita que la gente de campo producto cada vez más para que ingresen más dólares al país”.


¿Sólo es la cuestión impositiva el problema, Julio?

“Eso por un lado, pero por otro está la necesidad que el productor acceda a créditos blandos para mejorar la genética -ya sea agrícola como ganadera-, ampliar o modernizar su parque de maquinarias e instalaciones de producción. No hay créditos de fomento, que serían devueltos con creces”.“Hoy hay créditos al 25 % de interés, cuando una producción en los mejores de los casos ronda una rentabilidad de 15 al 17 %. Imposible de pagar, y hace inviable el sostenimiento del nivel productivo que se supo conseguir en las últimas décadas.

“Pero también el productor sufre lo que llamamos el «crédito interno» que es el que tiene que ver con el acceso a los insumos: las semillas, el gasoil, los repuestos de las maquinarias y aún la mano de obra de quienes prestan servicios. Esa «cadena de favores» entre productores y prestadores se resiente o se corta y lleva, muchas veces, a que el productor opte por bajar los brazos y deshacerse de lo que tanto sacrificio le costó”.

Volviendo al tema compraventa de campos ¿hay movimiento?

“Muy poco, en su mayoría son campos producto de sucesiones o divisiones, cuyos herederos o parte beneficiada, prefieren hacerse de los pesos o dólares y ubicarlos en otro lado y no seguir en el campo, con la tradición de sus antepasados.

“Y esto no solo pasa en Entre Ríos, ya que colegas de otras provincias nos comentan situaciones similares [Molina participa de la Confederación de Colegios Inmobiliarios -CoFeCI-) e intercambiamos información permanentemente.

“Dueños de campo que aprovechan esas divisiones dominiales para ampliar su propiedades rurales, pero a valores que no son ni parecidos a los de dos o tres años atrás, muy menores, y que resultan poco relevantes en comparación a mejores años”, concluyó Molina.

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