ENFOQUE

¿Y si recuperamos el miedo a la economía?

Si las medidas recomendadas por los especialistas evitaron el colapso del sistema sanitario, ¿por qué no escuchamos a los expertos en economía? Por Juan Pablo Cerini*

Los que somos ansiosos dejamos volar en estos días de encierro nuestro pensamiento sobre el futuro. Por lo tanto, no puedo dejar de preguntarme cómo será recordado el año 2020 en la historia.

En lo personal, me gustaría que se lo recuerde como el año del miedo. Suena mal, pero las situaciones difíciles dejan experiencias y con ellas aprendizajes sociales que se traducen en conductas. A raíz del COVID-19 van surgir muchos cambios y la mayoría tendrá su explicación en este nuevo temor a contagiarnos de enfermedades que puedan viralizarse y hagan colapsar los sistemas de salud. Ahí está lo positivo del miedo. Nos empuja a hacer las cosas mejor y de manera sostenible.

Una de las lecciones más evidentes es la importancia de escuchar a los expertos. Como hemos visto en estos días, casi todos los países reaccionaron de distinta forma ante la llegada de la pandemia. Los países de Occidente tuvieron la ventaja de ver la experiencia china y prepararse con tiempo. Pero cada dirigente político optó por caminos diferentes ante el dilema que se presentó entre la salud y la economía.

Sin contar a Italia y España, que fueron los primeros de Europa en sufrir el impacto, otros países eligieron un mix de medidas que intentaban prevenir los contagios y resguardar la economía al mismo tiempo. La idea detrás de estas medidas —o el deseo— era que este virus sería una gripe parecida a las anteriores, como SARS o el H1N1. Cuando la lógica científica y la experiencia europea indicaban que había que cerrar todo y hacer un aislamiento social duro para evitar la propagación del virus, dirigentes políticos como Trump, Bolsonaro y López Obrador prefirieron escuchar a los economistas que preveían que estas medidas provocarían la caída en términos económicos —algo relativamente simple de proyectar—, antes que a los médicos que intentaba anticipar las consecuencias de una crisis sanitaria sin precedentes.

¿Y nosotros qué hicimos? Afortunadamente, la clase política argentina — mejor dicho, el núcleo más reducido de toma de decisiones, que involucra al oficialismo y la oposición— pudo adoptar a tiempo las medidas más duras planteadas por los especialistas. El presidente instaló el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) estricto de la forma más temprana que pudo. Y hasta ahora viene dando resultados. Un mes después de la detección del primer contagiado, Argentina registró 1.353 contagios y 42 muertos. Italia había registrado en el primer mes más de 2.000 contagiados y 53 muertes; Brasil, 2.975 contagios y 77 muertes.

¿Por qué nos viene saliendo bien? Puede haber miles de explicaciones, pero la que más me convence es la del miedo. Es posible que no estemos tan confiados en la solidez de nuestro sistema de salud o que nos aterre escuchar las vivencias de Italia y España. Tal vez, simplemente, no queremos ponernos a prueba. La realidad es que, en materia de salud, la dirigencia argentina escuchó a los especialistas y adoptó sus recomendaciones por sobre cualquier impacto económico. Hasta el momento, viene dando resultados. Esperemos que siga así. Ha quedado demostrado que hay que cumplir el aislamiento estricto, haya o no haya circulación del virus.

Pero este no es el punto al que quiero ir. Como dije al principio, estoy pensando en el después. ¿Qué lección nos dejará esto? ¿Qué habremos aprendido?

Por qué no escuchamos a los expertos en economía

Y aquí es donde entra el “miedo” nuevamente. Ese miedo que hizo que el presidente solo hiciera “lo que los especialistas le dijeron que había que hacer” está detrás de las decisiones acertadas del Gobierno. Escuchó a los especialistas y adoptó las medidas que recomendaban, por más duras, ortodoxas, contractivas, restrictivas e insoportables que fueran, básicamente, por el temor a un colapso del sistema de salud.

Ahora, ¿en qué momento le perdimos el miedo a los colapsos económicos? ¿Qué falta para que volvamos a tenerles “miedo”? Me refiero a ese miedo que ordena la acción. Que nos hace escuchar a los que más saben. Aquellos que desde hace años nos vienen dando la receta del esfuerzo a largo plazo, del equilibrio fiscal, de la seguridad jurídica, de la reducción de impuestos distorsivos y demás medidas que vienen clamando los científicos de la economía y que venimos desoyendo. Recetas que han aplicado la mayoría de los países que tienen un estándar de vida superior al nuestro.

Este tipo de crisis ha demostrado que hay momentos en que debemos tomar medidas radicales o heterodoxas y hay momentos en que debemos hacer lo que dice el manual. En materia económica, generalmente, las crisis obligan a que el gasto público sea contracíclico, es decir, que se expanda en situaciones de crisis y se contraiga en la normalidad. Porque no hay otra variable de la economía que traccione durante una crisis. Ese momento de crisis es ahora. Hoy somos todos Keynes. Pero es este momento puntual. Terminada la crisis sanitaria y controlada la económica, hay que retomar el camino largo. El de los manuales. Que no tiene atajos. Y al que parece que le tenemos más miedo que a los colapsos económicos en sí mismo.

Las situaciones límites nos pueden hacer pensar en los miedos que debemos tener en cada momento y las acciones que se disparan a raíz de ellos. Si tan solo le tuviéramos un poco más de miedo a las crisis económicas, seguramente haríamos todos los esfuerzos necesarios en el presente para que en un futuro no las volviéramos a tener. Podremos haber tomado mejores decisiones que varios países en materia de aislamiento, pero nos queda mucho por aprender en materia económica. La crisis sanitaria pasará y nos dejará complicaciones sociales y económicas más profundas. Ojalá utilicemos nuestro aprendizaje en la crisis sanitaria para superar definitivamente los obstáculos históricos de nuestro país.

*Empresario, socio de El Hinojo

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