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“Si no somos un país productor de tecnología, estamos condenados al subdesarrollo”

El presidente de G&L Group, José María Louzao Andrade, destacó la importancia del software para potenciar el país y generar divisas. Además, advirtió: “El tipo de cambio no sería tan importante si el sector triplicara sus recursos humanos”. Nahuel Amore

José María Louzao Andrade llegó a la capital provincial la semana pasada para exponer ante los empresarios que conforman el Polo Tecnológico del Paraná. Cómo dar los primeros pasos para internacionalizar fue la consigna que los convocó, en la que no sólo contó su experiencia a través de G&L Group, sino que además se explayó sobre las problemáticas que enfrente hoy el sector, a pesar de que todos coinciden en señalar el potencial de crecimiento.

En ese marco, dialogó con DOS FLORINES y puso sobre relieve la necesidad de que el país genere las condiciones para pasar de ser usuarios a productores tecnológicos. “Si nosotros no somos un país productor de tecnología, estamos condenados al subdesarrollo”, advirtió el empresario, quien también llegó a ser presidente de la Cámara de la Industria Argentina de Software (Cessi) y hoy ocupa una de las cuatro vicepresidencias.

Bajo el mismo concepto, planteó que resulta clave ir “hacia la soberanía tecnológica y que el software sea transversal a la producción y a las respuestas del Estado”. De ese modo, afirmó, el país podría entrar “a las vías del desarrollo”. Para ello, explicó, la salida no se reduce a una “megadevaluación” sino que será necesario un conjunto de políticas de promoción que impulsen al sector a crecer y generar más empleo.

Tipo de cambio

Louzao Andrade recordó que antes de la Ley de Software del kirchnerismo el sector exportaba entre 120 y 170 millones de dólares, mientras que en la actualidad llega a comercializar fuera del país cerca de 2.000 millones de dólares. “Fue creciendo aceleradamente entre 2005 y 2012, luego se estacionó y creció más ralentizado, ante los controles de cambios y problemas económicos que condicionaron”, cuestionó.

Sobre estos planteos, negó que una “macrodevaluación” sea la solución a las limitaciones actuales. “El 30% de lo que produce el sector se exporta. El tipo de cambio debería tener condiciones de razonabilidad. Si está atrasado no es importante, porque si el 30% de las operaciones son en dólares, son divisas que van y vienen, sin fijarse sobre el valor relativo. Igualmente, no conviene un tipo de cambio apreciado porque termina en un crack económico. Muchas veces los gobiernos cuando tienen que ganar la elección lo contienen y después explota”, analizó.

De todas maneras, subrayó: “Lo que tenemos como limitante hoy no es sólo la existencia de los dos tipos de cambio, sino fundamentalmente que nuestra materia prima son los recursos humanos calificados. Necesitamos generar una masa crítica de crecimiento en recursos humanos que supere la media del 4 o 5% -que en un sector de 130.000 personas son 5.200 o 5.500-. Si nosotros tuviéramos 30.000, habría lugar para todos. Tenemos que lograr romper esa inercia. En un sector que triplicara sus recursos humanos, el tipo de cambio no sería tan importante”.

¿Cómo afectan las políticas macro a la potencialidad del sector, teniendo en cuenta que cada vez más empresas piensan en poner una pata fuera de Argentina?

—Hay una cierta relatividad. Podés instalarte en otro país pero realmente en Latinoamérica no existen recursos humanos como para hacerlo. Distinto es si producís desde acá y facturás en otro lado, lo cual hay un tema estrictamente económico, otro vinculado a la legalidad y también del comportamiento empresarial en un momento que el país está complicado. No es tan simple decir “me voy a Chile” porque los recursos humanos son escasísimos y cuestan mucho más que en Argentina. Lo que subyace es la problemática del tipo de cambio del blue contra el que usás para liquidar las exportaciones. Lo mejor sería trabajar con el Gobierno en algún tipo alternativo, como puede ser el contado con liqui, para dar viabilidad que vos pagues sumas en dólares similares a las que requieren nuestros recursos para no trabajar como freelancer en el exterior.

Leyes de promoción

Consultado por las políticas integrales que hacen falta para seguir impulsando a las empresas de base tecnológica, recordó nuevamente la importancia que tuvo la vieja Ley de Software, a la que consideró “la política pública más exitosa que tuvo el país en los últimos 15 años”.

“Fue exitosa porque era una política de promoción, que es diferente a una política de subsidios. La promoción viene atada a obligaciones, ya que nos obligaba a exportar más del 8% y llegamos al 30%; nos obligaba a certificar calidad y hoy todas pueden competir internacionalmente; y nos obligaba a realizar una inversión en I+D que llegó a ser del 7% promedio en el sector. Esas condiciones virtuosas hicieron que el sector creciera”, reflexionó.

A partir de esa experiencia, analizó la nueva Ley de Economía del Conocimiento como una necesaria renovación del marco normativo, pero cuestionó que “está todo mezclado” y “dificulta el armado de requisitos y de obligaciones”. “Una cosa es la exportación de servicios al exterior que se agota con la mera prestación, y otra cosa es software, lo audiovisual y la nanotecnología donde tenés generación de propiedad intelectual y activos intelectuales que no se agotan con la prestación del servicio”, aclaró.

Sobre este punto, fue concreto: “Pretendemos que se diferencien aquellos activos que generan propiedad intelectual porque los países se van a dividir entre productores y usuarios de tecnología. Si nosotros no somos un país productor de tecnología, estamos condenados al subdesarrollo. No es lo mismo fomentar una cosa que otra. Es diferente el valor que tiene en la conformación del patrimonio del país. Una cosa es el PBI tecnológico y otra cosa es la balanza de pagos”.

Transformación digital

—¿Cómo cree que puede darse esa transformación digital desde un cambio cultural?

—Hay un debate muy amplio. Estamos ante la cuarta revolución industrial pero están conviviendo un montón de personas e ideas analógicas con un montón de personas e ideas tecnológicas. No significa que unas sean mejores que otras. Pero en el mundo laboral hay quienes siguen pensando que la tecnología elimina puestos de trabajo, cuando no es así. Al contrario, la tecnología se utiliza para mejorar la productividad, reindustrializar un país, que sea más competitivo y, a su vez, generar herramientas para que el Estado esté al servicio del ciudadano. Tenés que lograr la transformación digital del Estado y la reindustrialización del aparato productivo. El software es mucho más importante cuando está destinado al aparato productivo que cuando lo está a los agregados financieros; sin embargo es el sector financiero el que más demanda. Cuando lográs ir hacia la soberanía tecnológica y lográs que el software sea transversal a la producción y a las respuestas del Estado, estás entrando a las vías del desarrollo.

—¿Por qué cree que todavía no se rompió el preconcepto de que la tecnología reemplaza a las personas?

—No se ha roto porque pretenden trabajar con legislación del siglo pasado la economía del siglo que viene. Tenemos que adecuar la normativa y la tecnología debe ser la herramienta para poder combatir la desocupación, la desigualdad, la pobreza y generar igualdad de oportunidades. Para que todo eso se produzca, se utilizan herramientas tecnológicas. Si después la productividad de los países lleva a que tengamos un PBI tecnológico altísimo, ahí sí tendremos que replantearnos si la jornada laboral debe ser de ocho horas o de seis. En algunos lugares se habla de una asignación mínima universal, pero se va a lograr si realmente pudiste hacer tu revolución tecnológica. Si no, es realmente difícil porque no vas a tener los medios. Si vas a seguir trabajando para obtener mayor rinde con glifosato que te pueden dar soluciones transitorias, tenés que saber dónde pararte. Hoy las herramientas tecnológicas son lo único que tenemos para verificarlo. Cuando ves la realidad actual, se parece a la ciencia ficción de hace 50 años.


Primeros pasos para exportar

La charla de José María Louzao Andrade se realizó en el Distrito del Conocimiento de Paraná.

“Lo primero que tienen que hacer como empresa o grupo es determinar bien cuál es el producto o servicio exportable. No se puede salir con un abanico de opciones. Tienen que estar bien concentrados. Luego, se elige cuáles son los principales mercados”, señaló el empresario a la hora de pensar en cómo una pyme de Paraná se puede internacionalizar.

Respecto de los potenciales compradores, indicó que tres grupos de mercados: Estados Unidos, Latinoamérica y Europa –con España como principal destino–. “En el resto del mundo Argentina exporta muy poco en cuanto a software y servicios informáticos”, acotó.

“Es un sector que a nivel global está muy demandado. Las oportunidades son múltiples. De todos modos, no es fácil es vender software, excepto horas hombre que es más fácil. Cuando se trata de un producto a vender, se deben conocer muy bien las necesidades del mercado para esa solución”, se explayó.

Finalmente, diferenció: “En cuanto a la tercera fase de proyectos llave en mano, que implica alto valor añadido y la gestión total del proyecto, una empresa que llega a hacerlo se convierte en integradora de otras, con niveles de calidad, excelencia y antecedentes para trabajar en esos proyectos”.