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Nacieron potrillos a partir de fecundación in vitro de óvulos criopreservados

El proyecto fue desarrollado por la Facultad de Ingeniería y Ciencias Agrarias de la Universidad Católica Argentina (UCA) y constituye un importante avance científico ya que se trata de los primeros nacimientos por esta técnica en el país y los segundos a nivel mundial.

A inicios de este año los investigadores lograron criopreservar óvulos de yeguas. En las especies mamíferas, Argentina es el tercer productor mundial de embriones equinos siendo nuestro país uno de los grandes exportadores de conocimiento relacionado al equino y uno de los mayores productores de genética a nivel mundial. Por ello, el desarrollo de herramientas biotecnológicas que permitan acompañar la conservación y el mejoramiento de la especie es de importancia estratégica.

La preservación de la genética de la hembra mediante la criopreservación del óvulo (u ovocito) es compleja ya que el gran volumen de esta célula resulta en la formación de cristales de hielo letales durante el congelamiento.

La célula reproductiva de la hembra (óvulo u ovocito en especies domésticas) posee, comparativamente con otros tipos celulares, un gran volumen. Ello determina que se formen cristales de hielo intracelular durante el proceso de enfriamiento, una condición letal para la supervivencia de la célula. Para conservarla es necesario utilizar una técnica de enfriamiento ultra-rápida denominada vitrificación, mediante la cual se alcanza una estabilización en estado “vítreo” sin hielo permitiendo su conservación en nitrógeno líquido por tiempo indefinido.

A diferencia de la técnica de clonación donde no hay recombinación del material genético, la conservación y fecundación de un ovocito permite el cruzamiento entre individuos y contribuye a aumentar la variabilidad de una especie o raza.

La doctora Marina Sansiñena, directora del Laboratorio de Biotecnología y Reproducción Animal de UCA e Investigadora Independiente de Cpnocvet, y su grupo estudian los efectos del frío sobre las gametas de animales domésticos. “Nos concentramos en el ovocito –explica Sansiñena- porque contribuye con la mitad de la información genética del nuevo individuo; su banqueo permite conservar animales de valor, programar los cruzamientos y rescatar la genética de yeguas que mueren repentinamente. A diferencia de la técnica de clonación donde no hay recombinación del material genético, la conservación y fecundación de un ovocito permite el cruzamiento entre individuos y contribuye a aumentar la variabilidad de una especie o raza. En los caballos de polo, por ejemplo, existe un número bastante reducido de reproductores; en esta raza es importante considerar herramientas biotecnológicas a fin de reducir la consanguinidad”.

El ingeniero en producción agropecuaria Gabriel Clérico, investigador del laboratorio de UCA y becario Conicet, llevó adelante los experimentos que resultaron en el nacimiento de los potrillos como parte de su trabajo doctoral. El especialista observó que durante el proceso de vitrificación el ovocito experimentaba ciertos cambios a nivel oxidativo y de funcionalidad mitocondrial similares a aquellos observados durante el envejecimiento. Esto lo llevó a evaluar la hormona melatonina, un poderoso antioxidante, como estrategia para reducir el efecto oxidativo durante la vitrificación. El tratamiento con melatonina resultó en una mejora en el estado oxidativo y de funcionalidad mitocondrial del ovocito vitrificado, traduciéndose en mayor número de embriones viables y finalmente en el nacimiento de potrillos sanos.

Para el trabajo, ovocitos equinos recuperados de ovarios post-mortem fuero vitrificados y conservados en nitrógeno líquido para luego ser sometidos a fecundación in vitro por la técnica de inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI). Una vez fecundados, los embriones se desarrollaron in vitro durante un período de 7 días en la incubadora en el laboratorio de UCA, para ser luego transferidos a yeguas receptoras ubicadas en el Haras La Aguada El Dok (Partido de Exaltación de la Cruz).

Los resultados han sido recientemente aceptados para su publicación en la revista Theriogenology (Elsevier). “Estamos satisfechos por haber logrado estos nacimientos”, indicó Sansiñena. Y agregó: “Los potrillos (una hembra y un macho) nacieron sanos luego de 329 y 338 días de gestación, lo cual se encuentra dentro de los parámetros normales para la especie equina. Consideramos que los resultados permitirán establecer banqueos sistemáticos de yeguas de valor con vistas a realizar cruzamientos. Además, dada la cercanía entre el caballo doméstico y otros équidos en riesgo de extinción, esta técnica tiene un interesante potencial de aplicación en la conservación de especies amenazadas”.

A veces es difícil trasladar los resultados del laboratorio al campo; implica un enorme esfuerzo de logística, pero en definitiva un animal nacido es la prueba más contundente de que vamos por el buen camino.

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