El 22 de abril realizará su asamblea general en la ciudad de San José y continuará con el proceso de renovación y deberá elegir un nuevo titular en lugar de Leandro Garciandía. Lo hará con perspectivas de un contexto de alta inflación, recesión, restricciones energéticas, nuevas tarifas y suba de impuestos. Gustavo Sánchez Romero / Dos Florines
La Unión Industrial de Entre Ríos parece haber superado los tumultuosos saltos en el río de su tiempo institucional y se encamina a una nueva asamblea ordinaria donde deberá elegir al sucesor de Leandro Garciandía. Al parecer lo hace sin demasiados sobresaltos.
Quizá con la experiencia de los procesos anteriores, en este caso los industriales más influyentes prefieren mantener nombres y cargos bajo siete llaves y esperan que todo fluya el 22 próximo, en San José, donde tendrá lugar el evento.
De modo que la asamblea se prepara sin confirmaciones formales y todo se definirá allí, en las instalaciones que Raúl Marsó, titular de Las Camelias, dispondrá para sus pares.
Lo cierto es que la UIER deberá elegir un presidente, varón o mujer, que esté preparado para el tiempo harto difícil que sobreviene en el futuro cercano donde afrontará restricciones clave para el sector en el marco de escasez enérgetica, aumento de tarifas, con mayor impacto en las empresas, recesión económica, alta inflación y caída del consumo.
No será un momento fácil y, se infiere, que las relaciones con los gobiernos dependerán y consensos más sensibles, con necesarias posiciones públicas. De allí que la figura que emerja requerirá peso específico propio, apoyo irrestricto interno para salir al ruedo y capacidad para caminar sobre un cable en altura con una vara entre las manos.
Avances.
Luego de las dos gestiones de Leandro Garciandía, ejecutivo de una empresa local del grupo francés Saint Gobain -con pandemia de por medio- las relaciones internas entre los socios parecen haber tomado caminos más armónicos y la antinomia entre industriales y gerente puede haber sido superada dejando atrás un cisma que hizo temblar a la institución apenas cinco años atrás.
Seguramente, para esto influyó el proceso de renovación que ha encarado la entidad y que muchos empresarios jóvenes, generalmente de una segunda generación, han tomado relevancia dentro de la estructura y ocupan hoy lugares expectantes. Muchos de la vieja guardia han cedido sus espacios o directamente han dejado la actividad.
Así, se sumaron muchos “chicos” que llevan adelante sus empresas con mucha enjundia, y venían pidiendo pista en la política institucional industrial de Entre Ríos.
En las renovaciones parciales de comisión directiva se leen nombres como Celeste Valenti, Silvana Roitman, Claudio Lambert, Agustín Arias, Josefina Senger, Mariana Aranguren, María Eugenia Hillairet, entre otros, en los principales lugares. En tanto que en los departamentos técnicos y la comisión de jóvenes aparecen muchos nombres que constituyen el semillero de lo que será la continuidad de la dirigencia futura.
Sin embargo, no hay duda que en estos momentos calientes la incidencia de los viejos industriales como el propio Marsó, Eduardo Tonutti, Gabriel Bourdin, Alejandro Baggio –como así también la voz del mismo Garciandía o Guillermo Müller- será vital para la definición del nombre que dirigirá por dos años el futuro de la entidad. Todo esto sin perjuicio de la posición que tenga Héctor Motta, siempre presente en estos momentos sensibles.
Si lo tienen, no lo han dicho. Tampoco confirman off the record las sospechas. Pero esto no aventura conflictos internos, al menos por ahora, y todo apunta a que lograrían una lista de consenso con un nombre fuerte arriba, que se haga cargo del momento difícil que viene y defienda los intereses de un sector amplio y variopinto, con necesidades comunes pero también puntuales de cada sector. Éste deberá concitar expectativas hacia el futuro y recuperar el espíritu de la entidad.
Si esto sucede, será una buena noticia para la UIER, aunque no se pueda afirmar todavía que es el amor lo que los une.
