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Denuncian que la gastronomía se reactivó con mayor informalidad en Entre Ríos

Hugo Permayú advirtió que Paraná, Victoria y Gualeguay es donde más creció el trabajo en negro en su sector en pospandemia. Hizo un llamado de atención al Estado y los empresarios, pero también una autocrítica. Nahuel Amore

La gastronomía en Entre Ríos ingresó en un camino de reactivación, tras el fuerte golpe que significaron las restricciones sanitarias. Los propios empresarios dieron cuenta semanas atrás en DOS FLORINES de que la actividad mejoró, aunque sin recuperar los niveles de consumo previos al Covid-19 y flanqueados por la inflación. Sin embargo, en un escenario económico todavía crítico para la mayoría de las familias, hay otra problemática que ahora sale a flote: la informalidad.

El secretario General de la Seccional Paraná de la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina (Uthgra), Hugo Permayú, denunció ante esta Redacción que la reactivación en pospandemia, sobre todo de bares y restaurantes, se está produciendo a costa de una mayor precarización laboral. Según observó, la necesidad de trabajo es preocupante, más aún ante el flagelo de la inflación que carcome los ingresos.

“La recuperación está a la vista. Se nota que nuestra actividad, sin llegar a ser la prepandemia, está avanzando. Estamos regularizando un montón de situaciones que creíamos no iban a existir e incluso pensamos que nuestra actividad iba a desaparecer en el peor momento de la pandemia. Esto se ha revertido”, reconoció primeramente Permayú, quien durante la cuarentena dura se atrevió a anticipar un panorama agorero para su sector, a contrapelo de otros que trataron de suavizar el golpe.

Sin embargo, a dos años de la irrupción del coronavirus, los datos muestran otra situación alarmante: “Hemos recuperado una gran parte de los trabajadores, pero la mayoría son no registrados, en negro o mal registrados, con jornadas mentirosas, menores a las que realmente cumplen. Es decir, la actividad en sí está reverdeciendo, pero la problemática ahora es tratar de reducir la cantidad de trabajadores informales”, cuestionó.

Informalidad creciente

La Seccional Paraná de Uthgra comprende a los departamentos Paraná, Victoria, La Paz, Diamante, Gualeguay y Nogoyá. Según indicó a DOS FLORINES, en esta costa de la provincia había antes de la pandemia alrededor de 2.500 trabajadores registrados, mientras que hoy se está llegando a los 2.300.

Así pues, podría decirse que aún faltan recuperar 200 puestos de trabajo perdidos en pandemia. No obstante, Permayú advirtió que la cifra sería mayor si se tuviera en cuenta que durante los últimos meses hubo una apertura de nuevos locales que, claro está, no cumplen con todas la de la ley.

“No se ven en los números lo que debería verse, sobre todo por la apertura de establecimientos gastronómicos. Uno ve que se ve una explosión de la gastronomía que no se observa en la cantidad de trabajadores blanqueados”, observó.

En este sentido, calculó que antes del Covid “había alrededor de un 10% menos de locales gastronómicos que hay hoy en día y teníamos más trabajadores blanqueados”. En esa línea, denunció que “Paraná, Victoria y Gualeguay es donde hemos detectado la mayor cantidad de trabajo informal”.

“Lamentablemente se abusan de la situación que está pasando mucha gente que se ha quedado sin trabajo y no tienen otra posibilidad que aceptar lo que les están ofreciendo. Es nuestra responsabilidad y del Estado tratar de revertir esta situación que absolutamente irregular y va en contra de los trabajadores”, manifestó.

Llamado al Estado y los privados

Permayú garantizó que desde el gremio realizan “ingentes esfuerzos para reducir ese crecimiento de trabajo en negro”. “En algunos casos lo estamos logrando, convenciendo a los empresarios de que lo ideal es tener el trabajador en blanco. Hay empresas nuevas que todavía no conocen mucho el rubro y están tratando de hacer las cosas bien, como les pedimos”, sostuvo, aunque lamentó que es un camino complejo y que el contexto no ayuda.

Del mismo modo, admitió que el salario del sector quedó totalmente devaluado y podría ser un dato a considerar por los empresarios. “Esta situación pandémica hizo que nuestros salarios se vean reducidos porque no crecieron como debían. Por eso es un momento para regularizar a los trabajadores, aprovechando que los salarios no son lo que eran anteriormente, hasta que podamos revertir esta situación y podamos volver a ese esquema salarial de prepandemia”, expresó.

—¿Qué gestiones realizan ante la Secretaría de Trabajo de Entre Ríos para que intervenga ante los casos de trabajo informal?

—Tenemos un diálogo muy fluido y permanente. Tenemos una excelente relación. Lo que solicitamos se nos concede. La problemática es que vamos a registrar a los trabajadores, pero por miedo o por necesidad se esconden y no dicen la verdad. Acá los grandes responsables de esto son los empresarios, a quienes tenemos que convencer de que la regularidad laboral es también buena para ellos frente a los juicios laborales que podrían enfrentar.

—¿Realizan estos planteos a la Asociación Empresaria Hotelera y Gastronómica? ¿Cómo es el diálogo?

—A nivel organización, es muy bueno. Con ellos integramos el Ente Mixto de Turismo de Paraná y es allí donde también se plantea la necesidad de que todos los trabajadores estén registrados.

Hoteles

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La hotelería también sintió el embate de las restricciones y varios establecimientos, algunos incluso históricos, debieron bajar sus persianas en Entre Ríos. Sin embargo, a diferencia de la gastronomía, su reapertura no es tan sencilla. Deberán pasar varios veranos para que vuelvan a florecer.

“Hubo hoteles que cerraron y no van a abrir más. Hay hoteles que volvieron a la actividad, pero durante la pandemia redujeron mucho su personal y no lo han llevado al mismo nivel de antes. Por eso, una mucama que antes hacía diez habitaciones, hoy hace 15”, advirtió el gremialista.

Sobre este punto, se explayó: “Tenemos menos personal que debe realizar más trabajo y con mayor carga, siendo que quizá el establecimiento trabaja igual que antes. La diferencia de trabajadores se nota, es importante y el esfuerzo que deben hacer para cumplir lo que le ordenan es mayor. Una mucama hoy realiza entre 30 y 40% más de lo que le corresponde”.

Por ello, en este nuevo contexto de pospandemia, Permayú denunció que se observan situaciones de explotación laboral. “No ocurre en todos, pero sí en muchos hoteles. Es una situación que tenemos que revertir porque nuestras trabajadoras se enferman. El esfuerzo que realizan a diario es importante”, expresó.

“Momento trágico”

—¿Cómo califica este contexto económico de pospandemia y qué reclama el sindicato al Estado frente a este escenario de elevada inflación?

—Estamos pasando un momento trágico. Yo tengo la suerte o desgracia de haber vivido momentos dramáticos en nuestro país y casi todos pensamos que lo del 2001 no podía repetirse. Llegó la pandemia y pensamos que nada peor que esto puede pasar. Sin embargo, esa incertidumbre sigue creciendo porque hoy por hoy, en un país que teóricamente debería estar un poco mejor, esta perversa inflación no nos deja que los salarios se acerquen siquiera a los gastos de una familia. Siempre que hubo inflación, los salarios fueron por detrás y no se encuentra solución para pararla. Yo creo que hay una responsabilidad del Estado nacional de ejercitar todo lo que sea necesario para que se obligue a aquellos que son los gestores de la inflación a que se pongan acorde de la necesidad del país.

—¿Creen en las medidas que está tomando el Gobierno para frenar la inflación o consideran que es necesario algo más?

—Siempre fracasaron estas medidas, lamentablemente. Son pan para hoy y hambre para mañana. Acá lo que hay que atacar es el poder real y concreto que es el económico, que son los que siempre han hecho lo que han querido con nuestro país y son los beneficiados. Hay que atacar a los grandes formadores de precios, que no son más de siete u ocho empresas en el país que tienen el toro por las astas; hacen lo que quieren y cuantas más necesidades tiene la gente, más ganancias sacan.

—¿Qué rol cumplen hoy los sindicatos? ¿Qué aporte genuino pueden realizar para cambiar la imagen negativa que tienen en la sociedad?

—Fundamentalmente, deben aggiornarse y ver las necesidades reales y concretas de los trabajadores. Hay que estar con los trabajadores, estar en la calle permanentemente, vivir las necesidades reales de la gente. Lamentablemente, a esto no lo veo en la dirigencia, tanto a nivel nacional –que son los principales responsables– como a nivel local. A título personal considero que se sigue con la intención de que nuestra CGT funcione a través de un triunvirato, cuando los grandes liderazgos se construyeron a través de una cabeza, como fue en su momento Rucci (José Ignacio) o Ubaldini (Saúl), que fueron los momentos gloriosos del movimiento obrero. Hoy no veo dirigentes que tengan una capacidad de liderar una situación tan difícil como esta y lamentablemente no se está dando.

—Pareciera una autocrítica fuerte en momentos aciagos. Insisto, ¿qué propone?

—Siempre le comento a los delegados de que la gente nos tiene como delincuentes, chorros y muchas veces tiene razón porque somos los propios dirigentes gremiales los que damos la posibilidad de que se diga eso de nosotros. No son todos, son los menos que dejan mal parado al movimiento obrero. Pero deben consustanciarse con el pueblo trabajador y tratar de conquistar esa gente que está en la calle, que hasta ayer eran trabajadores y hoy ya no lo son; no son enemigos nuestros. Muchas veces nos cuestionan que nos dejamos ganar la calle. La calle la gana el que necesita para subsistir. Tenemos que reconquistar a la gente que está en la calle, que deje de recibir planes y se consigan puestos de trabajo, lo cual también va a terminar con la inflación.