AL DÍA

En la UIER se lamieron las heridas y comienza a cerrarse la brecha

En la asamblea anual de este viernes se lograron consensos y se licuan las distancias entre “gerentes” e “industriales”. Bordet dejó su impronta. Gustavo Sánchez Romero

A la firme decisión que tomó el Consejo Empresario 15 días atrás para cerrar una etapa  habrá que sumarle el acto político institucional que llevó a cabo este viernes la Unión Industrial de Entre Ríos en el derrotero que se propusieron las dos entidades empresarias más importantes de la provincia por reconstituir el reticulado de relaciones internas, despejar las barreras que se habían levantado a seno de su comisión directiva y encauzar un plan de acción donde recupere capacidad de gestión gremial empresaria y poder simbólico ante los poderes y la sociedad.

Digámoslo sin eufemismos: con abrazos y reconocimientos, la asamblea anual de la entidad fabril entrerriana buscó cerrar la grieta interna y dar un paso sustentable para superar la antinomia que se había creado casi un año atrás cuando en la UIER se posicionaron dos facciones: “gerentes” contra “industriales”.

De este modo, y si bien fue necesario una arquitectura política que demandó, inicialmente, dejar atrás rencores y resentimientos que en algún punto se expresaron en términos personales, los industriales cocinaron al calor de la crisis política y económica del país sus propias diferencias y primó un sentido común apuntalándolas en principios de madurez. Se logró así, una semana atrás, consensuar los nombres que ingresarían en la obligada alternancia anual y que acompañarían el año que resta de la gestión de Leandro Garciandía, que parece haber salido airoso del cursado en un año una maestría sobre liderazgo institucional en medio del tembladeral.

Pero quizá, y vale subrayarlo, aun en los momentos más críticos de la relación entre los miembros cuando se advertía un cisma insuperable. Los “industriales” que habían perdido la votación en aquella inédita y surrealista reunión preasamblearia donde se decidió votar por “el perfil” del candidato a presidente de la institución a comienzos de 2018 y donde se perfiló la figura de Garciandía –impulsado por “los gerentes”- en detrimento del titular de Petropack, Gabriel Bourdin, nunca pusieron en duda que el CEO de Saint Gobain debía permanecer en el cargo el tiempo que prescribía el estatuto.

Lejos de cualquier intento de golpe institucional, asumieron en silencio una derrota de muñecas políticas y pusieron violín en bolsa esperando que las aguas amainaran.

Sin embargo, los viejos industriales nunca dudaron que el único golpe necesario era el del timón que pusiera en barlovento otra vez a una nave vulnerable y que, más temprano que tarde, el tiempo jugaría a su favor.

Avances.

Lo que surgió ayer de la asamblea –cuyo contenido vino eslabonándose en las últimas semanas- fue el mejor de los acuerdos posibles. Estuvieron casi todos, en primera persona, insuflando el nuevo espíritu de época que se avecina.

La entidad parece retomar fuerzas con un recambio institucional que vuelve a poner en la línea de fuego a “industriales” de renombre e impulsa a jóvenes dirigentes que vienen asumiendo la sucesión de sus propias empresas. La decisión de Antonio Caragmana, histórico dirigente, y Alfredo Sircovich, eterno tesorero, de colgar los botines de la militancia institucional abrió la puerta para que el recambio se produjera en paz y armonía.

Pero sin embargo, el impulso mayor lo dio cierto hartazgo de los miembros, a ambos lados del mostrador, ante una situación que a todas luces aparecía a los ojos de terceros como un sinsentido, producto de vaya uno a saber qué intrigas nacidas en tiempos inmemoriales seguramente sostenidas más en luminosidades de egos y desconfianzas que en contrastes reales.

“Esta situación no daba para más; era necesario hacer borrón y cuenta nueva en la institución y eso fue lo que hicimos hoy”, confió a DOS FLORINES uno de los hombres que fue pegando de a uno los ladrillos del nuevo umbral.

Pero por si acaso algunos no hubieren entendido que las necesidades institucionales hoy fluyen por otros canales, la exposición ante el gobernador Bordet y parte de su gabinete de la coyuntura donde se describió la angustiante situación de los sectores productivos entrerrianos marca claramente que no hay margen para ni siquiera apuntarle a los chimangos.

Por eso que en la asamblea la presencia de los pesos pesados fue notoria: Raúl Marsó, Héctor Motta –que impulsó el regreso de su hiio Augusto a la comisión directiva como novedad de la lista-, Gabriel Bourdin, Guillermo Müller, Sergio Corso, de Maringa Maderas, Ricardo Guimarey, de Lafedar, Eduardo Tonutti, Néstor Egg, titular de Noelma que no es de llegarse tanto a la capital provincial, Noelia Zapata, de LAR, Gonzalo Benvenuto de Inprocil, dirigente que viene subiendo en las acciones de la comisión directiva, entre otros importantes donde habría que mencionar a Mario Domínguez o Sergio Roth, el empresario avícola.

Esto sin perjuicio de la pléyade de jóvenes empresarios que vienen galopando desde atrás como Claudio Lambert, de la empresa metalmecánica, Celeste Valenti de Cremigal, Sebastián Bouzada o María Eugenia Hilairet, de Nexo.

Incluso, y si bien no estuvo presente, hasta el ex presidente Carlos Galuccio recibió cartas en la mano para que haga su juego.

Con todo, sobre las 15 se sirvieron las empanaditas y para esa hora todo eran abrazos e incluso emociones por las despedidas de Caramagna y Sircovich, y aquí no ha pasado nada.

Todavía resta responder quién manejará la ambulancia que se llegue hasta el parque industrial de Paraná para asistir a Carlos Dellizzotti, el titular de Molinos San  José, en el balance el único herido que dejaron estas larguiruchas escaramuzas internas.

Pero que nadie compre por azaroso o improvisado el proceso.

Al final del día, 12 de los 16 miembros de la nueva comisión que apuntala al “gerente” Garciandía son “industriales” y van por el cabezazo de gol que los vuelva a poner en partido. Sobre todo después del centro que les tiró Gustavo Bordet.

Articulación.

Descifrar las estrategias del gobernador entrerriano se presenta hoy día como una quimera para cualquiera que transite por fuera del primer círculo de su mapa social. Después de los cuatro primeros años de su gestión donde parece haber surfeado las olas de la política provincial sin salpicarse demasiado y tras el resultado de las recientes PASO,  quizá sea injusto atribuirle a un fenómeno astronómico la alineación de los planetas en su favor.

Sin duda no desconoce que todo buen pescador debe saber leer los pliegues del río, identificar los veriles que definen la profundidad, buscar las correderas, elegir carnada y hora; pero esencialmente entregarse como un asceta en manos de la paciencia. A esta altura es de Perogrullo que ha demostrado una gran virtud en su franciscana paciencia para esperar la maduración propia de cada proceso y eso le ha dado un timing diferencial tanto en las polvorientas colectoras que atraviesan la arena partidaria como en las iluminadas avenidas de la política institucional.  

La naturaleza y formas de su gobierno no parecen tener en el horizonte el envío de facturas con cobros retroactivos. Sin embargo, va de suyo que alguien lleva en la gestión, sino es él mismo, una libretita de almacenero para tener las cuentas asentadas.

Por eso no fue casual que ayer se haya presentado ante la comisión directiva de la UIER, en sesión ampliada y abierta, con un rosario de respuestas y definiciones de gestión que sorprendieron incluso a las escuetas demandas que recayeron sobre su cabeza.

Los reclamos, naturalmente, tuvieron como destinatario al gobierno nacional por su impericia; pero lo que le tocó a Bordet en palabras del presidente Garciandía, encontró definiciones que –algunas de ellas- cayeron como música, según palabras de Raúl Marsó, en un océano de desilusiones en que nadan hoy los industriales.

Sin espacio para la casualidad que, más allá de las ya remanidas descripciones sobre los avances en materia portuaria –que también fue bien recibido, especialmente la invitación a definir los lineamientos del futuro Puerto de Ibicuy- la disminución de alícuotas de impuestos provinciales, los acuerdos firmados con el CFI con tasa subsidiada, las mejoras en infraestructuras para parques industriales, los beneficios para arroceros o citrícolas, haya elegido esta asamblea para hacer dos anuncios de carácter netamente político: la suspensión de cualquier aumento en energía eléctrica para industrias o familias y la reactivación para el mes de viene de las negociaciones para finalmente concretar la  agencia de inversiones y exportaciones que demanda el sector privado provincial.

Desde el primer discurso que brindó en la explanada de Casa de Gobierno 11 de diciembre de 2015, todavía con la figura de Sergio Urribarri sobrevolando sobre la gestión y amenazando en mantener su influencia política, Gustavo Bordet entrega una lupa especial para leer entre líneas cada vez que dice esta boca es mía.

El que tenga perro que lo ate, y el que no, que no.

De algún modo, el gobernador no puede ni quiere quedar fuera de los avatares de los sectores empresarios y cuida con detalle su intervención y participación en la vida institucional. Y si bien nadie podrá ver los hilos, que no queden dudas que ayer brindó un fuerte respaldo a las gestiones realizadas para redefinir el norte de la UIER y se siente más cómodo en el actual escenario.

En su estilo más institucional, a él tampoco le sirven instituciones aletargadas.

Si realmente se propone un plan de desarrollo provincial en serio las necesitará para los planteos estratégicos en un contexto –propio y de contexto- donde no abundan las ideas y recursos.

Heridas.

De este modo, la entidad industrial entrerriana mostró capacidad de reacción y supo anteponer intereses generales sobre los personales y todos bailaron en la Fiesta de San Juan.

Ante un escenario que podría haber tomado un curso inmanejable, optó por dar un gran paso que le permitió reinventarse en un contexto complejo y alisó la cancha para arrimarle al bochín del reposicionamiento de dirigentes que deberán ser actores vitales en un provincia que definitivamente genere inversiones genuinas, construya empleo sano y lo piense ponderando variables como el medio ambiente y el fortalecimiento institucional.

Este viernes comenzaron a soldar una brecha que no le hizo bien a nadie.

Los que se lamían heridas en un rincón decidieron despabilarse y asumir un rol más activo.  

Existe en el viejo derecho latino una frase que quizá bien vale para definir el momento: Caveat emptor. Su traducción sería “cuidado por parte del comprador”.  

Es decir que ahora la cosa como está es como se vende y se debe asumir el riesgo.

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