“La Marcha Blanca reafirmó nuestra identidad como trabajadores docentes”

08/03/2025

Especial “40 de Viva Voz”. Inauguramos esta sección destinada a rescatar fragmentos del libro póstumo del fundador de Dos Florines, Gustavo Sánchez Romero, llamado “40 Años de viva voz: 40 entrevistas, 40 minutos, 40 líderes, 40 años de democracia en Entre Ríos”, a cargo de la Editorial La Hendija. Se trata de material periodístico e histórico con testimonios de protagonistas de la historia entrerriana reciente, que pudo completarse gracias al esfuerzo de periodistas allegados y fue publicado el 10 de diciembre de 2023, a 40 años de la recuperación democrática. Esta sección ofrecerá entrevistas en torno a fechas destacadas en lo económico y en lo productivo de nuestra región. Esta primera entrega es en torno al 8M: voces de entrerrianas*. Entrevista a Clelia Lavini, por Mónica Borgogno Quaranta.

Clelia Lavini se muestra más que orgullosa por cumplir sus 80 años. Aunque no lo diga así, con sus gestos y respuestas, lo ostenta casi sin querer. Su lozanía, tanto como su firmeza, se trasuntan en cada uno de sus enunciados.

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Con gestos inquietos y tonos que de pronto suben para subrayar una determinada palabra, esta docente e histórica dirigente de AGMER exhibe un humor y una cercanía casi natural con quien la entrevista por primera vez, algo tan propio de los buenos maestros (que saben cómo acercarse al otro), profesión que abrazó y defendió desde las aulas, las asambleas de compañeros y compañeras docentes, en los medios y en las movilizaciones que lideró.

Lavini, podría decirse, es una mujer de consensos. Durante la charla que, hay que decir, no duró 40 minutos, sino que se prolongó por dos horas -hasta que vinieron a cerrar las oficinas de Agmer, su lugar de militancia, su “casa”, tal como dirá-, la palabra `consenso´ sonó más de una vez. Por eso tal vez, su voz y su mirada resulten vitales para entender procesos, para sostener esta democracia y acaso para saber hacia dónde es crucial avanzar en materia de política, en el gobierno de las instituciones y como país.

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La charla con esta mujer de ojos claros y frescos la hizo repasar los mojones más importantes en materia de vida gremial educativa de los últimos 40 años y en esa retrospectiva surgieron los ingredientes fundamentales que apuntalan la trayectoria de una institución como la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (AGMER), de la que aún ya jubilada se siente parte. Aprender a trabajar junto a otros que piensan diferente es la premisa para lo que vendrá. Al menos eso es lo que desliza esta maestra y líder, cada vez que responde, y al referirse a algún aspecto de su vasta experiencia gremial, primero en la provincia y, después, a nivel nacional en la Confederación de Trabajadores de la Educación (CTERA).

Entre pregunta y pregunta, Lavini trajo de la memoria e hizo justicia con nombres de quienes la acompañaron y guiaron en la tarea desandada en el gremio de los y las docentes. También habló de conceptos, expectativas, contextos, liderazgos y modos de luchar ayer y hoy por los derechos de las y los trabajadores de las aulas.

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Antes de encender el grabador, disparó una frase a modo de presentación que en cierto modo, resume su historia personal, política y social y que explica su accionar y participación gremial: “Mi padre, como buen peronista que era, siempre me alentó a la militancia gremial y creo que estaba orgulloso de lo que hice”.

—¿Cuáles fueron hitos en la historia de la educación de los últimos 40 años?

—Analizar los hitos de la educación en los últimos años nos lleva a observar el programa de reformas impulsados por el neoliberalismo en América Latina. Argentina no fue la excepción. Fueron reformas promovidas por el Banco Mundial y el FMI, como la única receta, basada en el Consenso de Washington, para superar el déficit público y estabilizar las economías de la región. Esto dio lugar a las reformas educativas, sin consenso, a la pretendida reforma de los estatutos que regulan derechos y la carrera docente, detrás de las que estaba el Banco de Boston. Dicho sea de paso, de eso nos enteramos los docentes de casualidad.

—¿Por qué? ¿Cómo se enteraron?

—Cuando ya veíamos cómo venía la mano acerca de las nuevas propuestas educativas, el Banco de Boston recibe un proyecto proveniente del Banco Mundial con un nuevo estatuto para los docentes que nos quitaba vacaciones, nos quitaba el ascenso, la estabilidad laboral y el salario se acordaba con la dirección de la escuela, entre otros puntos. Un empleado de esa entidad bancaria le comenta a su esposa que era afiliada a la UTE (Unión de Trabajadores de Educación) y ella, aterrada, nos acerca un ejemplar. Así nos enteramos. Eso era en los 90, en pleno menemismo. Todo se privatizó en esa década. Aunque no pudieron con la educación, en San Luis avanzaron con las escuelas autogestionadas, un modelo que en algún momento quiso trasladarse a todo el país y era nefasto: la directora de la escuela era elegida por la comunidad y ella a su vez, elegía a los maestros de su institución. Les ofrecían un poco más de salario, pero las condiciones eran pésimas, no tenían cobertura social, no se podían enfermar porque se quedaban sin trabajo. Fue una esclavización del trabajo docente. Bueno, todas esas políticas asociadas motivaron la reacción de las organizaciones gremiales para frenar las embestidas contra los derechos conquistados y expresados en su mayoría en el estatuto docente.

—¿Cuáles fueron los movimientos de resistencia y lucha más significativos del sector educativo en todos estos años?

—Una lucha muy importante fue la Carpa Blanca, entre 1997-1999. Fueron 1.003 días de ayuno docente. Del 2 de abril del 97 al 30 de diciembre del 99. Antes, participamos de la Marcha Blanca, en el año 1988. Allí se expresó el reclamo de los docentes de todo el país. Esta marcha fue un importante hecho político, en un contexto social determinado. La unidad de los docentes en esa movilización reafirmó nuestra identidad como trabajadores. A comienzos de 1988 y frente a la inexistencia de respuestas por parte del gobierno, el conflicto se hizo inevitable. Pocos días antes del inicio del ciclo lectivo, un Congreso Extraordinario votó la huelga por tiempo indeterminado. Así fue como el 14 de marzo de aquél año comenzó el paro que se extendió por 42 días. Y el 18 de mayo del 88, desde el norte, el sur y el oeste del país partió una marcha que culminó en la Capital Federal el 23 de mayo. Fue una gesta. Al día siguiente, en un Congreso de la CTERA, si bien no se habían conseguido todas las reivindicaciones y continuaba debatiéndose el espinoso tema de los descuentos realizados por algunas jurisdicciones, se decidió el levantamiento de la medida de fuerza. Se había conseguido la aprobación de un nomenclador básico común y la unificación salarial en 21 jurisdicciones. También, el Congreso Nacional había sancionado un paquete impositivo para dotar de un mayor financiamiento a la educación y estaba presente la expectativa por lograr la sanción de una Ley de Paritaria Docente, impulsada por el diputado Carlos Auyero, finalmente sancionada. En esos años se iniciaba una etapa de consolidación de la CTERA con la lucha por el salario básico unificado, paritarias nacionales y una ley nacional de educación.

Pluralidad

—Me interesaba preguntarle cómo fue cambiando la concepción del docente a través del tiempo ¿Qué debates trajo consigo uno u otro nombre? ¿Hubo resistencias a determinadas concepciones?

—Concebir al docente como trabajador fue y es un proceso que comenzó hace 50 años con la fundación de CTERA. Cuando Ernesto Collura, hace 50 años, fue al congreso de constitución de CTERA, volvió con la novedad de cómo se iba a llamar la confederación, algo sobre lo que había discutido mucho. Se había acordado poner el nombre de Confederación de Trabajadores de la Educación de la Argentina y cuando Collura lo comunica en asamblea en la sede de la filial Paraná, una mujer levanta la mano para decir: ‘Están confundiendo el guardapolvo con el overol’. Yo estaba en esa asamblea. Collura fue un dirigente que empezó a conformar el sindicato acá, a recorrer la provincia y ahí aparezco yo convocada en Villaguay, que empiezo a organizar a los docentes. Pero él era muy radical y los que no éramos radicales comenzamos a participar más activamente para hacer un gremio plural.

—¿Qué implicancias tuvo esa concepción al interior del conjunto docente?

—En primer lugar, fue tomar conciencia de que éramos asalariados y, por lo tanto, trabajadores. Había que romper con la idea de que éramos apóstoles. Nosotros no estamos para hacer actos de amor como supone un apostolado. Somos trabajadores de la ciencia, enseñamos, recibimos la recompensa económica del trabajo, por lo tanto, somos trabajadores. Socialmente, los procesos de cambio son de largo aliento y van creciendo con la militancia en el sindicato. Recuerdo estar en otra asamblea en Rosario del Tala para definir una medida entre todos (AGMER siempre fue muy democrática), recuerdo estar hablando, diciendo “compañeros” y me para una docente para corregirme por “colegas”. Pero yo no podría decir nunca colega porque no estoy colegiada, sino sindicalizada. Esa es la gran diferencia. Todavía pasa hoy, que regalan la palabra a una ideología, sin embargo, ¿cómo se reconocen los chicos en la escuela? Como compañeros. Hay que rescatar el sentido real de esa palabra. Entre paréntesis, tengo que decir que a mí estos temas me apasionan porque son la posibilidad de generar conciencia.

Anécdotas emblemáticas

—¿Qué lectura hace de los distintos gobiernos que se sucedieron en la provincia? ¿Qué rescataría o qué errores se deberían evitar?

—Mirá, acá un periodista de apellido Trucco le preguntó durante un paro de AGMER, cuando yo era secretaria general, al entonces gobernador Mario Moine (1991-1995) su opinión sobre el paro. Y Moine le dice: “Lo que pasa es que Clelia Lavini es soltera, no tiene hijos y no le importa mandar a los maestros al paro”. Los maestros querían hacer un paro en repudio a esos dichos y no lo permití porque eso fue un ataque personal, pero resulta que pasaron los años y me lo encuentro en la cola de un supermercado. Él estaba adelante, se da vueltas y me dice: “Siempre pienso que tengo que pedirle disculpas”. “A mí no -dije yo-, le tiene que pedir disculpas a los docentes. Ellos deciden el paro, no yo y no deciden una medida de fuerza por si tienen o no hijos, sino porque están reclamando derechos. La afrenta personal pasó, eso no me interesa, lo que sí me interesa es que usted no conozca el sindicato de su provincia, donde un dirigente nunca manda al paro, siempre un dirigente escucha la voz de sus docentes y ellos deciden”. Eso fue lamentable. Y hace poco, en una actuación del coro de AGMER se me acercó una persona que yo no conocía y me dice: “¡Qué dirigente que tuvo AGMER!”. Después me pregunta sobre cuál había sido para mí el peor gobierno mientras estuve al frente de AGMER. Yo le dije que había sido el de Moine. “Bueno, ahí tienen sandwichitos”, dijo él y se fue, y una amiga me dice: “¿Sabés quién era ése? ¡El ministro de economía de Moine!”. Su gestión fue difícil porque emitía opinión sin saber y cesanteó a 3.000 empleados que después tuvo que reincorporarlos. Pero, viste cómo da vueltas la vida.

—¿Y del resto de los gobernantes de esta provincia?

—Montiel era un tipo honesto, recto, pero muy autoritario. Siempre sostuvo, como profesor de Derecho Constitucional, que los trabajadores del Estado no podíamos ser sindicalizados porque el Estado era su patronal. Por lo tanto, a nosotros nunca nos recibió, a CTERA tampoco. Solamente aparecíamos en sus discursos para pegarnos unos buenos retos. Y lamentablemente cuando Montiel pone los bonos Federales lo hace enfrentado con Cavallo, sino hubiéramos tenido bonos de circulación nacional. Me acuerdo bien porque en esa época yo vivía en Buenos Aires y en el barrio de Once aceptaban todo tipo de bonos que había en el país, menos los de Entre Ríos, era el único que no aceptaban. Fue un gran error.

—¿Y de los que siguieron?

—Los gobiernos de Busti fueron más abiertos, él siempre recibió al gremio, fue más flexible en lo que podía dar. Moine, ya dijimos. En el medio nos organizamos y nos juntamos con otros gremios de la provincia, eso fue una linda experiencia porque conformamos la Multisectorial para resistir las embestidas de ese gobierno, y defender mejor los derechos, ni más ni menos que el derecho al trabajo. A Urribarri lo ponemos entre paréntesis, pero la crisis económica que dejó la conocemos bien. Y ahora a Bordet lo veo muy prolijo al frente del gobierno y se reconoce la provincia como la más ordenada de todas. En este segundo mandato hizo esfuerzos para acordar con los docentes y avanzar en otro reclamo histórico por las condiciones de las escuelas con muchas instituciones que se pusieron en valor y nuevos edificios escolares.

Unidad

—¿Qué se aprendió de la experiencia sindical de tantos años?

—Significativamente, desde el año 73, cuando cae Allende en Chile, la primera marcha que hace CTERA que nace como organización en 1973, es para pedir por la democracia en ese país. Lamentablemente, tres años después, la dictadura nos tocó a nosotros. Quiero decir, siempre peleamos por la democracia. En estos 40 años de vida democrática y de lucha, diría que los sindicatos se han fortalecido. La organización y la unidad son valores que se expresaron en nuestra democracia interna y permitieron que el conjunto experimentara el poder que tiene la unidad en la lucha. Hoy a nosotros, a AGMER, el actual proceso electoral nos encuentra en la mejor unidad que ha tenido en toda su historia. El año pasado nos unimos con los compañeros de la agrupación Rojo y Negro; el actual secretario general, Marcelo Pagani, siempre tuvo en claro que había que trabajar para la unidad, que es el único modo de ganar las batallas. Las internas no se hacen por los medios de comunicación sino compartiendo y contando lo que hacemos. Llegó un momento en que AGMER estaba muy dividida. Y es bueno que haya distintas agrupaciones, que se pueda discutir y consensuar, ahí está la fortaleza de un sindicato, no en la obediencia debida. Y Pagani, de Colón, era muy amigo de Shirley Desmonas, de Villa Elisa, que fue la compañera docente que me acompañó acá y en el trabajo en CTERA. Cuando Pagani asume su primera gestión, peleó por la unidad. Preparaba el mate e iba a las escuelas, a charlar con Susana Cogno y los maestros de la seccional Paraná -donde había una mayoría perteneciente a la lista Rojo y Negro-, para contarles lo que se estaba haciendo. Así empieza el entendimiento. En tres años de gestión, logró la unidad en los congresos y finalmente sale la lista Marcha Blanca que hoy une a la AGMER. Ahora, la unidad de la Asociación depende de cada uno de nosotros, él preparó la cancha, si fracasa la unidad fracasamos todos los que no fuimos capaces de consensuar. Y a nivel gremial hemos tenido siempre una administración perfecta, transparente, tanto en la sede central como sus 17 sucursales. Se aprende a vivir en democracia. En nuestro sindicato, ninguna comisión directiva ha decidido una medida solo, sino con participación de todos en asambleas y congresos.

—¿Encontró puntos en común entre el trabajo áulico y el gremial?

—Estudiando en la Normal conocí a Mario Giménez, que tiempo después fue director de la Escuela Alberdi. Con él hicimos toda la carrera juntos y veíamos que se podía proyectar la escuela en el sindicato, por eso, nuestro sindicato era distinto al resto de los sindicatos. Proyectábamos la vida democrática, la votación, las decisiones tomadas por consenso, todo eso que es parte de la vida escolar. Cuando volví a Villaguay trabajé con otras compañeras, formando a maestras a la par que íbamos constituyendo a la AGMER. Como parte de la formación, poníamos a las estudiantes a investigar en la biblioteca de AGMER que siempre fue muy interesante e importante, y ahí se iban afiliando (se ríe).

Lo que resta

—En todos estos años, ¿qué es lo que nos falta aprender como sociedad?

—Creo que tenemos que trabajar como sociedad en la construcción de consensos porque es lo único que nos va a dar más democracia. Hoy, con la famosa grieta, la descalificación permanente de uno con otro, con verdades y no tan verdades, lo único que se logra es hacer daño a la democracia. No es fácil porque el consenso es una idea y con ella viene el apasionamiento de las partes y en consecuencia, sobreviene la dificultad de no ver al otro como enemigo sino como una persona que piensa distinto y es capaz de acordar algunas salidas posibles. Estas premisas tendrían que ser base de todos los partidos políticos. Debería haber formación política desde las escuelas. Yo recuerdo que Marta Maffei, dirigente histórica de CTERA, insistía en que debía enseñarse economía en las escuelas para poder interpretar la realidad. Y es verdad, si no conoces de economía es porque a la clase dirigente no le conviene.

—¿Qué pasó con los liderazgos en estos 40 años?

—¡Qué pregunta difícil! A mí me fascinó la política y el desempeño de Néstor Kirchner. Cuando fui a un acto donde anunció la construcción de las 1.000 escuelas me impactó. Porque los docentes siempre fuimos sujetos presentes en todo discurso político y el único que cumplió es él. La escuela es pueblo y el pueblo la sostiene, la defiende. Desde esta dimensión vi ese anuncio de más escuelas y me impresionó. Yo estaba en CTERA cuando él vino a Paraná y a partir de esa intervención nos pagaron los sueldos después de tres meses. Vine con Marta Maffei y Kirchner me ve y me dice: “¡Qué hace la entrerriana!”. Era un tipo que no era buen mozo, pero que te atraía por los gestos, era cautivante, era amable con la gente y con quien sea. Carisma tenía.

—Ese anuncio de inversión en edificios escolares fue la contrapartida de la ola neoliberal y de privatizaciones de años anteriores…

—Mirá, la idea de las privatizaciones de las escuelas reverdece en cada candidato de la derecha que aparece. Javier Milei, candidato presidencial por la Libertad Avanza, está proponiendo ahora eliminar la obligatoriedad en el sistema educativo y en su lugar promete la entrega de un váucher para que quienes quieran estudiar puedan elegir si ir a una escuela pública o a una institución privada. Eso es correr el Estado, cuando el Estado es garante de la educación pública.

—Pero los docentes también fueron blanco de críticas en algunos discursos de Cristina Kirchner…

—Sí, es cierto, no nos mandó a lavar los platos, pero por ahí. Fue después de un paro nacional fuerte de varias provincias y ahí ella se enfocó en la pérdida de clases para los alumnos. Históricamente, la Marcha Blanca se hizo para evitar el paro del 88 que duró 42 días. Para mí fue más importante que la Carpa Blanca porque identificó al trabajador de la educación, ahí se cristalizó ese concepto de que el que marcha por su salario también hace docencia. De ahí la consigna ‘Maestro es el que lucha’. Los docentes de todo el país salieron con sus guardapolvos para Buenos Aires. La gente nos esperaba en las rutas, fue impresionante. Acá la marcha vino del norte, por La Paz, recibimos a la caravana, vinimos a Paraná y cruzamos a Santa Fe. Después, el gobierno declara la conciliación obligatoria pero ya teníamos un desgaste importante porque los gobiernos radicales en Río Negro, en Córdoba y en la ciudad de Buenos Aires, habían descontado los 42 días a los docentes. En Entre Ríos, Busti no nos descontó y en Santa Fe, tampoco. Fue muy fuerte sostener esa lucha.

—A nivel gremial, ¿qué destacaría como ganancia en estos 40 años de lucha docente en democracia?

—La unidad y la organización son nuestros capitales. Antes de la Marcha Blanca, por ejemplo, no teníamos paritaria, algo que desconoció Mauricio Macri. En un momento dado hubo una gran dispersión en cuanto al salario docente y luchando logramos el mismo salario inicial en todas las provincias porque pasaba que la gente se movilizaba en busca de salarios mejores. Actualmente, estoy trabajando para levantar más el salario de quienes recién se inician en la docencia. Hay que buscar una fórmula para que no haya tanta brecha con esos maestros. Sobre temas muy sentidos como el salario, el lugar de trabajo o la capacitación, el gremio se hizo cargo y eso fue muy valorado por los docentes. También estamos trabajando para que la capacitación sea en servicio, que se aplique en las aulas, en clases.

Calidad

—Los evidentes déficits en lectura y escritura en todos los niveles educativos, ¿ameritan revisiones críticas del accionar político, educativo y gremial?

—Todos estamos preocupados por la calidad educativa. AGMER apoyó la hora más de clases y pidió que se pague como una hora cátedra más, como corresponde. Había padres que primero no acordaban o no estaban de acuerdo porque les desbarajustaba toda la organización familiar y laboral. Hoy ya está vigente y se aplica en casi todas las escuelas lo que significa que progresivamente se van a ir viendo mejoras.

Hubo más preguntas que quedaron en el aire y unas ganas de tomar otros mates más con esta mujer para seguir pensando con ella en los modos y estrategias de protesta o resistencia, en las conversaciones y las negociaciones, en las elecciones, en las palabras, en los dichos y los no dichos y hechos, en los viejos y nuevos liderazgos. Será en otra oportunidad, tal vez.

Sobre la autora

Mónica Borgogno Quaranta es comunicadora social. Es editora de la revista de artes escénicas La Otra Butaca. Fue redactora de El Diario, de Paraná. Llevó adelante el programa periodístico infantil Callate grandulón, te lo dice un gurí, en LT10, Todos los gatos no son pardos, de periodismo cultural, en LT14 y Más vale bueno conocido, de comunicación de las ciencias, en radio de la UNER.

Ficha Técnica

Clelia Emma Lavini nació el 1 de marzo de 1944 en Villaguay, ciudad en la que cursó sus estudios primarios y secundarios. Luego se trasladaría a Paraná para hacer sus estudios terciarios en el profesorado de la Escuela Normal. En 1961 se recibió de maestra y sus primeros pasos frente a alumnos los dio en la Escuela Nº 71 de su ciudad natal. Hacia 1966 ingresó a la Escuela Nº 82 en la que después de varios años de docencia, asumió como vicedirectora. Con el advenimiento de la democracia y con ella, el surgimiento de la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (AGMER), Lavini fue elegida por dos períodos consecutivos como secretaria general del gremio, entre 1984-86 y 1986-88. Con la posterior reforma del estatuto y la duración de los cargos de conducción, volvió al ruedo por dos períodos más, de 1990 a 1993 y de 1993 a 1996. De ahí en adelante, su labor y militancia sindical siguió como responsable de la Secretaría Gremial de la Confederación de Trabajadores de la República Argentina (CTERA), tarea que desempeñó entre 1997 y 2004.


*En el marco de conmemorarse el 8 de marzo el Día Internacional de las Mujeres, reconocido por las Naciones Unidas 1 Dos Florines les propone a sus lectores y lectoras compartir entrevistas publicadas en el libro póstumo del fundador de este medio de comunicación, Gustavo Sánchez Romero, llamado 40 Años de viva voz 2

Cada 8 de marzo las mujeres de todos los continentes, a menudo separadas por fronteras nacionales y diferencias étnicas, lingüísticas, culturales, económicas y políticas, se unen para reflexionar y manifestarse por el ejercicio efectivo de sus derechos.

1 EFEMÉRIDE: El 8 de marzo de 1908, un suceso trascendental marcó la historia del trabajo y la lucha sindical en el mundo entero: 129 mujeres murieron en un incendio en la fábrica Cotton, de Nueva York, Estados Unidos, luego de que se declararan en huelga con permanencia en su lugar de trabajo. El motivo se debía a la búsqueda de una reducción de jornada laboral a 10 horas, un salario igual al que percibían los hombres que hacían las mismas actividades y las malas condiciones de trabajo que padecían. El dueño de la fábrica ordenó cerrar las puertas del edificio para que las mujeres abandonaran el lugar. El resultado fue la muerte de las obreras. En 1910 se desarrolló la segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, en la capital danesa, Copenhague. El tema central fue el sufragio universal para todas las mujeres, y por moción Clara Zetkin, líder del “levantamiento de las 20.000”, se proclamó oficialmente el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en homenaje a las mujeres caídas en la huelga de 1908. Más cerca en el tiempo, en 1977, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) designó oficialmente el 8 de marzo el Día Internacional de las Mujeres. En 2011 se celebró el centenario de la celebración con la premisa de Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU mujeres).

2 ENLACES DEL LIBRO:

Libro “40 de viva voz” de Gustavo Sánchez Romero (@40de_vivavoz) • Instagram photos and videos

https://dosflorines.com.ar/el-libro-de-gustavo-sanchez-romero-sale-en-preventa-a-40-anos-de-democracia/