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Frigoríficos de Entre Ríos necesitan U$S 8 millones para adaptarse al nuevo troceo

La industria de la carne se prepara para los cambios que impone Nación en la modificación del troceo. Alberto Berardi remarcó la necesidad de modernizar todo el sistema de comercialización de manera homogénea en el país. Nahuel Amore

A través de la Resolución 518/2022 del Senasa publicada en el Boletín Oficial, el Gobierno nacional fijó cambios en el troceo de la carne con un límite de hasta 32 kilos por pieza, situación que será obligatoria desde el 1 de noviembre y modificará la distribución de las medias reses. Sin embargo, para que ello sea posible, desde el sector industrial advierten por las inversiones que resultan necesarias en los establecimientos productivos para adaptarse a la normativa, además de señalar las diferencias de cortes entre el mercado interno y externo que obligan a instrumentar una política más integral.

El gerente de la Cámara de Industrias Cárnicas de Entre Ríos (Cicer) y referente regional en la materia, Alberto Berardi, remarcó que resulta clave avanzar hacia la modernización en la comercialización, pero insistió en que la medida debe atender no sólo la realidad de los exportadores. Al respecto, marcó la necesidad escuchar los planteos de los frigoríficos que trabajan en el mercado interno, para lo cual los créditos son claves para el proceso de adaptación.

Según reveló a DOS FLORINES, de acuerdo al relevamiento realizado por la entidad, “se necesitan entre 7 y 8 millones de dólares para adecuar todos los frigoríficos” de la provincia. Berardi precisó que son en total 36 establecimientos entrerrianos de vacuno que tienen que hacer un “reacomodamiento muy grande” de sus instalaciones. “Hay que adaptar no sólo el troceo, sino que hay un montón de deficiencias sanitarias que no los soluciona el troceo. El anhelo desde la industria es que no sólo se modernice, sino que todo se adecue a un estándar sanitario”, apuntó.

Las distintas gestiones con el Gobierno nacional no son actuales y son parte de distintas mesas de negociación. Entre otros puntos se trabajó sobre el financiamiento que permita concretar estos cambios. “Nación fue transfiriendo a las provincias para los créditos a través de los bancos, pero las carpetas todavía están esperando y no ha aparecido ningún crédito que pueda financiar a las empresas que necesitan hacer ese tipo de inversiones”, cuestionó, y diferenció: “Hay frigoríficos que necesitan 100 mil dólares y hay otros que necesitan 450 mil dólares”.

Propuesta

El referente cárnico en Entre Ríos consideró que a partir de la reciente resolución se confunden dos situaciones: por un lado el aspecto referido a los riesgos de trabajo, motivo por el cual una persona no puede cargar en forma activa más de 25 kilos; y, por otro lado, el sistema de comercialización que corresponde a cuestiones impositivas y sanitarias. Al respecto, sobre el primer punto, acotó que en Entre Ríos ya se está implementando la medida que dispone que ningún operario cargue la media red al hombro.

Respecto al segundo aspecto, Berardi destacó que las charlas por estas semanas se concentran en la Secretaría de Agricultura y Ganadería que lidera Juan José Bahillo. En ese marco, dijo que desde el sector propusieron algunas modificaciones, sobre todo en cuestionamiento de que la resolución impone el cuarteo en 32 kilos, “pero los estudios nacionales e internacionales hablan siempre de 25 kilos”.

“Lo que nosotros proponemos es un cuarteo comercial, no de 32 kilos que está pensado para el desposte del mercado exportador. Proponemos un cuarteo comercial para consumo interno, que difiere totalmente, en la cual va a haber cortes de menos de 25 kilos y de más de 25 kilos, hasta 40 o 47 kilos. Estas piezas tienen que ser bajadas por medios mecánicos, inclusive las medias reses que sí están habilitadas con la misma resolución a que sean salidos del frigorífico”, distinguió.

De esa perspectiva, opinó que resulta clave “implementar cuestiones que realmente funcionen y no una resolución tomada entre gallos y medianoche, sin un estudio y sin consideración de lo que es el verdadero comercio interior”.

Problemática

El pedido de bajar a 25 kilos el pesaje máximo para los cortes de carne se viene trabajando en la industria hace más de 30 años. Sin embargo, las diferencias al interior del sector y la falta de escucha concreta del Gobierno a estos planteos dieron lugar al lobby que sí pudo realizar en esta coyuntura el sector exportador, fundamentalmente a través de la negociación del Gobierno con el Consorcio ABC. 

“Ese troceo de 32 kilos se hizo en un frigorífico exportador y por eso decimos que no tiene nada que ver con el consumo interno. Los sectores de la industria no fueron consultados. A su vez, lo que estamos planteando, tanto al entonces ministro Julián Domínguez como al actual secretario Bahillo, es que se debe implementar en todo el país. En las provincias que no lo apliquen, va a ser un problema”, consideró, y subrayó que “se tiene que homogeneizar y cambiar la forma de comercialización de la carne vacuna en todo el país; hay que modernizarla”.

—¿Cómo impactarán estos cambios en la intensificación del trabajo y la estructura de costos?

—Es más trabajo y lógicamente también mucho más costo. Va a haber más trabajo y eso va a tener un costo. Pero es un comienzo en el cambio de la comercialización, que va a terminar, en cuanto a las industrias para consumo, llevando la carne en caja, por ejemplo. Es un proceso más lento, para lo cual debe haber una reconversión del comercio minorista que es el carnicero. Esto se va a ir dando lentamente, a través del consumo. Los cambios se hacen en base a modas, sugerencias, programas de comida. Los cambios no se hacen de un día para el otro ni con una resolución.

—¿Eso también puede atacar el problema de la informalidad, dado que se vende mucha carne en negro?

—Es una problemática que sigue existiendo. Este es un principio para hacer un gran cambio. Los grandes cambios no se hacen de un día para el otro. Estamos comercializando la carne desde 1870 y no hemos podido cambiarla. Inclusive cada provincia tiene su idiosincrasia. Entre Ríos es una provincia que come mucha carne con hueso, parte de Santa Fe también. Hay que ir respetando las idiosincrasias, pero lógicamente la misma gente va pidiendo ese cambio y a su vez van cambiando las formas de consumo. Tener menor consumo va cambiando la producción y le van dando valor agregado para tener rentabilidad.

—¿Cuánto cree que se trasladará a precios este aumento de costos?

—Va a tener un tipo de traslado a precios. Es un proceso intermedio. Cuando se comercialice de otra forma, el costo quedará licuado en las distintas formas que se pueden dar de comercialización. El problema acá es que el único costo que nos preocupa es de la carne. Nadie se queja cuando aumenta la pizza. Cuando aumenta la carne suele ser un problema nacional. Se utiliza el aumento de costo de la carne, tanto por la oposición como el oficialismo, como una chicana política. Pero lo cierto es que tienen que haber cambios en la comercialización. Inclusive hay temas impositivos que estamos trabajando con los gobiernos que distorsionan totalmente el mercado y a su vez no tienen el efecto recaudatorio que esperan los Gobierno. Por lo pronto nos están escuchando.