ENFOQUE

Costos… ¿Ocultos?

Por Sergio Dellepiane – Docente

Toda decisión, individual o colectiva, por acción u omisión, conlleva asociados daños colaterales. La mayoría de las ocasiones, los mismos, no son siquiera considerados, mucho menos mensurados adecuadamente. Sin embargo, nunca resultan inocuos o de suma cero.

Cundo nos disponemos a analizar detalladamente, los que a priori suponemos errores dirigenciales; en la mayoría de las ocasiones comprobamos que éstos se cometen o por subestimar los costos o por sobreestimar la capacidad para administrarlos adecuadamente.

Es bien sabido que cualquier burócrata puede reglamentar el cómo y a qué precio producir, pero es quién cada día arriesga su pellejo, el que decide hacerlo en las condiciones impuestas o postergarlo para mejor ocasión. Nunca operará en condiciones ideales, pero tiene en claro que las más beneficiosas para él, se las proporcionan los mercados no regulados o libres, sin injerencia incidiosa o hasta interesada por parte del Estado.

A raíz de esta caracterización surgió dentro de los claustros de economía vernácula el dicho: “Se puede acercar un caballo a la orilla del arroyo, pero nunca obligarlo a beber de su agua”.

Desde principios del siglo XX, profesionales de diversas especialidades, de algún modo relacionadas con la ciencia económica y el funcionamiento armónico de las organizaciones humanas, se ocupan de analizar los costos y beneficios ocultos, existentes en cada tipo de emprendimiento productivo que se desarrolla en los diferentes mercados.

Su principal objetivo es el de incrementar la eficiencia en el empleo de los recursos disponibles, propios y ajenos, que han sido puestos a su alcance. Costos financieros, programado de días de pago a proveedores según el flujo de cobranza; manejo de  inventarios para optimizar el stock disponible; cuidar tanto el exceso como el faltante de producto terminado, pues, en el primer caso se elevan los costos de almacenamiento y en el segundo, pueden perderse oportunidades de ventas por desabastecimiento.

Errores.

Son incontables las ocasiones en las que se mide una erogación o un ingreso sólo por su valor nominal y así se soslaya el análisis de los verdaderos perjuicios o beneficios reales que toda decisión debe considerar antes de ejecutarse.

En la administración de la cosa pública, que por naturaleza nos pertenece a todos, pueden encontrase situaciones semejantes.

La ciencia económica tiene sobradamente demostrado que existen importantes beneficios indirectos en todo recorte de impuestos cuya cuantía excede el nivel de lo razonable. Lo mismo ocurre con el abuso en la exigencia de anticipos por todo tipo de contribuciones, ya que por su naturaleza, nunca logran reducir los niveles normales y habituales de consumo de quienes los tributan, pero sí retrasan, cuando no clausuran definitivamente, potenciales alternativas de inversión productiva próximas.

Es una verdad de Perogrullo que resulta más provechoso para todo el tejido social nacional, que el dinero disponible se encuentre en manos de cualquier genuino emprendedor en lugar de las de los burócratas de turno, siempre de paso por la estructura administrativa pública.

Con la corrupción el perjuicio es doble. Por un lado aparece el dinero de todos que, muchas veces, desaparece a ojos vista y por el otro, se manifiesta la desazón por lo inacabado, lo inconcluso de toda inversión pública, que invariablemente afecta a la población en su conjunto, pues han visto esfumarse las mejoras prometidas. Promesa, desvío e incumplimiento se muestra como el lógico movimiento de una vasta porción de la dirigencia política. Demagogia pura. Enriquecimiento vil. Esperanza profanada en los intrincados laberintos del poder.

La burocracia del delito es otro buen ejemplo del despilfarro de los dineros públicos, que siempre se muestran escasos. Excesivamente costoso se torna e mantenimiento del sistema de (in)justicia asociado al de (in)seguridad ciudadana pública. Las estimaciones económicas más austeras calculan que estos rubros llegan a representar entre el 15% y el 20% del PBI nacional anual promedio de los últimos 12 años.

Subsidiar, bajo el influjo de la ilusión del control, el costo del dólar o el de ciertos activos como la inconsistente impresión de papel moneda de menor denominación nominal, a fin de reflejar, en la vidriera de la apariencia vana, una menor inflación; no resuelve el grave problema central que representa la persistente pérdida de poder adquisitivo de toda la estructura monetaria nacional. O lo que es lo mismo, no impide “per se”, el deterioro sostenido de la calidad de vida de los argentinos.

Variables.

La manipulación constante de los precios afecta su predictibilidad, y con ello, surge distorsiones que se potencian y profundizan a medida que transcurre el tiempo. En la ecuación de costos aparece el factor “por las dudas”, por el que los precios se incrementan un poco más.

A medida que aumenta la complejidad de la realidad nacional, mayor es el grado de incertidumbre general. No es una cuestión de elección. No hay opciones odiosas. Todo está interconectado dinámicamente, por lo que cada vez se dificulta aún más la posibilidad de predecir comportamientos futuros que beneficien al conjunto de la sociedad.

¿Quiénes soportan estos y otros costos ocultos? La respuesta puede formularla cada interesado según el grado de involucramiento y responsabilidad que le corresponde. O de sus propios intereses. Tenga en cuenta que de la respuesta que se anime a formular desapasionadamente Ud. mismo, dependerá el camino que pretenderemos recorrer como nación.

En mi opinión, la educación formal desde la base, lo más temprana e integral posible. Las buenas costumbres y conductas, éticamente intachables, que se vuelvan hábitos y prácticas sociales de tolerancia y respeto en el disenso; no sólo resultan más baratas e igualitarias, sino que, en el largo plazo, siempre se han mostrado más efectivas.

Nunca llegaremos a conocer lo desconocido. Sin embargo, toda vez que algo aparece. Podemos imaginar cómo podría afectarnos y en ello basar nuestras decisiones.

Desconozco la probabilidad para que ese algo suceda, pero puedo imaginar cómo me afectaría si se produjese.

En definitiva, lo único que podré hacer concreta y efectivamente será intentar mitigar sus inevitables consecuencias.

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