ENFOQUE PORTADA

Y ahora; ¿cuál es la agenda que tiene la provincia?

Los resultados electorales dejan un escenario muy complejo para el oficialismo provincial de cara a noviembre. Sin embargo el voto generalizado parece pedir un plan de gobierno que ponga a Entre Ríos en marcha. Gustavo Sánchez Romero

Como en los tiempos de antaño, el canillita acaba de pasar bien temprano y arrojó el diario del lunes por debajo de la puerta. Sin duda que cualquier análisis hoy es más fácil.

Sin embargo, debemos recordar que en la oposición provincial había un mesurado clima de euforia y se hablaba con cierto temor de un “triunfo arrasador”. Algo de eso se veía para los ciudadanos de a pie que suelen mirar el vuelo de los pájaros para interpretar cómo vendrá el clima.

Apatía, sospechoso silencio, rechazo a las encuestas y pronósticos, desinterés, etc., fueron indicadores que anticiparon la noche del domingo en Entre Ríos.

Sin embargo, no debería haber sorpresas en las alturas del poder provincial. Conocían en su fuero íntimo, y lo decían en privado con honestidad brutal, desde hace varios meses, que el malhumor social se convierte en voto negativo.

Gustavo Bordet y el peronismo provincial fueron víctimas de un pass through esperable: mal manejo de la pandemia, consecuencias indeseadas, derrota electoral.

Pero como consuelo de tontos, quizá sirva como dato que los oficialismos perdieron en el mundo, y en la Argentina. En la Entre Ríos de los errores propios de vacunatorios vip, desmanejo en la adquisición y administración de las vacunas y cuarentenas larguiruchas, se concluyó en rechazo electoral.

Aun cuando en los momentos más crudo del ASPO en la provincia había una posición crítica en todo el Gabinete con respecto al sanitarismo a rajatablas de la ministra Velázquez –que se tradujo en sordos enfrentamientos en algún momento y, que incluyó al intendente Adán Bahl–, el gobernador nunca se distanció de la estrategia nacional, ajustándose sin decir esta boca es mía de los decretos nacionales, la conformación estrictamente médica del COE y el cierre irrestricto de la economía y la vida social.

Sin dudas que al peronismo provincial le cupieron las de la ley y terminó recibiendo la misma factura que el colonizado peronismo nacional, donde el kirchnerismo desalentó con éxito cualquier intento de la conformación de un Albertismo de la mano de los gobernadores, con un discurso menos refractario e inclinado al centro.

Ceñirse a las directrices que fluían de una posición limítrofe del kirchnerismo sanitarista de un inefable ministro Ginés González García no sirvió de mucho para Omar Perotti, Gustavo Bordet e incluso el menos dócil gobernador cordobés Juan Schiaretti.

Es cierto que aun cuando no se advierta tan claramente, como decía Hegel, el desconocimiento de la dirección del espíritu de época nos hace sorprender ante los resultados.

Pero esto, que parece sólo el efecto de un natural recuento de votos que anticipa tendencias a mediano plazo, en realidad conlleva una pregunta clave de muy difícil respuesta: ¿cuál es la agenda que sobreviene en una provincia cuyo gobierno queda francamente debilitado, con serios problemas de empleo e inversión y donde se advierte un sentido claro hacia adelante?

Futuro.

Más allá de lo antedicho, que parece estrictamente irrefutable como dato de la realidad, la pandemia fue un evento real para el gobierno y sus efectos nocivos atentaron contra sus estrategias.

Sin dudas, el principal afectado fue el ministro de Producción, Turismo y Desarrollo Social, Juan José Bahillo, en el que el Gobierno provincial había puesto gran parte de las expectativas de la segunda gestión de Bordet y apenas pudo con su cruz y los avatares de este año y medio, que lo pusieron en situación de ser poco menos que el plomero del Titanic.

El escenario que dejó el triunfo de Rogelio Frigerio –con la incipiente recuperación de la UCR en Entre Ríos– presenta con crudeza un reticulado más que preocupante, más allá de los avatares políticos.

El enigma se plantea en cuál será la estrategia desde donde se articulará el eje del Gobierno provincial, ya no sólo para ensayar una recuperación de votos de cara a noviembre sino a los efectos de movilizar a una sociedad que requiere estímulos e incentivos de recuperación.

La relación con los sectores productivos no está cortada ni mucho menos. Sin embargo no atraviesa su mejor momento. El apellido Etchevehere sigue siendo una piedra en el zapato para Bordet que no tiene problemas con las entidades del campo que le reclaman más cercanía, pero también una agenda de trabajo que deberá reconstituirse.

Con los industriales el escenario no es muy distinto. Después del frustrado festejo por el Día de la Industria el 2 de septiembre pasado –cuando el Alberto Fernández se negó a celebrarlo en la planta de Baggio en Gualeguaychú–, deberá ensayar un nuevo acercamiento ya que terminó siendo el jamón de un sándwich que lo dejó mal parado y con resquemores, desde un lado y del otro.

Imprevisible.

Es muy difícil predecir cómo reaccionará el Gobierno nacional, especialmente el kirchnerismo duro, ante el fuerte cachetazo electoral de este domingo.

No es un tema menor, ya que de ello depende el nivel de emisión, por ende la inflación, la relación con el renuente campo, la negociación con el Fondo Monetario, el Presupuesto 2022 y, esencialmente, la dirección que tomará un gobierno que todavía no ha dado mayores señales, pero que a la hora de las palabras inmediatas apeló al paradestinatario (militancia) y esquivó cualquier autocrítica que lo acerque al voto mayoritario.

¿El gobierno profundizará su estrategia y morirá con las botas puestas acelerando hacia el abismo o ensayará algún cambio político que lo ubique más al centro con cambios en lo político y lo económico?

En el fondo, la carencia de dólares le quitó –como le pasó a Macri y a la anterior CKF-, pero el discurso oficial se sigue sosteniendo en el eje fallido de “Macri gato”.

Nadie espera que el Instituto Patria invite a los gobernadores a definir el futuro del Gobierno nacional y del país. No lo hizo hasta ahora y no se ve motivos de por qué hacerlo.

Por el contrario, quizás se cierren aún más entre los actores clave que definieron la unidad de 2019 y el sentido semiótico de un gobierno grogui busque la nueva fuerza en viejos métodos para recuperar el centro del ring.

Encrucijada.

No será una cuestión sencilla para Entre Ríos. Nadie puede acusar al gobernador entrerriano de fanatismo o de tener posiciones irreductibles. Pero tampoco se ha despegado lo suficiente y está pagando el pato.

Qué hará Bordet si Cristina decide intervenir el gobierno de Alberto e impone una lógica que ya todos conocemos y que no ha hecho más, toda vez que se instaló, que profundizar la grieta, continuar con la emisión monetaria y acrecentar las tensiones en un contexto donde la economía se encuentra en situación límite.   

El campo y el empresario le envió en las urnas, también, un claro mensaje al Gobierno. Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos, La Pampa e incluso la mayoría de los municipios de la pampa gringa bonaerense fueron insensibles al mensaje del oficialismo.

El lunes del gobernador entrerriano no tiene que presentarse muy tranquilo, ante una realidad que lo obligará en dos meses intentar reposicionar su espacio en la provincia, evitar el desgaste de su gobierno, pero especialmente proponer una agenda que movilice a una población que, en silencio, le está pidiendo acción.

El peronismo acaba de ingresar en un profundo debate interno. Y la respuesta a la pregunta con la que se titula esta nota depende mucho de ello.

En estos casos, siempre me abraza el pensamiento del filósofo de Villaguay,  Adrián Fuertes, cuando hace ya más de siete años el periodista Antonio Tardelli le preguntó al aire qué opinaba sobre la fórmula Gustavo Bordet-Adán Bahl que se lanzaba para competir por la gobernación tras la salida de Sergio Urribarri.

“Mire, la verdad es que en el peronismo entrerriano estamos un poco cansados que siempre Concordia ponga el Gobernador, Paraná el Vicegobernador y Villaguay el salón y el sonido”, espetó.

Sin saberlo, estaba siendo profético y, sin dudas, fue la síntesis más lúcida de los últimos 40 años de política entrerriana.