Alfredo Montiel Barbará reivindicó el rol de los pequeños y medianos productores que representan el 80% de los ganaderos. “La verdadera ganadería es la de la gente que vive en el interior o en el medio del monte”, remarcó. Danilo Lima
Alfredo Montiel Barbará reivindicó el rol de los pequeños y medianos productores que representan el 80% de los ganaderos. “La verdadera ganadería es la de la gente que vive en el interior o en el medio del monte”, remarcó.
Danilo Lima | Dos Florines
La ganadería argentina por primera vez en muchos años –décadas tal vez– vive un tiempo de optimismo y eso se nota cuando se charla con cualquier productor. También hay problemas, claro, como por ejemplo la falta de financiamiento para llevar adelante las inversiones necesarias para aumentar la producción y cierto atraso en materia de genética y manejo.
Alfredo Montiel Barbará es médico veterinario, asesor privado, productor y propietario y director técnico de la cabaña Montaraz, aunque la mayoría seguramente lo recuerda por haber sido director de Ganadería y secretario de la Producción durante la segunda administración (1999-2003) del gobernador Sergio Montiel.
Es, sobre todo, un apasionado de la ganadería. “No hay ninguna actividad en la Argentina que tenga la cobertura productiva y social que tiene la ganadería, de allí su importancia”, remarca Montiel Barbará, al tiempo que propone imaginar “la cantidad de gente que trabaja en las unidades ganaderas distribuidas desde La Quiaca a Tierra del Fuego y desde la costa del río Uruguay hasta la cordillera”.
Y aporta datos: en el país existen aproximadamente unas 500.000 unidades ganaderas –entre bovinas, ovinas y caprinas–, 320.000 de ellas bovinas. En Entre Ríos, en tanto, hay unas 50.000 unidades ganaderas, 37.000 de las cuales son bovinas.
Estereotipos y realidad.
Montiel Barbará diferenció entre el extendido estereotipo del productor ganadero y la realidad de la mayoría de los productores ganaderos. “Se tiene la idea de que el ganadero es un hombre de mucha plata, de muchas hectáreas de campo. Pero cuando se miran las estadísticas, uno se puede dar cuenta de que de las 500.000 unidades ganaderas, 257 mil son de menos de cien animales; 100.000 son de entre 100 y 250 –hasta aquí podemos hablar de una mínima unidad ganadera–, y unas 50 mil de 250 a 500 –que es una unidad ganadera interesante–. Es decir, cuando hablamos de ganadería estamos hablando de que el 80% de la gente son productores pequeños o medianos”, explicó.
Mientras, las grandes extensiones en cantidad de productores están hablando de 500 a 1.000 cabezas (40 mil productores), de 500 a 5.000 (35.000 productores), y más de 10.000 (2.000 productores), agregó. Pero estas últimas, evaluó Montiel Barbará, no representan a la ganadería. “La verdadera ganadería es la de la gente que vive en el interior o en el medio del monte, en los cerros de Tucumán, en la Patagonia, en La Quiaca. Son productores que tienen animales y los cuidan, y están todo el año en el campo porque no pueden vivir en el pueblo”, subrayó.
Montiel Barbará, en la misma línea, remarcó que con la ganadería se puebla el campo. “Por eso hay que contextualizar a la ganadería para que se entienda la importancia de esta actividad productiva no sólo desde el punto de vista económico –sin dudas es el mejor producto que tiene la Argentina y con el mayor valor agregado, dado que una tonelada de carne de exportación vale más que una tonelada de auto–, sino también desde el punto de vista social, que es muy grande”, enfatizó.
La actualidad.
– ¿Cómo está la producción ganadera?
– La ganadería ha sido, en los últimos 30 años, una actividad de muy baja rentabilidad, y recién ahora veo que es interesante desde el punto de vista económico.
Desde que me recibí de veterinario, hace más de 30 años, he trabajado para gente que veía cómo hacía para no fundirse. Los que supieron mantenerse en la actividad son los que hoy pueden aprovechar esta nueva etapa, porque la verdad es que muchos se fueron y es muy complicado volver. Pasar de ganadero a agricultor es fácil, pero de agricultor a ganadero es muy difícil. Y ese productor que se fue de la actividad no va a volver a ser ganadero. A no ser que consiga alguna financiación o que haya guardado lo que ganó con la agricultura.
Los que hoy tienen vacas son los que resistieron y hay que reconocer a esos productores que han mantenido el stock ganadero, pese a que hubo una caída fuerte en la última década.
Hoy se están haciendo alambrados nuevos, se arreglan instalaciones, y la vaca, en este momento, es una categoría muy demandada en los remates. Hay una perspectiva favorable y hay que dejar que la gente trabaje y produzca, aunque por supuesto sería muy bueno que apareciera algún tipo de financiación.
Lo más importante, sin embargo, es que disminuya la carga impositiva. Por eso estoy totalmente de acuerdo con que se hayan sacado las retenciones, las que no pueden volver porque son el peor castigo al que produce para exportar.
Siempre es tentador tomar el camino corto de reinstaurar retenciones, pero el verdadero camino que hay que recorrer es el que lleva a la disminución del déficit fiscal.
Quien arriesga, invierte, trabaja y produce debe crecer para que se genere trabajo genuino, porque no podemos seguir pensando que el Estado va a salvaguardar el trabajo de la gente.
El Gobierno, aun con sus errores, tiene una idea de cambio, que quienes estamos en el sector la vemos y la venimos apoyando, más allá de la ideología. Nosotros queremos trabajar –y que nos dejen trabajar– y producir.
– ¿Es rentable hoy la ganadería?
– Para explicar esto primero hay que diferenciar entre el dueño de la tierra y el productor. El dueño de la tierra es un capitalista, que tiene un capital y obtiene una renta. Es como el dueño de un local en la peatonal y lo alquila para poner una zapatería.
El 70 % de los productores agrícolas no son dueños de la tierra y el 50% de los ganaderos no somos dueños de la tierra. Yo soy veterinario, soy ganadero, y alquilo.
Si comparamos la renta de una propiedad urbana (un local, por ejemplo) respecto de la renta de una propiedad rural, la propiedad urbana deja más dinero que la rural. Lo que sucede es que la propiedad rural vale una fortuna.
El productor, sobre todo el productor chico, en cambio, es una persona que vive en el campo. El Estado le cobra impuestos en todo, pero no tiene salud, cuenta con unas pocas escuelas rurales y la seguridad está desmantelada. Y como es autónomo tiene la peor jubilación, y no tiene obra social ni ART. La mayoría de los productores vive en esa situación.
No tiene salud ni educación ni caminos, pero se la banca. Esa es la realidad del productor pequeño, chico.
El productor grande es como todos los grandes, como el industrial grande o el comerciante grande. Y si hay productores grandes que ganan mucha plata, fantástico, bien por ellos. Pero no podemos estigmatizar a la actividad ganadera con una cuestión histórica de la oligarquía, que eso es de hace dos siglos. Que la oligarquía existió, existió, no hay ninguna duda, pero seguir hablando en esos términos supone un desconocimiento absoluto de la ganadería. A esa gente le sugeriría ir al interior y ver cómo vive el ganadero en el campo.
– ¿Cuánto cuesta alquilar un campo ganadero?
– Por un campo ganadero, en nuestra zona, un campo con monte, no se puede para más de tres kilos de novillo por hectárea. Pagar más es perder la rentabilidad.
– Ese productor chico, ¿gana plata?
– Ahí está el tema. Si uno paga, como dije, tres kilos de ternero por hectárea, hay que hamacarse para sacar más de esos tres kilos.
Tres kilos de novillo son unos 120 pesos por hectárea por mes. Un campo de 200 hectáreas significan 600 kilos de novillo, y 600 kilos de novillos son 24.000 pesos de alquiler.
Hay que ganar mucho más que 24.000 pesos porque, además, hay varios gastos más que el alquiler.
Precios.
Para Montiel Barbará, los actuales precios de la carne “son relativamente buenos, aunque quizá estén algo retrasados, pero la carne es el producto de mayor calidad y de mayor valor agregado para exportar”.
Por otro lado, la industria frigorífica “da trabajo en el interior profundo donde no hay ninguna otra fábrica” y la carne argentina “es la mejor del mundo y genera divisas”. Por eso, “tenemos que aprovechar esto porque la carne vacuna dentro de 20 años va a ser como el caviar”.
Instó, en este sentido, a seguir el ejemplo de Uruguay: exportar los cortes de alto valor. “No puede ser que los cortes que valen mucha plata los estemos consumiendo, tenemos que comer lo que nos gusta a los argentinos: el asado, el cuarto delantero, la marucha, el vacío. Y el que quiera una buena pulpa que la pague, porque no puede ser que por subsidiar la pulpa para el consumo interno dejemos de generar puestos de trabajo y de traer divisas. Los uruguayos lo entendieron y ahora hasta nos venden asado a nosotros”, comparó.
– ¿Qué necesita el productor del Estado?
– Que no haya más déficit fiscal y que baje la carga impositiva a la gente que trabaja, son dos cosas básicas. Y, claro, que los funcionarios sean honestos y no roben.
Y como ahora la ganadería es mejor negocio que la soja –con una estabilidad mucho mayor– y se ha vuelto rentable, los ganaderos tenemos que tecnificarnos y asesorarnos para mejorar la producción porque, por ejemplo, no podemos seguir con preñeces del 50% cuando se puede llegar al 80% sólo aplicando tecnologías de procesos. Para resumirlo en una sola frase: hay que ponerse a trabajar.