ENFOQUE PORTADA

Teléfono para el Dr. Freud

Por Gustavo Sánchez Romero – Editor de Dos Florines //

El Gobierno provincial presentó este sábado el decreto 1115 por el cual adhiere al decreto de necesidad y urgencia 334 del Poder Ejecutivo Nacional, que dicho sea de paso vino con un tranco tan cansino para las expectativas de todos que terminó siendo casi el equivalente a los brotes verdes o la llegada de las vacunas.

En el mismo, ya casi sobre el final, el gobierno de Gustavo Bordet dejó escrito el siguiente párrafo: “… que este Poder Ejecutivo Provincial, como delegado del gobierno federal, considera oportuno acompañar y respaldar las pautas establecidas por el vigente DNU 334/21 PEN; y dictar las medidas necesarias para implementar dicho decreto…”

A buen entendedor… Si este soporte fuera un diálogo virtual sintetizaría esta aburrida columna con un el emoji de la carita con los ojos hacia arriba como diciendo: ¿¿¿¿Cóooomo???…. ¿¿¿delegado del Gobierno federal???.

Es, a todas luces, y antes que nada, un flagrante oximorón.

Bien dicen por ahí en un acto muy malicioso y al que no abono ni un tranco de pollo, -pero que hasta los mismos hombres de Derecho lo repiten en sorna de viva voz-  “serás que lo que debas ser, sino serás abogado”.  

El destino le deparó un camino más benévolo a este cronista, pero aun así, en su más supina ignorancia, le es dable observar que estamos ante una inescrutable intervención de la distracción en la fallida labor del amanuense, o inauguramos una nueva doctrina en el derecho constitucional argentino y desde Entre Ríos nos convertimos otra vez en un actor clave en una nueva institucionalización nacional.

Hasta un neófito como quien suscribe puede darse cuenta que los gobiernos provinciales no son delegados del gobierno nacional, y que la autonomía es un valor insoslayable de los distritos federales.

De eso se me puso en conocimiento cuando adolescente participé en las clases de Instrucción Moral y Cívica (osada aspiración) y repetíamos de memoria eso de “la voluntad y elección de las provincias” y “los pactos preexistentes”…

Pero si por las dudas a nosotros los jóvenes milennials, que vivimos a mil, se nos olvidan estos conceptos básicos, un par de semanas atrás nos los recordó la Corte Suprema de Justicia de la Nación en un fallo, por mayoría. que favoreció a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, precisamente en este tema menor de las autonomías.

Ahora bien; el paciente acaba de cometer simplemente una gaffe o incurrió en el laberíntico ejercicio de desnudar un acto fallido.

Ojo al piojo que no es lo mismo.

El primero es sólo un error de los tantos que cometemos los humanos por ignorancia, soberbia o displicencia; el segundo es un complejo mecanismo (también conocido como desliz freudiano) que pone de manifiesto en una acto verbal o una expresión la intención contraria a la que se quiere manifestar abiertamente.

Yo no lo sé. Tampoco pude estudiar psicología y como todo periodista soy un ignorante que completa su educación en público.

Lo que sí se, en mi oceánico conocimiento (de cinco centímetros de profundidad), que no es de caballeros exponer públicamente a quien cometió un error. Y esto es básicamente por dos motivos: a) porque seguramente no estuvo en su espíritu; y b) porque todos los que hacemos algo nos sometemos todo el tiempo a ellos, y la experiencia define que los periodistas los cometemos en forma indolente e indiscriminada.

Dicho esto, habrá que advertir, sin embargo, que algunos errores se embarcan en recorridos extendidos cuando en su semiosis social anclan en otros territorios y remiten a lecturas que trascienden su propia naturaleza.

Y ese allí que se vuelven ingobernables para quien lo generó, y entonces ya no hay tu tía. Este es el caso. Y en estos tiempos de formatos líquidos, la información discurre por canales vertiginosos a los que llamamos redes sociales, que harán explotar el mensaje en forma volcánica más temprano que tarde.

Esto sucedió con el decreto del gobierno provincial.

Si fue un “error”, funcionarios del mismo gobierno aseguran que es inadmisible, mientras otros ironizan afirmando que “esto no pasaba con el Negro Laporte (José Gervasio, exsecretario Legal y Técnico de la Gobernación, fallecido en julio de 2020)”.

Quien lo advirtió fue un abogado que colgó el Código Civil hace muchos años y devino en empresario, confirmando aquello de “serás lo que debas ser…”. Con minuciosidad cartesiana, releyó el texto y el “error” circuló por algún que otro grupo de WhattsApp.

Muchos lo recibieron e interpretaron como una confesión de parte acerca de cómo el gobierno provincial se ve asimismo ante el kirchnerismo gobernante.

Inoportuno.

Cualquiera sea lo que haya motivado ese yerro nada menos que en un decreto oficial, fue antes que todo inoportuno.

Es que no puede menos que asociarse al momento político, ya que es precisamente en este punto donde reside una de las críticas más feroces que se realizan al gobierno de Gustavo Bordet en cuanto a la autonomía que está teniendo en relación a las decisiones del Gobierno nacional, aunque en este caso pocos discuten que es el camino correcto.  

Esto quedó de manifiesto con la restricción a exportar carnes por un mes impuesta por Alberto Fernández.

La provincia, claramente dañada por la medida ya que afecta a productores y la industria (se recomienda una nota de Nahuel Amore en esta edición de domingo de Dos Florines sobre las pérdidas que generará sólo en frigorífico Alberdi), y con los nefastos antecedentes de la anterior aplicación de la misma durante el gobierno de Néstor Kirchner, su manifestación pública de distanciamiento llegó tarde y tibia.

Fueron más explícitos los apoyos expresados por los legisladores Loggio y Casaretto acerca de su adhesión apelando al remanido argumento del cuidado de la “mesa de los argentinos” que el posicionamiento oficial en el que el ministro Juan José Bahillo debió “despegarse” atendiendo a la contundencia de los cordobeses y santafesinos que no dudaron en decir esta boca es mía.

Horas más tardes, un comunicado oficial reforzó con datos y estadísticas en una posición más institucional, pero en ningún momento del derrotero de los 2979 caracteres que tiene el parte de prensa se menciona la palabra Bordet.       

De todas formas, la decisión oficial de “desmarcarse” de una medida claramente definida desde el Instituto Patria fue muy bien recibida por los sectores productivos, la industria y, en forma unánime, por las entidades empresarias.

Volviendo al Dr. Sigmund Freud y al trabajo que tiene por delante para interpretar este episodio (esperemos que no se amilane como lo hizo años atrás cuando fracasó en su intento por interpretar el sueño entrerriano), esperemos que el tiempo nos traiga su diagnóstico sobre este paciente, que sin dudas será tan difícil como el histórico caso de Anna O., que se estudia en todas las facultades y donde el padre de la psicología definió los primeros trazos sobre la histeria.

Orígenes.

He aquí el huevo de la serpiente, y no lo pise. La gaffe sobre el concepto de delegado no es menor. Un prestigioso abogado constitucionalista consultado –al que no vamos a involucrar por respeto a su trayectoria en este libelo sin mayor aspiración de trascendencia- asegura que el artículo  5 de la Constitución da contenido a la autonomía provincial, bajo condiciones que – si no se cumplen- activan el artículo 6 donde está descripta la intervención federal.

Es en este caso de intervención del gobierno nacional donde éste enviará un “delegado”, denominado generalmente “interventor federal”.

Hubo tiempos donde en el país existieron “territorios nacionales” que fueron despertando a figuras de provincias como Chaco, Santa Cruz y Tierra del Fuego, y allí la autoridad era ejercida por un “delegado” del Poder Ejecutivo Nacional. Cuando se institucionalizaron y eligieron gobernador gozaron de las “prerrogativas autonómicas de las provincias fundadoras del Estado”.

Entonces, claramente, en un sistema federal no hay gobernadores delegados del gobierno central. Y en nuestra Constitución, el artículo 128 sentencia que “los gobernadores de provincia son agentes naturales del Gobierno federal para hacer cumplir la Constitución y las leyes de la Nación”.

Nunca un gobernador será delegado en un sistema federal, por más que éste lo desee, y resulta un término más friendly a las formas unitarias del decimonónico argentino.

“En fin, Serafín, hiciste lo que pudiste…” me decía un lejano amor que me enrostraba en la cara lo limitado y falible que soy. Nada hace más daño que encontrarse parado en el camino de la verdad, con lo dura y gélida que ésta se presenta. Acá, en este caso, puede que esta sentencia se cuele por alguna hendija y deje su enseñanza.

Ahora bien permítanme un humilde consejo: ni se le ocurra corregirlo emendando el error en un nuevo decreto. Ya está muchachos. A lo hecho pecho.

Con demostrar que no es así en el corto plazo, los que advirtieron el error estarán conformes. El problema estará en lo que pensarán aquellos que entienden que no estamos ante una cosa ni la otra. Sino que nos encontramos ante un caso de simple y ramplona redundancia.

Deja un comentario