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Retenciones, el déjà vu de los productores agropecuarios

La versión de que se suspendería la baja del impuesto a las exportaciones de soja y se restituiría al trigo, el maíz y el girasol puso en guardia al campo. Hasta ahora, al parecer, la medida está congelada, pero no descartada. Danilo Lima

La necesidad tiene cara de hereje sentencia el añejo refrán. Y quizá sea por esta razón que en el Gobierno nacional pensaron –¿piensan?– congelar el esquema de reducción gradual de las retenciones a la soja que hoy se ubican en el 27,5% y que si continuara llegarían al 18% cuando el presidente Mauricio Macri finalice su mandato en diciembre de 2019. La tormenta económica de las últimas semanas, que incluyó devaluación, suba de tasas, más inflación y, sobre todo, una fuerte pérdida de confianza de los mercados, puso en jaque a las autoridades económicas.

Con un déficit fiscal crónico como principal problema, en el Gobierno intentan por estos días llevar el buque de la economía hacia aguas más calmas justo en medio de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la orden de encarar un nuevo ajuste cuyo objetivo central es equilibrar las cuentas públicas.

Con este escenario de fondo, en la última semana surgió con fuerza la versión de que la Casa Rosada había decidido frenar la rebaja de las retenciones a la soja, una medida que, de inmediato, puso los “pelos de punta” a los productores agropecuarios que masivamente votaron a Cambiemos en 2015 y 2017.

Pero la versión no terminaba allí sino que agregaba la posibilidad de que se restituyeran las retenciones al trigo, el maíz y el girasol con un nivel del 10%. El déjà vu de los productores ya era total y muchos creyeron haber vuelto a 2008, el año del durísimo enfrentamiento del campo con la administración de Cristina Kirchner.

Tras la primera reunión de los nueve ministerios que ahora coordina el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, el pasado martes, se señaló que la medida no fue analizada, pero las dudas y el temor quedaron instalados. Ni siquiera las declaraciones del ministro de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, que definió a las retenciones como “un impuesto ridículo” lograron tranquilizar a los hombres de campo.

Dujovne, sin embargo, admitió el jueves que “todas las opciones están sobre la mesa” respecto a las medidas que el Gobierno puede llegar a tomar para reducir el déficit fiscal. Los productores sintieron, otra vez, que la posibilidad de que el Estado les “meta la mano” en los bolsillos estaba cerca.

Un preocupado Etchevehere, acérrimo opositor a las retenciones desde sus tiempos de dirigente rural, no tuvo más remedio que visitar a Dujovne en el Palacio de Hacienda y allí el ministro coordinador le transmitió que no tiene previsto modificar el esquema de baja gradual que rige en las alícuotas de las retenciones a las exportaciones de soja, así como la posibilidad de volver a gravar con ese tributo al trigo, el maíz y el girasol.

No obstante, la preocupación en el campo no cedió y los presidentes de las cuatro entidades más importantes acordaron pedirle una audiencia al presidente Macri “a fin de informarle acerca de la grave situación que está viviendo el sector agropecuario, la severa sequía y las posteriores inundaciones sufridas en los últimos meses”. Asimismo “nos gustaría conversar acerca de los trascendidos que dan cuenta de eventuales medidas que agravarían aún más la situación”.

Es que el tema de las retenciones es muy sensible para el campo y siempre fue rechazado cuando los Presidentes –Alfonsín, Duhalde y los Kirchner, entre otros– apelaron a esa herramienta para recaudar fondos para las arcas públicas.

Suspender la baja del impuesto para la soja y reinstituirlas para el trigo, el maíz y el girasol no se trata, claro, de una decisión fácil para Macri –quien será obviamente quien tendrá la última palabra– porque fue el principal impulsor de su eliminación cuando era candidato presidencial y le podría acarrear el costo de perder el apoyo político del sector que más lo respaldó. Para Etchevehere, en tanto, sería una derrota muy dura.

La medida, a juzgar por las declaraciones de los ministros, parece congelada, pero no totalmente descartada. Y, ya se sabe, la necesidad tiene cara de hereje.

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