Cuestionaron los altos costos de producción, principalmente las tarifas. “La solución se encuentra en la mejora de la competitividad real del sector”, plantean. Dos Florines
Cuestionaron los altos costos de producción, principalmente las tarifas. “La solución se encuentra en la mejora de la competitividad real del sector”, plantean.
Dos Florines
Conferaciones Rurales Argentinas (CRA) elaboró un informe a través del cual advierte que las economías regionales dentro del sector agropecuario son las que mayores dificultades encuentran a la hora de acomodarse al esquema económico planteado con el cambio de rumbo marcado a partir del 2015, las inercias propias y la falta de competitividad.
Según indican, estos puntos “son solo algunos de los factores que se manifiestan en una reducida velocidad de adecuación al nuevo esquema”. En esta línea, plantean que existe una multiplicidad de factores que han llevado inexorablemente a la pérdida de rentabilidad sostenida por el sector en los últimos tiempos, pero esta pérdida no es más que una manifestación del problema.
Uno de los problemas que visualizan tiene que ver con el tipo de cambio de libre flotación, “Pese a la suba ‘momentánea’ expuesta en el mercado cambiario, si analizamos los costos en dólares se percibe un atraso cambiario”, advierten, y agregan: “La voluntad del Banco Central de mantener un tipo de cambio dentro de ciertos parámetros de forma que actúe como un ancla cambiaria para lograr las metas de inflación, quedó clara con la magnitud de sus intervenciones. No es esperable un reacomodamiento en el tipo de cambio en este contexto al menos no de una magnitud significativa tal, que mejore por sí sola la competitividad de Las Producciones Regionales”.
Por otra parte, respecto de los mercados, señalan que “la tarea realizada en estos dos años por la Secretaría de Mercados encabezados por Marisa Bircher ha sido excepcional, se abren un gran número de mercados y eso amplifica las oportunidades del sector, la reapertura del mercado de limones al mercado americano, y los avances en el TLC (tratado de Libre Comercio) con la Unión Europea son solo alguna de ellas”.
Sin embargo, respecto de este punto, cuestionan que “las producciones regionales tiene sus propios condicionantes y las firmas de los TLC abren también una serie de incógnitas y amenazas (las importaciones que en algunos productos viene creciendo a ritmo acelerado como es el caso de los Tomates enteros en lata y maíz dulce en conserva, las aceitunas Egipcias se venden a Brasil al mismo valor que cuesta producirlas en la Argentina), fruto de nuestros bajos niveles de competitividad, Brasil (principal mercado objetivo de nuestras producciones), ha ido prefiriendo en sus compras a otros actores como Chile en vinos o China en ajo”.
En relación al vecino país, analizan que “si bien la recuperación económica de Brasil es un dato muy beneficioso dado la gran dependencia que tenemos con este mercado, el desafío consistirá en salvar los grandes problemas estructurales de competitividad en el mediano plazo”.
De todos modos, consideran que “desde el Ministerio de Agroindustria la postura expresada en las diferentes Mesas de Competitividad es clara, ayudar en todo lo que se pueda: importación de maquinarias nuevas y usadas a aranceles cero, simplificación de trámites y requisitos, respuesta rápida por canales formales a situaciones de dumping, y por otro lado reintegros a las exportaciones en congelados o en descenso y nada de subsidios”.
“Un componente importante en cuanto al precio real de los productos comercializados es el periodo de pago promedio que tiene la industria, una vez generada la liquidación al productor de lo que ya ha entregado, se ha analizado y se ha liquidado, el pago real se extiende en algunos casos hasta 7 u 8 meses, con los consiguientes efectos financieros sobre el productor, atrasos en los pagos de obligaciones Fiscales, Patronales etc. (todas ellas cobran punitorios), la merma en el poder de negociación frente a proveedores ya que al no contar con una herramienta de pago pierde el poder de decisión económica de compra”, añaden
Por otro lado, apuntan a los costos de producción. “No es ninguna novedad que si tomamos una comparativa de precios de venta de producto con respecto a los precios de los recursos involucrados en el proceso de producción para generar los mismos, las tasas de crecimiento de estos últimos duplican en dólares a los primeros, (los costos subieron por el ascensor y los precios de venta por la escalera)”, cuestionan.
En este sentido, plantean que “como tomadores de precios de mercado, nuestra área de gestión se encuentra precisamente en los costos, lo que redundó en una pérdida de reinversión en las fincas, suspensión de las tareas de mantenimiento o secundaria, por consecuencia golpeando la productividad en el corto plazo y en el mediano la sustentabilidad del sistema”.
Respecto de este aspecto, cuestionan a las tarifas, que “juegan un partido aparte en las producciones regionales”. “El riego es de suma importancia para las zonas áridas y semiáridas del país, es un componente esencial para el desarrollo de las actividades vitícola, frutícola y hortícola. En algunas provincias como La Rioja el 90 % del agua utilizada en riego es por bomba, en Mendoza el agua de bombeo es crucial para complementar el riego por canales. Si miramos la escala de aumentos en la tarifa eléctrica en Mendoza vemos que durante el 2016 llegaron a un 205%, en el 2017 a 274%, acumulando un total de 562% de incremento en solo 2 años”, recuerdan.
Desde este punto, además, señalan que “el componente de impuestos y tasas llega en las facturas de pequeños productores a la irrazonable alícuota acumulada de un 47%, que para el pequeño productor son un costo ya que no son trasladables. El productor que elige no regar sabe que se tiene que conformar con un 40% de su potencial de producción”.
Finalmente, CRA concluye que “la solución se encuentra en la mejora de la competitividad real del sector, basada en la mejora de su calidad y productividad, que tendrá que ser fuertemente respaldada por el Estado, la reconstitución de capital de trabajo, insumos, la reconversión tecnológica necesaria, créditos a tasas que guarden relación con la actividad que los demanda, la formalización de instrumentos financieros o valores negociables que permitan acortar los plazos de cobro por sus productos. Reduciendo los costos financieros ocultos, que erosionan la rentabilidad del productor y su capacidad de reinversión, la creación de un esquema tributario no distorsivo y adecuado acorde a la escala productiva. Los pequeños productores que son los más afectados bajo estas inequidades fiscales”.