Los problemas de la citricultura entrerriana, más allá de la mejora de los precios
11/10/2020

Este año, en general, ha sido bueno para los citricultores. La actividad, sin embargo, enfrenta grandes desafíos de cara al futuro. “Los inversores disparan cuando ven los costos de producción y de exportación”, remarcaron desde el sector. El avance del HLB, además, puede hacer caer la producción de manera dramática. Danilo Lima
El denominado Semáforo de Economías Regionales que elabora el Área de Economía de la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro) –un relevamiento de cada producción regional de la Argentina– ubicó a la citricultura como una de las actividades en crecimiento, por dos razones: la caída de la producción y el aumento de la demanda durante la pandemia.

El dato fue avalado por las entidades relacionadas con la actividad citrícola de la provincia. Desde la Federación del Citrus de Entre Ríos (Fecier), por ejemplo, el tesorero Fernando Borgo, confirmó la mejoría pero hizo una salvedad: “El citricultor que tuvo más del 70% de la producción hizo diferencias, pero el que tuvo menos del 50% no llegó al balance de costo-beneficio”. Aun así admitió que este año, en general, fue positivo para los productores.
Enrique Cecilio Taylor –Cecil Taylor, para todos–, presidente de la Asociación Citricultores de Concordia, se expresó en igual sentido. “Sí, por suerte, los precios que reciben los productores mejoraron, son buenos, pero hay que tener en cuenta que esto obedece a una caída de la producción de alrededor del 50%”, le dijo a DOS FLORINES.

Taylor, sin embargo, alertó que la citricultura entrerriana enfrenta un futuro preocupante ante la falta de inversiones, el aumento de la presión impositiva, las dificultades para acceder a créditos y el avance del HLB, la enfermedad que puede darle el golpe de gracia a la actividad.
Menos frutas.

– ¿Por qué cayó la producción?
– Por una serie de razones entre las que el clima algo tuvo que ver, pero también porque los productores no están invirtiendo en sus quintas, básicamente porque la actividad había dejado de ser rentable, y, también –aunque todavía no en forma preponderante–, por el HLB, un tema serio que seguramente dentro de un año va a influir mucho, porque ya afecta a un 40% de la citricultura, con muchas detecciones semanales de la enfermedad. Todo esto, lamentablemente, va a generar una caída muy importante de la citricultura.
Mancha negra, Europa y después.
– ¿Cómo afectó a los productores entrerrianos la decisión de la Unión Europea de prohibir el ingreso de cítricos argentinos ante la detección de mancha negra?
– Este año poco y nada, porque debido a los buenos precios del mercado interno no se sintió. Ahora bien: de cara el futuro puede haber problemas.
La menor inversión, el abandono de las curas de las plantas, algunas fallas del Senasa en los controles han provocado esta situación.
El tema de la mancha negra, la verdad, es una vergüenza. Haber llevado a Europa la cantidad de frutas, especialmente los limones de Tucumán –naranjas, no tanto– con mancha negra es una cosa absolutamente inconcebible.
Hay que decir que esta prohibición también tiene que ver con la reacción, tal vez exagerada, de las entidades que nuclean a los citricultores de España, un país que siempre defendió su producción.
Recuerdo que hace unos 15 años todo esto se discutió en Concordia con autoridades nacionales para ver si convenía o no descargar fruta en España. Los entrerrianos no estábamos de acuerdo con desembarcar en puertos españoles sino en los del sur de Francia, y, sobre todo, en Rotterdam, en principal puerto de distribución de frutas de Europa.
Se sabía que esto iba a pasar porque cada vez hay más variedades tempranas y más variadas tardías. El ingreso de la fruta argentina, entonces, iba a afectar a los productores españoles y sabíamos que buscarían frenar el ingreso de nuestros cítricos. Pero, sea como fuere, esto de la mancha negra es una vergüenza.
Ojalá el año que viene Europa reabra el mercado, pero tengo mis dudas.
Números.
– Más allá de esta mejora puntual de los precios, ¿cómo están los números de los citricultores? ¿Cuál es el futuro de la citricultura?
– Hace 10 años en Concordia había seis o siete empresas exportadoras de cítricos dulces, hoy quedan dos; en Chajarí había tres, hoy queda una.
Han sido tantos los recargos de impuestos para la exportación con los que se gravó a la citricultura que las empresas empezaron a perder plata, más allá de que hubo años malos desde el punto de vista productivo.
Sudáfrica, que hace unos años producía más o menos lo mismo que nosotros, hoy tiene 90.000 hectáreas plantadas con cítricos y suma 10.000 cada año, mientras nosotros tenemos cada vez menos hectáreas.
Cuando (Jorge) Busti fue intendente de Concordia acordó con el Gobierno nacional traer 3.500 familias porque no había mano de obra para la zafra y en la actualidad hay mucha gente desocupada y, lamentablemente, esto se va a ir profundizando.
La citricultura en Entre Ríos, históricamente, ocupaba unas 30.000 personas, y hoy no sé si llegamos a 20.000. Y, con el avance del HLB, la actividad se puede caer a la mitad.
Los últimos tres gobernadores de Entre Ríos fueron de Concordia –o de acá cerca–, y antes de ser gobernadores, dos de ellos fueron intendentes de Concordia, o sea que conocen muy bien la importancia de la actividad citrícola para esta zona y para la provincia, y, realmente, no se apoyó a la citricultura. Hoy vemos las consecuencias: sólo en el departamento Concordia se han perdido 7.000 hectáreas de cítricos.
– Ante esta coyuntura complicada, ¿cuál es su mirada respecto de la citricultura de cara al futuro?
– Yo siempre viví en Concordia y recuerdo cuando a la ciudad venían inversores, pero en los últimos años están disparando.
Nosotros hemos traído varios inversores grandes a Concordia y cuando vieron los costos que tenían para producir y para exportar, dijeron que no es viable. Y es la verdad: no es viable.
Para hacer esta actividad viable obligan a los productores, especialmente a los productores chicos, a ser semimarginales.
En este momento tenemos la suerte de que hay un ministro de Producción, como Juan José Bahillo, y un secretario de Agricultura, como Lucio Amavet, que son muy buenos y entienden los problemas de la citricultura. Amavet siempre anda trabajando por acá pero no está a su alcance la posibilidad de solucionar los problemas más graves como el tema impositivo y la falta de asistencia crediticia.
Existe, además, otro tema que en este marco productivo complejo a los citricultores nos duele. Me refiero a esa inversión millonaria en un aeropuerto: yo me pregunto para qué.
– Se le van a enojar los arandaneros…
– No, no se me van a enojar porque la idea del aeropuerto se pensó cuando había 3.000 hectáreas de arándanos. Hoy hay 1.000 y el año que viene habrá 850.
Esa inversión debería destinarse a la producción para, entre otras cosas positivas, generar mano de obra que es lo que necesita la gente.