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Los Cerini cumplen 15 años con El Hinojo: proyectan “duplicar la empresa” y revelan el secreto del éxito

La empresa familiar se expande en el sector agrícola y también en el agregado de valor de la cadena porcina, de modo asociativo. El desafío, aseguran, es lograr una estrategia que permita que el crecimiento sea sostenible. Nahuel Amore

El Hinojo es una empresa entrerriana que nació de la mano de la familia Cerini hace 15 años, a partir de las oportunidades que ofrece la agricultura en estas tierras fértiles. Al poco tiempo, y tras avanzar en una diversificación de cultivos, advirtieron la necesidad de agregar valor en la cadena porcina, que por entonces estaba tomando una curva ascendente en la provincia y el país. Desde entonces no detuvieron su camino de crecimiento, que hoy los lleva a emplear a 130 trabajadores y avanzar en un esquema de nuevas inversiones para incrementar la empresa, a pesar de las complejidades de la macro.

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Alberto “Tito” Cerini fue quien dio el primer paso junto a su familia para empezar con la actividad agrícola en la zona de Aranguren y alrededores, y de inmediato involucró a sus hijos Gerónimo, Dolores y Juan Pablo para que lo acompañaran con la administración de las distintas unidades de negocio que se fueron creando, protocolo de por medio para profesionalizar las tareas. “El crecimiento tiene que ser sostenible”, aseguró el padre, quien hizo hincapié en la importancia de tener una “gestión racional y estructural”, además de revelar que el secreto está en la asociatividad.

Bajo ese esquema, la firma puso en marcha en 2019 una estrategia de expansión a 2025 que planteaba “duplicar la empresa”, primeramente con el foco en aumentar la superficie agrícola, pero también en el sector porcino, al llevar la granja de 600 cerdas productivas a 3.800, pasando de un ciclo completo a un esquema asociativo. Actualmente se encuentran en la tercera fase y están alcanzando la infraestructura para 2.400, en la búsqueda de nuevos socios que aporten sus galpones.

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A su turno, Juan Pablo Cerini destacó que el 50% de la producción de cerdos se destina a la industria frigorífica y el 50% restante se reparte entre las carnicerías y la venta por medias reses. “Lo interesante es tener dispersos los compradores, porque no dependés de uno ni de cinco en un mismo rubro”, sostuvo el joven abogado de la familia, quien dio cuenta que el salto de la empresa también se dio con el paso de tres a siete carnicerías de La Porca, con nuevas ciudades en la mira como Santa Fe.

Ahora bien, el desafío de la cadena porcina, según admitió, es retomar las ventas al exterior como lo hicieron con Argenpork entre 2017 y 2021. “El objetivo de la exportación está en el radar y estamos trabajando. Sabemos que no es un proyecto abordable para hacerlo solos, sino que tiene que ser asociativo, de escala y con un nivel industrial y operativo que esté por encima de la capacidad instalada hoy en día. Nos gustaría participar en ese esquema, que aborde el mercado internacional dentro de esquemas comerciales que involucren también el mercado interno”, argumentó.

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Diversificación de cultivos

El Hinojo concentra su principal fuente de ingresos en la actividad primaria. La agricultura representa prácticamente el 67% de la facturación y el otro 33% es el sector porcino, estimó Alberto Cerini. Según explicó, el esquema de trabajo se basa en el alquiler de campos, cuyo mayor volumen de hectáreas se concentra en los departamentos Victoria y Nogoyá. Además, tienen algunos lotes en Paraná, Tala y Uruguay.

Por otra parte, puso en valor la diversificación de producciones como estrategia de crecimiento sustentable. “Tenemos una paleta grande de cultivos”, expresó el empresario, aunque aclaró que los volúmenes más importantes se desarrollan entre maíz, trigo y soja. A ellos se suman cebada, colza, arveja, entre otros cultivos de especialidad en parcelas más chicas como lino, maíz pisingallo, girasol confitero, rabanito forrajero, etcétera.

Somos muy innovadores. La producción agropecuaria tiene nichos muy importantes y armar una paleta de cultivos tiene un montón de ventajas”, reflexionó, al tiempo que señaló que ello también los impulsa a hacer un mayor uso de la capacidad instalada de la maquinaria. “Todos esos cultivos generan una ventaja muy significativa, porque minimizás riesgos, tenés distintas fechas críticas de siembra y de trilla, y a la maquinaria la usás más veces”, resaltó.

Asimismo, Cerini recordó que uno de los hechos que motivó esta estrategia fue la ley de abastecimiento que aplicó Guillermo Moreno, que les impidió en 2013 exportar el trigo, único cultivo de invierno. Fue así que comenzaron a incursionar en la arveja, el garbanzo, la cebada, entre otros. “El aprendizaje fue que una medida crítica del secretario Moreno nos sirvió para abrir los ojos”, planteó.

La opción por el cerdo

A los pocos años de haber creado El Hinojo, la familia Cerini advirtió que la clave también estaba en seguir potenciando la actividad a partir de nuevas inversiones. “Necesitábamos agregar valor”, sintetizó Alberto, y contó: “En zonas más marginales de rendimiento de los cultivos, es más necesario porque el agregado de valor genera sinergia. Analizamos todas las alternativas y optamos por el sector porcino”.

En la zona rural de Aranguren, el camino de tierra les impedía poder instalar una granja avícola, alternativa que pusieron primero sobre la mesa, atentos al desarrollo de la cadena de valor del pollo y del huevo para la provincia. Fue así que luego apareció la opción por el cerdo, “fundamentalmente porque era un rubro que estaba en pleno crecimiento en Argentina”. “En 2012 decidimos empezar con el sector porcino y no había prácticamente consumo. Y hoy vemos cómo continuamente viene creciendo la producción y el consumo interno”, sostuvo.

De esa manera comenzaron con la producción porcina, de la cual el 60% del costo de alimentación es maíz y un 20% soja. En una primera etapa lo hicieron con una granja de ciclo completo, para luego dar lugar a un estrategia de integración vertical y horizontal de la cadena, a través de esquema asociativo, tanto con las empresas proveedoras de insumos, como con los productores asociados que se dedican sobre todo a la fase final de engorde.

Asociatividad, el secreto del éxito

Los Cerini hacen hincapié en que la asociatividad es el secreto del éxito, que pusieron a prueba desde un principio en el eslabón primario de la mano de las principales empresas del país, como Grobocopatel. “El sistema asociativo surgió hace unos años y nos dio muy buenos resultados. La agricultura la hacemos con empresas asociadas que nos aportan los insumos, tanto fertilizantes como insecticidas y herbicidas. Nosotros aportamos los campos que tenemos, los que alquilamos y el gerenciamiento. Luego se reparten los granos en función de la participación de cada uno. Eso nos ha dado ventajas para el crecimiento en la actividad agrícola”, planteó Alberto.

De la misma manera, Juan Pablo explicó que este modelo se trasladó a la cadena porcina. Así, el Hinojo se dedica fundamentalmente a ser la “fábrica de lechones”, que luego son enviados a las granjas asociadas que los alimentan con sus propios granos y después “se reparten los kilos en función del aporte de cada uno y los costos”.

Desde 2020, detallaron, a la granja de ciclo completo, donde se realizaban todas las instancias de producción (gestación, maternidad, recría y engorde) la transformaron para enfocarse solamente de gestación, maternidad, y algo de recría en menor medida. A ellos se asociaron tres empresas más que realizan el engorde en sus establecimientos.

Financiamiento

El dinero para invertir y trabajar es un insumo más. Cuando está barato, hay que comprar insumos. Si no está barato, hay que analizar mucho el negocio. En estos últimos años hubo oferta de financiamiento con tasas subsidiadas que nos ha permitido realizar inversiones”. Con esa filosofía, El Hinojo viene manteniendo una conducta financiera que les permite llevar a la práctica sus proyectos.

En ese sentido, Juan Pablo se explayó: “Mucho de nuestro crecimiento estuvo impulsado por captar oportunidades financieras de tasas atractivas. Pero también hubo en ese proceso una profesionalización y sofisticación de las herramientas financieras que se vienen usando, que es parte de la evolución de la empresa. Hoy en día accedemos a herramientas que antes no usábamos, lo cual tiene que ver con las nuevas capacidades y habilidades que adquirió la empresa para ser más competitivos”.

En ese sentido, destacaron la inserción en el mercado de capitales, primero con la venta o descuento de cheques en la Bolsa y recientemente con el lanzamiento de la primera Obligación Negociable, con el asesoramiento externo del agente de Bolsa, la sociedad de garantía recíproca y el fondo de garantía de la provincia que les brindaron respaldo. “Fue muy importante lanzar la primera ON y sabemos que la segunda nos va a costar menos”, afirmó, y anticipó que es una alternativa de financiamiento que les permitirá continuar por la misma senda de crecimiento, a sabiendas de que “proyectos va a haber siempre”.

Empresa familiar

—¿Con qué espíritu y propósito comenzó el Hinojo y les permitió sostenerse hasta hoy?

A.C: El espíritu o el deseo para encarar este emprendimiento era generar una empresa de familia que logre sostener la armonía familiar. Le damos mucho valor a eso. Como empresa creemos que es un activo muy importante que sea una empresa de familia. No se trata de una familia que tiene una empresa, sino que es una forma de trabajar. La empresa es de la familia y la familia obtiene sus ingresos. Pero se busca sostener la armonía familiar a través del tiempo y poder transmitir los valores familiares a la empresa, con miras a que esa mecánica se mantenga en el tiempo y en las futuras generaciones.

—¿Cómo protocolarizaron la dinámica de trabajo como empresa familiar?

—A.C: Trabajamos varios años en el tema de empresas familiares y terminamos con un protocolo. Pero lo más importante no es el protocolo. Uno de los asesores que tuvimos decía que es más importante aprender a trabajar como empresa familiar, porque si el protocolo se hace rápido sin el aprendizaje previo, pasa a ser como un estatuto de sociedad anónima. El protocolo detalla un montón de temas, entre ellos los valores, la historia, se aclara a qué se apunta y se definen mecanismos de solución de diferendos. El tema no es lo que dicen los papeles, sino generar un ámbito familiar donde se imponga la orientación de la empresa y se privilegie la armonía. Esa es la diferencia de ser una empresa familiar que trabaja con técnicas, cuya esencia es transmitir actitudes y formas de gobierno de una empresa que se maneja con otros fundamentos.

En estos 15 años, ¿qué valor tiene para las nuevas generaciones esta dinámica de trabajo junto a los hermanos y los padres?

J.P.C: Al final del día, es el sentido del trabajo que hacemos. Me refiero al propósito que trasciende la diaria, el corto y mediano plazo. En los últimos años hemos empezado a reflexionar sobre esto, para qué hacemos lo que hacemos. Y nos vamos convenciendo y siendo conscientes de que trabajar en familia tiene un desafío adicional, una potencia adicional y una red de contención adicional que son los valores familiares. Por lo tanto, tenemos como vocación generar transformaciones buenas en nuestro entorno y la comunidad, que es lo que termina dándole sentido al trabajo. El aprendizaje de todos estos años fue descubrir que podíamos hacer negocios en familia y, al final de todo esto, le encontrábamos sentido a todo el esfuerzo.