Ianina Tuñón, socióloga de la Universidad Católica Argentina y referencia en la investigación social en el país, estuvo en Paraná. La coordinadora del Observatorio de la Deuda Social de la Argentina que analiza e indaga sobre la pobreza en el país describió el proceso de pauperización de un importante segmento de la población. La ineficacia de las políticas de Estado en un contexto donde considera que hay que mirar la pobreza desde sus distintas dimensiones y no sólo por la variable ingreso. El nuevo rol del Indec y el lugar del Observatorio. “Hay sectores que son sobrantes para la sociedad argentina –algunos lo llaman de otra manera- y esto quiere decir que no pueden ser absorbidos por el mercado de trabajo; que trabajan en condiciones de marginalidad y precariedad laboral y que la sociedad no tiene capacidad de poder incorporarlos” Gustavo Sánchez Romero / sanchezromero@arnet.com.ar
Ianina Tuñon se ha convertido en los últimos años, junto a todo el equipo del Observatorio de la Deuda Social Argentina, en una referencia ineludible en la cartografía de la pobreza en la Argentina. En tiempos del oscurantismo morenista en el Indec, sus informes echaban luz sobre la realidad nacional, y hoy hace temblar al presidente Macri que prometió pobreza cero. Es socióloga, muy convincente y preparada y está cargo de la plataforma de investigación de la Universidad Católica Argentina. Estuvo en la sede de la Facultad Teresa de Ávila en Paraná en la III Jornada Anual de Investigación e Intercambio Académico que organizó la sede local de la casa de estudios disertando sobre pobreza multidimensional en la infancia y políticas públicas, a pocas semanas del último informe que sigue mostrando las dificultades para abordar la problemática. Tuñón asegura que ya no es posible abordar la pobreza sólo por la variable ingresos, que es necesario actualizar los parámetros para ser más precisos y lograr insumos para políticas públicas más agresivas y se muestra pesimista sobre el futuro. Dice que la estructura productiva argentina no está disponible para absorber a la tercera parte de la población que vive en la marginalidad y que la inequidad en accesos y oportunidades es el principal problema del país. Ianina Tuñón aborda también la controversia conceptual del país acerca si conviene que los niños excluidos asistan temprano a la escuela o permanezcan en sus casas con contenciones afectivas insustituibles.
-El último informe fue un golpe duro para el país…
– En general las cifras de la pobreza y sobre cuando todo son de infancia suelen ser importantes en sus repercusiones en el momento en que la publicamos, pero como casi todo después de un poco tiempo deja de ser importante. Lo cierto que la pobreza hoy en la Argentina, sobre todo infantil, entendiendo que hoy tenemos alrededor de un 30 % de hogares pobres…
-¿Fue el contexto político y el uso de estas cifras lo que hizo que esta vez pareciera más duro el informe o su reflejo directo sobre la población infantil?
-Nosotros lo que estamos intentando y que si notamos como diferencial esta vez es que buscamos que progresivamente se instale en la sociedad las medidas multidimensionales de la pobreza. Y si bien no es la primera vez que la calculamos, ni que la publicamos, es la primera vez que los periodistas se hacen eco de las especificidades que tiene ese tipo de pobreza.
DIMENSIONES.
-¿Hasta dónde llegan las dimensiones en este caso?
-Se trata de una pobreza que abarca distintas dimensiones de derechos humanos de los niños que tienen que ver con aspectos del hábitat de vida, del acceso a la salud, del acceso a la educación, a la estimulación temprana en los primeros años de vida, al maltrato infantil, es decir que son aspectos muchos más amplios de lo que representa la pobreza medida estrictamente por nivel de ingresos, que también el Observatorio viene midiendo desde hace muchos años y que tuvo mucha importancia durante los años más oscuros del Indec. Sin embargo, el Indec ya publica los datos de la pobreza por Ingresos, y también publica la pobreza de los niños…
-¿Coincide con la de ustedes?
-La de Ingresos sí coincide con la nuestra, entonces en ese sentido fue darle fuerza a las mediciones multidimensionales como una alternativa y como una forma diferente de ver también cuáles son las corresponsabilidades que tenemos como sociedad porque, sin dudas, en distintos espacios de la pobreza infantil pueden intervenir distintos ministerios y las organizaciones y las familias.
-Puede parecer una paradoja que la recuperación del Indec en términos institucionales vaya en desmedro de su trabajo a pesar el prestigio del Observatorio…
– No creo. Me parece que lo que va a suceder poco a poco es que el Observatorio va a tener la posibilidad de ir tomando los espacios que no se cubren, que era la idea original cuando se decidió fundarlo. Porque la idea original del Observatorio no era medir la pobreza por Ingresos sino medir las múltiples dimensiones del desarrollo humano y social de la población. Por eso tenemos un equipo en el campo de la psicología, otro en el campo de la economía, y así…
-¿Por lo que dice este escenario los pone en una situación más cómoda y menos expuesta?
-Seguramente nos iremos sintiendo más cómodas con el tiempo. Pero también vamos a seguir instalando temas que van a ser desafíos y metas del propio Indec. Hoy ya no estamos cuestionando las cifras de la pobreza por Ingresos, pero si estamos diciendo que hay que calcular la pobreza multidimensional y de una manera ese es el reto que se nos presenta hacia el futuro.
INGRESOS.
-Porque aun cuando se mejoren los ingresos de la población habrá otra pobreza que no podrá ser asistida con mayores flujos financieros…
-Exactamente, y una de las señales fuertes en ese sentido es la Asignación Universal por Hijo (AUH) porque tenemos una transferencia de ingresos a los niños más vulnerables de sociedad y sin embargo con eso no logramos erradicar, por ejemplo, problemáticas tan importantes como la inseguridad o riesgo alimentario que en los niños en la Argentina alcanza un 20 %.
-¿Qué significa, 20 años vista, el núcleo de pobreza estructural en la Argentina?
-La pobreza estructural en la Argentina se suele asociar a lo que se llama necesidades básicas insatisfechas. Que es un índice de la Cepal que se creó en los años ´60 en América Latina y que mide cosas estructurales como no tener inodoro con descarga, no tener acceso a agua corriente, vivir en condiciones de hacinamiento, que un niño entre 6 y 12 años no vaya a la escuela, que un jefe de hogar no tenga primario completo.
-Esos son los indicadores…
-Sí, son los indicadores muy estructurales y te diría que poco exigentes y desactualizados para la sociedad argentina porque que hoy pensar que un jefe de hogar no tiene la primaria completa o que un niño entre 6 y 12 años no va a la escuela son medidas muy poco exigentes para un país que tiene la escuela secundaria obligatorio o para jefes de hogar que deberían lograr tener la escuela secundaria terminada completa. Esa es la pobreza estructural…
-De alguna manera volvemos a las dimensiones del principio…
-Sí, claro. Por supuesto que cuanto más ampliás las dimensiones más pobres vas a estimar.
-Es innegable que las mediciones genuinas de Indec como la del Observatorio muestran que el Estado no puede abordar esta estructuralidad…
-Son sectores que son sobrantes para la sociedad argentina –algunos lo llaman de otra manera- y esto quiere decir que no pueden ser absorbidos por el mercado de trabajo; que trabajan en muchas condiciones de marginalidad y precariedad laboral y que la sociedad no tiene capacidad de poder incorporarlos. En ese sentido son una población que está en torno a un 25 % a 30 % de la población y es complejo poder incorporarlos al sistema productivo bajo los mecanismos más tradicionales. Cuando muchas veces se piensa que a mayor nivel educativo o calificación va a mejorar sus posibilidades de inserción en realidad estamos hablando de un parte. Lo cierto es que hay un conjunto importante de niños que crecen en condiciones de profunda marginalidad y eso no es solamente un problema de educación. También es un problema de salud, también es un problema cultural de asumir ciertos roles de estar acompañados en estos procesos, y pueden ser que muchos adolescentes terminen hoy la escuela secundaria y que tengan niveles educativos superiores a los que lograron tener sus padres, sin embargo eso no significa que logren mejores empleos, que logren una mejor integración a la sociedad. Por un lado porque tenemos una educación profundamente desigual y claramente desigual y regresiva para los sectores sociales más pobres; pero no solamente por eso sino porque son niños que nacen en una situación de extrema inequidad y no hay ninguna estructura de oportunidades que en la Argentina esté generando mayor equidad en el inicio de la vida.
EXPECTATIVAS.
-¿Aquí entran las expectativas?
-Y… son niños que van a tener problemas de acceso a los alimentos en cantidad y calidad, son niños que van a tener muchas dificultades para tener una alimentación emocional que es tan necesario en los primeros años de vida y son niños que, entonces, ingresan al jardín de infantes mucho más tarde que otros niños y cuando lo hacen ya en una situación de inequidad y desventaja social.
-¿Quizá impera un concepto que mejor institucionalizarlos de chiquitos para que pasen menos tiempo en calle en contacto con la droga, la violencia, etc?
-Es una controversia. Puede ser. Pero también es cierto que no estamos en condiciones de absorber en el mercado del trabajo a las mamás de esos chicos, con lo cual el sentido de la crianza y la socialización todavía en Argentina es muy importante en los primeros años de vida y quizá lo que están faltando son políticas de comunicación, de educación y de sensibilización para que esos procesos de crianza en esos primeros años de vida puedan desarrollarse también en la órbita de los hogares con mayor calidad.
-¿Cuando se mira la agorera serie histórica del país se puede hacer una proyección distinta?
-Depende también qué tipo de pobreza estamos midiendo. Si lo hacemos por pobreza por ingresos es la pobreza más fácil de generar una merma. Así como se dispara en un momento también cae en otros momentos en la medida que haya un proceso de reactivación económica. Ahora: ¿Va a cambiar la situación estructural en el país?. Seguro que lo hará muchísimo más lentamente. Y lo cierto es que si uno ve la línea histórica de las necesidades básicas insatisfechas en todo el período del Bicentenario, viene bajando. Pero lo hace a cuentagotas.
-¿Más lento que el crecimiento demográfico?
-Sí, seguramente. Estamos a nivel de los niños estamos en un 25 % de la población con necesidades básicas insatisfechas.
-En esta provincia, donde los indicadores son casi todos malos, los vinculados a primera infancia son muy buenos, sin embargo hay bolsones de pobrezas inabarcables desde el Estado…
-Implican políticas de Estado que todavía no se han decidido a realizar en los sectores sociales más humildes. Hoy no tenemos una política educativa que esté orientada a brindar los mejores servicios especialmente a los sectores sociales más vulnerables de la Argentina, y tampoco tenemos un sistema de salud que esté orientado a llevar el Estado a los lugares donde hay mayor concentración de estos sectores. El Estado debería llevar. Y políticas como “El Estado en tu barrio” son estrategias recientes e interesantes, pero tienen que adquirir una escala acorde a la dimensión del problema.
-¿Cuál es su perspectiva desde la investigación de la pobreza?
– Soy optimista pero no tanto. Creo que vamos por un camino de mayor institucionalidad pero lo cierto es que necesitamos políticas de Estado que sean mucho más agresivas, que tengan una escala mucho más relevante porque la gran mayoría de la infancia en la Argentina depende de las políticas de Estado. Pensemos que el 75% de los chicos van a escuela de gestión pública y más del 40 % depende del hospital público. Si tomamos la dimensión de la totalidad de la población que dependen de las políticas de Estado porque son su única opción, allí es cuando tomamos conciencia de los desafíos que tiene el Estado como transformador de la sociedad. La única infancia que está en situación de privilegio es la que vive en la ciudad de Buenos Aires, pero esa infancia tiene el Producto Bruto per cápita más alto del país, donde el 35 % va a escuela de gestión pública y más del 50 % tiene prepaga o mutual. Es una infancia totalmente distinta a la del resto de la Argentina.
Inclusión, mito o realidad
Dos Florines consultó a Ianina Tuñón acerca de las políticas públicas durante el kirchnerismo y si estás realmente fueron inclusivas o un mito más del relato. La profesional no fue directamente a la respuesta pero dejó algunas reflexiones interesantes empezando por pedir precisiones acerca del concepto de inclusión. “Creo que es una palabra bastante bastardeada en la sociedad argentina de los últimos años. Y creo que la mayor escolarización no es inclusión, porque implica que vaya a una escuela que sea de calidad, que realmente mejore sus posibilidades de integración a la comunidad y de socialización, y no hemos avanzado nada en la calidad educativa. No hemos avanzado en la implementación de una jornada extendida, que hemos deberíamos haber llegado a un 30 % en el año 2010 y seguimos con más de 90 % de niños que van a escuela de escolaridad simple. No hemos avanzando en ofertas educativas que son muy importantes para la integración de las nuevas generaciones al mundo. La mayoría de los chicos no habla una segunda lengua ni tiene oportunidad de hacerlo en el ámbito educativo. Ni hablar de las nuevas tecnologías. Las tecnologías han penetrado en los hogares de manera muy significativa y sin embargo todavía hay desigualdad en el acceso, y ni hablemos de desigualdad en el uso de las herramientas. En ese sentido creo que la inclusión es una palabra que no es solamente pertenecer, estar o poder acceder a un servicio, es mucho más que eso. Y el campo de la salud es otro campo importante. Hemos avanzados en aspectos que tienen que ver con el calendario de vacunas –hoy tenemos un déficit que es muy bajo, 2,5 % de niños que no tienen todas las vacunas que corresponden a su edad”. En Entre Ríos, es cierto y nobleza obliga, durante los últimos las estadísticas sobre asistencia e inclusión en primera infancia fueron más que satisfactorias.
La asistencia como controversia
La descripción de la socióloga permite ver que las respuestas hacia la oferta o la demanda terminan siendo siempre insuficientes. Suena dramático, y así también lo entiende Ianina Tuñón. “Se reconoce que hay tantas políticas públicas orientadas a la primera infancia y se está procurando que los niños se inserten mucho más tempranamente en el nivel inicial, básicamente porque se cree que si se insertan más tempranamente van a lograr más rápidamente equiparar sus condiciones. Sin embargo, esa posición es tan polémica y controversial, porque lo cierto es que los países más desarrollados del mundo han vuelto a que los niños permanezcan en sus hogares y han aumentando las licencias de las madres y padres para que los niños estén más tiempo con ellos. Con lo cual todo llega tarde a los países como los nuestros. Cuando en otros países se procura que los niños pasen más tiempo en su hogar y sus adultos de referencia, en nuestros países tratamos de incluirlos más tempranamente en el sistema educativo cuando quizá lo que deberíamos hacer es otra cosa”, subraya la profesional.
25 POR CIENTO
De los niños en la Argentina vive con las necesidades básicas insatisfechas.