Gustavo Sánchez Romero / La saga informativa de las cosechadoras de Grandes Maquinarias que integra el Grupo Senor ha sido poco menos que incierta y su futuro marca un derrotero agorero. Informaciones oficiales primero, aspectos técnicos, secciones judiciales, políticas pero ya no tendría incidencia en las económicas. Recibió fondos del Gobierno entrerriano y apoyo nacional impulsándola como la gran venta a Angola. Este viernes se conoció que la Justicia embargó a la empresa por los cheques concedidos sin respaldo. Se diluye la posibilidad de integrar a Entre Ríos con investigación y desarrollo en la producción primaria.
Había debutado con algunos anuncios periodísticos que nacieron del rumor y que apenas se publicaron como trascendidos, sobre todo en la Costa este de la provincia de Entre Ríos donde estaba funcionando en un desgarbado galpón en Concepción del Uruguay desde julio de 2011, abrieron una brecha de esperanza.
Ocupó las páginas de la comunicación oficial recién sobre mediados de marzo de este año cuando las primeras cosechadoras estaban a punto de ver la luz pública, pero sólo se hablaba de inversión privada de uno de los grupos más representativos en la simbología de los fierros del campo: Senor.
En 1925, los hermanos Juan y Emilio que impusieron este apellido fabricaron las primeras corta y trilla, y pero desde 1905 venían trabajando para imponer una marca vinculada a la investigación y desarrollo de la agricultura nacional donde realizaron un gran aporte a la tecnificación del campo, especialmente en la zona central de la Argentina.
Hasta allí los diarios reproducían los anuncios oficiales y planteaban un esquema de negocios que se encastraba como un rubí en la nueva plataforma que había planteado algunos años antes el gobernador Sergio Urribarri. Éste se proponía reconvertir el perfil productivo de una provincia que había sido conminada durante décadas al aislamiento político, social y productivo por la trasnochada teoría militar que afirmaba que no distaba mucho ese día en que se despertaría el “espíritu imperialista” del Brasil y que éste enviaría sus tropas por la Mesopotamia argentina y por eso había que ignorar un territorio que posiblemente se pierda.
Si no había razones geopolíticas para que el Estado estimulara la inversión pública en Entre Ríos, menos aún la habría para la privada. En este escenario de desinversión, lejos estaba el campo entrerriano de mejorar su tecnología y la llegada de tecnología de capitales para la fabricación de maquinaria agrícola de punta fue siempre poco menos que una quimera.
Con precios internacionales de las commodities retraídos, por décadas, Entre Ríos se mantuvo con un marcado atraso en inversión en tecnología para la actividad primaria, con escasa participación en el PBI, del que nunca superó el 3 %. Exceptuando las pequeñas empresas metalúrgicas que se permitieron avanzar en el desarrollo de pequeñas unidades como tolvas o silos, no hubo inversión local en tecnología de punta.
Viento a favor.
Sin embargo, luego de la salida de la Convertibilidad en 2002 y el barlovento que significó el nuevo esquema de precios de la producción primaria con la aparición de China como jugador clave del mercado mundial, el esquema se modificó, y se generaron políticas activas que estimularon la inversión real en una economía provincial donde la agroindustria comenzaba a pensarse seriamente, y por primera vez a partir de la integración vertical de sus encadenamientos productivos.
Así, Entre Ríos logró tener un 7 % de la producción nacional de granos –de muy baja industrialización, por cierto- y alcanzó 7 millones de toneladas de granos de las 100 que generó el país en su mejor campaña. Y en el programa agroindustrial 2020 que lanzó el Gobierno nacional Entre Ríos tiene reservado un lugar importante.
Sin embargo, la provincia apoyó el crecimiento en un enorme flujo de importaciones de casi todos los insumos –excepto, en muchos casos, recursos humanos- de otras provincias e incluso de otros países. Así el campo de nutre mayormente de semillas, fertilizantes, riego, maquinaria agrícola, transporte, acopio y casi todos los procesos demandando plataformas industriales radicadas en otros territorios. Entre Ríos no posee fábricas de silos plásticos, no posee grandes semilleros, y muchos otros insumos clave. Sí ha logrado desarrollar dos plantas eficientes de transporte de granos y cereales que son muy reconocidas en Latinoamérica pero no tenía intenciones de avanzar en una planta de maquinaria agrícola hasta que llegó Senor.
Cuando lo hace, los vecinos de Concepción del Uruguay desconfiaron por sus antecedentes, pero la intervención del Estado sosteniendo crediticiamente el proyecto y un mercado creciente y con un flujo de divisas que no se detenía producto de las exportaciones del campo hicieron disimular el capítulo Formosa en el curriculum vitae de la empresa nacida en Córdoba de la mano de Juan Senor y sus hijos.
La recuperación de la competitividad de las economías regionales a partir de la corrección cambiaria generó un fuerte impulso a la industria nacional de la maquinaria agrícola, permitiendo la exportación a países de la región, pero también se ganaron mercados en mercados con mayor desarrollo.
De este modo, actualmente, y según datos del CFI y la Cámara Argentina de Fabricantes de Maquinaria Agrícola proliferan hoy 506 empresas distribuidas por el país, especialmente en Santa Fe, Córdoba y, en menor medida, Buenos Aires. De este complejo salen máquinas para labranza de todo tipo Incluyendo las de laboreo, máquinas para agricultura de precisión, directa o convencional, con fertilización y aplicación de defensivos sólidos o líquidos, Etc.; pero además equipos de lechería, avicultura –donde Entre Ríos participa con más del 55 %-, líneas completas de agropartes, máquinas para aplicar defensivos y fertilizantes, pulverizadores de arrastre o autopropulsados, esparcidores de fertilizantes sólidos o distintas modalidades, entre muchos otros.
Casi nada de esto tiene sede en Entre Ríos.
Senor fue la primera fábrica sudamericana de cosechadoras, y su llegada a Entre Ríos constituía un fuerte espaldarazo para un proceso político que al que sólo le faltaba la llegada de inversiones fuertes que se asienten en la región y que pueda agregar valor a los procesos productivos. Lejos de esto, el gobierno entrerriano está hoy frente a un episodio que puede transformarse en un verdadero bochorno.
POSIBILIDADES.
Si bien los productores de la costa uruguaya de Entre Ríos advertían que “algo raro” estaba sucediendo con la inversión anunciada, la confirmación el lunes 12 de marzo que la empresa Grandes Máquinas S.A. perteneciente al grupo cordobés Senor tenía lista la primera cosechadora entrerriana a la que denominaron Maag Mitos y que sería expuesta en la explanada de Casa de Gobierno en calle Balcarce, en Buenos Aires, con la aprobación de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el orgullo del gobernador Sergio Urribarri.
La foto de Cristina trepada en la cabina de moderna maquina recorrería todos los medios nacionales, muchos mundiales, y todo indicaba que finalmente la provincia ingresa a la élite de fabricantes de bienes de capital remachando el proceso de industrialización productiva.
Pero rápidamente llegarían las malas noticias y el comportamiento de los empresarios del grupo comenzó a trascender del modo menos deseado.
Apenas ocho días después, el diario Clarín reveló que la cosechadora entrerriana había recibido un “cuantioso apoyo económico oficial a pesar de que acumula decenas de cheques rechazados por falta de fondos”.
OFICIAL.
La comunicación oficial informaba, allá por marzo que desde Grandes Máquinas indicaron que, la nueva Maag Mitos “es el resultado de muchos años de investigación y diseño, sumados a los más de 100 años de experiencia de Grupo Senor en el desarrollo de maquinaria agrícola. Otra de las grandes innovaciones que propone el grupo junto con esta máquina, es su sistema de comercialización. En este sentido, se prioriza la incorporación de las cosechadoras a Unidades Productivas y de Servicios (UPS) para la prestación de servicios de cosecha. Por lo tanto, el interesado puede participar de un negocio con alta rentabilidad a través de un fideicomiso en vez de comprar la cosechadora. Además, la cosechadora se pone en funcionamiento con cinco años de garantía directa de fábrica y servicio técnico in situ 7×24 con personal especializado. Por otra parte, se presentó el plan de producción 2012, que incluye la fabricación de 18 cosechadoras Maag Mitos, 18 plataformas y 18 tolvas totalmente proyectadas y diseñadas por Grupo Senor y con ingeniería de Grandes Máquinas Concepción del Uruguay”.
Pronto comenzaría la saga por las páginas judiciales.
Esta saga de las cosechadoras entrerrianas de Grandes Máquinas, de la cual Grupo Senor pertenece, continuó con la invitación del Secretario de Comercio Exterior e Interior, Guillermo Moreno, a la misión comercial e institucional a Angola, donde se informó, también oficialmente, que se habían logrado vender 18 de las cosechadoras Maag Mitos a ese país africano.
Los medios nacionales, entonces, y mucho a partir de una entrevista realizada por el periodista Martín Oleinizak a Ricardo Senor, director de la empresa, mostraron las instalaciones de la empresa que se presentaron desde la empresa como una “planta industrial de más de 10.000 mts2 y 5000 mts2 cubiertos, con áreas de oficinas de ingeniería y administrativas, área de pintura con cámara de secado con aire purificado y una línea de producción de alta tecnología para la fabricación y el montaje de cualquier tipo de maquinaria”. El mismo ejecutivo de la compañía reconoció ante el periodista Jorge Lanata que existieron intenciones de compra de Angola pero que “las cosechadoras no existen aún”.
Los avatares informativos no se detuvieron desde entonces y las cosechadoras entrerrianas quedaron expuestas a sospechas entre las posibilidades y el fracaso, con las implicaciones que todo esto tiene para una economía que empieza a mostrar signos de contracción y ajuste.
La noticia de la posibilidad de fabricación de maquinaria agrícola en la provincia de Entre Ríos es demasiado importante para que quede circunscripta a una anécdota baladí de la política.
JUDICIAL.
El tema pasó a constituirse como hito en la sección judicial de los diarios cuando en la mañana del 29 de junio se conoció la noticia que la Justicia embargó a Grandes Máquinas Concepción del Uruguay SA por una causa originada por la emisión de cheques sin fondo por la empresa, denunciada por uno de los proveedores. “El procedimiento fue por un valor de dos millones de pesos. “De todas maneras, la única cosechadora que armó en la planta uruguayense Ricardo Senor no corrió peligro, ya que aún no fue traída desde Angola. Aunque estaba prevista para las 10, media hora más tarde la Justicia procedió a efectuar el operativo de embargo a Grandes Máquinas SA. El acta fue recibida por el gerente de planta, el cordobés Rubén Duarte, quien inmediatamente se comunicó con los propietarios de la firma, Ricardo Senor y su hijo, del mismo nombre, que se encontraban en la ciudad mediterránea, para anunciarles la noticia”, expresó un diario de la región.
Es probable que ahora se reedite el malestar entre los dirigentes de la oposición de Entre Ríos y vuelvan los pedidos de informes al Gobernador para ver cuáles fueron los recaudos institucionales que se tomaron a la hora de facilitarle financiación para un proyecto que no tenía destino, y que contaba con antecedentes oscuros.
El tema, hay que esperar, tenga esta semana una fuerte receptividad en la sección política de los diarios regionales.
Es probable que esta decisión de embargar la compañía signifique un golpe letal para los intereses de la empresa y su plan de negocios, si alguna vez lo tuvo.
De este modo, ya no habrá posibilidad de incluir informaciones subsidiarias de sus acciones en las secciones de economía de los diarios. No se hablará del impacto de la tecnología en la producción primaria abaratando costos de producción, de los beneficios para la balanza comercial de Entre Ríos que dejará de importar maquinaria, no habrá incidencia sobre el empleo, clave por la calificación que demanda; no habrá sinergia con otras empresas y ni hablar de integración con los sistemas productivos o educativos, por nombrar solo algunos. Entre Ríos parece encaminada a no tener un encadenamiento que se genere en torno a la maquinaria agrícola.
Perder una oportunidad equivale, muchas veces, a destruir esbozos y caminos que son harto difíciles reconstituir.
Esto no estará incluido en las páginas de economía de los diarios, que suelen detener sus análisis más en indicadores y expectativas que en las buenas intenciones de los dirigentes.