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La compañía (ahora) china Syngenta explicó su estrategia de cara al futuro

El gigante asiático avanza en su estrategia global de negocios. Antonio Aracre, el director general de Syngenta para Latinoamérica Sur, dio detalles de la transacción y remarcó las oportunidades que China ofrece para el crecimiento de la economía argentina. Reclamó, también, la sanción de una ley de semillas que garantice la propiedad intelectual. Danilo Lima / Dos Florines

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Syngenta es una de las principales empresas biotecnológicas del mundo, con más de 28.000 empleados en más de 90 países. Syngenta era una empresa suiza, con sede en Basilea; pero ahora es una empresa china, aunque su sede seguirá estando en Basilea.

La firma ChemChina adquirió el 97% de las acciones y, obviamente, se quedó con el control absoluto de la compañía. No se trata de una fusión, se trata de una compra.

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La transacción se concretó hace unos meses, la Comunidad Europea (CE) la aprobó en abril y, en los últimos días, fue oficializada en Buenos Aires por las autoridades regionales de la compañía encabezadas por Antonio Aracre, el director general de Syngenta para Latinoamérica Sur.

La compra de Syngenta forma parte de la estrategia global de China –en Argentina ya controla Noble y Nidera, a través del Grupo Cofco– que tiene de cara al futuro la nada fácil tarea de alimentar cada vez a más millones de personas que ingresan a la clase media y exigen mejores alimentos.

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Detalles.

“La transacción se concretó a través de una operación de compra-venta. No fue una integración ni tampoco una fusión. La casa matriz permanecerá en Basilea, Suiza, y Syngenta seguirá manteniendo los más altos estándares de ética, transparencia y sustentabilidad”, explicó Aracre.

El ejecutivo reseñó lo sucedido en el mercado mundial de la biotecnología en los últimos años, en especial cuando en 2014 “la industria estaba “convulsionada” dado que los precios, ya se preveía, no iban a ser los mismos que “en las décadas pasadas”.

En ese marco, para dar sustentabilidad al negocio “había que hacer algo”. Algunas compañías, recordó Aracre, “se fusionaron” y en Syngenta “sufrimos presiones” porque los inversores “no aceptaban la baja rentabilidad”.

La empresa, prosiguió el ejecutivo, “logró conseguir un socio estratégico: ChemChina, cuya mirada es de largo plazo para garantizar la seguridad alimentaria”.

Con la operación cerrada, Syngenta –mantiene su nombre a pesar de la transacción– dejará de cotizar en las bolsas de Nueva York y Suiza, pero preservará, según Aracre, “su claro compromiso con la tecnología agrícola como forma de aumentar la competitividad del agro en China”.

China necesita “una revolución productiva”, añadió, que logre “implantar en los suelos de China toda la tecnología que hoy el productor chino no sabe usar o no tiene acceso. Eso nos va a dar a nosotros, en Syngenta, dos cosas muy importantes: por un lado, nos va a permitir escapar de la presión de los accionistas cada trimestre, y, por el otro, ahora tenemos la posibilidad de crecer sustantivamente en un país que da oportunidades cuantitativas enormes”.

 

Visión.

Aracre, además, expresó su visión sobre el significado de esta transacción para América Latina en general y para Argentina en particular. Y para ello habló del fenómeno de la urbanización de la población rural en China y sus necesidades de alimentación.

Sólo en Asia Oriental, y China es el 80% de esa zona, “se calcula que en los próximos 15 años esa urbanización pasará de 500 millones de personas a 3.200 millones”, enfatizó Aracre, por lo que para poder alimentar a esa población China necesitará importar el 74% de los alimentos que esa enorme cantidad de personas demandará.

Estados Unidos, Brasil y Argentina –que hoy produce alimentos para 500 millones de personas– son los países destinados a cubrir aquella demanda china, según la mirada de Aracre.

Para aprovechar esta oportunidad, nuestro país necesita un “buen contexto económico” que permita maximizar la producción de alimentos y, además, lograr “buenas relaciones con China”.

El desafío argentino, remarcó, es maximizar la productividad para que los productores agropecuarios argentinos sigan siendo los más eficientes del mundo y puedan producir commodities de la manera más eficiente, pero también que los industriales argentinos se integren a la cadena de producción agroalimentaria. “Hay que industrializar la producción del campo y generar fuentes de trabajo”, enfatizó el ejecutivo.

Aracre contó que la principal escasez de China es el agua dulce, por eso cuando importa cereales y frutas, por ejemplo, Argentina le está suministrando, además de los cereales y las frutas, agua dulce.

 

La pobreza.

Aracre no sólo habló de la compra de Syngenta por parte de capitales chinos, sino que puso su mirada en la actualidad de la Argentina, en especial en el tema de la pobreza, y aprovechó para sugerir que el fenómeno chino puede ayudar a superar aquel problema.

El desafío del país, opinó, es bajar el nivel de pobreza que hoy afecta al 30% de los argentinos y que ningún gobierno, a su juicio, fue capaz de eliminar o, al menos, reducir. Puso como modelo, en este sentido, lo sucedido en China –independientemente de los pro y los contra que el modelo chino pueda generar, aclaró– en donde en 30 años la economía china, creciendo a un ritmo del 9% anual, logró incorporar a la clase media a 620 millones de personas.

El mensaje esperanzador que, dijo, “quiero dejar es que tenemos muchas oportunidades cuando tenemos un país como China que crece a tasas descomunales, que está generando una inclusión social tremenda, y que a países como el nuestro –con excedentes de alimentos exportables– nos permitirá crecer si somos capaces de pensar de manera estratégica”.

Si así sucediera y se estableciera un marco jurídico y económico adecuado, subrayó, las compañías que invierten en tecnología seguramente decidirán instalarse “con más fuerza” en la Argentina. El argumento, obviamente, apuntó al largo reclamo de las empresas multinacionales de biotecnología para que el Estado argentino sancione una nueva ley de semillas que garantice la propiedad intelectual, acaso uno de los problemas más difíciles de resolver para la administración del presidente Mauricio Macri, dada la fuerte resistencia que ofrecen no pocos productores.

 

 

El dato

43.000

millones de dólares pagó la empresa ChemChina para adquirir el 97% de la compañía Syngenta.

 

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