EMPRESAS

Heredero, el gin entrerriano de exportación que ya proyecta duplicar su producción

Tomás Jaime, de 24 años, es su creador. En un mano a mano imperdible, cuenta por qué este destilado es único en el mundo y se impone en el mercado más sofisticado con 2 mil botellas por mes. Nahuel Amore

“Heredero es el único gin en el mundo que tiene notas a mandarina”. Así define Tomás Jaime su creación, un destilado entrerriano con gran potencial de exportación. El joven, oriundo de La Paz y estudiante de Administración de Empresas, tiene 24 años y produce junto a su socio unas 2.000 botellas por mes en su fábrica de Paraná, desde donde llega al paladar negro de argentinos y extranjeros. Y mientras la demanda crece a un ritmo impensado, su próximo paso será duplicar la producción y las ventas de cara a 2019.

Para el paceño, la clave del producto pasa por la autenticidad del sabor y el aroma que logró para distinguirse del resto de los destilados y la calidad del resultado final. Y es precisamente en el nombre donde se sintetiza esa diferencia. “Es un gin que hereda todo lo natural de la tierra de la Mesopotamia. Se hace con materia prima nuestra y por eso hereda lo mejor que tenemos a nuestro alrededor”, cuenta como carta de presentación.

El destilado va ganando terreno en el mercado de bares y coctelerías más sofisticados no sólo de Buenos Aires o Rosario, sino también de otros puntos del país y hasta en Punta del Este. Son unos 15 distribuidores los que se encargan de insertarlo en distintas ciudades de la Argentina, desde el frío sur hasta las provincias más del norte como Tucumán o Corrientes. En casa, son locales como Brooklyng o Pasaje 501 donde lo sirven o la Distribuidora Garay que lo comercializa.

En poco tiempo, Heredero alcanzó lo que pocos productos pueden hacer pero con la ayuda de la promoción. Desde la barra de Showmatch hasta el programa de Pico Mónaco o las clases de cocina de Narda Lepes o Christophe, el gin entrerriano fue degustado y publicitado. Y a esto, el joven paceño lo entiende con creces.

“Es clave para posicionar el producto, que a esta gente le guste y hable bien del gin o te saquen fotos. Nosotros tuvimos la suerte de que nos pase. Las grandes marcas pagan fortunas por un ‘chivo’. Nosotros lo hemos hecho porque les gusta el gin. El producto me ha sorprendido, nunca pensé que en dos años íbamos a ser la marca que es hoy. Si bien trabajamos mucho para esto, me sorprendió cómo creció y los lugares donde está”, reflexiona.

De todos modos, todo salto cuantitativo a esa escala exige estar preparados. Más aún, si las proyecciones van en línea con las tendencias internacionales. “Hoy en Argentina hay un boom del gin, al igual que el auge en Europa. Está muy de moda en las previas y es una bebida muy rica. Yo creo que se va a empezar a consumir más, y de hecho las estadísticas lo demuestran año tras año. Pero hay que estar preparados para la demanda”, asegura Tomás, en una entrevista exclusiva con DOS FLORINES, que además de detallar el proyecto, la inversión y objetivos, deja al descubierto el espíritu emprendedor y curioso de este entrerriano.

HISTORIA.

—¿Cómo arrancó todo?

—Arranqué haciendo el gin en La Paz. Fue en una época de más pendejo, cuando tenía 19 o 20 años. Me agarró una locura de tomar gin tonic cuando me juntaba con amigos. En vez de llevar fernet, yo llevaba gin. También empecé a ir a bares en Buenos Aires, cuando estaba en auge tomar buenos tragos, ver cómo se preparaban. Fue un momento que no entraba gin, en los últimos años del kirchnerismo, cuando prácticamente estaban cerradas las importaciones y lo que se conseguía era caro. Además, estaba en auge un gin argentino llamado Apósteles. Entonces, se me dio la idea de crear un gin nuestro, bien autóctono, de nuestra zona, que se caracterice a través de los ingredientes de la región. Lo hice sin saber absolutamente nada de cómo hacer gin.

—Sólo tenías el paladar…

—Claro, a mí me gustaba tomarlo. Entonces empecé a investigar por dónde arrancar, qué hacer. Sin embargo, no hay mucha información sobre el gin. No es como hacer cerveza o licor, que ponés en Youtube y te dicen qué hacer. Si bien hay información, es poca, porque son pocos productores en el mundo y, además, las recetas están muy cuidadas. Una marca te dice qué tiene, pero no todo, son secretos que no se cuentan. Así fue que empecé a probar, con esta idea de tener una receta autóctona. Y lo mejor que tenemos en la Mesopotamia son los cítricos, por la tierra. Dije entonces que si teníamos un gin propio, debía ser con notas cítricas. Al principio hicimos pruebas con pomelo, naranja, limón y después me encontré con que la mandarina era un ingrediente muy original en el destilado. Por eso, Heredero es el único gin en el mundo que tiene notas a mandarina.

—¿Hiciste un relevamiento de la oferta de gin en el mundo para buscar tu diferencial?

—Sí. Siempre era muy curioso de probar distintos destilados, ver las calidades. Y lo sigo haciendo. Ahora, en este último tiempo, me hice una biblioteca en mi departamento en Buenos Aires lleno de etiquetas de todo el mundo, artesanales, de pueblos de Alemania, Inglaterra. Siempre trato de estar al tanto de las tendencias, ir probando otros productos porque está bueno compararse con los mejores. Este es un gin único, no vas a probar otro igual porque no existe. Es muy diferente a los gines dry, los London Dry, más secos, que son más fuertes, más alcohólicos, más enebros. Este es un gin que va por otro lado. De hecho, le gusta mucho a la gente que no le gustaba tomar gin y ahora empezó a tomar con este producto, porque es diferente, cítrico, más amable.

PRODUCCIÓN.

—¿De dónde es la materia prima de tu gin?

—La materia prima, salvo el enebro que se importa de Macedonia, el 80% es de la zona de Entre Ríos, del Litoral. Lo que son insumos, se traen de muchos lugares. La botella es de Chile, de línea Premium, excelente, con un vidrio muy bueno, elegante. Nosotros tratamos de que el gin sea bueno desde lo que tomás hasta el packaging. Las etiquetas son excelentes, con un papel italiano rústico, con relieve y detalles, que las fabrican los mismos que le hacen a Catena Zapata, a Rutini, Estancia Mendoza. Hemos invertido mucho en imagen, con publicistas. El tapón se trae de Córdoba y la cápsula de Mendoza. Las cajas son de Cartocor. El alcohol es de Buenos Aires.

—¿Cuánto producen?

—Dos mil litros mensuales es la capacidad productiva. Nosotros hacemos más de mil litros por mes, unas dos mil botellas. Es poco para el mercado, pero para lo que es un gin artesanal, está bien. Nosotros tenemos proyectado para el año que viene producir el doble de lo que se produce ahora.

—Sería trabajar con toda la capacidad instalada…

—Sí, de hecho se puede ampliar la capacidad productiva, hay espacio, sabemos cómo hacerlo. La idea es producir el año que viene el doble y vender el doble, que no es lo mismo. Además, veremos si se puede mandar más el gin afuera.

EXPORTACIONES.

—¿Ya se vende afuera del país? ¿Qué perspectivas tienen y con qué países?

—Afuera del país se vende en Uruguay, que ya estamos preparando la temporada de verano. Pero también la idea es exportar a un par de países más. Hemos enviado muestras a Europa y demás…

—¿Te lo han solicitado?

—Sí, hemos avanzado en algunas negociaciones. Pero es complejo, no es fácil. También, nosotros producimos poco porque no es industrial, es artesanal, todo se hace a mano. Por eso, hay que apuntar bien, ser bien precisos en el mercado al que se va a exportar. No por un tema económico lo vamos a vender. Hay que hacer un estudio de mercado, ver al consumidor, estudiarlo. Sobre todo, porque es un gin muy autóctono, con una identidad muy marcada, que se crea para representar a nuestra región. Hay dos mesopotamias en el mundo y por eso queremos identificarlo como producto bien argento, para que la gente de todas partes sepa de dónde es y por qué se crea. Por todo eso, tiene todas las chances de que se pueda vender bien afuera.

—Pero además de Uruguay, ¿llegan a otro país limítrofe?

—Ahora estamos por empezar a mandar el gin al sur de Brasil y Paraguay. Nosotros trabajamos mucho desde hace tres meses con un distribuidor de Formosa, que llega sobre todo a la zona de frontera como las Cataratas. Creería que eso va a ser para enero o febrero del año que viene.

INVERSIONES.

—¿Con quién te asociaste para invertir?

—Tengo un socio que es Pablo Márquez, mi primo. Es de La Paz también, pero vive más en Paraná, abocado sobre todo a la fábrica. Cuando hacía el gin, quería darle una vuelta de rosca al proyecto y hacerlo más serio, que sea todo más profesional. Para eso, necesitaba un inversor. Me ofrecieron varios grupos de inversores, pero se dio que mi primo me ofreció asociarnos. Él puso la inversión inicial y el empujón para laburar.

—¿Se puede saber de cuánto es la inversión inicial?

—Fue costoso, no tenemos el número exacto y tampoco me gusta hablar de montos. Sí se invirtió un número importante. Para abrir cualquier establecimiento lo necesitás… Pero además, se invirtió bastante en tiempo y sacrificio. Nosotros tuvimos todo esto parado, alquilando locales, pagando costos fijos, la gente viniendo a laburar y no teníamos todavía habilitada la fábrica. Fue mucho tiempo que se bancó el proyecto sin vender una sola botella.

—¿El negocio tiene el retorno que pensaban? ¿Superó sus expectativas?

—Sí, es un producto rentable, pero no de gran escala. De igual modo, todo lo que ingresa acá se reinvierte. El gin es una bebida cara, que hoy en día lo que es nuestra línea está arriba de los 500 pesos. Son productos rentables, pero también es caro hacerlo. Nosotros usamos insumos muy buenos y poca cantidad. Entonces, al no ser industrial, comprar las cosas es más caro. Además, son productos de primera línea, de calidad, mucho mejor que cualquier otra marca que tiene mucho marketing.

—Si la calidad es el diferencial, ¿cuál es la principal inversión para lograrlo?

—La inversión más grande no fue en maquinaria. Se invirtió mucho en asesoramiento. En la fábrica invertimos mucho en el tratamiento del agua, por ejemplo. También vienen muchos asesores para saber cómo escalar en producción, para pasar de las 20 o 30 botellas que hacía por hobbie a hacer 2.000. Además, nosotros gastamos mucha plata en asesores para habilitar la fábrica. Por ser la primera de destilados en todo el Litoral, no sabían en qué regirse. Por eso, vinieron ingenieros, bromatólogos, para que nos hagan los informes.

PROYECTOS.

—Además de duplicar producción, ¿cuál es el anhelo que los guía hacia el futuro?

—Nuestra visión de empresa es que Heredero sea el gin más tomado en Argentina y tratar de llegar a muchos países en el mundo, por muchísimos años.

—¿Piensan diversificarse?

—Sí, la idea es que el año que viene tengamos un producto paralelo a Heredero, que esta fábrica tenga su propio nombre y que tenga subproductos. Nuestra idea es que la fábrica tenga un producto más y el año que viene ir al mercado con el gin Heredero y una reversión o algún otro destilado.

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