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En pandemia aumentó hasta 300% la venta de juguetes sexuales en Paraná

Así lo aseguran desde un sex shop de la ciudad, aunque la situación se replicó a nivel nacional. Todo inició con el sexting en plena cuarentena y creció de forma exponencial en los meses siguientes. ¿Clientes habituales? Jóvenes entre 17 y 25 años, y hombres. Por Johanna Peltzer

La pandemia por coronavirus ha hecho estragos en cada faceta de la vida del ser humano, a veces en gran medida, otras no tanto, pero ni siquiera el sexo se salvó. En la época de aislamiento más dura, los encuentros íntimos pasaron a ser un privilegio de las parejas que vivían juntas, mientras que los solteros tuvieron que buscar alternativas para el placer. Y así como el trabajo, la escuela y las compras tuvieron que migrar hacia lo virtual, la sexualidad también.

Se comenzó a hablar públicamente de sexting cuando en un reporte epidemiológico del Ministerio de Salud de la Nación lo mencionaron como alternativa para la intimidad. Ese fue el puntapié inicial para que también se disparara la compra de juguetes sexuales y, lo que antes era tabú, ahora fuese un boom.

“La cuarentena hizo que la gente se volcara a comprar sex toys de una manera increíble: las ventas aumentaron un 300%”, dijo Geraldine Heffele de Punto G Sex Shop de Paraná. “Tiene que ver también con un proceso de desconstrucción que está atravesando la sociedad: ya no importa tanto el qué dirán, el prejuicio. Hago sorteos en Instagram y la gente no tiene problema en participar públicamente y subir una foto de un dildo a su historia”, aseguró.

Siglo XXI

Para Geraldine, los tiempos que corren son claves para el negocio: “La mayoría de mis clientes tienen entre 17 y 25 años porque vienen con otra cabeza, disfrutan del sexo de una forma diferente”, manifestó. Además, agregó que, entre los adultos, son más hombres que mujeres los que compran y que gays, lesbianas y trans “son los menos”.

Si bien los primeros juguetes sexuales “son los dedos, la lengua y el cabello” dice Heffele, los más vendidos corresponden a aquellos que son para la previa: balitas vibradoras, geles y aceites lubricantes, velas y un “buen vibro”. Sin embargo, la oferta se completa con lo que la mente imagine y con un delivery discreto.

Juguetería para grandes

La experiencia más personalizada llamada tupper sex: lo que antes hacían las amigas de juntarse a ver y comprar tuppers, ahora se hace con los juguetes sexuales. “Por la pandemia es con grupos reducidos y al aire libre, pero la idea es llevar toda la oferta que hay, explicarles para qué sirven, cómo se usan, y divertirse”, contó Geraldine.

“Es como una tarde de té viendo sex toys. Hay una compra mínima de 4.000 pesos que se debe asegurar, pero más allá de eso es un espacio increíble donde mis clientas aprenden de mí y yo de ellas. El intercambio que hay es hermoso. El último que tuve era de una pareja de 72 años que tienen las mismas ganas de tener sexo que cuando eran jóvenes. Fue fantástico”, indicó.

Disfrutar la sexualidad de una manera diferente es una realidad cada vez más palpable, aunque en pleno desarrollo y mutación: “Siempre hablamos de desconstruirnos, pero ahora llegó el momento de reconstruirnos, de hacerlos a los tiempos de hoy, de vivir con menos prejuicios, más libres y felices”, cerró Geraldine.

Instagram: @puntogsexshoppna – @geral.heffele

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