ENFOQUE PORTADA

Cómo iniciamos el proceso de integración económica

Por Ubaldo Roberto Domingo – CPN – Asesor económico, financiero y Pymes locales – Especialista en Sindicatura Concursal – Integrante del equipo Entre Todos – militante del desarrollo //

Es un hecho objetivo el quiebre definitivo del esquema basado en la complementación de aquellas economías desarrolladas, avanzadas e industrializadas, con aquellas subdesarrolladas proveedoras de materias primas.

Reconociendo esta realidad, el final de esa era, que sin dudas derivó en la condición de atraso, pobreza y falta de posibilidades para las sociedades que producen y exportan como la nuestra, materias primas, deben entonces emprender un proceso de cambio, sin más demoras ni distracciones.

Argentina y la provincia de Entre Ríos tienen que integrarse económicamente, primero internamente, para proyectarse al intercambio regional primero y mundial después. 

Toda política, que ignore y contradiga un proceso de integración está íntimamente ligada a los intereses agro-importadores.

Aquella estructura, considera que Argentina debe siempre estar ordenada en el esquema de la división internacional del trabajo, y por lo tanto condenados a producir y exportar materias primas.

Cuantas veces escuchamos “Argentina debe abrirse al mundo y competir”, me pregunto, ¿Competir con quién?; ¿Competir en una carrera de Fórmula 1 con un Fiat 600?

Con lo cual, la primera consecuencia de ese esquema y sus defensores es que solo podemos aumentar el consumo de bienes importados, aumentando nuestras exportaciones tradicionales: cereales, carnes y soja.

Solo debemos aprovechar e incorporar valor a aquellas producciones en las que somos “competitivos”.

Paradigma.

Este esquema, en los que estamos estancados hace décadas, solo permite adelantar algo cuando los precios de aquellos productos que exportamos tienen mejoras episódicas, por escaces en los centros industriales o algún hecho aislado como el clima adverso, alguna epidemia u otro factor aislado.

Sin embargo para los economistas de línea nacional, la solución tantas veces demorada pasa por otro camino:

Pasa por iniciar una trasformación estructural que rompa con el esquema tradicional. No se trata de algo imposible, tampoco algo que no se haya llevado adelante por otros países.

Se trata de un proceso industrializador que produzca primero para abastecer un mercado interno ávido de bienes, para luego por una consecuencia de escala colocar los productos en el mercado mundial.

Pero esto claro, debe ocurrir independientemente de la relación clásica de nuestro sector exportador y sus vaivenes, no debe subordinarse solo a sus excedentes y resultados ocasionales este proceso de industrialización e integración económica. Si así se hiciera, otra vez la relación clásica devoraría aquellas aspiraciones.

Pero este proceso de Integración, abarca a todos los sectores, al sector agropecuario, al de minería, y por supuesto al sector industrial. Es imposible que el agro incremente su productividad al ritmo que requiere una economía en expansión sin una base industrial nacional sólida.

Y aquí es donde debe inmiscuirse el Estado. Debe este indispensable participante canalizar el ahorro interno, modificar su perfil impositivo para que reviva la inversión, propender a canalizar el crédito a sectores clave.

Integración.

La Integración entonces es la suma de unidades económicas, el fundamento del plan de desarrollo, pero para que cuenten con la fortaleza necesaria, debe hacerse vertical y horizontalmente.

Verticalmente es la íntima relación entre la industria pesada y liviana, entre el sector agrícola-ganadero y la industria que toma la materia prima y la transforma. Incorporándole valor agregado, trabajo nacional. También la minería y la industria.

Horizontalmente es la coordinación entre los recursos energéticos, y la red de comunicación y transporte terrestre, fluvial y aérea haciendo rápidos, eficientes y abaratando los costos de todo el complejo.

Los dos elementos, son indispensables para poder finalmente crear un mercado interno fuerte, pujante, con recuperación de los salarios reales, los cuales son el único factor que puede elevar el nivel de vida de los habitantes.

Solamente así, con una integración económica sólida, podemos imaginar una provincia fuerte, y ser finalmente una verdadera Nación.

Pretender entonces proyectar una economía “hacia afuera” solamente, estaremos imaginando un país y una provincia para pocos. Y es lo que viene ocurriendo.

Debemos mirar hacia adentro primero, hacia el olvidado mercado interno, el que asegurara el nivel de vida de la población primero y la elevación del nivel cultural después.

Integración económica regional significa entonces que se exploten en forma intensiva los recursos naturales, que se edifique y proteja la industria local, que se creen fuentes de trabajo para los ciudadanos locales, “Que en definitiva dejemos de importar lo que podemos y debemos producir dentro de nuestro país y de nuestra provincia”.