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Asesor de Milei disertó en Paraná: “En el segundo semestre la clave será la salida del cepo”

Para el economista Fausto Spotorno, “la única salida es matar la inflación y después tratar de estimular la inversión y el crecimiento económico”. Admitió que la micro no es prioridad del Gobierno y las empresas deberán adaptarse a nuevas reglas de juego. Nahuel Amore

Fausto Spotorno, uno de los economistas que forma parte del Consejo Asesor del presidente Javier Milei, estuvo el miércoles en la capital entrerriana, invitado por el Sistema de Previsión Social del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Entre Ríos (Cpceer). El especialista brindó una charla en el Aula Magna de UCA Paraná, donde planteó “los pasos que siguen” en la economía argentina.

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En un mano a mano con DOS FLORINES, el director del Centro de Estudios de Orlando Ferreres y Asociados analizó los desafíos que enfrenta la administración central en la materia y consideró que uno de los temas claves para el segundo semestre es la salida del cepo cambiario. Para Spotorno, la salida de la recesión dependerá de esta variable si la intensión es que vuelvan las inversiones.

En otro orden, coincidió en que el problema más importante que está atendiendo el Gobierno es la inflación y planteó que hacia allí apunta el programa económico. Sobre este punto, admitió que ello tiene sus efectos recesivos en las familias y las empresas, aunque espera que más pronto que tarde haya un repunte de la actividad económica. Al respecto, abrió interrogantes para aquellos sectores que no sepan adaptarse a los cambios.

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—¿En qué aspectos asesora al Presidente?

—El Consejo no está pensando ni hace aportes sobre la política económica. No nos metemos en lo que está haciendo (Luis) Caputo o (Santiago) Bausili o lo que hará (Federico) Sturzenegger. En realidad, nuestra función es completamente diferente. La idea del Consejo es tener un grupo de personas, entre los cuales hay empresarios, que estén trabajando en la vida real de la Argentina; que estén operando, que sean consultores y que puedan avisar o por lo menos dar su opinión de hacia dónde va la economía, el mundo. Pueden ser las potenciales ventajas o problemas de la Argentina y de ahí sale, por ejemplo, el acercamiento a las empresas tecnológica afuera.

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—¿Pero opinan sobre la macro?

—La idea es tener una visión desde afuera del Gobierno porque ninguno es funcionario público. Tampoco nos metemos en la macro porque para eso están los funcionarios públicos que están trabajando. Sería un error que estemos opinando, más allá de nuestra función como profesionales pero no como asesores del Presidente, sobre lo que hace el ministro de Economía o el presidente del Banco Central con el daño que se le puede causar. No es la idea meterse en la macro, pero sí plantear temas como la inteligencia artificial, los desafíos energéticos y de más de largo plazo, sean locales o internacionales, que no son de corto plazo en la coyuntura del Gobierno.

—Ahora bien, como economista, ¿qué hay después del ajuste? ¿Cuál es el programa?

—Uno hace un ajuste justamente para encontrar una situación más sana de la economía, que pueda volver a crecer y a vivir por lo menos sin inflación que es la prioridad número uno del Gobierno. La inflación ha bajado bastante pero no está conquistado el problema ni por asomo. Si en mayo la inflación estuvo entre el 4,5 o 5% es un golazo para el Gobierno, pero sigue siendo súper alta a estándares internacionales. El problema inflacionario va a seguir hasta que Argentina no logre bajarla a nivel del 5% anual. ¿Qué queda después del ajuste? La gente y las empresas están haciendo todo este esfuerzo para ir a una economía más ordenada, donde la inflación no te carcoma el resultado fiscal o donde no carcoma los ingresos de la gente y puedas volver a invertir y tener proyectos de largo plazo. Con procesos inflacionarios no podés invertir ni proyectar nada. Los proyectos inflacionarios sí o sí espiralizan a más inflación.

—En Argentina lo sabemos.

—Sí claro. Por eso, la única salida es matar la inflación y después tratar de estimular la inversión y el crecimiento económico. Eso no significa que cualquier negocio va a andar. En Argentina, negocios que funcionarios bien en contextos inflacionarios no necesariamente van a funcionar bien en escenarios de mayor competencia y crecimiento.

Recesión y rebote

—A esta altura, la pregunta de la sociedad y las pymes es hasta cuándo hay que aguantar. ¿Para qué deben prepararse en el segundo semestre?

—Imagino que en el segundo semestre la clave va a ser la salida del cepo. La recesión y la actividad económica van a rebotar naturalmente. Ninguna recesión tuvo más de 10 meses de caída en forma continua. En todos los casos tuviste algún rebote, incluso en meses largos como 2001. En el resto de las recesiones, a los ocho meses estaba mostrando alguna recuperación.

—¿Y esta recuperación cómo cree que se dará?

—Todos los ciclos recesivos en Argentina tienen una forma de plato hondo o sonrisa. Prácticamente, desde que empieza la caída hasta que la economía recupera todo lo que perdió en la recesión, pasan entre 16 y 20 meses y entre ocho y 10 meses tenés el proceso de recuperación. Ésta parece estar siguiendo exactamente la misma tendencia. Parece que el peor momento fue marzo y después va a haber una recuperación de la economía. ¿Eso significa crecimiento? No. Para lograr el crecimiento económico se necesita salir del cepo cambiario, traer inversiones, bajar más la inflación, tener ordenadas las cuentas públicas.

—¿Por qué se demora la salida del cepo? ¿Por qué todavía no está saneado el Banco Central?

—Necesitás un Banco Central saneado para poder operar fuera del cepo. Tampoco vas a tener un Banco Central saneado por un tiempo, pero sí mediatamente útil. Hoy el Banco Central es un Fiat 147 sin motor y sin ruedas, con lo cual no llegamos ni a la esquina. Ahora subió el dólar porque estaba muy bajo, son cuestiones de mercado y sigue habiendo movimientos de mercado.

—¿No ve ningún fantasma en esta suba de los dólares paralelos?

—No hay ningún fantasma. El dólar ya no se mueve más pero se mueven los bonos porque todavía algunos están haciendo negocios. Son cosas de mercado, además del movimiento internacional, las dudas de la Ley Bases… Todas las dudas están en la volatilidad del mercado.

—Estos movimientos, ¿cómo impactan en un intento de salir del cepo?

—Si hubieras salido del cepo hace dos o tres meses porque la brecha era chica, el Banco Central no hubiera tenido cómo controlar nada, ni tipo de cambio ni tasa. Por eso necesitás un Banco Central mínimamente operativo para salir del cepo.

—¿Con cuántos dólares?

—Mínimamente operativo implica cierta cantidad de dólares, 10.000 millones dice el Gobierno. Pero también cierta deuda menor a la que tenés ahora, si bien bajó la de Pases.

Dudas

—En este contexto hay señales de alerta como despidos, fuerte caída de salarios o aumento de la pobreza. ¿No cree que el Gobierno descuidó por demás la micro para ordenar sólo la macro?

—Seguro que la micro está sufriendo y se descuidó. Ahora, ¿hay una alternativa? No hay. Es una discusión de la prensa. ¿Podés hacer algo? No, es irrelevante. Es un Gobierno que es débil políticamente, que tiene márgenes de maniobra chicos y decidió atacar la macro. Y los problemas micro, son micro. Algunos se tratarán de resolver a largo plazo, pero no podés hacer mucho si tu programa es bajar la inflación. No podés hacer mucho con un problema inflacionario súper grave. Cuando el problema inflacionario es de este calibre, cualquiera que te diga que hay una posibilidad de ajustar microscópicamente esto, te está mintiendo.

—¿Qué margen sigue teniendo el Gobierno para bajar la inflación teniendo en cuenta que todavía siguen los aumentos de tarifas, por ejemplo?

—Creo que es cierto que va a costar. A partir de aquí sigue costando bajar la inflación básicamente por una cuestión matemática, en primer lugar. Económicamente empieza a pasar que hay una inflación de fondo, que le llamo de esa manera a aquellos precios que son los más rezagados, los últimos que aumentan y generalmente tienen menor poder de negociación. Esos están aumentando a un ritmo del 3,5% mensual y se mantienen. Esos precios significan que tienen un piso. Después tenés otro piso que es el 2% de devaluación mensual. Y la inflación bajó en mayo al 4,6% según nuestras estimaciones. Podés comprimir un poco más, pero cuanto mucho un punto más. Si no tuvieras aumento de la energía, podrías incluso otro punto más. Pero la verdad es que todavía tenés que seguir acomodando precios. Por eso me parece que desde acá en adelante va a ser más difícil. La presión a la baja de inflación existe, pero a otro ritmo que va a llevar meses llevarlo a décimas. Y requiere en muchos casos reordenamientos macroeconómicos mucho más de fondo como salir del cepo, aumentar la competencia externa o que se acomode el tema salarial.

—Nación le pone fichas a la baja de tasas. ¿Cuánto considera que puede servir el crédito para reactivar la economía, tanto de las familias como de las empresas?

—El crédito va a ser un factor de reactivación, pero hay otros procesos que hay que superar en el medio, como el reordenamiento del sistema financiero o la deuda del Banco Central. El mercado tiene que empezar a ver que las tasas que estabilicen en algún nivel. Hay que ver cómo se estabiliza la inflación para que la gente piense si toma el crédito. El crédito en el sector privado es bajísimo, mucho más de lo que era. Con que se duplique, son 3% del PBI tranquilamente que pueden empujar a la actividad económica. Tenés mucho espacio por recorrer.

Sectores

—¿Qué sectores van a quedar más golpeados con este recesión y cuáles pueden estar en mejor situación?

—Claramente hay sectores que van a crecer como la minería, el agro, el petróleo y la energía. Todos esos tienen mucha potencialidad, al igual que sistemas y software. Construcción puede ser que crezca, pero tiene que haber un reencuentro con el sector inmobiliario que va a llevar un tiempo porque hay un gap entre los costos de construcción y la demanda. De todos modos, creo que va a ser un sector que cuando empiece a rebotar, lo hará con fuerza. Me parece que va a pasar primero por un período de adaptación.

—Mucho más para aquellas empresas constructoras que dependían de la obra pública.

—Claro. La obra pública tiene que reaparecer, pero con formato de más créditos para las empresas, en formato PPP, con concesiones, más del estilo de los noventa o el Gobierno de Macri. Van a tener que reconvertirse las empresas. La construcción privada va a aparecer en la medida que haya inversiones, pero va a tener que pasar por un período de adaptación importante.

—¿Y la industria cómo avizora que quedará en este contexto?

—La industria es muy variada, hay una mezcla. Hay que ver. Hay industrias que han funcionado de cierta manera en Argentina que no pueden seguir funcionando así.

—La apertura de importaciones fue un llamado de atención para pedir igualdad de condiciones para poder competir.

—Sí. Pero hay que ver, porque no es la prioridad del Gobierno y no creo que vaya a serlo en ningún momento la industria argentina. Dicho de otro modo, quien estuvo viviendo bajo el paraguas del proteccionismo, no creo que sea la prioridad del Gobierno. No creo que el Gobierno quiera beneficiar al industrial y perjudicar al consumidor. Con la inflación como está, me parece que a medida que salga del cepo va a permitir mayor competencia a los industriales. Está bien que tienen muchos impuestos y tienen que bajarlos. Pero posiblemente el timing no sea óptimo. Va a pasar que se abrirá la economía, vas a tener mayor competencia y posiblemente el tipo de cambio pase por algún momento de protección. En otros procesos, los industriales se encontraron con apreciación cambiaria, muchos impuestos y apertura de importaciones. Eso no creo que lo viva el sector industrial, pero tampoco les van a igualar mágicamente las condiciones impositivas. Va a intentarlo el Gobierno, pero no creo que los tiempos sean los mismos. Y si lo hiciera, implica reacomodar muchas industrias.

—No todas las industrias estuvieron preparadas a este nivel de recesión y por eso, sobre todo las pymes, se preguntan cuánto más hay que esperar.

—La estimación es esa, ocho meses. Ahora, ojo que creo que va a haber modificaciones grandes en los sectores industriales argentinos. Si las cosas le salen bien al Gobierno, con una baja de inflación, apertura de la economía, son lógicas completamente diferentes a las que viviste. La industria producía muchos productos porque no tenía competencia de afuera.

—¿Cuánto va a incidir el clima político en el desarrollo del programa económico?

—Es difícil saberlo. Si el programa económico sale bien a pesar de la situación política, creo que es un punto para el Gobierno a la larga. Dirá que pudo hacerlo a pesar de la casta. Si la cuestión política se pone jodida y le tira atrás todas las reformas, creo que es un serio problema. No sé cuál será el humor social de una combinación de ese tipo.