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Ana Iparraguirre en Paraná: “Milei está caminando en la cornisa”

A pesar de que la paciencia social sigue siendo el mayor crédito, la politóloga considera que el Presidente está “surfeando una ola” y debe empezar a mostrar resultados. Analizó las tres opciones del peronismo y destacó la figura de gobernadores como Frigerio. Nahuel Amore

La politóloga Ana Iparraguirre disertó este miércoles en la capital entrerriana, invitada por el Sistema de Previsión Social del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Entre Ríos (Cpceer). El encuentro se llevó a cabo en el Aula Magna de UCA Paraná y contó con la exposición también del economista Fausto Spotorno, asesor del presidente Javier Milei.

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A su turno, la directora de Dynamis Consulting planteó los desafíos que enfrenta el jefe de Estado nacional, a seis meses de su asunción, y aseguró que se encuentra “en un punto de inflexión” y que “está caminando en la cornisa”. En diálogo con DOS FLORINES, consideró que si bien el crédito social es su mayor valor, alertó que “la gente está en busca de resultados económicos”.

En ese sentido, destacó la construcción identitaria de Milei que lo diferencia de “la casta”. “Él necesita pelearse con enemigos claros para seguir manteniendo esta identidad que le compensa la falta de resultados”, reflexionó la panelista colega de Carlos Pagni, quien además arriesgó el crecimiento político que están tomando los gobernadores como Rogelio Frigerio.

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—¿Cómo calificaría, a seis meses de gestión, la presidencia de Javier Milei?

—Me parece que está caminando en la cornisa, en un punto de inflexión. Hay tres variables principales que hay que mirar. Una tiene que ver con su relación con la opinión pública, que sigue siendo sólida, principalmente porque la alternativa a Milei es el pasado al que no quieren volver y, segundo, porque él genera una identidad con la gente. En su definición de casta hay una política identitaria que genera un vínculo fuerte. Después, hay otras variables donde tenemos grandes incógnitas. Una tiene que ver con el poder institucional que se está desplegando y lo vimos con el aumento de jubilados. Milei es definitivamente el Presidente más débil desde 1983 hasta ahora, sin gobernadores, 15% del Congreso cuando en promedio los presidentes han tenido el 45% y está en una batalla para ver si logra mostrar algún poder institucional que no lo logró. En algunos aspectos parece bien encaminado. Parecería que con ese poder institucional bajísimo puede llegar a pasar una reforma como la Ley Bases enorme y, al mismo tiempo, tiene desafíos en el Congreso muy grande. Ahí hay una incógnita muy fuerte.

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—Cuando hace referencia a cornisa, ¿qué factores cree que lo pueden hacer caer?

—En el tercer aspecto, de qué va a pasar con la economía. Ahí es importante pensar que la gente le está teniendo paciencia social a Milei, pero la economía no se está moviendo al ritmo para mostrar resultados. Este fin de semana tuvimos dos elecciones, en Sudáfrica y México, en la que las dos demostraron que los quiebres históricos pueden producirse. En los dos casos el driver fue la economía. Entonces, la gente está en busca de esos resultados económicos y, en nuestro país, le está dando a Milei un crédito por cuestiones macroeconómicas que nunca pasa. La gente en general ve las cosas por cómo afecta a su bolsillo. Pero ahora te hablan de logros de Milei como la baja de la inflación, el riesgo país, el déficit fiscal que no es tangible en el día a día. Y principalmente, lo ven como un profeta, alguien que está cumpliendo sus propias profecías. Antes de asumir, nos dijo que íbamos a estar muy mal, que se venía una noche y se vino. La gente está pésima, pierde el trabajo, no puede pagar las cosas… Tenía razón. Y ahora me dice que voy a estar bien, entonces le doy el crédito pesando que también tiene razón. Está surfeando esa ola, pero como pasa en todos lados, eventualmente tiene que estar acompañada de resultados. Y esa es la cornisa en la que está caminando.

—¿Cuánto más tiempo de paciencia hay? ¿Sigue siendo la Ley Bases un punto de inflexión o puede haber otro evento que acelere o dilate la cornisa?

—El punto de inflexión más fuerte en la sociedad argentina lo tuvo antes de las elecciones del 23. Llegamos a un punto de quiebre emocional los argentinos donde realmente no podíamos visualizar un futuro. Vino este señor y le dio a muchos la esperanza de que hay una alternativa. Pero como veníamos de un lugar donde no había alternativa posible, la percepción que hay, tanto en el círculo rojo como en la ciudadanía común, es que es la única alternativa posible y nos tenemos que abrazar a eso. Cualquier alternativa es volver hacia atrás al pasado. Y ese es el gran logro. Ahora bien, ¿qué pasa con el tiempo? Además de cuánto aguante la gente socialmente, hoy vemos que hay un 40% de los argentinos que está en el medio y va viendo, un 25% que lo va a aguantar pase lo que pase y un 25% que le picó el boleto.

—¿Tendrá que ver en esa paciencia con que hay una oposición todavía dispersa y fragmentada? ¿Es Milei o no hay nada?

—Exactamente. En realidad hay otra cosa; la otra cosa es volver al pasado que me trajo hasta acá. Y el gran logro de Milei fue definir el enemigo: soy yo o la casta. No es más kirchnerismo antikirchnerismo, ricos contra pobres, derecha contra izquierda; es Milei y las fuerzas del cielo contra la casta. Y en la casta engloba a todo lo demás y lo asocia al pasado. Y él es el futuro. Pero todavía no viene nadie a pelearle con ser lo nuevo. Ahora, hay un espacio para eso porque él todavía no logró dar resultados. El problema es que cualquiera que levanta la cabeza, él la engloba como casta y pasa a ser parte del pasado.

Peronismo

—¿Cómo ve al peronismo en este escenario?

—El peronismo está enroscado en eso. No logra salir de esa situación y está enfrascado en una complejidad porque tiene tres alternativas posibles. Una opción es dejar el partido de lado y armar uno nuevo. Armar ese nuevo partido tiene un gran riesgo porque el peronismo todavía es la primera fuerza de identificación partidaria de la Argentina. ¿Quién va a tirar esa marca? Todavía vale un montón. Está encerrado en eso, no logra renovarse, no logra cambiar, porque sigue teniendo una identidad fuerte, pero no le permite ganar y está asociada al pasado, con un techo muy bajo.

—¿Y cuáles son las otras dos opciones del peronismo?

—El segundo camino es asociarse con otras fuerzas políticas, como los radicales progresistas, el socialismo, partidos provinciales. El problema es que la sociedad te demanda cada vez más una identidad más nítida. Y cuando te asociás con otros espacios en los cuales compartís algunas ideas pero tenés diferencias institucionales, eso genera una inconsistencia que el votante hoy no la aguante porque quiere cosas nítidas, blanco o negro. El tercer camino es quedarse con el peronismo, pero reformarlo; Kicillof diría ‘canto una nueva canción’. Es decir, armar un nuevo peronismo.

—El peronismo tiene experiencia de regenerarse si es necesario para alcanzar el poder.

—Sí. Pero eso requiere un liderazgo indiscutido. Tiene que haber una persona que tenga el liderazgo del partido, diga que hay que ir para allá y el partido lo siga. Y hoy tenés el partido fragmentado y nadie está pudiendo cooptar ese lugar para desafiar el partido y liderarlo en una dirección clara. Está en esa encerrona.

—¿Qué lectura hace de los cambios en el Gabinete nacional, con mayor protagonismo de Guillermo Francos, justamente de raíces peronistas?

—Cuando Milei asumió, en una de sus primeras entrevistas dijo: “Yo tengo un mandato claro. Vengo a bajar la inflación, mejorar un poco la seguridad y el resto, la vida”. Como diciendo, que del resto se ocupe otro, que no es su problema. Ahora, me parece que están entendiendo que la vida es su vida, su gobierno, su evaluación de gestión. Por cosas como el gas, la votación de los jubilados o los alimentos, empiezan a decir que no es sólo la economía, sino que hay más cosas. En ese contexto dice traer a alguien que lo pueda operacionalizar, que es Francos, que al mismo tiempo negocie con el Congreso porque necesita las herramientas para poder gobernar y empezar a mostrarle resultados a la gente. Ahí también se enmarca lo internacional. Él necesita pelearse con enemigos claros para seguir manteniendo esta identidad que le compensa la falta de resultados. “No tengo resultados, pero ojo porque enfrente tenés los malos. Quedate conmigo porque enfrente tenés algo peor que yo”. Como no puede seguir peleándose fuerte con la casta local porque necesita sus votos para poder gobernar, busca otros con los cuales pelear y seguir mostrando la misma identidad. Por eso, va y pelea con Sánchez, con Petro, que tiene un costo político mucho más bajo que pelearse con Frigerio.

El rol de los gobernadores

—¿Cómo ve el poder que pueden demostrar gobernadores como Frigerio?

—Creo que lo más nuevo que hay en el sistema político argentino hoy, además de Milei, son las figuras de los gobernadores. Hubo una gran renovación de renovadores jóvenes que están en su primer mandato. Ahora bien, el desafío de una alternativa a Milei bien podría venir por un gobernador joven del interior de la Argentina, que tenga un desafío diferente de lo que solemos ver, con experiencia de gestión, pero al mismo tiempo no tan contaminado de la vieja política. Hay varios gobernadores jóvenes, Frigerio entre ellos, que podrían cumplir ese rol y desafiarlo a Milei como algo más novedoso. El problema es que muchos de estos gobernadores están aprendiendo a gestionar sus provincias porque son nuevos, están teniendo que ocuparse de sus provincias y pensando principalmente en asegurar una reelección antes que ir por el premio mayor de la Presidencia. Desde ahí podría venir un desafío a Milei, mucho más que de los lugares históricos como la provincia de Buenos Aires. Pero esos mismos gobernadores están más preocupados hoy por sus provincias que por lo nacional. Y su relación con lo nacional hay que leerla en el contexto de qué buscan para sus provincias más que su carrera política.