Con su delivery de postres, “Pintó la Gula” abrió un nuevo nicho de negocio en Paraná

14/10/2018

Con las redes sociales y la entrega a domicilio como pilares de su estrategia de negocios Pintó la Gula se ganó el paladar de los paranaenses. Juan Manuel Alzamendi

El proyecto surgió casi por azar, al identificar una idea de negocio que podía llegar a funcionar en Paraná. Pintó la Gula es un emprendimiento familiar por donde se lo mire. El equipo emprendedor está compuesto por los hermanos Muñoz: Agustina (26 años), Juan Manuel ( 23 años), Justo (19 años) y Clementina (18 años), que son socios igualitarios. A ellos se le suma su mamá, Silvia, y la hermana mayor, Paula (28 años), que trabaja por jornadas. Recientemente el staff se amplió con otra cocinera y una asistente. Otros familiares también se terminaron sumando, la hermana de Silvia está “todo el día” y parte del packaging en el cual se entregan los pedidos también son de mano de obra familiar.

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Los Muñoz se subieron a la ola de postres y tortas, aunque apuntando a un nicho diferenciado a las propuestas del segmento preexistentes en la ciudad. Sus claves fueron la entrega a domicilio y venta por redes sociales, respaldado por productos de buena calidad y porciones abundantes.

Entre sus propuestas sólo contemplan postres individuales y el nombre del emprendimiento explica el por qué: “justamente la idea es que te pinta la gula y, en vez de pedirte un helado, nos llamás a nosotros. Apuntamos a cubrir esa necesidad en un momento en que todos los lugares que venden torta están cerrados”, comenta a Silvia a DOS FLORINES en una charla en la que la cocinera principal y mecenas de Pintó la Gula, nos brinda los detalles del negocio y las claves que los han llevado a ganarse un lugar entre los amantes de lo dulce en la capital entrerriana.

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Actualmente tienen 3.600 seguidores en Facebook y casi 18 mil en Instagram, que se traducen en unos 120 pedidos diarios y el doble durante los fines de semana. Esto confirma el buen olfato del equipo emprendedor y la respuesta que han tenido de un público que no deja de expresar su satisfacción por los productos a través de las plataformas 2.0.

El proyecto fue forjado bajo una especie de tradición familiar tácita en donde, en simples líneas, los padres costean la materia prima y los hijos llevan adelante la venta.

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Ya habían empleado esa fórmula para viajes de egresados o eventuales vacaciones, por ejemplo. Independientemente de lo económico, esa lógica encierra más bien una mirada filosófica: la del esfuerzo empeñado para conseguir lo que uno quiere.

Esa fue la manera en la que los Muñoz iniciaron su emprendimiento, que comenzó un poco en juego, sin un plan de negocios ni demasiada planificación pero que hoy, a menos de un año de su puesta en marcha, se ha tornado un proyecto autosustentable, consolidado y que mira al futuro con optimismo.

LA IDEA
Silvia tenía las tardes libres y actitud emprendedora, siempre estaba pensando en hacer algo. Pero la chispa que encendió la llama en Pintó la Gula fue una comunicación telefónica con su hijo Juan Manuel, que la llamó para contarle la idea que había visto en Rosario, en donde estudia medicina: “Mirá esto má, esto te va a encantar”, arriesgó y no se equivocó. Se trataba de un delivery de postres. Corría noviembre de 2017.

Silvia les ofreció hacer algunas de las tortas de las que preparaba habitualmente “para probar”, con la idea de que sus hijos las vendan y puedan juntar un poco de plata para las vacaciones.
El esquema era simple, los padres aportaban desinteresadamente las materias primas y los hijos vendían los productos y se quedaban con las ganancias.

Para la prueba piloto el marido de Silvia, que es contador, realizó dos cálculos: uno de mínima, que era el piso a partir del cual el emprendimiento podría llegar a funcionar y otro más ambicioso que auguraba el éxito. “Vendimos mucho más de lo que esperábamos, fueron dos días de unas tortitas y al tercero pasamos a un nivel de demanda que nos sobrepasó. Nos quedamos sin stock”, recuerda Silvia.

Pegó muy fuerte en redes sociales y los pedidos tuvieron un crecimiento exponencial: “Todo fue muy rápido y bastante sostenido”, repasa y recuerda que uno de los indicadores del salto cualitativo fue la reunión con proveedores “me venían a ver de las marcas que se te ocurran”, afirma.

INVERSIÓN Y FUNCIONAMIENTO
—¿Con qué capital iniciaron?
—”Independientemente de la situación en la que nos encontrábamos, nosotros siempre fuimos de la idea de que los chicos se esfuercen para conseguir sus cosas. Entonces siempre hicieron sus cosas para vacacional o para viajes. Ese fue el esquema inicial y por eso mismo no requirió una gran inversión”.

—Fue progresiva con el crecimiento…
—“En principio fue solo materia prima. Yo tenía muchos de los materiales necesarios porque siempre me gustó cocinar. Después se fueron dando algunas oportunidades, compramos una batidora industrial de un establecimiento que cerró en Buenos Aires.
De a poco fuimos adquiriendo algunas cosas más. Ya teníamos freezer, después compramos otro, luego sumamos uno más”.

—¿Y respecto al espacio físico?
—“El emprendimiento funciona en nuestro domicilio particular. Tenemos un espacio, separado de la casa que cuenta con ingreso independiente, así que nos vino bárbaro para esto”.

—¿Cómo se organizan con los pedidos?
—“Empezamos con la idea de que uno de los socios tome esa tarea y así fue al comienzo, con una bici y una bici-moto para los pedidos más alejados.
Eventualmente se contactó un chico para ofrecerse como cadete, aunque sinceramente no creímos que lo fuésemos a necesitar, pero igualmente hablamos con él. A la semana lo tuvimos que llamar porque no dábamos abasto.

—¿Cuentan con un staff estable de cadetes?
—“Arrancamos con él y después trajo a otro chico. Al principio nos costó bastante armar un grupo estable, pero por suerte logramos conformar un equipo hermoso. Ahora tenemos un grupo de seis cadetes fijos y dos suplentes. Ya son parte de la familia y el éxito es tanto nuestro como de ellos”, destaca.

PROCESO
—¿Cómo estiman la demanda?
—“Comenzamos al tanteo, se va vendiendo lo producido en el día, no en función de pedidos previos. Hoy ya sabemos cuáles son los postres más solicitados y cuántos hacer.
La producción se hace en el día: desde que se cocina hasta la refrigeración se hace en el mismo lugar y terminamos de preparar el postre en el momento en que sale el pedido.

—Debe ser un esquema de trabajo bastante intenso…
—“Sí, la mayoría de los pedidos entran de 20 a 23.

—¿Y las entregas?
—“Durante los fines de semana los repartos son de 21 a 24 y los martes, miércoles, jueves y domingos de 20 a 23. Por eso insistimos en la importancia de reservar con tiempo”.

—¿Los lunes descansan?
—Sí, el lunes aprovechamos para organizar la semana, repasar stock de mercadería y descansar; aunque también preparamos algunas cosas como masas que necesitan algún tiempo de reposo. Fue difícil de determinar qué día cortar a causa de la gran demanda

—¿Cuántos pedidos tienen habitualmente?

—“Durante los días de semana estamos rondando en las 100 o 120 porciones en promedio, pero la demanda se duplica durante los fines de semana”.

VARIEDAD
—¿Cuál es el criterio para elegir los postres?
—“En general son los más clásicos. La elección resulta de un equilibrio entre la demanda de los clientes y la posibilidad real de elaboración, los costos y las posibilidades. Me encantaría hacer postres con frutos secos, por ejemplo, pero el costo sería demasiado elevado. Lo mismo sucede con una torta helada, no podíamos trasladarlo”.

—¿Qué postres ofrecen actualmente?
—De manera permanente generalmente ofrecemos chocotorta, cheescake de frutos rojos, cheescake de oreo, mousse de chocolate, chocooreo, torta oreo, chajá, flan con dulce de leche, rogel, tiramisú, lemon pie y tarta de frutilla.

—¿Hay variaciones?
—“A algunos los hemos incorporado para fechas especiales, pero nos ha pasado que luego nos lo siguen pidiendo, como fue el caso del chajá. Para el día de la madre estamos pensando un postre de maracuyá, ya que hemos recibido varias consultas al respecto y creemos que puede andar bien para el público femenino”.

A FUTURO
—¿Qué planes tienen para el desarrollo del emprendimiento?
—“Queremos seguir consolidándonos y quizá ampliar el espacio físico con el que contamos hoy. Además estamos trabajando en una página web para organizar mejor los pedidos, con un carrito de compras que vaya retirando el stock a medida de que se confirman las compras. Creemos que eso nos va a simplificar mucho el trabajo ya que actualmente todo ese proceso se organiza de manera manual”.

—¿No piensan en un local, por ejemplo?
—“Por ahora no, creemos que parte de los resultados que hemos conseguido radica en el delivery, ofreciendo un producto de buena calidad en el momento en que la potencial competencia, como puede ser una casa de tortas, está cerrada. Eso y el tamaño de las porciones, no solo que son generosas sino que lo que recibís es lo que ves en la foto, no le escatimamos a los frutos rojos o a cualquier ingrediente y eso se ve en la respuesta que tenemos en nuestros clientes”.

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