Gabriel Bourdin: “Las industrias trascienden gobiernos”
28/08/2022
El presidente de UIER destacó la importancia de “construir consensos” con los gobiernos para avanzar en políticas que permitan mejorar el empleo. Además, analizó los desafíos de las empresas en contexto de ajuste. Nahuel Amore
Gabriel Bourdin, presidente de la Unión Industrial de Entre Ríos (UIER), brindó una extensa entrevista a DOS FLORINES para analizar los diferentes temas de la agenda institucional y sectorial. En ese marco, destacó los alcances del programa de empleo que acordaron lanzar junto al Gobierno provincial, que contempla la realización de aportes no reintegrables a las empresas que incorporen trabajadores registrados, cuyos montos oscilan entre el 50 y el 80% de un salario mínimo.
En ese sentido, el empresario hizo hincapié en la construcción de consensos como alternativa para empezar a buscar soluciones a viejos reclamos. “Las industrias trascienden gobiernos”, afirmó, con vistas a poder continuar en el futuro con estos programas. Al mismo tiempo, llamó a dejar de lado las antinomias para dar lugar a la vinculación estratégica entre los sectores, con el objetivo de agregar valor, crear empleo privado genuino y desarrollar la provincia.
En otro orden, el industrial socio de Petropack analizó el impacto que pueden tener las medidas de ajuste fiscal que lleva adelante el Ministerio que conduce Sergio Massa y reconoció que es la clase media la más afectada. Sobre este punto, también puso la lupa en las restricciones a las importaciones, que generan signos de interrogación sobre la actividad productiva ante la necesidad de garantizar la provisión de insumos indispensables.
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Empleo industrial
—¿Cuál es la expectativa con este programa de empleo?
—La expectativa nuestra es usarlo. Hay para generar 1.500 empleos. Tendemos que ver si llegamos al año. La industria en Entre Ríos tiene 30.000 trabajadores. Si puede dar un golpe de un 5% en un año, creo que va a ser un ejemplo. No hay que olvidar que la empresa también tiene una responsabilidad sobre la formación, porque no toda la gente viene formada. Al contrario, tenemos un déficit enorme en educación y sobre todo en educación técnica que le importa al sector. Probablemente tomás un trabajador, lo orientás, lo guiás, aprenden y se entusiasman, pero hay otros que no; hay mucha gente que hasta le cuesta cumplir horarios. Esa cultura del trabajo se perdió. Y hay un rol importante que la empresa cumple en ese sentido, porque muchas veces se insertan en el mundo del trabajo y después son cuentapropistas. Muchas micropymes hacen luego su propio camino.
—¿Cuánto sirve este programa para combatir la informalidad?
—La informalidad está medida y se sabe que está en el primer tramo de las empresas, pymes y micropymes fundamentalmente, que es donde se está empezando y se tienen gastos que no pueden afrontar. Por eso creo que es un buen ejemplo de Entre Ríos, que ayude a resolver un problema estructural de la Nación como son los impuestos sobre el trabajo y las contribuciones sociales. La provincia está ayudando a la Nación a que, con programas distintos, pueda absorber ese costo.
—¿Cree que puede ser tomado como ejemplo por otras provincias?
—Sí. De hecho, ha despertado ese interés de ver qué está haciendo Entre Ríos. Porque se trata de un subsidio que va directamente a la empresa que demuestra que toma a la gente y la registra.
—El programa subsidia a la oferta y no a la demanda, una política que en otras oportunidades fue cuestionada.
—En este caso, el empresario toma una persona y le debe pagar todo el salario y todos los impuestos correspondientes. El que compensa es el Estado provincial en una parte, de acuerdo al tamaño y qué cantidad de personal esté contratando. Ese principio de ayudar más al chico o al mediano que al grande, es una buena medida.
—¿Cree que este tipo de programas, al igual que una nueva ley de Promoción Industrial, pueden atraer aquellas inversiones que no llegaron a Entre Ríos por falta de incentivos?
—Primero creo que son recuperables. Para ello también es necesario brindarle al empresario o emprendedor el servicio que necesita para instalar su fábrica o emprendimiento. Muchas veces van a un parque industrial y no hay terrenos, energía u otro servicio. Se torna una proeza. Por ejemplo, esos cambios se experimentan hoy con el Parque Industrial de Paraná, porque ahora tiene domos de vigilancia, luz LED, conectividad, se están asfaltando caminos, se hicieron ingresos nuevos. Uno no puede sopesar eso porque también son logros que se van haciendo en el entendimiento y con consensos, entendiendo que va por ahí el progreso.
Consensos
—Estas políticas fueron siempre reclamadas por los empresarios y ahora parecieran empezar a destrabarse. ¿Qué cambió en el espíritu de época para que hoy sienta que el Estado los está acompañando?
—Yo creo que los consensos se construyen en el diálogo.
—¿No hay en el Estado un temor al fracaso y que algo nuevo hay que hacer para revertir el estado de situación?
—En lo que me toca transitar, creo que están convencidos para dónde hay que ir, que somos una provincia que tiene que ser productivista, con transformación de bienes y generación de valor en materias primas. Una de las industrias más potables e importantes es la agroindustria. Generalmente son empresas que tienen sus campos propios y buscan el valor agregado. Esa diferencia entre campo e industria no existe; la antinomia puede ser de una dirigencia de otra época pero no de hoy. La relación es cada vez más cercana y necesaria. El mundo demanda alimentos y la producción se hace a partir de las materias primas. Esa es la vinculación que más hay que buscar, con propuestas. A los ‘pero’ hay que encontrarlos de camino e ir solucionándolos. Hay que buscar la solución a los problemas.
—La industria se recuperó a casi el 70%, pero aun así hay incógnitas hacia el futuro. ¿Llega en buen momento el proyecto de empleo?
—Sí, por distintos motivos. Uno, porque al Gobierno le interesa que sus fuentes genuinas de trabajo se mantengan y también para que tengan un incentivo para crecer. Si querés tener la promoción, debés aumentar la plantilla de personal por encima de lo declarado al 31 de julio. La medida pone el foco en el cuidado del trabajo, con un cepo de la plantilla pensando en que la economía puede tener diferentes avatares. El empresario va a mantener su nómina laboral. Además, obliga estar al día con los deberes impositivos y no tener deudas fiscales con la Provincia. El programa también va contra la informalidad y se pone un incentivo en el crecimiento. No se puede vivir sin crecer; las industrias se desarrollan porque si no terminan vetustas.
—El programa dura un año y luego habrá que evaluar cómo se sigue en 2023. ¿Cómo piensa que la entidad continuará con sus gestiones ante un eventual cambio de gobierno a nivel provincial, que no sucede hace 20 años?
—Las industrias trascienden gobiernos y creo que la dirigencia también trasciende sus espacios que ocupa de responsabilidad. No es una cosa que mire con preocupación. Ojalá que cualquiera que gane piense en transformar lo que está mal, mejorarlo y, lo que está bien, seguir apoyándolo. No puede haber otro pensamiento. No sé si es la lógica de la política, pero es lo que necesitamos.
Coyuntura
—¿Cómo analiza el ajuste fiscal que está realizando la Nación? ¿Cómo cree que afectará en el nivel de actividad?
—Realmente es una incógnita cómo el ajuste va a afectar a futuro. Lo cierto es que cualquier persona con nociones de economía sabe que tenemos un gasto público absolutamente elevado que no se puede financiar con deuda externa ni con deuda interna, que no hay para vender empresas del Estado como pasó en la década del noventa y que tampoco se puede emitir ni seguir subiendo impuestos. Lo que no vemos es el ajuste de la política como gesto. Sí vemos un fenomenal ajuste sobre la clase media. Como esos recursos no alcanzan para cubrir el déficit fiscal, lo que hacen en pedir que se adelanten retenciones del agro o que las grandes compañías aporten un porcentaje a cuenta del impuesto a las ganancias. Es como consumir anticipadamente los stocks productivos que el país tiene. En términos de economía, si bien soy optimista por naturaleza, la Argentina está en una situación muy complicada. Por eso valoro los gestos en la provincia cuando realmente se está poniendo mucho esfuerzo para sostener la producción y las empresas. Se sabe quién genera riqueza y quién paga los impuestos. Ese aparato productivo hay que apoyarlo para que la gallina de oro no se manque.
—¿Cuánto cree que puede gestionar la UIA para evitar que el ajuste afecte la actividad, sobre todo por las trabas a las importaciones de insumos?
—Por supuesto que la UIA tiene una visión productivista y realizan gestiones al respecto. El problema es que en 15 años estuvimos sólo dos años y medio sin cepo. Ha sido siempre una economía absolutamente controlada. Ahí tuviste un montón de tipos de cambio y este ejercicio para importar no sirve más. Hay gente que está proponiendo ir hacia un tipo unificado de cambio.
—El Gobierno reconoce que se quedó sin dólares y por ello justifica el freno a las importaciones.
—Es cierto que no tiene dólares, pero es cierto que se generan. Las exportaciones argentinas son récord. La diferencia de la balanza comercial ha sido positiva. Cada vez gastamos más, ese es el problema. No hay un acuerdo para bajar el gasto público. Hubo un ajuste muy fuerte en el último año del gobierno nacional anterior, pero después se liberó y hoy no tenés ni crédito. Con los créditos que ofrecen al 70 u 80% no sabés si te dan una mano o un salvavidas de plomo.
—¿En cuánto está la rentabilidad de la industria hoy? ¿11 o 12%?
—Sí, y mucho menos también. Cuando se cierran los números termina siendo una utilidad del 7 u 8% en los mejores casos.
—¿Entiende que ese ajuste golpea más a las familias? ¿Por dónde es la salida?
—En este contexto, que entró más gente en la pobreza, que bajaron los ingresos de la clase media, es obvio que el poder adquisitivo es menor. El PBI per cápita es bajísimo en dólares, incluso comparado con otros países de la región. Es un futuro que solamente en la Argentina se puede salir a partir de construir consensos. Si faltan dólares, hay que saber para qué se van a utilizar: si se los vas a dejar a esa misma gente que los está generando para que vuelva a comprar insumos y producir; o si los va a tomar el Estado y vas a tener que pedir permiso para traer un artículo. Después eso repercute directamente en el precio. ¿En qué va a terminar, en una hiperinflación? Al tener menos productos, tenés que sostener un negocio con costos elevados y menos materias primas. Por eso creo que solamente poniéndose de acuerdo se sale. Cuesta ser optimista cuando ves que tanto el Gobierno como la oposición son una coalición política. Estamos con dos coaliciones enfrentadas con sus problemas internos. Creo que se deben dejar de lado los egos personales en estas disputas y pensar en el bien común de la gente.