ENFOQUE

El mercado interno como motor del crecimiento nacional

Mauro González, Cecreda  /  El presidente del Centro Estratégico para el Crecimiento y Desarrollo Argentino escribió una columna de opinión denominada: El mercado interno como motor del crecimiento nacional: un marco para el desarrollo de políticas de promoción. La misma se reproduce íntegramente en este espacio.

Para Argentina, como para la mayoría de los países latinoamericanos, su verdadero mercado natural es su mercado interno y la principal causa de crecimiento ha sido y seguirá siendo la demanda interna de los productores y consumidores.
El fortalecimiento del mercado interno supone proyectos productivos, sustentables, desde el punto de vista económico, ambiental y regional, además de constituir una de las formas más eficientes para disminuir los efectos de la actual crisis en el mundo.
La economía argentina ha crecido, en los últimos años, impulsada principalmente por su mercado interno.
Una de las ilusiones con que se trató de justificar la apertura y el cambio de modelo económico a principios de los años noventa era que el comercio exterior iba a constituirse en el gran motor del desarrollo; sería la fuente más dinámica del crecimiento económico- social. Según los dictado por el pensamiento económico de ese momento, atrás había que dejar esos modelos antiquísimos sobre la sustitución de importaciones, la protección a la agricultura y la industria nacional, para poder entrar al nuevo mundo de la globalización.
Los hechos mostraron el fracaso evidente de esas tesis, que dejó como consecuencia una recesión profunda y desempleo a lo largo y ancho, no sólo de Argentina, sino también de América Latina.
Hoy, otra historia. Para Argentina, como para la mayoría de los países latinoamericanos, su verdadero mercado natural es su mercado interno y la principal causa de crecimiento ha sido y seguirá siendo la demanda interna de los productores y consumidores.

Falsa disyuntiva.
No se trata de negar la importancia de las exportaciones, ni de plantear una falaz disyuntiva entre mercado interno y externo. Nunca los difamados modelos de desarrollo basados en la sustitución de importaciones han dejado de prestar atención prioritaria a la promoción de las exportaciones. En cierto modo, también eran modelos aperturistas, pero con una pequeña diferencia con respecto a la apertura neoliberal de principios de los noventa: buscaban la apertura hacia fuera, para exportar más, y no hacia adentro, para que la competencia de los subsididados productos importados acabara con la producción nacional.
En la actualidad vivimos en un mundo globalizado que, indiscutiblemente, tiene ventajas dentro del comercio exterior; pero que no necesariamente se traducen siempre, ni en cantidad ni en calidad, en mejores condiciones de vida para nuestra población. En ocasiones, el volumen de nuestro comercio exterior se debe más a las adquisiciones que a las exportaciones, o bien nuestras exportaciones no contienen suficiente innovación tecnológica o valor agregado.
El fortalecimiento del mercado interno no puede ubicarse al margen de esta globalización. Los proyectos productivos y la actividad económica deben realizarse en condiciones de competitividad para ser sustentables, desde el punto de vista económico: los bienes y servicios de exportación, incluido el turismo, deben ser competitivos para colocarse en los mercados externos; y los productos de la actividad económica destinados al mercado interno deben ser también competitivos en términos internacionales.
La consolidación y desarrollo del mercado interno eleva el bienestar de la población. En efecto, los hechos han demostrado que toda economía altamente desarrollada cuenta con un fortalecido mercado interno y su población disfruta de mejor calidad de vida. Así, mercado interno fuerte y mejor calidad de vida son dos caras de la misma moneda.
Un mercado interno fuerte es reflejo de relaciones humanas menos injustas, fundadas en la moral y en el Derecho, que generan bien para todos. Así, las clases con menos posibilidades puedan acceder a los servicios básicos, para mantener activa la economía del país. De esta manera, se ha demostrado que una de las claves para este crecimiento es que los sectores más vulnerables tengan acceso a los servicios básicos. Todo lo que ganan lo consumen y mantienen la fuerza de la actividad económica.

Recursos.
Para fortalecer el mercado interno, se requieren recursos económicos: dinero en manos de la población; inversión privada cuantiosa y estable y recursos fiscales crecientes. El dinero en manos de la población no debe ser consecuencia de un mero acto de generosidad, sino retribución al trabajo productivo, realizada con justicia. Sin dinero en manos de los argentinos, de los compradores, de poco sirven los bienes y servicios que se ofertan, cuando del apuntalamiento del mercado interno se trata. Ahora bien, hablamos de bienes y servicios ofertados por empresas eficientes, con precios competitivos, porque los bienes y servicios caros no circulan y el mercado interno se paraliza. Y para seguir acelerarando el crecimiento económico y la generacion de empleo, y disminuyendo la pobreza, es indispensable continuar impulsando la demanda interna, para lo cual debe aumentarse la capacidad adquisitiva de los argentinos.
El fortalecimiento del mercado interno supone proyectos productivos, sustentables, desde el punto de vista económico, ambiental y regional, además de constituir una de las formas mas eficientes para disminuir los efectos de la actual crisis en el mundo. De esta manera se destaca que la estrategia del comercio administrado para resguardar los puestos de trabajo ha dado resultados satisfactorios a la industria nacional argentina, que logró en el último año sustituir importaciones por mas de u$s9.200 millones de dolares. El incremento en esta sustitución de importaciones no es casualidad; es el resultado de una política industrial que prioriza la defensa del trabajo argentino y la agregación de valor.
Hoy vivimos en un mundo en el cual estamos viendo la turbulencia que afecta a los mercados internacionales. La actual crisis proviene de la iniciada en 2008, que aun no ha sido resuelta por los países industrializados, frente a la incertidumbre existente en Europa y la amenaza de una desaceleración de la economía a nivel global. Aun en condiciones de relativa estabilidad frente a lo que sucede en otros países, no debemos relajarnos, pero sí valorar lo que tenemos y seguir trabajando en profundizar todas aquellas políticas que necesitamos corregir, algunas de las cuales no se han hecho mal, sino que simplemente han tenido distorsiones.
Para ello es necesario defender a ultranza nuestro mercado interno de la competencia desleal. No podemos permitir perjuicios a nuestra industria nacional que impliquen el deterioro de las condiciones laborales de los trabajadores, ya que no es posible contar con un Proyecto Nacional con inclusión y trabajo sin un exigente programa de desarrollo de la industria nacional y un fuerte y sostenido mercado interno.
 

 

 

 

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