¿Volveremos a 2008?
07/02/2021

Por Danilo Lima, editor de Dos Florines
Lo que en boca de la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca, fue una advertencia, en boca del presidente Alberto Fernández se transformó, lisa y llanamente, en un ultimátum. El Gobierno nacional, lo admitió el propio jefe de Estado, está decidido a aplicar una herramienta –o acaso dos– para, en teoría, frenar el alza de los precios de los alimentos: aumentar las retenciones y/o restaurar los cupos de exportación.

Con estos dos instrumentos, a los que apeló siempre –o casi siempre– el peronismo cuando la inflación se volvió demasiado peligrosa, Fernández imagina que podrá domar un problema histórico de la Argentina y que, hoy por hoy, se ha transformado en una de las principales preocupaciones de los ciudadanos, sobre todo de los trabajadores, cuyos salarios han sido pulverizados, y los desocupados que viven momentos de extremada angustia.
En este marco, el Presidente apuntó sus dardos, otra vez, a los productores agropecuarios y los acusó de ser los responsables del aumento de los precios de los alimentos básicos. “A mí me votaron para ejercer el poder cuando tengo que ejercerlo. No se puede especular en este contexto, no tienen derecho a lastimar la tranquilidad de la gente”, les dijo Fernández a los productores. Y, para que no quedaran dudas, añadió: “Si (los productores) no lo entienden, me obligan a resolver el problema y no pueden hacerse los desentendidos”.

El aumento de las retenciones o el retorno de los cupos de exportación, o los dos instrumentos a la vez, entonces, pareciera, están a la vuelta de la esquina. Un nuevo conflicto entre el campo y el Gobierno, también.
Es que, por un lado, no hay ningún argumento que pueda hacer cambiar la opinión del oficialismo dado que en la Casa Rosada y en el Ministerio de Economía –y ni hablar en el principal asiento del Senado– entienden que las retenciones permiten desacoplar los precios internacionales de los domésticos –probablemente jamás comprendan que el mismo objetivo se puede lograr con una mayor producción–; y, por otro lado, los productores difícilmente cambien su opinión de que estas políticas oficiales sólo buscan perseguirlos, castigarlos y ponerlos de rodillas. Cualquier parecido con 2008 no es casualidad.

En el Gobierno, evidentemente, hay miradas distintas respecto de los incrementos de precios. Cuando suben las carnes, el pan o los lácteos, los funcionarios hacen fila para criticar a los productores agropecuarios, y, en no pocas ocasiones, demonizarlos; pero cuando los que suben son los precios de los combustibles, por ejemplo, los mismos funcionarios callan. ¿Será que los aumentos del asado, el pan y la leche son inflacionarios y los de los combustibles no?
Existe, por otra parte, una mirada oficial ciertamente incomprensible desde el sentido común. La suba de las cotizaciones de los commodities es siempre bienvenida en cualquier país exportador de alimentos, por la sencilla razón de que sus ingresos fiscales engordan; en la Argentina, en cambio, según la diputada Fernanda Vallejos, es “una maldición”. Increíble.
A propósito, un eventual aumento de las retenciones o el regreso de los cupos, inevitablemente, llevará a una menor producción –el trigo 2021 será la primera evidencia–, tanto para el mercado interno como para la exportación; los ejemplos sobran.
Y las consecuencias, seguramente, serán dos: los precios internos subirán, para desgracia de trabajadores y desempleados, y el saldo exportable se reducirá, para desgracia, en este caso, del Estado que verá caer el ingreso de los siempre ansiados dólares.
La ecuación no cerrará. No es una cuestión de derechas o de izquierdas, de neoliberales o de progresistas; es una cuestión de matemáticas.
La decisión de Fernández de apelar a aquellas herramientas, fuertemente rechazadas por el campo, vuelve absolutamente verosímil la posibilidad de un nuevo y duro conflicto entre los productores y el Gobierno, similar, acaso, al de 2008 cuando el Gobierno de Cristina Kirchner intentó instaurar las retenciones móviles, a través de la Resolución 125.
El vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), el cordobés Gabriel De Raedemaeker, ya lo adelantó: “En el caso de que finalmente el Gobierno resuelva aumentar las retenciones no hará falta consultar a las bases porque ya sabemos qué piensan. Vamos a un enfrentamiento directo”.
¿Volveremos a 2008? Todo parece indicar que sí.