ENFOQUE PORTADA

Utopía

Por Jacinto Debali, presidente de la Sociedad Rural de Gualeguay.

El diccionario describe a la utopía como plan o proyecto halagüeño y honorable pero irrealizable.

La República Argentina, desde el fondo de los tiempos, es un país fundamentalmente agrícola-ganadero, el “granero del mundo” se llamó alguna vez (quizás exageradamente).

Salvo en las grandes capitales, un enorme porcentaje de los pueblos del interior están poblados por ciudadanos que de una u otra manera están ligados al sector agropecuario, es decir somos muchos. Si somos muchos, deberíamos tener más peso, más influencia, más intervención en las cuestiones que los Estados municipales, provinciales y nacional determinan para el sector; sin embargo es poco y nada lo que podemos hacer al respecto.

¿Por qué esto es así? Porque son pocos los que están dispuestos a donar parte de su tiempo y su intelecto a luchar por una causa justa que los debería convocar.

No es ningún secreto que hay países en donde los ciudadanos involucrados en tareas atinentes a la tierra están organizados y defienden con peso propio sus intereses, como Brasil o Estados Unidos, en forma de partidos políticos, asociaciones de productores, movimientos agrarios, etc. No es necesario copiarlos pero por lo menos sería útil tomar nota, porque sin masa crítica, sin peso electoral, divididos y recelando unos de otros como ocurre en Argentina, jamás lograremos imponer criterios propios.

Los gobiernos jamás respetan a los débiles, a esos los imponen; los gobiernos tienen que sentir el peso de los ciudadanos en todo momento y los ciudadanos debemos reclamárselo, de lo contrario no se interesan.

Todo el campo, agrícola, ganadero, frutihortícola, economías regionales, agroindustrial, exportador, etc., debe estar unido y organizado, tener legisladores, ministros, secretarios de Estado, cargos ejecutivos en la estructura del Estado, que defiendan al sector e impongan criterios convenientes para el sector. Que seguramente serán convenientes también para el país.

Lógicamente que para armar un gran movimiento nacional que involucre a todos los sectores ligados al campo hace falta tiempo, dinero, gente capacitada, idónea, honesta y dispuesta a meter los pies en el barro político en donde alguien ha dicho, que por momentos hay que tirarle la honra a los perros. Porque, no nos engañemos, por momentos es así de dura y triste la tarea de un político, pero necesaria.

¿Tendremos esos hombres en número suficiente, con condiciones, carisma, verdaderamente identificados con las necesidades del sector? No lo sabemos; pero debemos intentarlo.

No creo que sea útil pretender ser gobierno, pues esa tarea excede en mucho nuestras capacidades y nos desviaría de nuestros objetivos, hay asuntos que no sabemos ni queremos enfrentar, nuestra meta es mejorar la renta y las condiciones de trabajo para el hombre de campo, desde el peón hasta el empresario.

“Tengo un sueño” dijo Martin Luther King, no lo logró plenamente, ni llegó a verlo, pero sembró una semilla, algo semejante podríamos hacer nosotros, que de sembrar sabemos más que muchos.

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