ENFOQUE

Urribarri escapa hacia adelante

Gustavo Sánchez Romero | Editorial Dos Florines


Si como lo presagian algunos pronósticos que nacen del propio Gobierno provincial se cumplen, Sergio Urribarri compensará la caída de votos que habrá tenido este domingo en relación a su elección anterior, donde superó en Entre Ríos el 54 % de la presidenta Cristina Fernández y se convertirá en el Jefe de Gabinete, sustituyendo la insípida gestión de Juan Manuel Abal Medina. 
Esta medida tendría un doble anclaje: le permitirá mostrar cambios a un Ejecutivo Nacional que muestra síntomas de agotamiento y oxigenar la gestión de una presidenta que, sobre llovido, se encuentra enferma.
El Gobernador entrerriano ha “vendido” esta opción como “el liderazgo entrerriano a nivel nacional” –que no es más que un eslogan rayano con la exageración- en un gabinete genuflexo y donde nadie se mueve sin que Cristina dé la venia. 
Sin embargo, y he allí el argumento central, Urribarri confirmaría su deseo de convertirse final y definitivamente en el delfín de los Kirchner y su círculo áulico para una sucesión que el gobernador en principio –a seguro lo llevaron preso- le garantiza sin sobresaltos.  Mal quisiera el hombre fuerte entrerriano que le pregunten a su antecesor por el resultado de esta experiencia.

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GESTIÓN. De todas maneras, no deja de ser un premio para una gestión de gobierno que ha permitido mejorar indicadores en Entre  Ríos, aunque lejos de los aspavientos que los principales funcionarios realizan y que la comunicación oficial lanza a los aires con la fruición de una tormenta interminable invirtiendo onerosos recursos públicos. 
Será difícil la gestión para el próximo gobernador porque en muchos aspectos Urribarri ha elevado el umbral muy alto. Con viento de cola y muchos recursos concentrados inequitativamente en Balcarce 50, el Gobernador supo gestionar fondos imprescindibles, y muchos entrerrianos se lo agradecieron en votos, especialmente en las empresas y el campo, aunque eso parece estar cambiando. 
Nadie puede pensar seriamente que José Cáceres tendrá un ápice de estas virtudes cuando el “Jefe” se instale en la gran urbe.
Urribarri llegará a Buenos Aires, si esto finalmente ocurre, en un escenario harto complejo, y craso error cometerá –como hacen hoy por hoy sus funcionarios que se frotan las manos- si no lee el mapa poselectoral adecuadamente, y puede, sin saberlo, estar jugando una ruleta rusa.
El día que Daniel Scioli anunció que no acordaría con Sergio Massa y permanecería con sólo un pie en el Kirchnerismo, recibió la mejor y la peor noticia, simultáneamente. 
El hecho que Scioli se quedara en el espacio de Gobierno dejó con vida al Kirchnerismo en el espectro político –sólo pensar, a la luz del resultado electoral, un eventual acuerdo entre Scioli y Massa brinda la dimensión de lo que sería hoy el partido de Gobierno- y esto mantuvo expectante la pretensiones futuras de trascender del entrerriano; pero esta jugada le permitió a Scioli cargar al hombro a un gobierno que se llenó de fracasos y no logra articular políticas serias para resolver los problemas y profundiza un discurso para los sectores medios cada vez más esquivo y es hoy, sin duda, el dueño del futuro del espacio. Scioli sostiene hoy la credibilidad del Kirchnerismo y tracciona a Martín Insaurralde.  
Mal que le pese, aquél que fue denostado en el club Echagüe de Paraná no hace mucho meses atrás y denunciado por liberal, mojigato y pusilánime por Urribarri y “El Cuervo” Larroque garantizó un puente con la sociedad que ya repudia una forma de gobierno y que ningún otro funcionario puede avalar.
A esto lo sabe Scioli, Cristina y todo el peronismo que al día después de las PASO asfaltó los caminos hacia el intendente de Tigre, y que si el resultado se profundiza el domingo se acelerará. A esto lo sabe Urribarri que asumirá un cargo clave que le dará visibilidad nacional que es lo que busca; pero con ella vendrá una plataforma de problemas para un Gobierno que debe asumir más temprano que tarde, y que para algunos sucederán desde el próximo lunes.

PROBLEMAS. Si bien es cierto que para muchos se advierte un cambio de época y todo lo que huele a Cristina aleja hoy a dirigentes y sociedad –esto es siempre una irresponsable hipótesis para un apellido que ha sabido resurgir de encerronas complejas-, Urribarri podría estar accediendo a la cúspide  de un palo enjabonado, y el resultado no dependerá sólo de la buena voluntad del sueño entrerriano. 
Analistas nacionales aseguran que los intendentes y principales dirigentes del Peronismo no aceptan de buena gana su candidatura, y aunque saben que el próximo presidente será peronista, consideran que la opción tiene dos apellidos: Massa o Scioli.
Dos años es mucho tiempo y no lo es tanto. Pero claramente dependerá de las condiciones económicas y sociales, y de lo que quede de la gestión de una presidenta que estará más debilitada con acechanzas económicas. 
Y Urribarri será un eslabón clave de este proceso. 
Gran parte del relato comienza a tambalear. El gasto público deberá recortarse, el déficit fiscal es ya intolerable, se achica dramáticamente el superávit comercial, el Banco Central pierde peligrosamente reservas y los augurios no son optimistas. Se aproxima un verano demasiado caluroso para reservas energéticas exangües y la industria muestra síntomas de asfixia marcando por primera vez los problemas con el empleo. Los resultados de este domingo marcarán un punto de inflexión en materia de inflación y seguridad, y la ausencia de dólares, principal problema de la economía hoy día, definirá el límite de la cancha.
¿Estará Urribarri en condiciones de sentarse junto a su amigo Amado Boudou para anunciar desdoblamiento cambiario o mayor impuesto a los gastos de la clase media en el exterior, algo que todos dan, en un caso u otro, por descontado?; ¿Pondrá la cara ante la sociedad para asegurar que el Gobierno sale a buscar financiamiento externo, que acuerda con el Club de París o el FMI, que la inflación es un verdadero trauma para el Gobierno, como dijo Scioli ante el Coloquio de Idea?; ¿Notificará que se modifica el cuestionado esquema de subsidios o que no habrá mayores fondos para provincias que cada vez presionan más y querrán negociar el 2015?.
Ante todo esto, además, habrá un escenario de armado presidencial con reacomodamiento de gobernadores, intendentes, funcionarios y sindicalistas, que harán del cuadro un paralelogramo con fuerzas en ebullición y muchas no concurrentes.

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AMENAZAS. Allí estará Urribarri, con su sueño a cuestas, y todo eso definirá qué será el Kircherismo en el corto plazo. Algunos auguran que la Presidenta seguirá teniendo el mango de la sartén, y para otros irá perdiendo poder hasta constituirse en un reducto vinculado a la centroizquierda con aspiraciones remotas para 2019; algo así como fue el Frepaso en los ´90, con un 15 % de los votos. En dos años su figura puede potenciarse o desgastarse, depende del contexto. En el mejor de los casos dependerá también de un acuerdo entre Cristina y Scioli.
Con todo, allí estará Urribarri. ¿Podrá con esto? Probablemente sí. Es un hombre con gran intuición y mucha muñeca para el momento. Entiende el sentido y a los actores. Lo que no obtuvo de Salamanca lo ganó en natura. Ha atravesado distintos procesos políticos y, digámoslo, es Urribarri un pragmático consuetudinario antes que otra cosa. 
Si asume en la Jefatura de Gabinete habrá dado un gran paso en su camino. Lo espera un escenario hostil donde tendrá enemigos adentro y afuera, y haciendo tándem dirigentes que parecen subidos a un indeclinable tobogán. 
Sin opción, y persiguiendo su “sueño” ha tenido que huir para adelante, como un atleta kenyata que debe correr para escapar de las circunstancias. En definitiva esto ha hecho siempre y no le ha ido mal. Pero sabe que nadie le garantiza nada, y que en este laberinto puede esconderse el Minotauro de política argentina, y que es mucho más que una fábrica de alfajores.

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