Gustavo Sánchez Romero / El gobernador entrerriano logró su reelección con el 56 % de los votos y generó una adhesión inédita de la población. Su alianza con el sector privado y su particular forma de gestionar fueron determinantes. El escenario que viene se presenta, a priori, algo más complejo y deberá ajustar detalles y ocuparse de sectores que se encuentran en problemas. Sostener la competitividad y el empleo e incrementar la inversión privada serán los desafíos de los próximos cuatro años.
Dos Florines
Lo que Sergio Urribarri ha hecho de si mismo en términos políticos y lo que el contexto le aportó en forma sustancial es, a todas luces y en forma objetiva, un más que destacable.
Por decisión y voluntad de Jorge Busti, Urribarri es gana las elecciones de Entre Ríos el 18 de marzo de 1997 con el 47 % de los votos.
El largo silencio de más de nueve meses del gobernador electo para no interferir en la salida ordenada de Busti, en lo que se dio en llamar irónicamente “continuidad positiva” señalaba lo que por esos días se definía como un plazo fijo que el saliente dejaba en el banco del entrante por cuatro años. Por si alguna duda cabía acerca de esto, y para marcar la cancha a propios y ajenos en su mensaje de despedida ante la Legislatura Busti se despidió con un hasta luego: “Nos vemos en 2011 en este mismo lugar”, subrayó esa mañana.
Urribarri no realizó mueca alguna, pero estaba decidido a cambiar ese destino. Dicen que dicen que dijo apenas unos días después dijo a sus íntimos: “Si quería un pusilánime la hubiese puesto a su mujer (por Cristina Cremer)”.
Como digresión del relato habrá que consignar la paradoja de la historia, y así como al día después no existió tal continuidad como muchos preveíamos en un partido que no acepta conducciones bifrontes, la silente posición de Urribarri se convirtió en una sorda guerra que dividió las aguas y llegó desde el más humilde de los funcionarios hasta las dos cámaras legislativas. Hoy para el actual Gobernador “sepultar con votos” a su antecesor y mentor se ha convertido en una obsesión que vió plasmada ayer, cuando en algunos lugares le sacó más de 30 puntos de diferencia.
Con el poder prestado, con pocos incondicionales, y el hombre fuerte de la provincia como principal enemigo, el Gobernador entendió la dinámica del juego y buscó fortalezas con tres acciones clave: a)fuerte vinculación con Néstor y Cristina Kirchner, esta última electa presidente y que con rencor femenino nunca le perdonó a Busti su desplante en el Congreso Nacional cuando ella activó la acción política contra Luis Barrionuevo; b) el respaldo en sectores que no tenían un vínculo con Busti y con quien podría construir una plataforma de respaldo; y de allí se entiende la relación directa con empresarios e industriales (Héctor Motta, Oscar Montero y Marcelo Barrera se sumaron a su gabinete inicial) a quienes eximió desde el primer día de Ingresos Brutos y desandó un camino de desconfianza y recelo que siempre hubo entre el peronismo y los hombres de negocios; y c) brindar una impronta personal y dinámica de gestión, con un modelo de proactividad y cercanía con la población y los sectores productivos, aprovechando el viento de cola de la economía mundial y el precio de los granos para instalar un discurso de diversificación de la estructura productiva y estimular el empleo.
Hay que decirlo también, nobleza obliga, Urribarri construyó un poderosa plataforma de comunicación con profesionales (sin juicio de valor sobre Pedro Báez, Sergio Gómez e Ignacio La Barba) que entendieron la naturaleza del momento y manejaron los importantes recursos disponibles abarcando todos los medios posibles con mensajes claros y directos.
APOYO.
Teniendo en cuenta que la provincia fue el epicentro político del conflicto con el campo por la Resolución 125 y que hace apenas dos años, en las legislativas, fue derrotado por Atilio Benedetti –un empresario de prestigio, con experiencia política y de llegada al sector privado- la contundente victoria de Urribarri adquiere todavía más relevancia.
Como nunca antes había sucedido, Urribarri construyó su propio mito entre los empresarios convirtiéndose en materia de análisis. A pesar que la posición del campo había ganado amplia adhesión entre los empresarios, el Gobernador planteó su posición incondicional a Cristina, pero tuvo la capacidad de no caer en diatribas ni agravios contra los chacareros, se diferenció del fundamentalismo de los exégetas kirchnerista y optó por el prudente silencio en el momento más álgido.
Delineó en su momento un discurso positivo para la provincia y acompañó a los empresarios a misiones comerciales, impulsó programas provinciales de financiamiento para las empresas y se plegó rápidamente a los nacionales y los propios empresarios cuentan por decenas las anécdotas de gestión personalísima para destrabar problemas con las trabas burocráticas nacionales, los atrasos en compensaciones y subsidios, las carpetas para los préstamos en organismos nacionales; y se enfrentó a Moyano, como en el caso del bloqueo a la planta de Baggio –con quien no tiene una relación tan cercana como con otras empresas- y se sentó en la misma mesa con Guillermo Moreno por temas de energía.
Que no parezca poco en la historia de una provincia caracterizada por las distancias kilométricas entre lo público y lo privado.
Pero también es cierto que nada de esto hubiese tenido el impacto logrado sino fuera porque las empresas recompusieron competitividad, sanearon sus balances, incrementaron notablemente su productividad, mejorar su volumen tecnológico y reconstituyeron sus plantillas de personal y ocuparon capacidad ociosa. Pero fundamentalmente, las empresas ganaron mucho dinero en este ciclo productivo de la Argentina, y como confió un importante hombre de negocios, el “único animal que se rasca para afuera es el perro”.
El precio internacional de la soja fue haciendo el resto; y no hubo sector provincial que no haya crecido; desde la minería hasta el comercio; pasando por las manufacturas como los primarios, con excepción del sector cárnico bovino.
A esto debe sumarse que el superávit fiscal de los últimos años le dio una buena noticia al sector privado. La vieja lucha por que el Estado gaste poco y bien y disminuya la presión tributaria sobre las empresas se disimuló en la liquidez de la economía y el control de las principales variables.
Entre Ríos creció, pero aún la inversión en relación al Producto es baja, y el camino hacia la reconversión del perfil productivo y la constitución “de un polo agroalimentario” está en el umbral, aunque pueda evaluarse como importante para iniciar un camino.
CONTEXTO.
Esta contundente elección experimentada por Urribarri lo pone en la segunda gestión –que sin posibilidad de reelección y con la sucesión desatada mañana mismo- que tendrá escenarios distintos.
Lo primero que debemos decir es que la crisis mundial sabe nadar, y que por más que en la provincia nadie haya querido dimensionarla en tiempos preelectorales, cruzará más temprano que tarde los ríos circundantes y llegará con efectos todavía difícil de mensurar.
Con o sin esta influencia, ya hay sectores que viven serios inconvenientes: las 50 Pymes lácteas entrerrianas se encuentran en serias dificultades y se estima que la mitad de ellas están en situación de gravedad por el excedente de leche que no encuentra mercados; el sector ovícola no recupera precios y muchos optaron por no recomponer el plantel de ponedoras para empujar los valores en los mercados; los frigoríficos están en situación comprometida y apenas días atrás entró en concurso preventivo una nueva empresa de Diamante; los citrícolas están reclamando una mejora en la competitividad cambiaria con un dólar superando los 5 pesos para sostener los mercados; otros más como los molinos que cobran compensaciones en cuentagotas y Guillermo Moreno podará la deuda millonaria del Estado nacional; y así otros más.
El clave sostener los sectores para mantener el nivel de empleo, y eso Urribarri lo sabe; porque la situación de Brasil es hoy, como principal socio de la Argentina, la más acuciante amenaza para el futuro.
Los pronósticos recientes dan cuenta de una estabilidad en términos de la velocidad de expansión futura del PIB nominal de Brasil (con crecimiento real oscilando entre un 3%/3,5% e inflación entre 5,5%/6,5%), el mayor riesgo para la Argentina está en la dinámica que puede asumir el real durante los próximos meses. El Banco Central Brasilero redujo en 50 puntos básico la tasa de interés de referencia SELIC (para ubicarla en 11,5% anual), señal de que las autoridades apuntan a un real más depreciado con respecto al dólar en el corto plazo.
Si esto sucede sería letal para muchas industrias provinciales y la competitividad de industrias de tecnología de punta podría verse seriamente perjudicadas y las posibilidades de nuevas inversiones se verían restringidas.
También existen riesgos fiscales, y según un análisis del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) no hay que ir más allá porque en este mismo 2011 “sin ayuda de la Nación las provincias volverían al déficit. Para esto –dice el trabajo que encabezó Nadin Argañaraz,” fue clave la ayuda nacional a través de la distribución de $ 9.808 millones a través del Programa Federal de Desendeudamiento de las Provincias Argentinas, sin el cual las provincias hubieran finalizado con un déficit del orden de los $ 4.300 millones. Si el crecimiento del gasto provincial en 2011 superara el 30 %, el resultado fiscal volvería a ser negativo. Así por ejemplo, si el gasto primario creciera un 35 % respecto del año pasado, el conjunto de administraciones provinciales cerraría con un déficit aproximado de $ 13.400 millones”. Esto deja pocos caminos a recorrer si el Gobierno no quiere salir al mercado a colocar deuda –ahora con mayoría en ambas Cámaras provinciales.
El consumo comienza a mostrar síntomas de desaceleración, y es probable que esto afecte positivamente la inflación estructural, pero la suba de tasas experimentadas desalentará a los entrerrianos a la compra compulsiva de los últimos años.
Entre Ríos seguirá creciendo, pero lo hará con menos fuerza. Pero para esto, también, en su segunda gestión el Gobierno de Sergio Urribarri deberá depender menos de Sergio Urribarri. El estilo de gestión customizada del Gobernador tendrá que dejar lugar a una mayor actividad de su segunda línea, especialmente en el ministerio de Producción.
Es que no alcanza a compensar el trabajo a destajo que todos reconocen a Roberto Schunk, que ha demostrado una contrición a disponer de horas y esfuerzos dispuestos directamente proporcional a una gestión individual, desconfiada y atomizada.
Distanciado y enemistado con la gran mayoría de sus funcionarios, sólo recostado en su fiel lugarteniente, sin reuniones por áreas, con direcciones virtualmente paralizadas porque concentra todas las decisiones, flaco favor le hará al tiempo por venir si no produce un giro copernicano que le brinde a Producción una dinámica más abierta para atraer inversiones genuinas y sostener el empleo.
Este triunfo del Gobernador, y al que nadie podrá reclamarle un voto, lo empuja a sostener el estilo personal y desestructurado, de trato meridiano con la política y la economía que le permitió construir una simbología que él mismo estará en dificultades de superar.
Urribarri confía en mantener su alianza con los empresarios, confiado en que Cristina Kirchner se abrirá más al sector privado zanjando diferencias de los últimos ocho años.
Pero sabe que el escenario será más complejo: crisis internacional, devaluación del real, desaceleración del consumo, suba de tasas, inflación son variables que jugaron un papel más determinante.
Pero también es cierto que cuanto más se acerque el precio de la soja a los 600 dólares, menos sentido tendrán estas palabras.