ENFOQUE PORTADA

Una tibia reedición del Plan Gelbard

Por Ubaldo Roberto Domingo – CPN – Asesor económico, financiero y Pymes locales – Especialista en Sindicatura Concursal.

Muchos compatriotas tal vez no saben quién fue José Ber Gelbard.

Después de que gran parte de los argentinos esperaran durante años el regreso de Perón al país, esto sucedió en Junio de 1973, pero más precisamente en mayo de aquel año, Héctor Cámpora unge como ministro de economía a este “judío polaco, nacionalizado argentino, condición que perdió durante la dictadura que comienza en 1976, fue líder de un grupo de empresarios nacionales, lobista y ministro de Perón en los conflictivos setentas”, (1), época ya, donde el rumbo de la economía era regida por el ministerio y no por los lineamientos fijados por del Poder Ejecutivo. 

El 12 de Junio de 1974 Ber Gelbard envía al congreso de la Nación 17 proyectos de ley elaborados en su ministerio de economía, en los fundamentos de aquellos decía: “Estas leyes favorecerán una nueva distribución del ingreso nacional, y un desarrollo económico no sujeto a la dependencia externa” Entre todos estos se encontraba el huevo de la serpiente: “El pacto social o inflación cero”.

En términos sencillos esto consistía en un congelamiento por dos años de precios y salarios con lo cual el resultado sería que la inflación resultaría igual a cero.

Este ensayo del monetarismo, resultó poco tiempo después finalmente en el sí conocido, por sus efectos desbastadores, el Rodrigazo. 

El Rodrigazo (llamado así por el nombre del ministro de economía que sucedió a Ber Gelbard, Celestino Rodrigo), fue un violento y descarnado sinceramiento de precios, tarifas, salarios y tipo de cambio, producto del engaño del plan anterior. Cuando se produjo, todos estábamos peor que al principio.

Porque en verdad, la represión sistemática del salario, el congelamiento de los precios de la economía, pisar los precios de las tarifas, los engañosos acuerdos con las grandes empresas monopólicas, restringir el crédito, sin lanzar un plan de producción y desarrollo de las fuerzas productivas, se trata de otro intento de alcanzar una estabilidad de precios que se escapa como el agua entre las manos.

Decisiones.

¿Cuál es la razón, para que Roberto Feletti, flamante Secretario de Comercio de la Nación,  intente nuevamente un  camino sin retorno?

Las razones pueden ser muchas y variadas, oportunismo, desesperación, y hasta la sospecha de ignorancia, pero hay algo seguro, las leyes económicas no pueden ser ignoradas por mucho tiempo.

Al final, igual que antes, la explosión inflacionaria será más aguda. Pero hay algo mucho peor en todo esto.

Se trata de la desaparición a causa de estas medidas de ramas enteras de comercios, industrias y pymes locales, porque es imposible comercializar y producir con precios máximos impuestos por un burócrata, que estén por debajo de los costos. Pero además, venimos de años absolutamente recesivos, donde se reeditó la bicicleta financiera (Macri 2015-2019), y como si esto fuera poco y los empresarios locales debieran enfrentar desafíos más duros tuvimos la dura prueba de la pandemia y la paralización total de las actividades.

Las nuevas propuestas económicas, no reconocen los problemas de fondo de la economía argentina, atacan la inflación con remedios pueriles, remedios que provocarán como anticipo recesión, desempleo y una nueva caída del salario real.

Congelar el precio de 900 productos es aún más grave que las anteriores experiencias, porque afecta solamente a sectores puntuales, mientras que el resto de los precios seguirán elevándose, provocando la virtual quiebra de los afectados.

Opciones.

Pero entonces que debe hacerse con la inflación?

1) Un punto central de la propuesta es la simultaneidad y coherencia de las medidas, debe ser un plan integral. Esa simultaneidad es indispensable para amortiguar impactos traumáticos que se producirán en el comienzo cuando deban liberarse los controles y salir de la represión artificial de la inflación para atacarla en su causa. Se requerirá el  contrapeso de medidas que amortigüen el impacto en el salario y el empleo.

2) En cuanto a las medidas, además de dar señales claras de seguridad jurídica, el primer paso es salir del cepo cambiario y los controles de precios y tarifas. Eso da transparencia al mercado, indispensable para generar aumento de la inversión y la producción. Los agentes económicos no realizan inversiones de riesgo sin saber qué pasará en el corto plazo con el dólar o las tarifas y sin una aceptable tasa de rentabilidad. La opción para ellos, cuando existen esos artificios, no es otra que refugiarse en el dólar o en la especulación financiera o inmobiliaria.

3) Las medidas tendientes de llevar a la realidad el dólar, los precios y las tarifas determinarán que la inflación reprimida se manifieste, es decir inicialmente habrá un pico, es un paso difícil pero inevitable si se quiere atacar la inflación no en sus efectos, como ahora, sino en sus causas; y ante ese pico, para compensar y evitar recesión y consecuencias sociales nocivas deberá promoverse un aumento salarial inicial, los empresarios deberán ceder parte de su ventaja inicial en los precios.

4) Es decir, al comienzo precios y salarios se ubicarán en un lugar superior. Una paradoja inevitable para impulsar el arranque en el proceso de inversión, producción y mayor oferta de bienes y servicios. Esa mayor oferta bajara la inflación y como la mayor oferta es fruto de mayor producción, ésta permitirá mejorar el salario real y el empleo. Es decir se genera un círculo virtuoso. También la recaudación impositiva aumentará, mejorando el déficit fiscal.

5) Por eso es clave la simultaneidad, a la vez que el sinceramiento de precios y salarios deberá encararse una drástica disminución del gasto improductivo del Estado. En simultáneo. Esa disminución permitirá bajar la presión fiscal que traba la inversión y la creación de empleo privado, y también esa disminución tendrá efecto antiinflacionario, ya que bajar los impuestos disminuye costos y precios del sector privado.

6) Y vamos a otro aspecto de la simultaneidad, el aumento de la producción privada y la disminución del gasto público deben ser procesos simultáneos e intervinculados,  porque un sector privado en expansión podrá absorber empleo público, esto es disminución del gasto estatal, sin generar desocupación. Y una ventaja adicional es que el empleo público al transformarse en empleo privado tendrá un rol más productivo y, por ende, antiinflacionario.

7) Esa sincronía entre disminución del gasto público e incremento de la actividad y el empleo privado tendrá otro efecto adicional en el campo económico y también social. La generación de empleo genuino permitirá disminuir planes sociales. Los planes de empleo podrán ser sustituidos por empleo genuino con una gran ventaja en términos de independencia y de dignidad para el trabajador. Esos planes deberán ser revisados pero no suprimidos de un plumazo sino en sincronía con el avance del resto del programa económico. Cada beneficiario de un plan deberá pasar a una situación mejor. Y el gasto estatal, con esa transformación de planes sociales en empleo genuino disminuirá el gasto público y mejorará la producción, es decir, tendrá efecto antiinflacionario. (2)

  • El burgués Maldito. María Seoane. Editorial Debolsillo.2014.

Propuesta del Desarrollismo sobre el combate a la inflación.