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Un nuevo tipo de inversor, joven y audaz, reconvierte la “movida” paranaense con novedosos bares y pubs

Tras la pandemia, y con la caída de muchos locales, Paraná parece salir de la somnolencia con la irrupción de un nuevo paradigma como reflejo de lo que sucede en Santa Fe y Rosario. En los últimos meses unos 20 establecimientos gastronómicos nacieron con una inversión superior a los 70 mil dólares y se espera la llegada de nuevos lugares con onda temática. Aseguran que la oferta reaccionó rápida ante el nuevo hábito de la sociedad de querer salir y disfrutar en la ciudad. Gustavo Sánchez Romero / Dos Florines

Seguramente los motivos son múltiples para que la inversión privada coincida en tiempo y lugar para desplegarse en un sector determinado, y que esto se convierta en un círculo virtuoso disruptivo que modifica un escenario determinado.

En Paraná no hay que bucear mucho para dar con los principales motivos por el cual comenzaron a proliferar en 2022 un nuevo modelo de local gastronómico que amenaza con cambiar la postal nocturna de la ciudad, y que comienza a devolver un reflejo cada más parecido a sus vecinas de Santa Fe y Rosario.

Y aunque todavía esto es sólo una expresión de deseo, se advierte un impulso distinto impulsado por grupos de jóvenes empresarios que rondan los 40 años que se deciden a apostar por una oferta más cuidada, con innovaciones estéticas y culinarias y con proyección de seguir generando nuevas unidades.

Con materiales modernos, cuidado criterio estético, apuntando a un target de entre 25 y 60 años, con tragos y platos elaborados y en algunos casos de autor, buscando apoyarse en la tendencia creciente del consumo de cerveza artesanal, entre muchos otros, se trata de un florilegio de unos 20 bares y pub que nacieron al calor del tiempo post Covid, donde la pulsión a la vida recorre el espíritu de época.

A esto habrá que sumarle el ostensible “envejecimiento” de la oferta tradicional paranaense, la enorme atracción que significa la amplia, diversificada y sugerente oferta de Santa Fe que se queda con la diversión y la renta de muchos paranaenses que deciden cruzar el charco para encontrarse con bares, boliches y espacios exclusivos para tomar algo y pasar un buen momento. No es menor la decisión de la actual gestión municipal de volcar importantes fondos en espacios públicos, plazas y paseos, que siempre se supone anterior a la decisión de los empresarios de arriesgar la “suya”.

Pero especialmente habrá que encontrar un motivo clave en la decisión de un grupo de jóvenes que ya venía desplegando sus impulsos en algunos emprendimientos. En esto hay que incluir a algunos miembros del equipo de organización de la “Fiesta de disfraces” que encuentran oportunidades en la ciudad de volcar la renta de otros negocios en la gastronomía. En los últimos meses se puede ver la llegada al negocio de inversores que no quieren perder el tren.

Se trata, en general, de jóvenes emprendedores que se ubican en el rango de los 35 y 50 años de edad y que le están cambiando la cara nocturna de la ciudad.

“Forma parte de una extraña relación entre oferta y demanda que se dio últimamente ya que hay más demanda que oferta. Después de un año de encierro, un año y medio de pandemia, del miedo que tuvimos todos, la gente se volcó a disfrutar y no quedarse encerrado. El primer impacto fue que algunos emprendedores empiezan a invertir porque vieron esta falta de oferta gastronómica y así nacieron lugares como Peñón del Águila, Río Restó Bar, en Puerto Viejo, La Popular, pequeños bares con venta de cerveza artesanal con algunas pocas mesas, venta de sushi, y muchos otros se reconvirtieron pensando en competir. Se advirtió desde el sector privado la falta de oferta de locales gastronómicos. Y eso es muy bueno para la ciudad y para todos porque forma parte de un cambio de modalidad, un nuevo paradigma ya que en muchos casos se lograron sociedades comerciales pensando en estas y futuras inversiones”, asegura ante la consulta Marcelo Quiroga, presidente del Centro Comercial e Industrial de Paraná y titular de Live Rock, un bar tradicional en el centro de la ciudad.

Cambios.

Todos los consultados coinciden en que la inversión necesaria para instalar un local de estas características impone un piso de 60 mil dólares y puede llegar a superar los 100 mil sólo para empezar, de acuerdo a la idea y el concepto, sin contar con el local que, en general, es alquilado o concesionado.

Aseguran que la inversión en stocks para largar, la cuestión logística, lo arquitectónico, los costos de lanzamiento son altos y con aumentos constantes, al tal punto que aseguran que en una semana los costos pueden crecer hasta un 10 % por la inflación, haciendo muy difícil la planificación y proyección del negocio.

“Está Ingresando gente nueva al negocio. Tradicionalmente estaban los de siempre, empresarios de los bares y restaurants históricos de la ciudad, pero hoy hasta se produjo cambios de dueños en lugares muy referenciales como Lola Valentina. Son inversores de un rango menor de edad, con distinta mirada sobre cómo hacer las cosas, con ideas innovadoras que están quitando ese concepto conservador que tenía la ciudad a la hora de pensar una oferta gastronómica. Hay una movida que está muy lejos de Santa Fe que tiene una vida nocturna espectacular. Pero hay influencia, un espejo, y mucha gente que quería algo distinto se iba a Santa Fe, y ahora puede quedarse en Paraná. En nuestro caso vimos que había muy pocas comida asiática, lo que había se ofrecía por delivery y sólo con sushi. Nosotros nos jugamos a hacer un local ambientando no sólo en la comida, sino apostando a la experiencia con el lugar, vivir algo distinto. Pero lo importante es que cada uno impone su impronta, con inversores nuevos. En lo personal creo que aún hay un oferta tradicional, y con el tiempo se comenzará a innovar en propuestas que salgan del molde”, le aseguró a Dos Florines un empresario que forma parte del grupo que invirtió en Chapa-Chapa, un local en calle San Luis que inauguró hace una semana y que pidió reserva de su nombre.

No fueron pocas las novedades. En los últimos meses se embellecieron varios locales que cambiaron de dueño, la parrilla y la terraza de la playa del Paraná Rowing Club se relanzaron con nuevos dueños, hubo nacimiento de locales de sushi, la presentación de un coqueto lugar junto a la Sala Mayo, en el Puerto Nuevo paranaense, al que llamaron Río Restó Bar, entre varios otros, y para los próximos días se espera la presentación de un nuevo emprendimiento de Juan Hunt, el joven y carismático empresario dueño de Bar Maipú que ahora jugará sus fichas en un local en Avenida de las Américas.

Desde el Estado municipal ven el cambio con “muy buenos ojos”, a juzgar por el aporte del secretario de Turismo, Agustín Clavenzani.

“Es bueno porque los empresarios que están invirtiendo en la ciudad, en su mayoría son de Paraná, y todo indica que si ellos posan su mirada en nuestro destino es porque creen que hay un mercado doméstico para desarrollar. Pero en este punto es interesante aportar que, tras la pandemia, Paraná creció en un importante número de visitaciones (SIC), especialmente los fines de semana que tuvo movimiento notables de personas. A esto hay que sumarle el aporte del turismo de reuniones que siempre aporta gente que llega a la ciudad. En este caso es interesante la visión de la gente de la Cigarra (Emilio Fouces y Pablo Mariño) frente al Maran Suites & Towers que nos decía que ellos notaban mucha presencia de comensales que no eran de la ciudad. Debemos considerar que están frente a un hotel y eso debe impactar, pero también se ve en otros establecimientos. Es el caso del Cantinero Entrerriano, sobre calle Laurencena, que quiso ubicarse en un paso obligado de los turistas y no le ha ido mal”, describe el funcionario.

Para las autoridades municipales, hay un fuerte impacto en el trabajo de jóvenes que encuentran una salida laboral. Dicen que sólo Río Restó Bar – en un esquema donde la Comuna interviene ya que es un espacio municipal y donde el Ente Mixto de Turismo hizo un aporte técnico con jurados públicos y privados que decidieron sobre el proyecto ganador- se contrataron 30 empleados desde el primer día de la apertura.

Se estima desde la oficinas de Turismo municipal que desde la salida de la Pandemia hay una apertura de unos nuevos 20 negocios vinculados a la gastronomía.

“Hay una reconversión, que no solo pasa acá. Los restaurantes, en su formato tradicional están en peligro de extinción. Lo mismo pasa con los boliches, y por algo las inversiones se dirigen a bares y pubs. Antes en una ciudad como Paraná, hacían previa en una casa y luego salían. Hoy los jóvenes vuelcan parte de su consumo con presencia en los bares. Esto antes no era habitual. Vemos a una franja etaria buscando otros conceptos. Cervecerías, comidas rápidas, etc. Los paralelismos no me gustan, pero somos una ciudad de 300 mil habitantes y hoy vemos como la oferta es mucho más seductora. El tiempo lo dirá, pero es posible que las redes sociales sean la causa de esto, pero lo cierto es que hay nuevas formas de relacionamiento. Esta franja etaria de entre 17 y  21 años que antes iban a boliches hoy van a los bares, que comienzan a tener vida desde muy temprano y se puede ver chicos desde las 20 horas en esos lugares”, subrayó Clavenzani.

En este punto, Julián Abramor, inversor en el pub 501, Gambrinus y el Flamingo, coincide en que la apuesta de la ciudad por el turismo termina siendo favorable para la gastronomía. “Veo que, más allá de la situación económica difícil a la cual nos adaptamos, hay una nueva movida en lo que respecta a la gastronomía, que ha crecido mucho y con una vara alta desde lo estructural hasta la propuesta gastronómica en sí misma. También se advierte un cambio en la manera en que el público se acerca y dónde quiere ir y hoy es muy variado. Hay una competencia sana que hace que sigamos creciendo todos. También hay una fuerte apuesta al turismo y esto hace que se empuje, hace que a Paraná se quiera venir y encontrarse con una amplia propuesta”.  En este punto el empresario también lo ve en términos del negocio y asegura que la primera quincena de enero de 2023 fue mucho mejor que los números que arrojó el mismo período del año pasado.

Perspectivas.

Empresarios y funcionarios coinciden en que la perspectiva es muy buena y nadie se queja del crecimiento, por el contrario. Los privados entienden que en la medida que crezca el concepto, crece el negocio y a cada unidad le irá mejor.

Marcelo Quiroga, desde Live Rock, lo ve con optimismo. “Ojalá hubiera en Paraná una calle Balcarce como sucede en la ciudad de Salta. Ahí están todos los locales y es un fenómeno hermoso y especial porque la gente rota por todos. Es bueno que permanezca en la ciudad no se va a gastar a Santa Fe, y creemos que cuando abra el shopping nuevo (ex Fábrica de Fósforos) este proceso se profundizará. Hoy ya no somos el Flamingo, Costa Azul, Live Rock, los más tradicionales. Hoy tenés una variedad infinita para recorrer, salir, encontrarse con nuevos sabores, tendencias gastronómicas y se da una sana competencia. Yo siempre digo que ojála todos los bares y restaurantes se ubicaran en rededor de la plaza y debamos competir, eso será muy bueno para todos”, reflexiona Quiroga.

Desde Chapa-Chapa también lo ven con beneplácito, aunque aseguran que el actual proceso requiere de una actualización permanente de los locales. “La gente buscará cada más vivir experiencias, y ésta estará basada en la actualización, incorporación de novedades y una oferta muy dinámica. Si te aggiornás seguís siendo una opción renovada y renacida, y eso es bueno porque ofrecemos más que la papa frita, la hamburguesa y  la pizza. Nosotros desde que abrimos tenemos las reservas completas, y eso muestra que hay demanda, por lo que será muy saludable que haya más inversiones, más propuestas y más diversidad en la ciudad”, expresa la fuente consultada.

En esto también coincide Alejandro Abero, uno de los miembros de la sociedad anónima que invirtió en Río Restó Bar. “En los ’90 los paranaenses íbamos al Club Recreativo a tomar chopp. Luego aparecieron los bares de verano en los ’90 que nos encandilaron. Hoy parece haber una rosquita nueva en el servicio y así como en muchos rubros el trabajo se profesionaliza, en la gastronomía también. Paraná está cambiando en la exigencia y creció la oferta a partir de una demanda que pedía más y mejor.. Hay muchos empresarios que tomaron estos cambios con seriedad y la gente lo toma y lo quiere. La gente, antes, ni siquiera tomaba la oferta que había. Prefería ir a otro lugar. Nosotros llenamos los martes, los jueves, todos los días. No tenemos reservas disponibles. El negocio se está consolidando. Pero debemos estar atento a eso que llamamos moda y que aquí actúa con firmeza. Hay que empezar a manejar el concepto de moda, eso que hace que un lugar este vigente hoy y mañana no vaya nadie. De todos modos creemos que nuestro rubro funciona mejor en otoño e invierno, por eso la temporada que viene será clave para ver cómo funciona esto hoy aparece como un fenómeno. De todos modos nosotros creemos que Paraná si o si tiene un camino turístico para desarrollar, a pesar de nosotros, los paranaenses. Ese camino me parece inexorable, y nosotros tenemos que estar ahí para acompañar y ser parte”, expresó el empresario.

Desde el Estado dicen que hay un apoyo municipal,  junto al Ente Mixto de Turismo, utilizando acciones de marketing y publicidad para dar a conocer los atractivos gastronómicos, apostando a los “Sabores con Identidad”.

Los empresarios consultados creen que el negocio tiene un retorno importante en un tiempo razonable, pero a medida que crezca la competencia será necesaria una mayor y renovada inversión.