Primer año del nuevo guardián de la caja: “No hubo licuación de salarios, el orden financiero permitió el equilibrio”
08/12/2024
Uriel Brupbacher, secretario de Finanzas de Entre Ríos, aseguró que “las cuentas están ordenadas”. Habló de la deuda, de la caída de ingresos y señaló que “la retirada del Gobierno nacional implica que nos tengamos que acostumbrar a tener otro tipo de herramientas de financiamiento”. Estima que el medio aguinaldo se pagará antes de fin de año. Por Nahuel Amore
Tras 20 años de peronismo, Entre Ríos cambió de signo político en 2023 bajo la gobernación de Rogelio Frigerio, quien puso como norte, entre otros aspectos, “ordenar las cuentas públicas”. Este 11 de diciembre se cumple el primer año de gestión, que estuvo fuertemente atravesado por un complejo contexto recesivo e inflacionario que provocó una sensible caída real de los ingresos.
Para analizar el devenir de los números del Estado entrerriano, hoy en un cauteloso equilibrio, DOS FLORINES mantuvo un mano a mano con Uriel Brupbacher, el secretario de Hacienda y Finanzas que asume las veces de guardián de la caja provincial bajo las directivas del ministro Julio Panceri, en ocasiones de modo remoto por cuestiones estrictamente de salud.
“El escenario está mucho más previsible”, asegura el contador público, tras doce meses con diferentes frentes abiertos. En ese sentido, repasó las complejidades de los primeros meses y las medidas adoptadas en materia de deuda externa, obra pública, salarios y jubilaciones. Además, anticipó de qué depende que el sector privado pueda obtener una eventual baja de impuestos.
Ordenamiento
—A un año de gestión, ¿en qué momento del “ordenamiento de las cuentas públicas” están hoy?
—Si hacemos un racconto desde el principio de la gestión hasta ahora, la diferencia es que sabemos lo que estamos viviendo. Y sobre todo sabemos cómo encarar el crédito internacional –que ya tenemos que pensar en febrero–, los sueldos y, fundamentalmente, la obra pública. Si bien la obra pública no tiene la misma importancia en el volumen del presupuesto –porque nunca superó el 10% de la inversión total de la provincia, que en momentos de escasez de recursos se hicieron 6 o 7 puntos de ejecución financiera–, era importante definirlo. Eso nos llevó a tomar la decisión de la neutralización de la obra pública y la baja ejecución que hubo este año, propio de parar la pelota, ver la situación que tenemos y qué estamos debiendo. Había mucha licitación adjudicada que hubo que pararla y ver cómo se resuelve; había mucha obra financiada por Nación que tampoco se sabía qué iba a pasar. Neutralizar la obra pública hizo que clarifiquemos en ese primer semestre la situación financiera de la provincia, nos planteemos ese horizonte del segundo semestre y ahora ya de cara al primer semestre del 2025.
—¿Qué previsiones hacen ahora de la obra pública?
—Lo que se empieza a ejecutar hoy, se va a certificar a fines de diciembre, con vencimiento a 60 días. Ya estamos pensando en cómo van a ser los pagos de principio a fin de febrero. Con ese panorama, si bien no está asegurado al ciento por ciento, más o menos vamos sabiendo cómo cumplir con el crédito internacional. Por eso podemos pensar en la obra pública del primer semestre de 2025, que estará dada por el plan de bacheo de Vialidad y algo de IAPV que por suerte al segundo semestre de este año repuntó la recaudación de Fonavi.
—Con las distintas medidas implementadas, ¿volvieron a ser superavitarias las cuentas públicas? ¿Están en equilibrio muy justo?
—En mayo tuvimos un buen ingreso de coparticipación nacional propio de la liquidación de Ganancias de las actividades financieras. Eso hizo que tuviéramos un excedente financiero importante, pero que nos servía para calzar la cuota de agosto del crédito internacional. Hoy diría que las cuentas están ordenadas, pensando en tener cierta tranquilidad a la hora de cumplir con el crédito internacional, lanzando una obra pública en crecimiento que partió de una inversión mínima de $5.000 millones y llegará a fin de año a casi 15.000 millones. A la ejecución que teníamos ahora, es importante. Eso sí, vemos que la retirada del Gobierno nacional implica que nos tengamos que acostumbrar a tener otro tipo de herramientas de financiamiento.
—Históricamente Entre Ríos dependió del 75% de ingresos nacionales y este año afectó la recesión. ¿Cómo evolucionó durante el año?
—Hemos tenido una caída de todos los ingresos, sobre todo de coparticipación nacional. Si bien hubo una caída pero no tan pronunciada de los ingresos provinciales, en torno al 20% promedio en el año en términos reales. En la Comisión Federal de Impuestos este marginal de la caída del 20% hasta fin de año lo tenemos proyectado. Sí vemos una mejora en el segundo semestre de una caída del 5%, lo que no implica que hubo una recuperación económica importante sino más bien una disminución en la caída que hace que se recuperen algunos ingresos. Para el segundo semestre del año que viene vemos una mejora un poco más importante. Es decir, se ha estabilizado esa caída del 20% que fue mucho más pronunciada a mediados del año, al margen del dato de mayo. Ha sido un año duro de caída, pero hemos tratado de manejarlo. El parate de la obra pública nos ayudó a mantener los niveles de pago de salarios, acompañando la inflación y apalancándonos en algunos meses con préstamos de corto plazo de Banco Entre Ríos.
—Si tuvieron un promedio del 20% de caída interanual de ingresos reales y sabiendo que el grueso de la estructura de gastos es el personal, funcionamiento y Caja de Jubilaciones, ¿qué posibilitó este equilibrio de las cuentas? ¿La inflación ayudó a licuar gastos?
—Hubo un todo. En salarios acompañamos inflación, por lo tanto no hubo una licuación. Inclusive hubo recomposición de lo perdido en el primer semestre. Sí hubo un orden en el resto del gasto corriente y en el déficit de la Caja. El hecho de que Gastón (Bagnat) se haya sentado, analizado y hecho correcciones sector a sector, particionando el déficit en cada uno de los escalafones, hizo que se pudiera dar un orden, manejando los aumentos y aportes. No fue fácil, fue duro. Hubo momentos que recaímos en el agente financiero para apalancar esos primeros días del mes. El plan de pagos que arreglamos con los contratistas de la obra pública también hizo que pudiéramos planificar los desembolsos. Ese orden financiero nos permitió llegar al equilibrio. Si ves las cuentas, hay un pequeño superávit financiero pero que es propio de que tenemos que ir armándonos para cumplir el 8 de febrero con el crédito internacional.
Deuda en dólares de Entre Ríos
—¿Los vencimientos de deuda en dólares de 2025 son similares a este año?
—Los vencimientos de 2025 son de 45 millones y 65 millones de dólares. Son cumplibles hasta el momento, al menos el primero. El otro, con las proyecciones estaríamos en condiciones. De todos modos, estamos también buscando en el Presupuesto la utilización de endeudamiento para no estresar tanto ni los sueldos ni el gasto corriente. Si bien se pueden cumplir, tenés que estresar las otras variables.
—Básicamente la intención es cambiar la deuda externa en dólares por otro tipo de deuda en pesos.
—Esa podría llegar a ser una herramienta alternativa. Por eso tenemos que pedir la autorización presupuestaria para hacer ese cambio, de deuda dura en dólares por deuda en pesos. Recién ahora el mercado financiero va asomando para hacerlo.
—Imagino que en el análisis contemplan la baja de tasas de interés en pesos y la estabilidad del tipo de cambio.
—Es una de las cuestiones que estamos viendo. No fue lo mismo que nos pasó en el vencimiento de este agosto, que planteamos transformar la deuda corriente en alguna letra para liberar el caja para cumplir con el crédito, pero el mercado no estaba aceptando Letras. Hubo varias provincias que las emitieron con tasas altas y de lo que colocaban obtenían muy poco. Entonces descartamos cualquier tipo de de operación financiera de ese tipo. Hoy las cuestiones macro, en tipo de cambio y tasa de interés se han ordenado un poco y podríamos aventurarnos a pensar, que no quiere decir que lo hagamos, de hacer un canje de deuda en dólares por deuda pesos. También tenés que analizar a los tenedores de los bonos, localizarlos y ver qué expectativas tienen del mercado. Para agosto, en un país como la Argentina, es muchísimo tiempo. Si bien vamos evaluando distintos escenarios, hoy no me atrevería a aventurar cuál puede ser la opción que tomemos.
Sueldos
—¿Cómo está hoy el costo financiero por el descalce entre ingresos y egresos, que a comienzos de año fue importante para cumplir con el cronograma de sueldos?
—Hoy estamos con recursos suficientes para ir cumpliendo con el cronograma, sin tener que tomar esos créditos de corto. En el año se nos tienen que haber ido aproximadamente 1.600 o 1.700 millones de pesos en intereses. En las mesas paritarias siempre le decía a los gremios que a esto no lo escribimos en ninguna parte, pero era parte de la oferta. Había provincias que el cronograma no era de cinco días, sino de 15. Siempre priorizamos esos cinco días de pago a costa del costo financiero. También entendíamos que la rueda de la micro, que es la que mueve la macro, la manteníamos aceitada de esta manera.
—Quiere decir que con los ingresos a tiempo cubren los egresos de los primeros días del mes…
—Hoy no tenemos esa necesidad financiera de salir a atender los dos o tres últimos escalones de cronograma con endeudamiento.
—¿Llegan al medio aguinaldo y el salario de diciembre sin problemas?
—Sí, estaríamos en condiciones. Si bien no tengo los números finales, de alguna manera no tendríamos que estresar tanto la caja para poder cumplir antes de fin de año con el aguinaldo.
Impuestos provinciales
—¿Cómo está hoy la recaudación provincial? ¿Ayudó la moratoria este año?
—Esa relación que mencionaste de 75/25% de los ingresos, nunca se movió más allá. En algún momento llegamos al 22% de los ingresos totales. Obviamente que cualquier plan de pago moratoria ayuda a que se mueva la recaudación. Sí hubo errores propios y ahí hay que hacer a mea culpa, porque llegamos tarde con la liquidación del Inmobiliario Rural y el Automotor, lo que hizo que durante los primeros meses del año no tuvimos buena recaudación propia, pero luego se mantuvo estable dentro de esos márgenes. De todos modos, no es ajena a la caída general de la actividad económica en el país cayó, que tira para abajo por recaudación y la coparticipación.
—¿Está la Provincia en condiciones de proponer en 2025 una baja de impuestos, tal como viene anunciando el gobernador Frigerio para promover al sector privado?
—En principio lo se presentó ya en la reforma impositiva es la eliminación de aquellas tasas que entorpecían solamente el funcionamiento y no merecían interés recaudatorio. Hubo una limpieza importante de algunas tasas. Obviamente queda el desafío, y lo planteaba ya el secretario de Hacienda de Nación, de la discusión de una reforma impositiva a nivel global.
—¿Un Pacto Fiscal?
—A modo Pacto Fiscal. Así como le existimos a Nación, ellos también no plantarían alguna corrección de esos impuestos provinciales que para nosotros también son distorsivos y, como bien lo plantea el gobernador, merece la discusión en términos de hacer más fácil la vida al contribuyente. En este esquema de charlas a nivel nacional y con otros ministros de Hacienda charlábamos esta cuestión. El tema que siempre sale antes es la coparticipación. Los del norte nos planteaban a los de la Región Centro que tenemos el ciento por ciento de las rutas medianamente transitadas y que las de ellos son de ripio. El desarrollo de una parte del país y en otra difiere mucho. Se puede venir una discusión nacional y ese tipo para luego vernos hacia adentro qué podemos hacer. De todos modos, las directivas del gobernador es poner el ojo en aquellos impuestos o tasas que la provincia puede reducir o puede acompañar a determinados sectores productivos. Lo estamos haciendo en la medida que los recursos lo vayan permitiendo, acercándole propuestas al gobernador para decidir por dónde avanzar.
—El sector privado de Entre Ríos advierte por el peso de Ingresos Brutos y de hecho están reclamando por la desactualización de la escala pyme. ¿Qué respuestas le dan?
—Se está trabajando en todo eso. El RIGI y el RINI fue muy criticado, pero al fin del cabo salió y lo importante es que permite dinamizar algunos sectores de la provincia. Si bien se creía que el RIGI no iba a bajar a la provincia porque no tenemos explotaciones mineras, hay cadenas de valor que pueden llegar a aprovechar la provincia y podemos darle un plus y una ventaja competitiva a nuestras empresas locales aprovechando el RINI. En ese sentido, la intención es analizar la posibilidad de ir adaptando y llegar al ideal de la escala nacional. Se está trabajando para eso y veremos si podemos acercarnos lo más posible a esa escala porque también eso mejoraría la situación de varias empresas de la provincia.
—El RIGI y el RINI fueron promovidos por el Gobierno para estimular inversiones que vienen dormidas en Entre Ríos. ¿Qué expectativas reales generan y qué impacto a futuro podría tener en la economía provincial y las finanzas, más allá de los beneficios puntuales para la empresa?
—Ahí va a depender mucho de lo atractivo o no que nos transformemos como provincia. A veces no solamente es lo impositivo lo que define una inversión empresarial. Como provincia tenemos algunos deberes para hacer en el hecho de preguntarnos por qué hay empresas de la provincia que están yendo a Santa Fe o a Córdoba a invertir y no se quedan acá. Al margen del impositivo, ¿qué es lo que no les estamos brindando? Hay ejemplos cercanos. ¿Se fueron por una cuestión impositiva o de seguridad jurídica? Desde el lugar de los números, a veces uno cae en pecar de preguntarse si los empresarios se van a Santa Fe porque tenemos medio punto más o será que tenemos que brindar otro tipo de seguridad jurídica para que el empresario venga, se queque acá, no se pase el charco y lleve la inversión a Santa Fe. A veces son cuestiones que van más allá de lo numérico. En ese sentido, el gobernador da esa seriedad y seguridad de quedarse acá porque apuesta a la provincia, a que el empresario se quede y le da seguridad de que lo que invierte lo va a poder recuperar.
Previsiones para 2025
—¿Le cambia el ánimo encarar 2025 respecto de cómo lo hizo en inicio de gestión?
—Sí. El presupuesto ya es propio. Lo que está plasmado ahí se discutió. El hecho de haberlo diagramado bajo la modalidad de Base Cero hizo que cada uno de los ministros se diera vuelta y mirara para dentro su ministerio qué iba a hacer. No se encontró con algo ya armado, dio de baja los programas que no van a seguir y le dio su impronta. Estamos hablando el mismo idioma. La previsibilidad del gasto hoy está de nuestro lado. Sabemos dónde vamos a gastar y cómo. La variable ingreso es un poco más variable, valga la redundancia, pero ya tenemos cierta tranquilidad. Nación se retiró de algunas cuestiones y nos tenemos que hacer cargo. Cuando iniciamos la gestión, desde Nación nos decían “la semana que viene” y no sabíamos si después te mandaban…
—¿Entiende que en 2025 habrá menos sorpresas?
—Hoy ya tenés hay un escenario previsto. Nación se retira de la obra pública y medianamente sabés cuáles son tus ingresos. Ya charlaste con todos los ministros cómo vas a llevar adelante la gestión y quedan pocas variables por manejar. Va a jugar lo presupuestario. En la Cámara de Senadores se define la autorización o no del endeudamiento, de 450 millones de dólares para calzar obra pública de infraestructura; los 250 millones los tenemos para previstos para la deuda pública y una herramienta de manejo de Letras porque creemos que este año se puede llegar a dar la posibilidad de tener esa herramienta que nos permitiría salir y hacer colocaciones de corto plazo para evitar costos financieros altos. Esa es la diferencia entre el 10 de diciembre de 2023 y el de 2024. Hoy sabemos cuál es el escenario que viene, hay variables que ya las manejamos y el escenario está mucho más previsible.