ENFOQUE PORTADA

Ocupados, pero no tanto

Por Sergio Dellepiane  – Docente ///

Resulta paradójico contemplar cómo durante las movilizaciones de diferentes organizaciones sociales se reclama, por un lado, la extensión, amplitud e incremento de los “planes sociales” y, por el otro, aunque al mismo tiempo, la exigencia para que los demás generen “trabajo genuino”.

Ambos señuelos conviven, contrastando, con los planteos de empresarios acerca de las limitaciones que tienen para conseguir trabajadores que desarrollen las actividades básicas en sus cadenas de valor. Reconocen que compiten con la asistencia estatal que se asigna, sin contraprestación alguna verificable, en la mayoría de los casos. Por otro lado, al buscar completar sus plantillas en posiciones medias, el obstáculo reside en la falta de capacitación adecuada, de la que carecen los postulantes.

Una faceta diferente de la misma realidad, que visibiliza la búsqueda de trabajo en el país, es que existen quienes, habiendo adquirido conocimientos y habilidades específicas, optan por brindar sus servicios a empresas del exterior a cambio de ingresos en moneda extranjera.

En base a este complejo entramado cuya descripción no alcanza a cubrirlo por completo, es posible afirmar que cualquier índice que pretenda, en un determinado momento, reflejar la situación laboral del país, pecará tanto por exceso como por defecto y rara vez estará cerca de ofrecer una radiografía certera de lo que acontece en el mercado del trabajo argentino.

Condiciones.

Para que las aproximaciones estadísticas muestren adecuadamente una situación concreta, previamente deben establecerse las condiciones y limitaciones con las que se afrontará el relevamiento que se pretende realizar.

Toda relación laboral surge de un acuerdo voluntario entre un ser humano dispuesto a ofrecer su servicio de trabajo a cambio de una determinada retribución que bien puede no ser exclusivamente dineraria; y otro ser humano interesado en contar con las prestaciones de trabajo del primero, para aplicarlas a la producción de algún bien y/o servicio, que posteriormente intentará vender de manera voluntaria a otro/s interesado/s. Es preciso aclarar que acuerdo voluntario no significa, en sí mismo, que las partes intervinientes posean igual poder de negociación.

Por otra parte, es bien sabido que “crear más puestos de trabajo” refiere sólo a la intención de lograr que una mayor cantidad de personas intenten brindar sus servicios laborales en el sector privado de la economía nacional y, particularmente, en el subsector formal; en el cual, tanto empleador como empleado, tributan los denominados impuestos al trabajo y el último goza de algunos beneficios asociados a su “formalidad”.

Una disminución del índice de desocupación, cualquiera que éste sea, ocurrirá por el dinamismo que adquiera el mercado de trabajo formal en la economía nacional, es decir, que exista demanda y oferta, tanto de trabajo como de trabajadores.

Mercado laboral.

Al iniciar el análisis de este mercado por el lado de la “demanda de trabajo”, debe reconocerse que ningún empresario se levanta cada día con la consigna y obligatoriedad de crear trabajo. Inicia su jornada para intentar vender sus productos; si lo consigue tendrá la necesidad de producir más y recién entonces evaluará la factibilidad operativa para contratar servicios laborales adicionales. Esto implica que la demanda de trabajo no es autónoma sino derivada de, al menos, tres elementos concurrentes: a) Del nivel esperado de sus ventas y, por consiguiente, de su producción; b) Del costo laboral asociado, no sólo del salario de bolsillo sino, además, de todas las erogaciones que la obligación asumida como empleador conlleva; y c) De los riesgos laborales, que dependen de la percepción que el empleador tenga acerca de lo que significa contratar a una persona formalmente. Asumirá la decisión de incorporar un trabajador más, en base a considerarlo como un beneficio o, en su defecto, como generador de futuros problemas. Incluir aquí los juicios laborales, la sindicalización, derechos actuales y futuros, y la autopercepción, que se construya el postulante, del ambiente en el que desenvolverá su accionar.

Al analizar la cuestión desde el lado de la “oferta de trabajo”, debe quedar sentado que los servicios laborales son voluntarios y por lo mismo, la existencia, multiplicación y duración de la asistencia estatal (“planes”) atenta directamente contra dicha voluntad individual.

Estadística.

Resulta de una ingenuidad maliciosa sostener que de 47.327.407 habitantes (Indec – Censo 2022) sólo el 7 % (Id. 1T. 2022) esté desocupada, sobre todo reconociendo desde el Ministerio de Desarrollo Social que, durante el mes de julio 2022 se emitieron más de 26 millones de ordenes de pago para hacer frente a los diferentes tipos de Programas de asistencia vigentes.

Las personas buscarán trabajo cuando comprueben que trabajando obtendrán más y mejores beneficios que no haciéndolo. Influirá en esta decisión, la cuantía de la remuneración, el esfuerzo y el tiempo invertidos, sus riesgos y la posibilidad de complementar los ingresos obtenidos por la percepción de la asistencia estatal, para decidir la conveniencia o no de incorporarse al sistema legal y formal del mercado laboral.

Se ha convertido en lugar común que los gobernantes manifiesten su “preocupación” por la creación de empleo, pero en la mayoría de los casos, han avanzado en sentido contrario. De hecho, en la Argentina, actualmente, “existen alrededor de 5,4 millones de habitantes que no participan de la oferta laboral por falta de incentivos y oportunidades” (BM – 1T, 2022).

Sin considerar agotado el análisis, queda claro que los índices de ocupación/desocupación oficiales y privados sólo pueden manifestar una realidad incompleta, imprecisa e ineficaz, pues únicamente sirven para fundamentar éxitos pírricos o denostar fracasos estrepitosos de las políticas públicas que se implementan desde el estado, pero que lejos están de proporcionar una solución concreta al complejo mundo de la actividad laboral.

Los índices estadísticos podrán modificarse; de hecho, pueden manipularse en uno u otro sentido. Lo verdaderamente importante es promover acciones eficaces que posibiliten la desaparición de alternativas más cómodas e incentiven el cambio de hábitos enquistados en mayorías indolentes pues se las ha condicionado de tal modo que no pueden, no saben y/o no quieren incorporarse al universo formal del trabajo.

Es lo que hay. Y es muy poco.

“Lo que mueve el mundo no son los potentes brazos de los héroes, sino la suma de los pequeños empujones de cada trabajador honrado” – Hellen Keller (1880 – 1968)