El emprendedor tecnológico destacó la capacidad de los argentinos para emprender e innovar. El problema, para el joven, es otro: “La Argentina no tiene una cultura de la inversión”. ¿Qué dijo de la Inteligencia Artificial? Por Nahuel Amore
Hoy con 25 años, Mateo Salvatto sigue sorprendiendo por su capacidad para poner en palabras y contagiar su pasión por el emprendedorismo y la innovación en la Argentina, tal como lo hizo con 18 cuando captó la atención de todos en los medios nacionales. Esta semana, de visita por Entre Ríos para el XII Congreso Internacional de AFIDE, el joven brindó una conferencia junto a su hermano Augusto y marcó los desafíos que deben enfrentar todos aquellos que quieran encarar sus propios proyectos.
“Emprender no es una carrera de velocidad sino una carrera de resistencia; es el que más aguanta, no el que más rápido lo hace”, definió el co-fundador de Háblalo y CEO de Asteroid, en diálogo con DOS FLORINES. Desde esa perspectiva, desmitificó que “la gran mayoría de los emprendedores se matan laburando toda la semana, duermen poco, no tienen descanso y eventualmente logra que su compañía pegue la vuelta y genere un ingreso muy grande”.
En otro orden, el conferencista subrayó la necesidad de que los jóvenes emprendedores cuenten con herramientas financieras. “En todos los países el Estado da créditos a la innovación, la ciencia y la tecnología”, señaló, y acotó que también es importante que los privados se animen a invertir en los nuevos proyectos de innovación; proyectos que, según consideró, deben también adaptarse a los cambios del momento como la incorporación de Inteligencia Artificial.
Emprender, derribando mitos
—¿Cuál es hoy el principal desafío, a tu criterio, que tienen en este contexto complejo los emprendedores que comienzan su camino?
—Es una buena pregunta. Emprender de por sí es una tarea compleja en un montón de sentidos. Pareciera que emprendedorismo es hoy tecnología, pero en realidad es cualquier cosa que tenga que ver con aportar valor o solucionar un problema de manera poco convencional. Además de esa complejidad, Argentina tiene un componente que es imposible de ocultar que es la macroeconomía y el acceso a financiamiento que es más complejo que en otros países. De todos modos, a mí me gusta verlo desde el vaso medio lleno. El mejor MBA del mundo es hacer una empresa en Argentina. Si lográs hacerla, que funcione, facture y gane dinero, la podés llevar a cualquier lado.
—Es una paradoja.
—Hay una dicotomía muy loca en el emprendedorismo argentino de que, a pesar de todas las dificultades macro de la Argentina, hay un montón de innovación por fuera de lo común. Argentina es el país con más empresas unicornio per cápita de Latinoamérica y también es el país del continente con más premios Nóbel. Es muy loco porque hay países como Brasil o México que tienen estructuras más grandes, economías más sólidas, más población. Estadísticamente tendría más sentido de que el emprendedorismo mexicano o brasileño tuviera más reconocimiento. Pero es al revés.
—¿A qué se debe que muchas veces no se reconoce a los emprendedores como tales?
—Hay varias cosas. Hoy la palabra emprendedorismo queda cool y está muy asociada al mundo de Silicon Valley, de Microsoft, de Google o aquellos emprendedores en pantuflas que facturan millones de dólares por día. Pero ser emprendedor es tener una pyme. Se hace desde hace cientos de años. Ahora bien, hoy está muy de moda y, por lo tanto, se generan muchos mitos a su alrededor.
—¿Cuál es el mito más común de los emprendedores hoy?
—El primer mito es que el emprendedor se pone un negocio y en dos semanas factura dos palos verdes y se compra un yate. Eso no existe. Le habrá pasado a alguno alguna vez, pero no pasa. La gran mayoría de los emprendedores se mata laburando toda la semana, duerme poco, no tiene descanso y eventualmente logra que su compañía pegue la vuelta y genere un ingreso muy grande. Si no venís de tener un capital previo o de una inversión grande, lo más probable es que pierdas dinero.
—¿Qué mérito reconocés de los emprendedores argentinos que logran sostenerse y crecer?
—En Argentina particularmente, el emprendedorismo está visto como una carrera de velocidad. Es decir, veo algo rápido, detecto una innovación fácil, soy el nuevo Google y vendo la compañía por 50 palos verdes y los pongo en un fondo de inversión. La gente cree que eso pasa. ¿Qué hace que un emprendedor tenga éxito por sobre otra persona? Para mí, emprender no es una carrera de velocidad sino una carrera de resistencia; es el que más aguanta, no el que más rápido lo hace. El problema y la oportunidad en mi generación es que la mayoría de los pibes pecan de que si no me sale rápido, me frustro y lo dejo. Y esa es la receta para no hacer bien un emprendimiento. Es un laburo mental. Es hasta contraintuitivo si creés que va a funcionar y funciona.
Invertir en los emprendedores
—¿Qué motores de financiamiento hacen falta desarrollar en Argentina, según tu visión, para que el sueño emprendedor sea realidad?
—Es una de las cosas que a la Argentina le faltan. La Argentina no tiene una cultura de la inversión. Puede ser una falla de cultura, pero también porque estamos todos en modo supervivencia constantemente. Es muy difícil decirle a alguien que invierta si primero está viendo cómo cierra el balance. Lógicamente esto no quita de que en el sector privado, uno de sus principales focos debería ser la reinversión en infraestructura, innovación, aunque también en condiciones normales de presión y temperatura. En Argentina tenés ese problema agregado. Pero es cierto que al mismo tiempo falta una cultura de inversión no sólo del sector bancario, sino también de los ventures de tecnología como lo hace Globant. Es una crítica constructiva para cuando la cosa mejore. No es muy convencional la inversión en startups, en innovación; no hay cultura. Con el Estado también pasa. En Argentina vamos de un extremo a otro y, de repente está mal visto que el Estado invierta. En momentos de crisis tiene sentido, pero en todos los países el Estado da créditos a la innovación, la ciencia y la tecnología.
—La inversión en I+D de otros países es muy alta y eso tiene impacto en el desarrollo del país.
—Es lo más común del mundo, es muy sano. En Argentina a veces está mal visto la colaboración del Estado con el privado, porque es cierto que se hicieron muchas cosas mal, pero es un problema porque en todo país que funciona, el Estado colabora con los privados que invierten.
—¿Y en el plano micro?
—En lo micro también hay poca cultura de inversión. Hay una persona que admiro como es Claudio Zuchovicki, que milita mucho el mercado de capitales. Cada vez con más compañías de tecnología del mercado fintech se abre la cultura para que la gente invierta en bonos, acciones. Se empezó a hacer más viral poner la plata en fondos comunes de inversión como Mercado Pago donde ves que la plata te rinde. Se hace más masivo, pero en el mundo es normal no dejar la guita parada en el banco. Nosotros no tenemos esa cultura. El argentino tradicionalmente compró dólares y no tenemos ese ejercicio de invertir en acciones o cedears, por ejemplo. De a poco hay más cultura, pero no está en la agenda micro y es un problema del emprendedorismo.
—¿Cuán necesario considerás que los nuevos emprendedores incorporen a la Inteligencia Artificial como un aliado?
—El salto cuali y cuanti que está dando la Inteligencia Artificial es espectacular, en términos de productividad, eficiencia y velocidad. Eso es innegable y mucha gente lo aplica, desde la creación de contenido hasta la programación. En nuestra empresa lo aplicamos para programar o testear más rápido. Es una bomba, llegó para quedarse y no creo que se vaya nunca. La pregunta del millón que se hace todo el mundo es si nos va a dejar sin laburo. No creo que la IA te deje sin laburo. Ahora, lo que sí te va dejar sin laburo es una persona que use IA mejor que vos al final del día. Y al emprendedorismo le pasa lo mismo. Si no aplico IA para programar más rápido, alguien va a usarla para programar más rápido lo que yo hago. Si sos una fintech y alguien empieza a usar nuevas tecnologías, irá más rápido y te va a comer. La diferencia es que esa rapidez es casi imperceptible.
Educación, vínculos y trabajo en equipo
—¿En qué los ayuda participar de este tipo de encuentros?
—Lo voy a responder con un ejemplo. El motivo por el cual a mí un periodista de Télam me hace la primera entrevista cuando tenía 18 años, fue por un evento como éste. Gracias a eso, la nota la levantó TN, se hizo viral, me llaman a una charla TED y empieza la historia de Háblalo que hace nacer la compañía que sigo teniendo. Los eventos como éste son fundamentales. Primero, porque una cosa que necesita un emprendedor es networking, conocer personas. Justamente, otro de los mitos es que uno labura solo. Eso es falso, porque necesitás todo el tiempo de otro, quizá no para trabajar pero sí para aprender, consultar, ver ejemplos.
—Un trabajo en equipo, en red.
—En ese sentido es muy útil. Este evento en particular que reúne a personas de distintos países es muy rico porque ver otras culturas, otras idiosincrasias, otras formas de ver el mundo, es muy bueno para emprender y salir de la visión de túnel que uno tiene todos los días. Al mismo tiempo, son generadoras de oportunidades. Estos eventos se deberían multiplicar por la Argentina porque son muy sanos.
—¿Qué es lo más difícil de motivar a otros a emprender?
—Lo más difícil es hacerles entender lo emocional. Primero, que es una carrera de resistencia. Te van a criticar, hagas lo que hagas. Mucha gente te va a decir que estás equivocado.
—¿Y qué rol cumple la educación?
—La educación es fundamental. Tenemos ejemplos positivos, pero todavía falta mucho. Argentina es un país que en términos de currícula viene atrasada, por ejemplo en estadística, emprendedorismo, ciencias de la computación, programación. Tenemos muy buena infraestructura educativa, pero la currícula en nivel primaria y secundaria nos falta.