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Malas señales en empresas entrerrianas: “Hay muy malhumor y temor a perder el empleo”

Héctor Fratoni, presidente del Consejo Empresario de Entre Ríos, advirtió por la situación delicada que están atravesando muchas empresas y reconoció que comenzaron las suspensiones y pagos en cuotas. ¿Qué expectativas hay para los próximos meses? Nahuel Amore

Las empresas de Entre Ríos comenzaron a sentir los efectos nocivos de más de dos meses recesivos en la Argentina. Si bien las realidades sectoriales son dispares, aquellos que dependen del mercado interno registran fuertes caídas en sus ventas y ello es motivo para que empiecen a crujir las estructuras, atento a que todavía no avizoran una salida en lo inmediato.

Así lo advirtió el propio Héctor Fratoni, presidente del Consejo Empresario de Entre Ríos (CEER), quien conoce el pulso de lo que ocurre puertas adentro de las compañías de la provincia a partir de las conversaciones con sus colegas de diversos rubros. Aunque hay algunas más golpeadas que otras, reconoció que ya hay recortes de horas, suspensiones, pagos de salarios en cuotas y hasta despidos por goteo.

Hay muy malhumor y hay temor a perder el empleo”, sintetizó el empresario del sector automotriz, en diálogo con DOS FLORINES, sobre el espíritu de época que se vive durante estos meses. Según señaló, esperan con ansias el acuerdo político del “Pacto de Mayo”, pero advierte por lo que ocurra hasta esa fecha y duda del sustento real del supuesto repunte a partir de junio.

—¿Qué panorama están viviendo las empresas de Entre Ríos? ¿Cuál es el ánimo del empresariado?

—Hoy la preocupación es importante. Antes nos invadía la incertidumbre y ahora es la incertidumbre más la ansiedad de querer que sea mañana. En lo particular, cuando se habló del Pacto de Mayo, pensé qué lejos nos queda el 25 de mayo porque mientras tanto la zozobra iba a ser importante; no me equivoqué. Seguimos prácticamente a la deriva respecto de cuál es el norte de la brújula. En los empresarios locales, por ejemplo, al haberse cortado la obra pública, los costos se dispararon con una distorsión increíble para la construcción privada; cuando vendés no cierra el valor del metro cuadrado. Hay que esperar a que se estabilice. Pero mientras tanto, se perdió el mercado en todos los sectores. Hoy no es un problema de precio, sino que no tenés mercado. En el parque industrial están preocupados porque ya hay suspensiones y arreglaron con el sindicato para que no se genere un problema social con el personal. No es grato suspender gente. Pero más allá de eso, el tema es hasta cuándo.

—Todos sabían que iban a enfrentar una recesión, pero ahora le pregunta es cuánto más se extenderá y en qué proporción.

—Por eso digo que si hay que esperar hasta el 25 de mayo para que políticamente se alineen los pensamientos y se pongan de acuerdo, es mucho tiempo. Cerraron el grifo de las provincias para que se alineen a la Nación, pero hay que aguantar hasta junio cuando mientras tanto tenés estructuras tan grandes. Las empresas lo sufren porque los sueldos son caros, les está costando pagarlos y, a la vez, para el consumo no alcanzan; peor que en otros momentos. Es una distorsión. La gran mayoría está de acuerdo en las cosas que hay que hacer para ordenar, pero el tema son las formas, sin que sea una puñalada tan profunda para que no quede una cicatriz tan grande. El esfuerzo lo estamos haciendo entre todos. Podemos discutir si la casta hace el esfuerzo, pero el común de los mortales lo está sintiendo.

Recesión

—¿Cómo les están impactando los incrementos en la tarifa eléctrica?

—Muy fuerte. Pero se distorsiona porque bajó la actividad; en la industria hay varias empresas planchadas. La pregunta es cómo pegará cuando arranquen. El problema es que, ante una crisis, con menor consumo, tenés un 200% más. Ya hubo notas planteando el tema y se habló de amortiguar con una baja de impuestos, pero no te mueve el costo. Por eso, la verdad es que es preocupante. Hay un malhumor. En abril se van a desencadenar problemas de varias empresas que se traccionan con la construcción y vienen con problemas serios. El tema es quién tiene la acreencia. Tienen que afrontar compromisos con bancos, proveedores…

—¿Cómo está la cadena de pagos?

—La situación es distinta en los distintos sectores. En la construcción se cortó la cadena de pagos. Hay otros que dicen que van a pagar, pero piden un tiempo. En algunos rubros no hay mercado, no compran, están paralizados. Te dicen que venden para bajar el stock y se mantienen, sin reponer. El tema es pasar estos meses. Venden lo que se puede, sin reponer el stock. Lo que se cortó totalmente es lo que depende de la obra pública.

—¿Qué observa en otras actividades con  las que se vincula?

—En nuestro caso, la venta del camión chiquito para distribuidores de mercadería para consumo, está planchado. Ese mercado murió. Después hay sectores que siempre empujan, como avícolas o arroceros en época de crisis. La industria de la carne siente la caída del consumo. El sector porcino está mal, con malos precios y les pegan las importaciones. En general, las actividades están mal y el campo está levantando porque viene de años muy malos, con una sequía que los endeudó. Por otro lado, el transporte nacional e internacional bajó un montón. Todo bajó mucho, incluido un 30% la venta de combustibles. Hay industrias como el vidrio que tienen que seguir produciendo porque no pueden parar las máquinas, pero usan el mismo material que producen y lo rompen. ¿Cuántos meses podés aguantar? ¿Hasta cuándo?

—¿Preocupa la apertura más flexible de las importaciones?

—En las conversaciones la pregunta es si no serán los mismos fabricantes que empezarán a importar si no somos competitivos. Si las grandes multinacionales se quedan con la diferencia, habría que ver. Personalmente me pasó durante el gobierno de Menem que no era competitivo; con toda la tecnología que tenía, era más barato importar que los costos. El miedo viene por ahí, si no vamos a estar competitivos por culpa del Estado. Mínimamente necesito condiciones. Querés que genere mano de obra y sostenga el empleo, pero no dan los números. Si pierdo la competitividad pero es problema mío, el problema soy yo y lo puedo solucionar. Pero cuando no están las variables del Estado para competir, terminamos mal.

Agenda con Frigerio

—¿Qué le plantearon al gobernador Frigerio durante la reunión con el CEER?

—Le comentamos del plan de desarrollo productivo que habíamos realizado, apuntado a la cadena cárnica, turística y forestal. Ahora se lo vamos a llevar digital para que lo pongan en la agenda. Hay para hacer un buen desarrollo. También le contamos el proyecto de la Ruta 127 y 12. La idea es trabajar juntos. También hablamos de la plataforma exportadora, que necesita que se siga alimentando; es una linda herramienta que a la pyme le abre muchas puertas. También se planteó el problema de los impuestos, con el compromiso de reacomodarlos ahora para volver a bajarlos. La idea es ponerse en consonancia con las provincias de la Región Centro para tener la misma carga fiscal y que no te tengas que ir de la provincia.

—¿Se manifestó preocupación por algún punto de la Reforma Fiscal que está tratando la Legislatura provincial?

—La preocupación que se manifestó son los montos que definen los tramos de las empresas, que no va acorde con la Nación. Dijo que es uno de los puntos que van a ver porque los más chicos van pasando de categoría, siendo más pobres. Ese tema fue planteado, no se tenía en el radar y lo van a ver. Es preocupante porque están cambiando de categoría, cuando tuvimos una elevada inflación.

Expectativas y empleo

—A pesar de esta coyuntura, ¿hay luz más allá del Pacto de Mayo?

Sí. En la gente tenés la expectativa. No sé hasta cuándo van a aguantar, pero quieren acompañar con el esfuerzo. El tema es cuando alguien de tu familia, un amigo o el vecino se queda sin empleo; es duro. Ahora todos están de acuerdo en que el Estado estaba sobredimensionado. Para el sector privado generaba una competencia desleal, porque todos querían ir a trabajar al Estado, con otros sueldos y horarios. Ahora pareciera que se va corrigiendo y se va achicando; pero ahí es cuando entra el miedo. La industria más grande de la provincia es el Estado. La pregunta es cuánto va a pegar en el consumo lo que traccionaba el Estado; el tema era que lo pagábamos la otra parte.

—¿Considera que la recesión empieza a mostrar otras señales preocupantes?

—La gente está con expectativas para adelante, pero lo que nos mata es el tiempo. Hablaban de aplicar medidas de shock, ¿pero por qué hay que esperar 90 días para el Pacto de Mayo? Sí, para enfriar y licuar todo. Cómo no se va a frenar la inflación si no hay consumo. Por otro lado, en cuanto a precios, hay cosas que es más barato importar, como el acero o el aluminio. Van a tener que corregir. Los que estamos en la cadena de comercialización somos intermediarios, no somos formadores de precios. Podés bajar precios, pero lo hacés sabiendo que perdés y no reponés para mantener la estructura del negocio. Además, todos dicen que achicar gente es lo último. Pero la pregunta es hasta cuándo lo sostenés. ¿Uno o dos meses? Algunas empresas hicieron planes de pago con el personal.

—¿Pero entonces por dónde viene la esperanza?

—Hay esperanza con el sector de la agroindustria de que en junio arrancaría. Yo le atribuyo al Pacto de Mayo, pero no tengo un fundamento de por qué va a ocurrir. Es percepción. Mientras tanto, hay un muy malhumor y está el temor a perder el empleo. Personalmente hacemos lo imposible por aguantar y, si no da más, avisaremos con tiempo. En dos o tres meses más, si esto no cambia, tendré que achicar. Ese temor es feo. Ya no pelean para que el sueldo sea mayor, más allá de las paritarias, sino por cuidar el empleo.