AL DÍA PORTADA

Malamud: “El problema de Argentina es la provincia de Buenos Aires”

El politólogo advirtió a los entrerrianos por el “lastre” que significa el AMBA para Argentina. “Se tienen que hacer cargo los bonaerenses, pero también tiene que ayudar el resto del país”, aseguró. Nahuel Amore

Andrés Malamud disertó el jueves en el marco del Ciclo de Charlas que propuso el Consejo Empresario de Entre Ríos (CEER). Tras las elecciones y ante un escenario convulsionado, el politólogo puso el foco en el futuro del país y la necesidad de resolver los problemas estructurales. Fue en ese contexto que ratificó su postura de que el principal escollo es la provincia de Buenos Aires, tema que debe ser atendido, a su entender, por todos los argentinos.

Ante la consulta de cómo se puede mejorar el quehacer político y económico a partir del bipartidismo inmanente, consideró que la respuesta es más fácil en provincias con una “identidad política” más definida. “Entre Ríos es la segunda provincia histórica de Argentina, después de que Buenos Aires gobernara la confederación. Son las dos provincias que lideraron la constitución como país. Pero Entre Ríos tiene una comunidad descentralizada, con muchas ciudades en las cuales no todos los intendentes que aspiran a la gobernación son de la capital; muchas veces es al contrario. Tienen sentido de comunidad, medios de comunicación, empresas y asociaciones empresarias que le dan una identidad común”, valoró.

En cambio, comparó que “la provincia de Buenos Aires no tiene nada de esto. Tiene dos tercios de sus habitantes viviendo en un 5% del territorio. La Plata y Bahía Blanca hace siglos que viven pensando en independizarse, partirla, dividirse, en alejarse políticamente del centro, que sigue siendo la Capital Federal, no La Plata. La provincia de Buenos Aires no tiene una dirigencia con herencia, todos sus gobernadores son impuestos desde la Capital por los presidentes”.

Desde esa perspectiva, fue contundente: “El gran problema de Argentina no son los partidos, sino la provincia de Buenos Aires, que no es un problema en sí, sino que es estructural. Se le generan problemas a la provincia cuando se le confisca participación. La provincia aporta cerca del 37% de coparticipación y recibe del 22%. Hay más pobres per cápita que en el noroeste argentino”.

Buenos Aires, el “lastre”

En su análisis, las dificultades aparecen ante el malgobierno. “Cuando se malgobierna, están peor sus habitantes y están peor los argentinos, porque la provincia tiene alguna influencia en la selección de los presidentes. Los presidentes no son bonaereneses, pero sí los sacan cuando se enojan”, cuestionó.

Por ello, la pregunta sobre cómo mejorar es “fácil de responder en el interior” debido a que “20 de las 24 provincias reeligen a los partidos que la gobiernan”. “El problema es en la superficie, que en la provincia de Buenos Aires está en la zona metropolitana. Ahí la respuesta es mucho más compleja porque no alcanza con ir a militar a La Matanza, Lomas de Zamora o Florencio Varela para mejorar un partido. En esos partidos se llega por arriba, por los medios nacionales de comunicación que son porteños”, afirmó.

En esa línea, insistió: “Para mejorar la política argentina hay que resolver el problema bonaerense. No alcanza con tener buenos gobiernos provinciales. Los hay, la mayoría brinda satisfacción a sus ciudadanos. El problema es la provincia de Buenos Aires y de esto se tienen que hacer cargo los bonaerenses pero también tiene que ayudar el resto del país”.

“Tienen que darse cuenta de que es un problema y que va a seguir siendo un lastre, el lastre de la federación mientras siga existiendo con esta entidad, con este 40% del total del país. Si alguien se tiene que dar cuenta primero quizá sean los entrerrianos, que se dieron cuenta que Rosas estaba sobrando”, subrayó, ante un auditorio que lo seguía vía streaming.

Bipartidismo eterno

En su introducción, Malamud brindó un análisis sobre el escenario político que trazará el devenir del futuro. En ese sentido, aseguró que la Argentina es un caso atípico, debido a que si bien está dentro de los países latinoamericanos con su macroeconomía en crisis, mantiene una cierta estabilidad política, en contraposición de naciones como Perú. “Seguimos votando a los mismos”, señaló, y recordó que el bipartidismo define la distribución del poder. Los dos pilares, explicó, son la identificación política y el sistema electoral restrictivo.

Respecto del primer punto, planteó: “Sigue habiendo una identificación de más de un 20% con el peronismo y kirchnerismo. Y sigue habiendo una identificación muy fuerte, también de más del 20%, con el no peronismo. Es decir, cerca del 50% de los argentinos tiene la camiseta puesta y va a votar a su equipo aunque juegue mal. Va a insultar al técnico, al equipo y lo va a seguir apoyando. El otro 50% es más variable pero tiene simpatías por alguno de los dos”.

Respecto del segundo pilar, de tinte institucional, se explayó: “¿Qué quiere decir restrictivo? Que afunila (estrecha o acota), genera un embudo sobre las opciones, dificulta las opciones libres. Por ejemplo, no se permiten las candidaturas independientes”. Además, recordó que los candidatos deben pertenecer a partidos políticos y se imposibilita jugar a los “independientes” o “extrapartidarios”. “Impone altísimos costos de entrada para las terceras fuerzas. Incentiva a que sobrevivan los partidos de siempre e incentivan a los electores a seguir votándolos”, sostuvo.

Sobre la base de estos dos pilares, anticipó: “Sugiero que el futuro sea una proyección de este pasado, con los cambios que podemos llegar a hacer. Estos cambios están limitados por el sistema institucional restrictivo, que dificulta la vida de los outsiders, la vida de las terceras fuerzas, y le da un plus, un bonus, energía adicional, a las fuerzas establecidas”.

Futuro político

El analista admitió que “es muy probable que dentro de dos años estemos disputando a nivel nacional y en la mayoría de las provincias, entre ellas Entre Ríos que es una de las más bipartidistas, entre las mismas dos fuerzas de siempre: el peronismo con diferentes coaliciones internas y el no peronismo que en algunos distritos tiene protagonismo radical y en otros, del PRO”.

Sobre la oposición, dijo que “no se discute la existencia de Juntos por el Cambio”, pero aclaró que su distribución del poder no se traduce de la misma manera en los distintos territorios. “Es decir que Juntos por el Cambio podría convertirse en un partido del no peronismo, que contiene en su interior a partidos tradicionales”, acotó.

Asimismo, recordó que “en 2001, el sistema de partidos se reconstruyó muy parecido a lo que era antes. El PRO sustituyó al radicalismo en la región metropolitana de Buenos Aires por la UCR que quedó viva en el interior. El PRO cuando vio que no conseguía penetrar en todo el territorio, tuvo que aliarse”. “Son los partidos que deciden quién es candidato. Son los partidos que juntándose o separándose, nos indican más o menos cuál va a ser el resultado”, concluyó.

Asimismo, Malamud arriesgó que el “Ambacentrismo” sigue dominando la escena política del país en detrimento de las provincias, a la luz de los resultados del domingo pasado. “Estamos hablando de un país grande y diverso, pero de un gobierno, un sistema de medios y una lectura política completamente metropolitana, que saca de agenda los problemas y propuestas de solución del país interior que no es mayoritario”, afirmó.

Al respecto, acusó que la estabilidad subnacional que es el ancla de la estabilidad nacional. “En Argentina las cosas están bastante más ordenadas. No doy garantías. Mañana se puede incendiar todo como ya se incendió otras veces. La política argentina no está garantizada por el destino. Es casi siempre igual. Los partidos que están, es probable que van a seguir estando. Si queremos intervenir y cambiar las cosas, se trata de mejorarlas”, sintetizó.

El Gobierno de Alberto

Para reflexionar sobre cuál será el camino que adoptará la administración de Alberto Fernández hacia adelante, propuso pensar en las dos estrategias que sobrevuelan a las coaliciones que dominan el territorio político. “En el oficialismo pasa en algunos casos por la radicalización y, en otros, por la moderación. En la oposición pasa por los que quieren ganarle al oficialismo como sea, si pueden sacarlo de carrera y gobernar solos. Y también están los que piensan que esto es imposible, quieren ganarles pero después aliarse con algunos fragmentos del peronismo para generar una coalición de gobierno mayoritaria”, señaló.

Sobre ambos espacios, explicó que en el oficialismo, la radicalización es la figura de Cristina, mientras que la moderación es Alberto Fernández. “Mi impresión es que la estrategia predominante va a ser la moderación porque en el fondo Cristina también es esto, le gusta más comprarse carteras en Washington que visitar Pekín. Y, además, cuando fueron gobierno, le llenaron la cara de dólares a los acreedores internacionales, se cansaron de pagar de más. Los radicalizados cacarean en un lado pero ponen los huecos en otro”, disparó.

En esa línea, dijo que por otro lado mantendrán un “discurso radicalizado”. “Van a seguir insultando a los opositores. Después van a pedir un acuerdo político porque el Fondo se los exige. Es decir, vamos a seguir navegando en el barro, de un país que está, depende y negocia en Occidente, mientras hace mucho ruido por afuera. Los funcionarios para seguir son Martín Guzmán, Gustavo Béliz y Jorge Argüello”, analizó.

En cuanto a la oposición, dividió en dos tendencias. “Los primeros son los halcones, que quieren ganarle al peronismo y gobernar sin él: Patricia Bulrrich y Mauricio Macri. Las palomas pretenden los acuerdos, gobernar como la Ciudad de Buenos Aires, con una coalición sobredimensionada. Larreta distribuye generosamente”, comparó, y agregó que “los jefes de Gobierno porteño que llegan al país vienen con excelentes mecanismos de gobierno, bien financiados. Cuando no hay plata hay que gobernar de otra manera y no están entrenados para eso”.

Acuerdo con el Fondo

Sobre la base de este análisis, un tema a definir en el corto plazo es cómo encarar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por la deuda de 44.000 millones de dólares que tomó Macri. “Está por verse qué está por hacer la oposición, porque el Gobierno podría aprobarlo con los puchitos de terceros bloques. En el Senado le alcanza, mientras que en Diputados tiene que seducir o comprar algunos más”, indicó.

“Esto es lo que está en discusión, si la oposición se va a abrazar con el gobierno en el ajuste que el Fondo Monetario exige, que ellos lo van a llamar plan pero sabemos que es un ajuste, o si la oposición va a dejar que el gobierno se haga cargo; pero al mismo tiempo tiene que decirle al Fondo que si bien no vota eso no va a retroceder en el futuro; porque si el Fondo piensa que hay una oposición que se niega al acuerdo, va a estar menos proclive a aceptarlo”, analizó.