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Las fiestas mutaron en Paraná, con nuevos costos y protocolos que ajustan la ecuación

La mayoría de los eventos son reprogramados del año pasado. Los servicios de lunch deben adaptarse para no salir perdiendo. Persiste la incertidumbre para la contratación de nuevas fiestas. Nahuel Amore

Las fiestas ya no son lo mismo. Tras muchos meses paralizados y en medio de una grave crisis para el sector, los eventos volvieron en pandemia, aunque con protocolos que definen otro “espíritu festivo”. Nuevos horarios, con menos cantidad de gente y sin baile, son las principales variables que se alteraron. Sin embargo, la dinámica que impone el Covid-19 podría, de un día para otro, obligar a barajar y dar de nuevo.

Según confirmó a DOS FLORINES Mayra Collante, coordinadora del Cuerpo Técnico en la Dirección de Habilitaciones de la Municipalidad de Paraná, desde mediados de enero hasta fines de febrero se autorizaron 44 eventos en la ciudad. “En enero fueron siete y, en febrero, 37. Por fin de semana hemos tenido un mínimo de siete eventos a un máximo de 11 autorizados”, sostuvo.

La mayoría de las fiestas que se realizan actualmente son aquellas que se reprogramaron. Cumpleaños de 15, casamientos y recepciones completan la grilla, aunque en su mayoría no se trata de nuevas contrataciones, sino de aquellas que fueron canceladas, a pesar de estar pagas, y que permanecieron en el limbo de la incertidumbre desde el 20 de marzo pasado.

Sin dudas, adaptarse a la situación es la consigna. Si no se realizan al mediodía, se hacen desde la tarde hasta la medianoche. Además, nadie quiere perder. “La mayoría opta por el lunch frío porque los presupuestos subieron. Con lo que pagaron, tratan de hacer la fiesta como sea. Incluso, de tarde se gasta el doble o el triple en bebida que si fuera de noche, por eso prefieren otro tipo de comida”, describió una trabajadora del rubro con más de una década de experiencia.

La capacidad de los salones es otro tema que todos buscan adaptar, más aún quienes tenían hecha la lista de invitados. No obstante, Collante aclaró que el protocolo provincial establece “hasta un 50% de la capacidad habilitada del local” y “hasta siete personas por mesa”. De igual modo, acotó que el número final de cada salón depende “del espacio a utilizar, si es abierto o cerrado, y ver la superficie para definir la capacidad”.

Asimismo, ante un contexto inflacionario que continúa, buscar la ecuación es una tarea que requiere de nuevos acuerdos de palabra. “A la gente que pagó, los servicios no le quieren devolver la plata, pero sí realizan el evento porque la mercadería estaba comprada. Nadie quiere perder, porque el costo se va muy arriba, más ahora con la variación de precios. Igual, a veces terminan perdiendo porque no dan los números”, analizó la fuente consultada, en reserva de su nombre.

Controles

A la hora de controlar las fiestas, desde la Municipalidad insisten con que lo primordial es la cantidad de asistentes. “Te das cuenta de que hay una falla grave cuando hay más gente de la que debería haber. En función de eso sabés si la fiesta se va a regir por el protocolo”, afirmó Collante, quien explicó el principio sociológico de que “cuando superás un cierto número de personas, cuesta más que la gente a nivel colectivo recuerde la norma”.

Según supo este cronista, una alternativa para cumplir con todos los invitados y evitar las aglomeraciones es hacer “dos tiempos”. Lo que antes se conocía como el “trasnoche”, ahora se lo denomina “trastarde”, por el cual los adultos, que llegaron al inicio para la “cena”, son reemplazados por los jóvenes a las nueve de la noche.

Consultada sobre esto, la funcionaria municipal respondió: “Es la primera vez que lo escucho como tal. Sabemos que el protocolo sugiere que a cierto horario los mayores se retiren. Ahora bien, hacer el recambio es posible pero en función del cómo”. “Tendremos que repasar el control en horario medio”, anticipó.

Por otro lado, respecto de las sanciones que prevé la Comuna, distinguió: “La mayoría de las actas de comprobación que labramos son para lugares no habilitados y en los que no se observa ningún tipo de protocolo, como los karaokes que se transforman en bailes. Allí se realizan las clausuras preventivas. De todos modos, los eventos autorizados en general han ido bien”.

Un aliciente

“Volver a las fiestas es para nosotros un aliciente, una luz de esperanza”, expresó a DOS FLORINES Adrián Aguilar, socio de Servicios de Lunch Alejandra. “En la modalidad que se hacen los eventos hoy, de seis de la tarde hasta las doce de la noche, económicamente nos sirve, siempre y cuando se hagan a precios actualizados”, planteó.

De todas formas, confirmó que “muchas fiestas que se están haciendo son del año pasado y no son tan redituables”. “Se está respetando el precio del año pasado, porque eran fiestas pagas o señadas. Pero se busca un acuerdo con el cliente y las partes van cediendo un poco”, sostuvo.

Además, Aguilar lamentó el tiempo perdido y recordó que desde el sector se presentó un protocolo a la Municipalidad para habilitar las fiestas meses atrás. Incluso, apuntó que ello dio lugar a la realización de fiestas clandestinas. “Eso nos duele un montón. Los eventos de 200 o 300 personas no se los sanciona con la severidad que se debería, mientras que a nosotros, con 100 personas, ya tenemos 10 agentes de la Municipalidad en la puerta para castigarnos si ven a alguien bailando”, disparó.

A pesar de estas dificultades, que a muchos organizadores de eventos y trabajadores afines los obligó a buscar otro sustento de vida, Aguilar mira con optimismo lo que se viene. “El año pasado ya pasó y hoy queremos arrancar nuevamente, reinventarnos y seguir con las nuevas modalidades, incorporando los protocolos que exigen barbijos, alcohol en gel y demás”, manifestó.

Incertidumbre

Juan Carlos Ortega, conocido empresario del rubro, aseguró que con la reactivación de los eventos, volvieron las consultas por la realización de fiestas. “Han empezado a preguntar por presupuestos nuevos. Pero en mi caso, sólo son consultas. Los eventos que teníamos contratados están reprogramados para mayo, junio y julio. Ellos están esperando que se levante el límite de cantidad de gente”, señaló a DOS FLORINES.

En este contexto, Ortega sigue viendo con incertidumbre el escenario. “Yo sigo parado, tal cual. Algunas personas están entusiasmadas, pero nada concreto”, afirmó, y agregó que en general se respetan los protocolos, pero que “algunos, sin dar nombres, empezaron bien y ahora ya no respetan”.

Esta misma zozobra, para el empresario, viene de la mano con las políticas ambiguas. “A mí lo que me preocupa es la cantidad de gente que fallece por Covid y el tema de cómo vamos a seguir”, indicó. Incluso, en la misma línea, se mostró indignado “por las ferias al aire libre que realizan las autoridades, con miles de personas, pero a nosotros no nos dan pautas definitivas para trabajar”.

Desde esta perspectiva, finalmente, planteó un tema clave que sintetiza otro gran interrogante para los argentinos: los ingresos de las familias frente a la inflación. “Mover toda una estructura de gente, comida y demás, es similar para 50 o 100 personas. Pero la ganancia hoy es mínima porque los sueldos no han subido y las cosas se han ido por las nubes. Por eso, la gente sólo consulta y, cuando saca números, prefiere dejar para más adelante o suspender. No se ve un panorama favorable”, anticipó.

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