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La vitivinicultura entrerriana enfrenta cuatro desafíos para madurar

Noelia Zapata, presidenta de la Asociación de Vitivinicultores de Entre Ríos, marcó que el cuidado y conocimiento en la producción de uvas y de vinos, además del enoturismo y la comercialización son las “cuatro patas” para darle un mayor impulso al sector. Pidió a quienes comienzan a emprender que lo hagan con “responsabilidad”. Nahuel Amore

En pospandemia, y más allá de las complejidades da la economía argentina, la vitivinicultura en Entre Ríos se enfrenta fundamentalmente ante sus propios condicionamientos para comenzar a dar un salto de maduración de manera armónica entre todos los actores, con vistas a ofrecer productos de calidad que representen a estas tierras. Los desafíos, en ese sentido, están orientados fundamentalmente a la necesidad de un mayor conocimiento técnico y asesoramiento, además de una vinculación con el turismo y estrategias de venta adecuadas.

Según entiende Noelia Zapata, presidenta de Asociación de Vitivinicultores de Entre Ríos (AVER) y socia de la Finca Los Aromitos, se trata de “cuatro patas” que deben ser desarrolladas en conjunto: el viñedo, la bodega, el enoturismo y la comercialización. En ese sentido, consideró que el sector tiene un potencial enorme por delante y es esto lo que buscan plasmar en el marco del evento “Entre Ríos, entre Viñas”, que se realiza este fin de semana en Gualeguaychú.

“La vitivinicultura está teniendo empuje. No digo que haya un auge enorme porque los números están complicados para todos, pero no deja de ser todavía algo nuevo, que ha comenzado y la gente se entusiasma. Quienes emprenden tienen la esperanza de hacer algo distinto, unido también al enoturismo. No digo que está decayendo la actividad, sino todo lo contrario. Al menos para los que hace varios años que estamos, nos estamos consolidando”, sintetizó la empresaria sobre el presente del sector, en diálogo con DOS FLORINES.

Consultada respecto de cuáles son las fortalezas, consideró: “Nos estamos consolidando en varios aspectos: el cuidado del viñedo, la calidad de los vinos, empezar a buscar otros mercados. En Entre Ríos se lo está conociendo muy bien y se lo respeta. Antes, hablar de un vino entrerriano era como que te miraban raro y se preguntaban ‘qué porquería será’. Hoy eso cambió para bien”.

Para la exgerente General de LAR, el respeto por la producción entrerriana es clave, ya que sintetiza un modo de hacer con responsabilidad, donde el sello identitario queda no sólo en el paladar sino en el imaginario de quienes prueban vinos de esta provincia e inevitablemente lo comparan con los de Cuyo. Por ello, sostuvo que es importante el reconocimiento que empiezan a tener algunas bodegas que son convocadas a eventos en Mendoza u otras provincias.

“La Corporación Argentina de Vitivinicultores también se está acercando a la Asociación. Creo que empezamos a ser visibles. El año pasado Entre Ríos entre Viñas dejó de alguna manera alguna marca y el hecho de tener una organización ordenada como la AVER, sirve. No tenemos muchos ingresos porque somos 15 los que aportamos todos los meses. Entre Ríos entre Viñas nos permite tener un ingreso adicional y que los vinos sean conocidos”, señaló.

Maduración

El sector vitivinícola viene registrando en los últimos años una expansión en Entre Ríos, fundamentalmente en viñedos. Según datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura, la cantidad de hectáreas aumentó un 147% entre 2010 y 2021. No obstante, no todos han podido dar el salto, por la inversión que requiere y la necesidad de personal especializado que se necesita. Es así que hay una mayor cantidad de elaboradores artesanales y caseros, por encima de las cuatro bodegas existentes en la provincia.

En relación a la maduración de los emprendedores, Zapata opinó: “Hay de todo. Algunos están en una buena maduración, otros no han madurado nada y otros que creen que todo cae de arriba y no es así. Algunos se han desarrollado. Hacer vitivinicultura significa conocer y asesorarse”.

Sobre este punto, se explayó sobre las cuatro patas clave: “Los viñedos son un mundo. Hacer el vino es otro mundo aparte, con asesores específicos. El enoturismo es otro mundo diferente. Y después está el tema de la comercialización, para ver qué vino tenés y cómo lo imponés en el mercado. Son cuatro áreas que hay que desarrollar muy bien y para tener el grado de maduración hay que saber combinar todas esas áreas”, sostuvo.

Según indicó, los principales destinos de los vinos entrerrianos son dentro de la provincia, en Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires y Mendoza. Consultada por la exportación, dijo que si bien Los Aromitos son los únicos inscriptos para poder hacerlo, todavía no es un camino que se haya recorrido. “Todavía no ha surgido una posibilidad concreta. Por ahí Paraguay puede ser una alternativa interesante, al igual que Brasil, porque son escalas muy pequeñas las nuestras”, señaló, y planteó que en el sector hay otros objetivos por delante primero.

Sobre este punto, señaló que “la mezcla entre el turismo y la vitivinicultura es importante; a eso hay que desarrollarlo mucho, darle complementariedad”. Para ello, la articulación con el Estado es fundamental. “Significa infraestructura, conectividad, no solamente física sino también de la comunicación entre todos los actores. Si vos recibís gente para degustar vinos, te preguntan dónde alojarse, qué comer, qué más pueden visitar. Es bueno que lo conozcamos. La costa del Paraná necesita desarrollar el turismo complementario de unos con otros”, propuso.

Desafíos

Para la presidenta de la AVER, cualquier intención de crecimiento exige de una mayor expertise y ese es el camino que muchos deben transitar. Según entiende, “no es fácil porque no hay mucho conocimiento en la provincia”. “No hay especialistas en las provincias. Te encontrás con la planta y hay que curarla, hacerle tratamientos y, ¿quiénes te asesoran?”, advirtió.

Sobre este aspecto, explicó: “Desde AVER estamos haciendo un convenio con Andrés Passadore (ingeniero agrónomo uruguayo especializado en la temática) y el CFI (Consejo Federal de Inversiones) para capacitar más personas, no solamente a los vitivinicultores. El curado de la planta, al igual que el factor económico, es clave, tanto en las vides como en la elaboración de vinos”.

En relación a los desafíos hacia el futuro, afirmó que el sector vitivinícola tiene para dar “varios pasos para adelante”. “Desde la AVER bregamos por el fortalecimiento y porque los emprendimientos cuiden sus plantas, se asesoren bien, se formen bien, tengan personal capacitado. Lo mismo el que haga vinos. El que haga vinos, que lo haga con suma responsabilidad, con el cumplimiento estricto del INV y que haga el mejor vino de su vida porque si hace un vino más o menos nos afecta a todos. Que el consumidor acepte que un vino entrerriano pueda ser bueno, lo hará si ve y prueba. Pero si ve uno vino entrerriano, prueba y es feo, va a tener la imagen de que todos los vinos entrerrianos son feos”, planteó.

Finalmente, consideró que “acá hay toda una lucha que hay que superar de lo que nos fueron imponiendo de que el único vino interesante es el de la zona de Cuyo. Eso hay que superarlo”. “La zona de Cuyo tiene sus particularidades y nosotros las nuestras. Por ahí pasa la cuestión. Cada uno con su tipicidad del suelo, del entorno y de los cuidados específicos que cada uno haga. Van a ser diferentes, nada más”, concluyó.