ENFOQUE PORTADA

La trampa de los ingresos medios

Por Sergio Dellepiane – Docente //

A comienzos del siglo XX los análisis macroeconómicos globales contenían la idea por la que los países en desarrollo iban a alcanzar, por transitar la vida económica en una suerte de escalera mecánica, el umbral de ingresos altos; al que invariablemente arribarían uno tras otro, a través de un esforzado y laborioso camino de mejora continua en las condiciones de vida de todos sus habitantes.

Sin embargo, durante el tiempo transcurrido en este nuestro siglo XXI, tal pretensión se transformó en una imaginaria cinta de correr, se ejercita el cuerpo, se siente el esfuerzo, pero sin poder modificar la situación del inicio.

De un grupo de 101 países que hace 50 años integraban el lote del PBI per cápita promedio, sólo 13 han conseguido abandonar este grupo hacia la zona de ingresos más elevados (W.E.F. – Reporte 2021). Poco más del 10%. El resto hace su sacrificio, pero ninguno ha logrado, hasta el momento, salir del lugar en qué se encuentran y, por lo mismo, nunca arriban a la cumbre del desarrollo.

Es la denominada trampa de los ingresos medios. Concepto multidimensional compuesto básicamente por cuatro elementos: problemas de competitividad, productividad y escasez de dinamismo en las exportaciones como motor del crecimiento por falta de diversificación de productos y destinos; debilidad de las redes de protección social; fallas en el mercado laboral y en la formación del capital humano; e instituciones frágiles e ineficientes.

Barreras.

La ciencia económica ha podido distinguir varios condicionantes. El primer impedimento, expresado en términos futbolísticos, es que el arco se ha ido corriendo y nos queda cada vez más lejos. Los países que llegaron a posicionarse dentro de la zona de ingresos elevados durante el siglo pasado, lo hicieron con un menor nivel de educación, menos inversión en investigación y desarrollo, menos tecnología, conectividad y apertura comercial externa. Para alcanzar dicho estatus en la actualidad, se precisa la intervención de mayor volumen y profundidad, amplitud y alcance, de cada uno de los elementos detallados precedentemente.

Un segundo limitante reside en la competencia internacional y en el valor agregado que pueda adicionarse a todo tipo de producción nacional. La competitividad de las naciones entrampadas en los ingresos medios ve menguada su potencialidad por los mayores costos y trabas burocráticas, legales y financieras; la intrincada legislación laboral que limita y ralentiza la dinámica productiva; la diferencia creciente, en cuanto a accesibilidad y escalabilidad de las tecnologías emergentes, encorsetadas por proteccionismos anacrónicos; a lo que debe sumarse a la extensión territorial, una logística costosa, lenta y de escaso volumen de carga por unidad de transporte.

Argentina no ha podido escapar a la trampa de los ingresos medios, con el agravante para su pretensión de crecimiento, progreso y desarrollo, de ser un país que posee una altísima volatilidad en términos de indicadores macroeconómicos que arrastra desde hace ya demasiado tiempo. Es preciso incluir aquí el costo asociado a todo tipo de regulaciones (“cepos”) y restricciones, temporariamente permanentes, como el tipo de cambio, mercado del trabajo, maraña burocrática, agobiante presión impositiva, exuberante emisión monetaria y “¿justicia?” más justa para unos que para otros.

Más de 100 años de análisis sobre esta temática, han llevado a la ciencia económica a esbozar propuestas para escapar de la trampa de los ingresos medios, sin pretender que se transformen en una receta unívoca, de aplicabilidad universal, y mucho menos de “mágica alquimia”. Incluye, prioritariamente un trabajo mancomunado que involucra a toda la sociedad, y consiste en pensar qué necesita hoy una determina nación para llegar, en un plazo no inferior a 10 años, a la meta propuesta de poseer ingresos superiores similares al que ostentan los países desarrollados.

Opciones.

Para ello recomienda fervorosamente invertir, los mejores y mayores recursos disponibles, en capital humano, en innovación tecnológica y en investigación y desarrollo. Suma a esta ejemplaridad, la mejora en la fluidez del sistema de intermediación financiera, con el finde acompañar lo más cerca posible, el ciclo tecnológico que está siendo desplegado, aplicado y utilizado, a velocidad exponencial, por los países avanzados.

El elemento aglutinador y de mayor relevancia, de todos los trabajos editados sobre este tema, es el de la educación de las personas, donde el núcleo familiar y las circunstancias sociales en las que se desenvuelven y evolucionan, constituye el núcleo de su potencialidad.

Un segundo factor, no menos importante, reside en el valor dado a los responsables directos de la formación académica a través de la transmisión de saberes y desenvolvimiento de competencias, habilidades y destrezas: los docentes. Se vuelve imperativo pensar en cómo reconocer su esfuerzo. Mejorar su formación, que debiera ser continua y permanentemente actualizada, para su aplicabilidad inmediata. Cómo motivarlos y cómo retribuirlos adecuadamente y en relación, a la esencialidad de su función, ligada indisolublemente al progreso y desarrollo de la población en su conjunto.

Para la ciencia económica no caben dudas, la única forma en que las personas puedan dejar atrás su situación de carencia es invirtiendo en capital humano.

También queda claro que, sin un puerto al que dirigirse, sin un horizonte lo más despejado posible y sin un rumbo definido, ningún viento que sople, del lado que sea, resultará favorable para alcanzar algún destino.

Entrampados en la dependencia, la ignorancia y la marginalidad sólo podremos aspirar a mantener en vigencia la mediocridad que nos caracteriza y a conformarnos con pertenecer al lote de países con ingresos medios.

“Al igual que el protagonista de “El juego del Calamar”, la Argentina también está super endeudada y en crisis; cada vez que intenta salir tropieza con la misma piedra y depende de una “solución mágica” que venga de afuera y nos rescate” – N. Grosman  – Tecnovax  – (UTDT)