¿La riqueza crece cuando se divide o cuando se multiplica?
15/09/2020
Por Mariana S. Martínez, contadora, integrante de la Comisión de Impuestos y Legislación de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA)
Los tributaristas, en su amplia mayoría, clasifican al “aporte solidario y extraordinario para ayudar a morigerar los efectos de la pandemia” como inconstitucional, por confiscatorio, por su retroactividad, por no contemplar la capacidad contributiva y por desigual, entre otras cosas.
Entiendo que la retroactividad es referida a que se valuaría sobre el patrimonio existente al 31 de diciembre de 2019, sin tener en cuenta la capacidad contributiva actual del contribuyente; es decir, no contempla la posibilidad de que ese contribuyente haya tenido que reducir su capital este año, en el que nadie trabajó con normalidad.
La desigualdad es planteada, principalmente, porque afecta a quienes corren riesgos invirtiendo en actividades que generan trabajo, del mismo modo que al que elige tenerla en un banco en el exterior, es confiscatorio porque no sólo logrará apoderarse de la pequeña porción de utilidad que pueda quedar, luego de pagar el resto de los tributos, sino que se “devora” parte del patrimonio.
Si usted, al 31 diciembre de 2019, era poseedor de un patrimonio nacional que supere los 200 millones de pesos en $ 1, no significa que cuente con la posibilidad de pagar hoy 4 millones en carácter de impuesto ¿Se deberá pedir un préstamo personal con un costo que puede llegar al 110% para pagar el impuesto a la riqueza?
El proyecto, por otro lado, deja afuera todas las excepciones que contempla la ley del impuesto a los Bienes Personales; es decir, incluye tenedores de bonos nacionales, provinciales y municipales (con los que los Estados pudieron pagar a algún proveedor, que esperaba una transferencia y no un bono), dinero en cuentas bancarias de ahorro, los inmuebles rurales de las personas físicas, las maquinarias agrícolas por el valor de compra, todo ajustado por inflación y sin tener en cuenta las deudas que aún se estén pagando por estos bienes (se pagaría impuesto por algo que aún no es propio).
Obviamente que el planteo, desde nuestro lugar, es que no se puede hablar de “riqueza” cuando a los 200 millones se llega con una máquina y unas 200 hectáreas en zona centro, del mismo modo que le sucede a una pyme cuyo propietario es una persona física titular de un inmueble, instalaciones y maquinarias con tecnología. Lejos de favorecer a la inversión, esto nos invita a los pequeños productores a producir para la subsistencia y al industrial a buscar nuevos horizontes donde trasladar su inversión.
El Banco Mundial, a través de un estudio que realiza un equipo formado por más de mil tributaristas de todo el mundo (donde 11 son argentinos) pertenecientes al sector público y privado de cada país y una decena de firmas legales y contables, categorizan hace 6 años a nuestro país en el puesto 189 del ranking de “Imposición Fiscal”, lo que significa que, tomando el “caso testigo” como base, los impuestos totales argentinos se consumen la utilidad antes de impuestos y también parte del capital.
Si hace más de una década que los porcentajes de imposición fiscal superan el 100%(entre el 106% y el 137%), quizás estos números nos estén mostrando que la creación de más impuestos, que nacen por emergencias que resultan eternas, no estaría siendo el camino correcto para promover el desarrollo.
En ese mismo informe, califican al sistema tributario argentino con un “0” sobre 100, lo que demuestra que no hemos logrado dictar normas propias de un sistema fiscal que funcione.
Un sistema fiscal correcto logra una sana relación entre los ingresos generados por el sistema tributario y el gasto público. Es el propio Indec quien puede brindar información que demuestre que llevamos más de 70 años de déficit fiscal ininterrumpido.
Lo que se pretende mostrar, en este informe, es que si la intención es lograr el desarrollo productivo, el incremento del ingreso de divisas al país, y, por sobre todas las cosas, la mejora de la situación en la que estamos sumergidos la gran mayoría de los argentinos, no hace falta ser un especialista para poder afirmar que el incremento de la carga tributaria no es el camino. La historia reciente nos muestra que la baja de impuestos incrementa la producción; por el contrario, su incremento sólo ha conseguido incrementar la desigualdad, haciendo crecer el gasto público y la pobreza.
Multiplicar la “riqueza” sólo es posible favoreciendo la posibilidad de generar recursos a través del trabajo y no destruyendo los capitales productivos.