La patria integrada
25/06/2020
Por Alejandro Di Palma, titular de Estaciones de Servicio Laurencena SA y de Bioder SA
El 22 de junio la empresa YPF lanzó una promoción descontando el 10% del valor de la nafta súper y combustibles premium a través de su app (el 15% si sos personal de Salud), más del doble del porcentaje que queda como ganancia en una estación con ventas importantísimas.

Hace años que el sector pretende negarse al infructuoso intento de las empresas petroleras por integrar a su red comercial. Este formato es archiconocido y consiste en entregar especies necesarias para una manufactura (en este caso la venta minorista) otorgando una simple comisión por ese “servicio”. Hay que notar en este punto que no se trata de completar la cadena productiva con la suma de partes o eslabones aportados por diversos actores, sino que es una “matriz de operación” que pretende esconder esencialmente el carácter de “empleados o comisionistas” de los eslabones que componen esa cadena.
Así vemos que, casi como un acto de prestidigitación, se incrementan las rentas de estas grandes empresas integradoras (YPF), dado que se evitan multiplicaciones impositivas, tanto en el proceso de producción/distribución y venta, como en el proceso de cancelaciones ya que el dinero es girado hacia esa gran empresa evitando costos y con volúmenes que permiten una negociación de escala con los agentes financieros. En estas cadenas, la moneda de intercambio es “la especie” y las rentas de los eslabones son definidas a estricta discreción del integrador.

Este formato intenta mantener en la oscuridad el carácter comercial de los intercambios entre los eslabones ensayando un intercambio basado “en frutos o géneros y no en dinero”.
Inclusive habiendo naturalizado, en nuestro sector, las vinculaciones contractuales a través de simples contratos de adhesión, no puede sorprender la siguiente justificación: “Si los interesados están de acuerdo y así lo manifiestan de forma que quede constancia, no hay ningún problema en realizar pagos en especie”.

Nos parece importante referirnos a un párrafo que describe los contratos de adhesión: “Cuando se analizan los contratos de adhesión, lo más probable es que se comience por el tratamiento de sus dos elementos más superficiales: a) la falta de negociación paritaria; b) la posible (o segura) existencia de estipulaciones abusivas que vicien este tipo de contratos.
Así, cada vez que se lee un “contrato de adhesión” se piensa en un formato de estipulaciones predispuestas que, además, son viciosas o abusivas.
Seguimos entonces. Las empresas integradoras en poco tiempo interpretan que, inclusive los clientes consumidores son de su propiedad, avanzando sobre la red comercial, primero fagocitando a aquellos grandes clientes que pueden ser atendidos en forma directa por el integrador, sin asistencia de ningún intermediario/comisionista y luego, aun los pequeños consumos, también fueron atendidos en forma directa.
Para terminar de extinguir esa fracción importante de la red comercial, las empresas apelaron a las artimañas más viles y violentando toda posibilidad de competencia, otra vez los intercambios fueron pactados en “especies” (granos). Luego como el volumen de “especies” era tan importante, estas empresas entraron, casi por carácter transitivo en otro sector, proponiendo el apocalipsis descripto en otra cadena productiva.
Todo este esquema de supuestos beneficios, en definitiva es una oda a “la eficiencia”, se postuló como una matriz de funcionamiento que nos acercaría al primer mundo pero, terminó destruyendo el comercio de intermediación, la red comercial y luego el federalismo.
En el camino se destruyeron pueblos pequeños, quitándole su participación en toda comercialización regional, luego siguieron con la misma lógica las ciudades poco importantes, menos visibles y en esta avanzada los precios de los combustibles resultaron obedecer a una política “estúpida e insensible” de castigar a esos habitantes de lugares distantes, digamos recónditos.
Todo este plan, que desnuda una falta de criterio y sentencia la destrucción del entramado productivo, fue llevado adelante usando los símbolos patrios, apelando a un patriotismo que resultó ser sólo un ardid. Los ingenuos supusimos que la seriedad y los modales distinguidos de las personas que trazaban estas políticas no podían sino transmitir virtudes patricias. Nos equivocamos.