La lechería se encamina inexorablemente hacia la concentración

10/11/2018

La crisis es terminal para los pequeños y medianos productores, pero también para las industrias chicas. Mientras, al Gobierno sólo pareciera interesarle el aumento de la producción y de las exportaciones, pero no la supervivencia de los actores más débiles de la cadena. Danilo Lima

La crisis de la lechería, o, para decirlo mejor, la crisis del productor de leche, es añeja, y mes a mes se profundiza en una Argentina que no lograr salir del pantano en el que se encuentra su economía.

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Los tamberos –sobre todo los pequeños y medianos–, en este contexto, enfrentan una aciaga encrucijada: seguir en la actividad –a costa de endeudamiento o descapitalización– o bajar definitivamente la persiana –vender sus vacas o, directamente, cerrar el tambo–.

Es que el aumento de los costos –consecuencia de una inflación que parece indetenible– y un precio del litro de leche en tranquera de tambo inferior al costo de producción no le deja ningún margen al productor que, de momento, tiene una sola opción: resistir.

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En este escenario, los productores se quejan porque las industrias no les pagan lo que corresponde. Las industrias, por su lado, se quejan porque, según aseguran, la escasa rentabilidad les impide pagarles más a los productores.

El Gobierno nacional, por su parte, mira desde afuera y repite una y otra vez que el problema del precio debe resolverse al interior de la cadena. Es un problema entre privados, dicen a coro los funcionarios.

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Está claro que para Agroindustria lo importante es producir más y exportar más. La supervivencia de los pequeños y medianos productores y de las pequeñas y medianas usinas no es la prioridad.

En el otro extremo de la cadena, a los consumidores no les va mejor. Los precios en góndola convierten los productos lácteos –quesos y yogures, sobre todo– en un lujo para millones de trabajadores que tienen un salario –los que tienen la suerte de estar empleados– podado por la inflación. Aun la leche en sachet –cuyo precio ha aumentado menos que la inflación– es cara para vastos sectores de la población.

Informe de Coninagro.

El último informe sobre lechería del Área de Economía de la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro) es muy claro respecto de la realidad de los productores y los consumidores.

  • La mayoría de los productores viene atravesando una prolongada crisis, que continúa agravándose año a año.
  • Situación de aumento de costos mayores al aumento del precio de la leche, resultados negativos y tasas de financiamiento impagables.
  • Las consecuencias obligan al cierre de tambos, faena de vacas en producción, abandono de la actividad y desaparición de empleos.
  • La producción se mantiene en los pisos mínimos, los mayores productores son los que están sosteniendo el volumen concentrando aún más la actividad.
  • El mayor consumo de lácteos en Argentina es en forma de queso.
  • El mercado interno presenta caídas en el volumen de ventas en la mayoría de los productos lácteos.
  • Es preocupante que las mayores caídas en las ventas se están dando en leche fluida y leche en polvo, siendo que la leche al consumidor ha subido mucho menos que la inflación.

Miradas.

El vicepresidente primero de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Jorge Chemes, fue enfático en afirmar que los dos problemas urgentes que tienen los tamberos “son el precio y los plazos” en los que las industrias les abonan la producción y que son “las únicas herramientas” que pueden sacar a flote a los productores. En las reuniones de la Mesa Nacional de Competitividad Láctea, sin embargo, se analizan muchos temas importantes de cara al futuro pero “de precios ni hablar”, se quejó el ruralista, y aseguró que “en estas reuniones uno se siente molesto porque a la producción la dejan de lado”.

Chemes, en otro orden, comentó que entre los tamberos “hay mucha desilusión” porque “se habían generado muchas expectativas” al inicio de la administración del presidente Mauricio Macri, pero con el correr del tiempo “el desencanto se fue profundizando”.

Lo peor, sin embargo, es que en la actualidad “encontramos productores que cierran los tambos y cuando uno propone que aguanten un poco más, porque el año próximo la cosa puede mejorar, te dicen ‘no, estoy cansado, ya no tengo ganas de luchar’ lo que demuestra el desánimo de la gente”.

Chemes, hablando desde su lugar de tambero y no como dirigente de CRA, dijo que el Gobierno nacional “se hace el que no entiende” los problemas de los productores. “Tengo el convencimiento pleno, y no desde ahora sino desde hace bastante tiempo, de que acá hay un plan que está pergeñado para que desaparezcan los productores medianos y chicos, y a través de un fuerte nivel de concentración, tanto en la producción como en las industrias, llevan adelante un plan que no es lo mejor para nuestro país”.

Crisis generalizada.

Para Walter Mancuso, referente de lechería del INTA Paraná, la crisis del sector lácteo argentino “es generalizada y afecta especialmente al productor lechero, quien es básicamente tomador de los precios que ofrece el eslabón industrial”.

Si bien toda la cadena láctea se encuentra en situación complicada, debido al permanente incremento de costos, a los desfases en las relaciones de precios provocados por la fuerte devaluación de los últimos meses y a las caídas en ventas de lácteos en el mercado interno, “quienes menos posibilidades de atemperar el impacto de estas variables son los productores y, como siempre, la situación impacta mucho más sobre los sistemas de baja escala y/o menor eficiencia, que son mayoría aún en Entre Ríos”, explica Mancuso.

Para entender mejor esta afirmación, el profesional propone observar los costos de producción para los sistemas tamberos de la cuenca lechera entrerriana que realiza mensualmente INTA y se publican en el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA). “Allí puede observarse que, para septiembre de 2018, el costo de producción de leche estuvo entre 7,40 $/litro para aquellos tambos de mayor escala y eficiencia (superiores a 7.000 litros diarios de producción) y 8,46 $/litro en los tambos de menos de 1.000 litros de entrega diaria. Mientras, el precio recibido fue de 7,14 $/litro en los tambos más pequeños y de 7,91 $/litro en los de mayor volumen y calidad, generando un quebranto en los tambos más chicos y con menor eficiencia y un leve saldo positivo en aquellos que poseen mayor entrega diaria de leche y son más eficientes”, agregó el técnico del INTA paranaense.

Impacto.

Para Mancuso, esta situación impacta en forma negativa sobre el desarrollo local, “debido a que esos tambos de menor escala están basados en el trabajo de su propia familia y hacen al desarrollo directo de la zona en la cual están insertos, entregando su producción a pequeñas y medianas usinas lácteas queseras, que son también las más afectadas actualmente dentro del eslabón industrial, tanto por el destino básicamente a mercado interno de sus productos, como por su menor capacidad financiera para sobrellevar la actual coyuntura económica”.

Por otra parte, un gran número de tambos que buscaron aumentar su escala y eficiencia mediante inversiones e incremento en la suplementación de sus rodeos, “actualmente manifiestan problemas financieros serios para transitar los próximos meses bajo este escenario, debido a las deudas acumuladas con proveedores y entidades financieras y el escaso o nulo margen que les queda para cubrirlas”.

Rentabilidad negativa.

Silvina Butarelli, extensionista de INTA Nogoyá, por su parte, tiene una mirada similar a la de Mancuso y define como “preocupante” la situación por la que viene atravesando el sector lechero. “Los productores desde hace varios meses vienen trabajando con una rentabilidad negativa”, enfatizó.

“Muchas empresas viven momentos realmente difíciles pero no les queda otra que seguir, esperando que en algún momento el panorama sea más favorable. Lamentablemente la lechería argentina  históricamente transita por estos períodos críticos, y es aquí en donde se ve bien quién estuvo mejor preparado tranqueras adentro para poder soportarlos”, añadió la profesional del INTA nogoyaense.

La realidad, según Butarelli, es que “muchos productores hoy se encuentran con serias dificultades económicas y financieras por las difíciles situaciones de los últimos años: bajos precios por litro de leche, altos costos de producción y problemas climáticos”. Para completar este panorama complicado, “no existen líneas de financiamiento desde el Gobierno nacional y provincial acordes al sector y al momento que se vive, destinadas principalmente al pequeño y mediano productor”.

Por otro lado, los costos de alimentación son los que hoy más repercuten en los números de los tambos, y, por eso, “muchos productores han disminuido los kilos de alimentos concentrados en la suplementación, aun resignando la producción individual, tratando de aprovechar al máximo el recurso forrajero”, explicó la ingeniera agrónoma.

La concentración.

En cuanto a la tendencia a la concentración, Butarelli cree que es un fenómeno que “está ocurriendo a nivel de todo el país en las diferentes cuencas lecheras”, aunque consideró que los tambos “no cierran o abandonan la actividad por ser pequeños, no es una cuestión de escala sino de eficiencia”. En algunos casos, añadió, también se observa que “los propietarios son gente mayor, sin sucesores en la empresa familiar, por lo que deciden darlo en arrendamiento”.

Entre Ríos, en este sentido, tiene particularidades productivas diferentes a otras cuencas lecheras. “Los tambos en su mayoría son empresas medianas a pequeñas, de baja superficie, con base pastoril, donde también se realizan otras producciones, como engorde de animales, crianza de aves, algo de agricultura, con predominio de la mano de obra familiar. Estas características son las que permiten que hoy a pesar del difícil momento, puedan continuar en el sistema”, argumentó Butarelli.

Lo que viene.

Mancuso entiende que el horizonte a mediano plazo del sector lechero entrerriano “no es muy alentador”, dado que “sigue sin definirse un ámbito de discusión formal de las políticas lecheras provinciales, en cuyo marco participen todos los sectores involucrados y se tomen decisiones tendientes a atemperar los efectos que hemos mencionado, especialmente sobre productores e industrias lácteas de pequeña y mediana escala”.

A juicio del técnico del INTA Paraná “continúan las deficiencias en la infraestructura de caminos, sigue siendo insuficiente el control por parte de los organismos del Estado provincial y nacional, lo cual genera una alta informalidad, competencia desleal y falta de estímulo a producir leche y productos lácteos de calidad, y, a pesar de las numerosas promesas y el tiempo transcurrido, no se reactivó el laboratorio de calidad de leche” en la provincia.

Actualmente, observó Mancuso, a nivel de los productores se observa “un gran descreimiento y falta de confianza sobre quienes tienen responsabilidades en la toma de decisiones hacia el sector lácteo, incluso sobre sus propios representantes, aspecto que se demuestra a partir del escaso apoyo e interés para organizarse y buscar alternativas de mejora en forma conjunta”.

Butarelli, por su parte, visualiza de cara al futuro “la persistencia de aquellos sistemas que realicen un manejo simple de la empresa, con alta carga animal por hectárea, alta producción de forraje por hectárea, con alto aporte de pasturas en la dieta, animales adaptados a estos sistemas, en muchos caso cruzas Holstein /Jersey, con un buen equipo de trabajo motivado y comprometido con la empresa”.

Chemes, más optimista, cree que en 2019 la situación del sector puede mejorar. “Con una baja de la producción y un aumento de las exportaciones con este dólar competitivo, puede recomponerse un poco la situación y, en teoría, mejorar los precios y cambiar el escenario de hoy. El sector, de todos modos, necesita al menos dos o tres años para una mejora definitiva, pero 2019 puede ser un año bisagra donde las expectativas de la lechería empiecen a ser otras”.

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