La hora de los lúcidos picapiedras

02/01/2018

Fuentes periodísticas efectuaron un balance de la primera quincena, en materia turística: a) hay 25% más de argentinos en Brasil y 20% más en Uruguay y b) la ocupación hotelera en la Argentina alcanza al 80% en los fines de semana (100% el año anterior) y apenas 60% de lunes a viernes.

Jorge Ingaramo (*)

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Se estima, además, que aumentó 50% el número de argentinos que combinan turismo en Chile con shopping, sobre todo de productos electrónicos y electrodomésticos, protegidos en nuestro país. Pero no sólo eso. Los de este lado de la Cordillera compran desde zapatillas hasta comestibles. Son claros indicios de que la Argentina está cara.

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Esto ocurre luego de la liberación total del mercado cambiario y la creación de un mercado libre y único de cambios que se combina con la eliminación de los topes para comprar divisas en los bancos locales. O sea, ahora más que nunca se puede hacer lo que, por ejemplo, en 2015, no era factible.

Si uno adicionalmente considera el gran avance del E-commerce (compras a proveedores asiáticos), salta a la vista que cuando los argentinos pueden comprar en una economía abierta, como la chilena, o “estimuladas” como la china, hacen valer el mayor poder adquisitivo de los elevados ingresos en dólares (no todos genuinos), que son a su vez la consecuencia del atraso cambiario.

Dicho de otra manera, conviene ganar plata en la economía con tipo de cambio atrasado y gastarla en una economía abierta. Es un doble incentivo para reducir el consumo local, tanto de bienes como de servicios turísticos.

 

Las razones.

El presidente Mauricio Macri propuso en su última conferencia de prensa, avanzar en lo que se llamaría el cumplimiento de la ley (que todos paguen los impuestos) y la eliminación de la informalidad, sobre todo en el mercado laboral.

Pero no sólo ello. Quiere avanzar rápido en reducir los costos de litigiosidad que pesan sobre las empresas en el tema de las ART. A estar por declaraciones de su flamante ministro de Hacienda, habría una reforma tributaria integral (¡no se olviden de provincias y municipios!), con revisión de los costos previsionales y eventual disminución de impuestos distorsivos.

Economía formal y blanqueo laboral permitirán que aumente la base gravable (que ya se amplió con el blanqueo) y se puedan disminuir las alícuotas tributarias, transformando al país en una economía más atractiva para el consumo local de los argentinos y, en general, para los inversores de todo pelaje.

Simplificando un poco, hay cuatro razones para la Argentina cara:

* Regulaciones innecesarias, litigiosidad y ausentismo laboral, privilegios en el empleo público, convenios colectivos del “siglo pasado”, feriados excesivos y múltiples normas que encarecen la producción y el consumo.

* Vigencia en países vecinos de tratados de libre comercio, por los cuales importan con arancel cero los bienes más buscados por los argentinos de alto y medio poder adquisitivo. Como se sabe, las economías de la Alianza del Pacífico tienen acuerdos comerciales múltiples y no llevaron a cabo el modelo de sustitución de importaciones que caracterizó a la Argentina o Brasil, que hoy demanda protección (dada la antigüedad de la industria sustitutiva instalada, en condiciones de protección comercial local o regional vía Mercosur). El ejemplo más claro es la industria automotriz, donde es evidente que en la Argentina y Brasil hay proteccionismo (amén de impuestos internos altísimos), mientras que en Chile hay una apertura casi irrestricta.

* El meneado tema del atraso cambiario. Es difícil saber si estamos ante un tipo de cambio de equilibrio en el nuevo modelo de flotación, casi sin intervención, que impuso el Banco Central. Un vocero calificado, precisamente del sector automotriz, mencionó la necesidad de un dólar de $ 18,50 (algo así como un 15% más alto que el actual), mientras que el llamado “de convertibilidad” supera los $20,2. Como se dijo, las mediciones son difíciles, pero luce razonable que un 15% del sobreprecio que paga un consumidor argentino, se deba a cierto atraso cambiario. Uno puede aceptar que la suba de un 15% en el precio de la divisa, atenuaría este efecto. El problema es lograr que esta mejora sea “real”, en un ambiente inflacionario.

* La presión impositiva es claramente superior en la Argentina con respecto a Chile, por ejemplo. Un reciente trabajo de Standard & Poor’s, del economista argentino Joaquín Cottani, destaca que la relación recaudación fiscal/PBI es 31% en la Argentina y 18% en Chile y una estimación de los impuestos legislados, o sea las alícuotas nominales (no la recaudación efectiva), presenta las siguientes relaciones (sobre el PBI): 41 a 25% para impuestos al consumo; 45 a 12% para ingresos laborales y 40 a 30% para ingresos del capital. También puntualiza que, por ejemplo, las tasas efectivas que gravan al trabajo, permiten recaudar un 22% en la Argentina, mientras que alcanzan apenas un 6% en Chile. A nuestro juicio, el tamaño del Estado es decisivo para la Argentina cara.

Hay mucho trabajo por hacer para que La Argentina no sea cara y es muy difícil efectuarlo en un año electoral. Ahora bien, el diagnóstico oficial es el correcto. El Presidente lo tiene claro. Los vicejefes de Gabinete y los ministros de Hacienda y de Finanzas, también.

Esperemos que los logros del ministro de Finanzas, Luis Caputo, al obtener abundante financiamiento a tasas bastante razonables, sirvan para financiar la transformación fiscal imprescindible para bajar la tasa de inflación, mejorando a la vez la recaudación impositiva (aun con menores impuestos distorsivos), por ampliación de la economía blanca y lograr una Argentina no más barata, sino más accesible.

Que la deuda creciente no encubra el deseo de ganar las elecciones sin hacer ajustes.

Muchachos, es hora de ponerse a laburar. Todos los días debería haber mejoras en alguna de las áreas de trabajo planteadas.

Los beneficios de la buena gestión pueden hacerse perceptibles incluso antes de las elecciones. Necesitamos tanto de los astutos financistas como de los lúcidos picapiedras.

 

(*) Economista

 

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