La ganadería necesita estímulos y los ganaderos incorporar tecnología
16/06/2020
Un experto conocedor de la actividad considera indispensable que los bancos ofrezcan créditos razonables, pero también cree que los productores deben mejorar tranqueras adentro. Danilo Lima
Es médico veterinario y empresario, también productor, fue subsecretario de Desarrollo Agropecuario de Entre Ríos y tres veces senador provincial, pero, sobre todo, es una voz autorizada para hablar de la producción pecuaria, actividad a la que ha dedicado prácticamente toda su vida.

Retirado de la política, pero no de la ganadería, Victorio Rosario Firpo repasó durante una entrevista con DOS FLORINES su extensa trayectoria como profesional de las ciencias veterinarias, del negocio del que está a cargo desde 1976 (Veterinaria Hernández), y ofreció su mirada sobre el presente y futuro de la actividad ganadera, una actividad clave para Entre Ríos.
Firpo está absolutamente convencido de que la ganadería necesita estímulos, especialmente desde el punto de vista crediticio, pero con igual convicción cree que el productor ganadero tiene muchos desafíos por delante en materia de incorporación de tecnologías.

DESAFÍOS.
– ¿Cómo está la ganadería hoy?

– La ganadería es una actividad de procesos lentos y largos. Entre que una ternera se recría, es madre y da un ternero, y ese ternero se vende como novillo pasan tres o cuatro años. Y, en ese lapso, los productores deben hacer frente a los vaivenes que suele tener la economía argentina.
En la actualidad, después de que se perdieran 10 millones de cabezas, el rodeo nacional está estabilizado en alrededor de 55 millones, más o menos, y en Entre Ríos unos 4,5 millones de cabezas.
Los porcentajes de preñez y, sobre todo, los porcentajes de terneros logrados sí son una deuda pendiente que tenemos todos en la provincia y en el país.
Estamos en el 60% de terneros logrados, mientras los índices de preñez, tal vez, se ubiquen cerca del 70%. Existe una pérdida de entre el 4 y 8%, seguro, por distinta razones. Hay enfermedades muy conocidas, como la BVD (diarrea vírica bovina) que está trayendo pérdidas de gestación.
Hay también campos de punta que tienen entre el 80% y 90% de preñez. Esto muestra que hay productores que no usan tecnología y por eso allí hay para trabajar mucho.
Muchos productores chicos, pero también muchos medianos y grandes, son remisos a la adopción de tecnologías, a veces porque se trata de campos cuyos dueños viven en Buenos Aires, a veces por los procesos y los baches que ha pasado la ganadería –una actividad de muy baja rentabilidad–, lo cierto es que el uso de la tecnología es muy difícil de manejarlo. Realmente hay que estar muy presente para que el campo tenga rentabilidad y se pueda invertir en alambrados, aguadas, división de potreros, limpieza de campos.
El hecho de que el ovino prácticamente se ha perdido en Entre Ríos, por distintas causas –abigeato, especialmente–, hizo que muchos de los campos que se mantenían limpios por la actividad ovina, hoy estén muy sucios. A eso se suma que hay menos personal de campo, menos personal capacitado para ir al campo. No hay inversiones, no hay créditos.
Hoy se necesitan créditos a mediano y largo plazo porque los tiempos de la actividad son lentos. Hay que mejorar las pasturas, hacer maíz para recriar el ternero y destetarlo en el momento indicado para que la vaca pueda a volver a quedar preñada. No es nada que no se conozca, pero hay que hacerlo.
Los que hacen bien las cosas –aguadas, potreros, alambrados– y tienen un buen equipo de profesionales y de personal, los que incorporan tecnología, tienen resultados y están entre el 80% y 90% de terneros logrados.
Hay que sumar tecnología y tener una mirada empresaria, en determinado momento invertir mucho dinero, para tener este tipo de resultados y la consiguiente rentabilidad. Y esto en Entre Ríos es muy importante porque hay mucha actividad ganadera y la ganadería le da vida a los pueblos.
– ¿Hay voluntad política de los gobiernos nacional y provincial de estimular al productor a través de créditos razonables?
– Los gobiernos tienen que saber que la ganadería es de tiempos lentos y baja rentabilidad por lo que deben dar estímulos a los productores. Hoy, sin embargo, es muy difícil por el tema de la pandemia. Pero fuera de eso, la situación económica del país, la conocemos desde hace mucho tiempo, y en la provincia lo mismo.
Hoy están llegando con lo justo para pagar los sueldos.
Por eso, por más que quieran hacer algo, en este momento, en esta coyuntura, hay pocas posibilidades de instrumentar, por ejemplo, créditos con tasa subsidiada, que traerían enormes beneficios para la ganadería, como sucedió en algunas épocas.
Cuando pase esta coyuntura tiene que venir eso.
CHINA.
– La presencia de China es cada vez más significativa en la economía argentina, ¿cómo impacta en la ganadería?
– Para nosotros es muy importante. Hace treinta años, me acuerdo, iba a cursos con profesionales que venían de Europa o Estados Unidos y ya se hablaba del imperio chino. Siempre decíamos que esperábamos que China empezara a comprar… y empezó.
La verdad es que se trata de un mercado muy importante, hasta se lleva una clase de categoría que es la vaca. Eso ha traído algún beneficio, por ejemplo, ha hecho mejorar un poco el porcentaje de terneros logrados porque la vaca de refugo, la vaca último ternero, la vaca vieja, se va liquidando, se va para China.
Es muy bueno para nosotros que China esté en la actividad, pero sería muy bueno sumar más mercados, como Europa que hoy está parada por la pandemia. Eso hizo caer la exportación de novillos pesados –que tenía un precio muy parecido al del novillo de consumo–, y el precio de ese novillo pesado ha caído mucho porque no hay a quién venderle un animal de más 500 kilos, y cuando lo compran lo hacen a un precio irrisorio.
Sí tienen un precio razonable la vaca y el ternero porque se lo está consumiendo en el mercado interno.
Pero más allá de esta cuestión, lo que yo no quisiera es volver a lo que ya nos pasó hace 8 o 10 años que se consumía el animal liviano. Necesitamos ir a un animal más pesado para que tengamos más kilos de carne y que sea más útil para la provincia y para el país.
– A propósito, ¿hay que aumentar el peso mínimo de faena?
– Sí, por supuesto. Da pena faenar un ternero de un año y medio. Es una lástima que matemos a un animal de 300 kilos. Lo ideal sería llevar a faena a un novillo o una vaquilla con un peso no inferior a los 350 kilos. Y de ahí en adelante, de 380 a 400 kilos.
– ¿La carne está cara o está barata?
– La ganadería tiene presente y tiene futuro, y, como decía mi padre cuando yo era chiquito, algún día las vacas van a valer. Hoy, a precio dólar, la carne está barata. Si tomamos el precio de la carne con el dólar blue, el precio es irrisorio.
– Lo que pasa es que el valor de los salarios también es irrisorio…
– Por supuesto, ni lo dudo.
SANIDAD.
– ¿Hay que seguir vacunando todo el rodeo o sólo los animales jóvenes?
– En materia de fiebre aftosa me parece que en el país estamos en condiciones de vacunar todos los animales hasta dos años y no los adultos, sería lo ideal, con eso se inmunizan los animales y estaríamos cubiertos. Esto bajaría el costo de la actividad productiva porque el productor acá paga la vacuna –no como en Uruguay donde la abona el Estado– y el costo de la vacuna es importante.
– ¿Y dejar de vacunar?
– No, no, no. Yo, insisto, vacunaría los animales jóvenes, y eventualmente, los organismos del Estado, más adelante, deberán analizar esa posibilidad, pero por ahora no. Hay que acordarse lo que pasó después de que Menem dejó de vacunar.
– ¿Por qué han aparecido focos de garrapata en zonas donde uno suponía no deberían aparecer?
– Nosotros venimos viendo este problema desde hace bastante tiempo. Hay campos donde es difícil combatir la garrapata.
Se está trabajando, la Fucofa es la encargada de la lucha en la provincia y está trabajando. Es cierto que han aparecido algunos focos en lugares donde tal vez no eran esperados, como en el caso de la costa de Victoria, pero no será difícil combatirlas porque estamos preparados para eso. Nosotros, por ejemplo, en Veterinaria Hernández tenemos profesionales muy capacitados que saben qué productos aplicar, cuándo y cómo aplicarlos.
– Antes se decía que al productor le daba vergüenza denunciar que tenía garrapata en su campo, ¿esto sigue siendo así?
– Sí, en parte sí, sigue siendo lo mismo. Más que nada por su manejo, porque un campo infectado lo toma el Senasa o la Fucofa y entra en un período de saneamiento que al productor le impide algunos movimientos y esto lo incomoda.
LA VETERINARIA.
Cuando Firpo era un joven veinteañero, en 1976 nació Veterinaria Hernández, en esa localidad del departamento Nogoyá, y allí permaneció hasta 1978 cuando un empresario lo llevó a trabajar a Feliciano. “Y me fui con todo lo de la veterinaria para allá y seguimos trabajando”, rememora hoy.
– ¿Cuál es el modelo de negocio que lleva adelante Veterinaria Hernández?
– Siempre trabajé con varios profesionales y siempre me gustó difundir la actividad veterinaria, y desde aquel momento fuimos creciendo porque el mercado nos llevó a eso.
Nosotros, para poder atender a nuestros clientes competitivamente, la única alternativa que tuvimos fue crecer, incorporar más profesionales, más veterinarias, hacer volumen –como tiene que ser–, y, de esa manera, conseguir mejores precios en los laboratorios para ofrecer mejores precios, precios más competitivos, a los productores.
Hacemos, primero, un trabajo muy profesional, de asesoramiento, y después, les proveemos la mercadería a un precio razonable. Y así hemos ido abriendo veterinarias, que tienen sus costos por supuesto, pero hemos podido crecer.
En estos tiempos de pandemia, inflación y dólar blue, la lucha es diaria, pero nos hemos convertido en unos maestros para subsistir.
– La veterinaria cumplió 44 años, ¿es tiempo de delegar responsabilidades?
– Estamos delegando. En Paraná, Agustín, mi hijo, ha armando una estructura y está trabajando; Andrea, mi hija, también está en el negocio, y me ayuda muchísimo a mí. Y se están incorporando los hijos de Pablo Mangioni, mi socio.
Somos una pyme que está incorporando a la familia. No se puede frenar. Yo manejo los números y, de a ratos, la profesión.