¿La cadena de ganados y carnes puede abstraerse de la macroeconomía?
14/08/2018
Por Raúl Milano, director ejecutivo del Rosgan
Argentina está inmersa en una situación demasiado compleja en sus aspectos macroeconómicos e institucionales. Las derivaciones de las investigaciones por cohecho y los problemas económicos propios y externos están generando un cóctel explosivo en todo el tejido productivo y social cuyas derivaciones hoy son imposibles de cuantificar.
En esta realidad se desenvuelve la cadena de ganados y carnes, y puntualmente esta semana el remate de Rosgan, sin poder abstraerse de los coletazos de la crisis la pregunta es si podemos continuar con nuestro proceso de crecimiento. Seguramente la primera respuesta es que todos estamos en un mismo barco y siempre los movimientos terminan afectando el rumbo, pero la segunda respuesta es saber reconocer que el sector de la carne posee elementos diferenciales del resto de los sectores productivos.
En primer lugar, tiene la ventaja de ser una producción 100% argentina, de esta forma el impacto de la depreciación del peso no nos afecta vía incremento del precio de los insumos, sino por el contrario nos da un plus de valor y competitividad internacional augurando mayores colocaciones de carnes en el exterior. Además, se mejora sustancialmente la rentabilidad de nuestras fábricas exportadoras, mejoras que pueden ser transferidas a nuestros productores con mayores precios sobre sus animales.
En segundo lugar, este sector en sus diversos eslabones nunca fue un gran tomador de crédito dada la escasa confianza que históricamente tuvieron las instituciones financieras sobre nuestros frigoríficos. Además en el nuevo paradigma productivo que incluyó a los sistemas de confinamiento todavía no han sido suficientemente categorizados por el sistema financiero y solamente han logrado que el financiamiento sea más resultado del plazo de venta de los productores y su propio capital de giro.
En tercer lugar, esa maravillosa plataforma que es el consumo interno de carne se verá afectado por el incipiente proceso recesivo y posible caída del salario real poniendo un techo al consumo per cápita anual.
Y en cuarto lugar, el incremento de costos de la energía, presión tributaria, precio de la materia prima y diversos insumos la pone en un pie de igualdad con el resto de los sectores, convirtiendo a ésta en la única variable similar a todo el entramado productivo.
Poder estar alejado del impacto de los dos primeros ítems es una fortaleza para una actividad de márgenes reducidos y de ciclos largos. Quienes desarrollan estas actividades son generalmente personas o empresas que apuestan al largo plazo y convierten a su emprendimiento en formas de vida permanente, que no pueden jugar a reconvertirse permanentemente. Cuando conviene producir para el mercado interno porque hay cierre de economía lo hacemos en el país, cuando conviene importar porque hay apertura de economía nos volvemos “pro chinos” y traemos todo de afuera, el productor, el feedlotero y el frigorífico tienen puestos todos sus huevos en una sola canasta, la canasta de argentina desde hace mucho más de 150 años.
Estos tiempos difíciles seguramente rozaran a todos los actores de la producción pero posiblemente el sector de ganados y carnes pueda dar un gran aporte al país que necesita hoy dólares y trabajo.